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Pequeños retales de literatura

lunes, noviembre 27, 2006

El tamaño de las ensaladas

Vaya La Vanguardia parece que se ha blindado. Antes sin ser suscriptor te dejaban consultar los artículos online sólo con darte de alta, y si no había pasado más de una semana. Ahora con claro interés recaudatorio (supongo que los periódicos gratuitos sumado a las bajas estadísticas de lectura han hecho mella) este servicio no lo permite. He probado las típicas triquiñuelas a mi nivel de hacker aficionado (ni siquiera debo llegar al grado de “lamer”) y no he podido penetrar en las páginas de La Vanguardia (un diez para los informáticos pues creo que sus páginas a parte de en seguridad también han ganado en estilo).
Lástima. A partir de ahora, como naturalmente no me voy a suscribir, no podré consultar los artículos por internet.
Sin embargo ya que quería postear un artículo de Manuel Trallero, y no me da la gana darme por vencido lo transcribo (tengo un ritmo de pulsaciones por minuto en lo que respecta a teclear que creo que podría competir en las olimpiadas de taquígrafos).

El tamaño de las ensaladas
Manuel Trallero - 27/11/2006

YO QUIERO, EN definitiva, la ensalada de toda la vida y eso, por lo visto, es casi imposible encontrarlo

He visto con la natural alegría la lluvia de estrellas Michelin que ha arreciado sobre Catalunya. Una cosa realmente extraordinaria de nuestra gastronomía reconocida por la prestigiosa guía de las tapas rojas. Vaya, pues, por delante mi felicitación a los agraciados con semejante distinción aunque debo reconocer que hace años que no frecuento este tipo de establecimientos y menos todavía si los elogia Salvador Sostres. A mí lo que me gusta no es encontrarme un plato enorme semivacío y una cuenta acorde con las dimensiones del plato y no de su contenido. Lo que me pide el cuerpo es una simple ensalada verde. Y es ahí donde empieza precisamente el problema. Uno puede darse de bruces con una especialidad o una genial invención que suele enunciarse diciendo algo así como a la manera de. Pero, Dios, qué difícil es encontrar una ensalada –y perdonen la redundancia- tal como Dios manda.
Yo creo que este mundo está mal hecho, o mejor dicho, que lo estamos haciendo muy mal. ¿A mí de qué demonios me sirve tener un ordenador portátil con un gran número de funciones cuando en realidad sólo necesito un par de ellas y con el resto me hago un lío? Yo necesito un ordenador para tontos y un restaurante para ir a comer una ensalada verde. Yo quiero una ensalada con lechuga verde que no esté caducada, con su tomate vivo, su escarola que no escueza, su cebolla que pique lo justo, cuatro olivas que me recuerden que el sur existe, su espárrago que no parezca tísico y un huevo duro que tenga aspecto de tal. Yo quiero, en definitiva, la ensalada de toda la vida y eso por lo visto en esta ciudad repleta de estrellas es prácticamente imposible encontrarlo. Y cuando das con una de ellas es un perfecto estadio de inundación. Aquello no es una ensaladas, aquello es Venecia toda repleta de agua. Explican que Joseph Pla se sacaba un pañuelo del bolsillo, colocaba el contenido de la ensalada en su interior y lo estrujaba hasta eliminar cualquier resquicio del líquido elemento.
Pero no acaban aquí las dificultades de aquellos que tenemos la pretensión de comernos una ensalada en Barcelona. Una vez llega la ensalada cunde el desánimo, la depresión. Parece que en lugar de darnos productos de El Prat de Llogregat nos estén sirviendo caviar iraní traído del mar Caspio.
Las dimensiones son prácticamente las mismas. ¿A qué viene semejante racanería por cuatro hojas de lechuga? Menos mal que estamos con la cosa esa de la dieta mediterránea, pero nuestras ensaladas públicas son francamente ridículas, liliputienses, irrisorias. En ellas sólo abunda el maíz y la zanahoria rallada, todo de lata. Creo sinceramente que el nuevo Parlament que es de izquierda debería reglamentar la composición y las medidas de nuestras ensaladas, porque, aunque parezca mentira, aún quedamos individuos que cuando vamos a un restaurante lo que realmente queremos es comer y no asistir a una representación de ópera. Hay gente para todo, incluso los hay que de vez en cuando tienen hasta apetito y prefieren una simple, vulgar y humilde ensalada verde. Qué le vamos a hacer, hay quienes, como yo, siempre tiene ganas de llevar la contraria y protestar por todo… Incluso por una ensalada.

(resultado doce minutos de constante tecleo).

Trallero, ya lo dice él al final del artículo, es uno de esos que le gusta navegar contracorriente, hasta lo podríamos llamar como el periodista gruñón de La Vanguardia. Pero no se le puede negar varias cosas: su artículo rebosa autenticidad y estilo. Seguramente tiene un punto de vista algo carca en muchos temas, pero bueno sabes que siempre tiene sus razones para pensar así. Trallero es de aquellos que saldría el rey desnudo e iría a su libretita para anotar: “el rey salió en pelota picada”.
Preguntaban el otro día sobre la iluminación de las calles de Madrid, la gente respondía que les parecía muy bonito, que era todo precioso. Luego el periodista les hablaba de lo que costaba todo ese acopio de lucecitas (creo recordar que seis millones de euros), a lo que la gente cambiaba de parecer y casi todos hablaban del despilfarro del ayuntamiento mientras que en países del tercer mundo la gente se moría de hambre. Conclusión la gente en general no tiene demasiado criterio (una osada la afirmación que dejaré aquí sin profundizar más para evitar herir susceptibilidades).
En el caso del artículo de Trallero -como muchas otras veces- estoy de acuerdo en el asunto de las ensaladas. Ahora bien, fui el sábado a un restaurante que la comida de diseño no estaba en absoluto reñida con la calidad, el servicio, el precio y el buen comer. Ahora eso sí, los platos me parecieron monstruosamente gigantescos. Pero si viven en Barcelona, vayan, le coloco dos estrellas para la Guía de mis Michelines (o prefieren la Guía de Mis chelines?)

Restaurante Market.
Dirección : Carrer del Comte Borrell, 68
Teléfono : 93.289.01.30
E-mail : reservas@markethotel.com.es
Horario : De 13 a 15.45 y de 20.30 a 23.30 h.
Municipio : Barcelona
Zona : Eixample
Accesos : Metro: Sant Antoni (Línea 2)

Media hora aquí para escribir esto... demasiado tiempo.

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