Sobre Borges y Sábato
La actualidad manda. Muere hoy Ernesto Sábato a los 99 años. Solo le faltaban dos meses para cumplir los cien años y recibir un cúmulo de agasajos. Su centenario se hubiera celebrado por todo lo alto y sin embargo ya no será lo mismo, o al menos él ya no podrá verlo. Este dato me hace acordarme de aquella leyenda que se le atribuye a Borges –a veces su amigo pero sobretodo rival-, en el que una señora se le acercó a Borges para darle el pésame por la muerte de su madre que había muerto también a los 99 años, ella le dijo: -“Qué lástima que se murió su madre, le faltaba tan poquito para llegar a los 100 años”. A lo que Borges replicó con sorna: -“Veo que es usted una devota del sistema decimal”.
Bueno, aunque las muertes sean todas igual de trágicas, si que creo que a Ernesto Sábato le hubiera gustado recibir estos homenajes que se estaban preparando, ¿a quién no? Humildades aparte, creo que ningún escritor escapa de la vanidad de saber que la máxima dedicación de su vida: la escritura, ha tenido eco y el reconocimiento con el que siempre uno ha soñado.
Borges en alguna entrevista declaró que su madre había muerto porque sentía terror de llegar a los cien años, quizás a Sábato le sucedía lo mismo. Cansado ya de la vida, encerrado en su casa de Santos Lugares -precioso nombre para una un lugar de residencia-, escuchando melancólico algo de música o pintando, aunque creo que ya hacía años que había abandonado la pintura por problemas de visión. En las últimas décadas ya Sábato estaba medio ciego, de la misma manera que lo estuvo Borges.
¿Y por qué hablo yo de Borges si el que ha muerto de bronquitis es Ernesto Sábato? Quizás porque no me apetece enfrentarme a la muerte seriamente (eso ya lo hizo Sábato en su Informe de Ciegos). Quizás porque no me apetece rebuscar datos sobre la vida y obra de Ernesto Sábato. Quizás porque prefiero tomarme esta muerte con algo de humor e intentar dar un pequeño toque cómico a este escrito. Quizás porque tras los diálogos que se produjeron entre ambos allá por 1975, con Orlando Barone como mediador, siempre he visto a uno como el doppelganger del otro; como si ambos escritores fueran en realidad imágenes especulares: Borges que utilizaba la metafísica para voltearla y hacer con ella literatura, y Sábato que utilizaba la literatura para acercarse a la metafísica.
Y además, me encanta otra anécdota que se cuenta entre los dos, y siempre aprovecho cualquier excusa para volverla a contar. Se dice que tras salir la edición francesa de “Sobre héroes y tumbas”, ésta tenía una faja que decía “Sábato el único rival de Borges», a lo que Borges cuando fue interpelado por esta cuestión respondió: “-¡Qué inteligente este Sábato! A mí nunca se me hubiera ocurrido poner Borges, el único rival de Sábato”. Siempre me pareció una respuesta magnífica.
Descansa en paz Ernesto.
“…y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad. Y a veces sucedía que cuando yo pasaba frente a una de mis ventanas ella estaba esperándome muda y ansiosa…”
Ernesto Sábato –El túnel-
Etiquetas: Literatura, Noticias
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