La Librería

Pequeños retales de literatura

viernes, agosto 18, 2006

Sueño de una noche de Verano

Sigue lloviendo en agosto y cada día que tengo que coger el tren me empapa una lluvia torrencial, que me hace estar más triste de lo normal. Dicen los gallegos después de tanto incendio en los que tuvo que llover y no llovió, que si ahora el Dios del trueno se enfada, podrá ocurrir un desastre ecológico, pues la ceniza que quedó después de la devastación será arrastrada por el agua, y contaminará las rías. Tal vez a mí desde Barcelona, me suceda algo parecido, quise que lloviera en otras ocasiones, pero ahora temo que esas lágrimas del cielo no me purifiquen, si no que esta vez cuando caigan me acaben contaminando. Quizás fuese que las meigas se fueron de vacaciones a la costa catalana, y ahora embrujan los cielos con sus lloros. ¿pues qué debo decir yo? Si soy el Romeo que regresado de Mantua busca desesperado los labios de Julieta. Creo que encontraré otro pequeño bálsamo en esa ciudad que amaneció un día con las llamas a sus pies. Y mientras tanto sigo leyendo, y me acompañan estos días como fieles compañeros, los versos oscuros de Georges Bataille; es el coro de mi vida, es el cruel sonido de los tambores que marcan el ritmo de mis pasos...

Eres el horror de la noche
te amo como se agoniza
eres frágil como la muerte

te amo como se delira
sabes que mi cabeza muere
eres la inmensidad del temor

eres bella como matar
el corazón desmesurado me asfixio
tu vientre desnudo como la noche

O quizás me quedé prendado de estos otros.

véndame los ojos
amo la noche
mi corazón es negro

empújame hacia la noche
todo es falso
sufro

el mundo siente la muerte
los pájaros vuelan los ojos desorbitados
eres sombría como un cielo negro
Creo que para levantar una última sonrisa -como el canto de ese cisne que muere entre nenúfares- voy a buscar algo en la inmoralidad de Bataille.

Esto me lo enseñó el parisino Belleville (al César lo que es del César, y de paso le agradezco sus palabras en mi correo). Luego yo me he encargado de difundirlo (ahora sí que sonrío... ¡soy un gran cómico!, sólo que en la primera fila suelo ser yo el único que permanece atento a la función.
...//... Llevaba medias negras de seda sujetas por encima de la rodilla. Todavía no había podido verla hasta el culo (este nombre que empleaba con Simone me parecía el más bonito de los nombres del sexo). Me limitaba a imaginar que, levantando el delantal, le vería el trasero desnudo.
En el pasillo había un plato de leche destinado al gato...//...

Georges Bataille -Historia del ojo-

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