La Librería

Pequeños retales de literatura

viernes, diciembre 16, 2005

El renting en la Biblioteca digital

Andrew Wylie es uno de los agentes literarios de más peso en la industria editorial actual, con motivo del Any del Llibre i la Lectura dio una charla en Barcelona de la que reproducimos un fragmento (vía suplemento cultural de La Vanguardia).
La discusión que se propone viene en referencia de la digitalización de libros por internet, y el intento de Google por desarrollar las grandes Bibliotecas Digitales. Los caminos que se están estudiando para alguien que lo mira desde fuera, son bastante sorprendentes; una de las soluciones que barajan las editoriales para conservar los Derechos de autor, es el alquiler de páginas de libros que permitirá la visualización de una parte del libro durante un tiempo limitado. Pero claro... el asunto presenta una serie de vacíos que resultan altamente cómicos. Andrew Wylie nos da una muestra.

“De Google, se podría alquilar por sólo 2 euros diarios un libro cuyo precio de venta es de 20 euros. La obra estaría en el servidor de Google y el acceso se interrumpiría 24 horas después del pago. O, como ha sugerido Random House recientemente, se podría comprar parte o la totalidad de un libro por unos 4 céntimos la página en Amazon o Google (un quinto para el sitio web, y el resto a partes iguales entre el editor y el autor).
Algunos editores, quizá por razones tangenciales, están desarrollando plataformas propias de digitalización de libros, como la reciente iniciativa Book-Store de Macmillan; y más editoriales se lanzarán al ruedo de la digitalización. En opinión de Sarnoff, el precio será la clave para la preservación de editores y autores. Y parece importante que el precio de venta de un ejemplar digital sea relativamente similar al de un libro encuadernado; si no los compradores ocasionales podrían abandonar casi por completo el libro impreso. De todos modos, ¿debe el modelo comercial basarse en ciberrecetas? Mientras otros consideran sumarse a la liza, me gustaría señalar que habrá que enfrentarse a la creciente venta de libros usados por parte de Amazon, que canibaliza los ingresos de autores y editores. Y otra cuestión crítica es el deseo de los editores de conservar los derechos de impresión si sólo hay disponibles ejemplares digitales.
Resulta interesante observar que, cuando los editores pensaron en los libros de cocina en estos términos, creyeron que las páginas sueltas quizá debieran adquirirse a un precio más elevado que la prosa o los versos más exquisitos, quizá a unos 20 céntimos de euro la página. Al fin y al cabo, una receta puede alimentar a un ejército y "ser o no ser" sólo puede engendrar alienación. Esta idea recuerda el dilema al que se enfrentan las editoriales cuando deben decidir entre una obra de importancia o una novela de Danielle Steel.
Aquí surgen una serie de preguntas: ¿podemos extrapolar a partir del modelo del libro de cocina y suponer sin riesgo a equivocarnos que unas palabras o unos pasajes relativamente desconocidos son proporcionalmente menos valiosos y merecen venderse a un precio inferior que palabras o pasajes más familiares? Por ejemplo, ¿puede suponerse que las palabras: "La encargada del refectorio tenía veintisiete años. Era lo bastante adulta para arriesgarse en algunas aventuras amorosas y lo bastante joven todavía para conceder una extremada importancia no tanto al amor como al temor de ser sorprendida haciéndolo".
... o las igualmente desconocidas: "Otra inquietud cundía en los barrios bajos. Los miembros del colegio sacerdotal multiplicaban las puestas y gozaban de todas las vicisitudes del terror y de la esperanza; los pobres (con envidia razonable o inevitable) se sabían excluidos de ese vaivén notoriamente delicioso".
... deben costarle al lector menos que: "Sentada en la orilla de la carretera, con los ojos clavados en la carreta que sube hacia ella, Lena piensa: ´He venido desde Alabama: un buen trecho de camino.
A pie desde Alabama hasta aquí. Un buen trecho de camino´". ... o: "Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles. Miren: por este desgarrón de la capa se ve en mi estómago un tatuaje bermejo: es el segundo símbolo, Beth"?
Los primeros dos pasajes pertenecen a Luz de agosto de Faulkner y La lotería de Babilonia de Borges. Los segundos también.
O, volviendo a Hamlet,¿es "ser o no ser" más valioso que "métete en un convento"? ¿Hay que cobrar al usuario de la primera, digamos, 10 euros y al de la segunda quizás 3? Éstas son algunas de las cuestiones que surgen cuando uno se pone a desbrozar el terreno”

Andrew Wylie. Con veinticinco años de experiencia en el mundo del libro, gestiona los derechos de escritores como Rushdie, Amis, Mailer o Baricco, y los legados de Borges o Calvino. Publicamos la charla que ofreció en Barcelona el pasado 18 de noviembre, en el marco del simposio ´Los futuros de la industria editorial´, organizado por el Any del Llibre i la Lectura.

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2 Comments:

Blogger luaDark said...

Es una interesante iniciativa para personas que no tienen tiempo o posibilidades de hacerlo a la forma tradicional :D

Dark kissses

2:35 p. m.  
Blogger Vigo said...

Es el futuro que nos espera lua. Negroponte apuntó hacia la internet, y ahora los nuevos profetas preveen la digitalización de la información. Habrá tanta información que nacerán muchísimos nuevas comportamientos, ventajas, desventajas, patologías, etc.

Merry Chrismas, y ojala este año Jack y los otros personajes de Pesadilla antes de Navidad, consigan secuestrar a Papa Noël.

2:51 p. m.  

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