¿Quién ama a Benjamin Malaussant?
La felicidad de los ogros
-Daniel Pennac-
Mondadori. Barcelona. 2000.
Título original: Au bonheur des ogres (1985).
Traducción: Manuel Serrat Crespo.
228 páginas.
Hay varias reglas que uno aprende rápidamente en el mundo laboral y una las básicas es que cuando uno se va de una empresa, ese se erigirá como cabeza de turco por sus antiguos compañeros, cuando el jefe busque un culpable ante cualquier problema. Esta verdad absoluta tiene su reflejo en el libro de Daniel Pennac La felicidad de los ogros, y especialmente en la figura de Benjamín Malaussant.
Benjamín trabaja en unos grandes almacenes de París, y aunque de cara a la galería su puesto es el de Control Técnico –lo que aquí sería un Técnico en Calidad-, su verdadero trabajo es ser el “chivo expiatorio” de todas las culpas. Su día de trabajo consiste en pasearse por el Almacen hasta que en algún momento oye por el interfono una voz que dice: “Señor Malaussant acuda a la Oficina de Reclamaciones”. Y una vez Benjamín acude ahí es cuando demuestra su auténtico potencial; si un cliente viene enfadado con ganas de quejarse por un producto defectuoso, Benjamín se mostrará sumiso ante la bronca de su jefe por su ineptitud, y entre bronca y bronca sus ojos se llenaran de lágrimas hasta que el cliente se muestre compasivo y apacigüe sus ganas de buscar la hoja de reclamaciones (algo semejante ya había dejado entrever el gran escritor uruguayo Felisberto Hernández en su relato El cocodrilo).
Este punto de partida tan original como cómico es con el que Daniel Pennac comienza lo que ha constituido una exitosa saga de hasta ahora seis libros donde se narra las aventuras de una curiosa familia compuesta por el bueno de Benjamín -hermano mayor y cabeza de familia- y sus hermanastros. Y alrededor de estos personajes principales orbitan otros muchos tan atrayentes como estrambóticos que hacen de esta novela una auténtica maravilla.
Cuando comencé a leer esta novela de Daniel Pennac (el apellido es menos francés de lo que parece ya que el escritor se apellida en realidad Pennachioni) tenía la duda si Pennac, al que conocía por popularizar la famosa lista con los derechos del lector en los que abogaba por un lectura por placer (de su ensayo Como una novela), tendría el talento suficiente para pasar de la teoría a la práctica al escribir una novela. Mi impresión es que ha pasado mi examen con nota, a su libro se le nota una precisión de artesano al encajar las muchas piezas que poco a poco van componiendo el argumento, y que hacen que lo que en un principio parece una novela de humor, se derive en una mezcla de géneros con parodia policial incluida (lo más semejante que recuerdo son los libros de Eduardo Mendoza en las que el protagonista es un detective directamente salido del frenopático). Pennac sabe moverse entre esas arenas movedizas que quedan entre el realismo y el esperpento, llenando este espacio con un derroche de imaginación, y lo mejor de todo es que nos acabamos encariñando con la mayoría de los personajes, por la ternura y la sinceridad con que se nos muestran.
La prosa de Pennac es ágil e inteligente (meritorio también el trabajo del traductor Manuel Serrat Crespo), y le gusta tanto jugar con las palabras como con los pensamientos, lo que le da siempre una complicidad con el lector. Quizás esta sea su mayor virtud, que Benjamín nos muestra una voz parlanchina con la que habla consigo mismo, y sus comentarios son tan divertidos como acertados frente a cualquier interlocutor, por lo que continuamente nos saca sonrisas al hacernos partícipes de esa ironía en esos breves flujos de conciencia.
Un fragmento:
“Y así, mientras el París invernal y nocturno desfila por los flancos de nuestra piragua, tía Julia desarrolla el suntuoso cuerpo de su teoría. A su entender, sólo los revolucionarios al día siguiente de la victoria y los grandes primitivos joden correctamente. Unos y otros tienen la eternidad en la cabeza, joden en presente de indicativo, como si debiera durar siempre. En todo el resto del mundo, se polvea en pasado o en futuro, se conmemora o se erige, se perpetúa o se multiplica, pero nadie se ocupa de sí mismo...
La voz se ha vuelto extraordinariamente convincente.
—Me refiero a ocuparse de sí mismos, allí, del uno y del otro, al instante, de ti y de mí...
Foco sobre tía Julia, No aparto de ella mis ojos ni un solo segundo. Sus contornos están irisados por las luces de la ciudad. Y luego, de pronto, se me aparece por completo, en la salpicadura de un escaparate de luminarias. (Mamma mia)”.
Y dejo también un video con un cortometraje de animación que muestra que aunque a priori podamos pensar que el trabajo de “chivo expiatorio” de Benjamin Malaussant es un trabajo horrible, la moraleja es que siempre hay trabajos peores.
El Empleo / The Employment from opusBou on Vimeo.
Animación / Animation: Santiago 'Bou' Grasso / Patricio Plaza
4 Comments:
Buenas.
Muy interesante este post, sí señor.
Siempre me han fascinado los relatos que tratan sobre el mundo laboral, donde el escenario principal de la historia es una oficina, y el protagonista y los personajes principales son oficinistas.
Como ejemplos de este tipo de novelas o relatos, se me vienen a la mente , así a bote pronto: "El oficinista" (Saccomano), "Amado amo" (Rosa Montero), "Todos los nombres" (Saramago), "Bartleby el escribiente" (Melville), "Tonto, muerto, bastardo e invisible" (Millás)...
Otra de las muchas reglas del mundo laboral es que cuando alguien termina su turno de trabajo, nada más salir por la puerta, se convierte en la comidilla de la oficina, objeto de todo tipo de críticas y comentarios mal intencionados provenientes de gran parte de sus compañeros, los mismos con los que, unos minutos antes, esa persona mantenía una animosa y distendida charla sobre los partidos de fútbol de la última jornada.
Por supuesto que siempre hay trabajos peores, pero también mejores.
Luego está el tema del entorno laboral que puede repercutir positiva o negativamente en tu trabajo. Un ambiente de mal rollo puede provocar que tu trabajo se convierta en una pesadilla; un buen ambiente laboral, sin embargo, puede hacerlo más llevadero.
A mi me va mucho mejor en mi trabajo desde que no hablo de política, ni de futbol, ni del trabajo en sí. Con esta actitud, corres el riesgo de convertirte en "el rarito" de la oficina y que te critiquen por eso. De todas formas, siempre te van a criticar, sea por esto, sea por aquello...
Había oído hablar de "La felicidad de los ogros". Y ahora, al leer tu post, me dan ganas de hacerme con él. A ver si pillo algo de Pennac en alguna biblioteca.
El cortometraje me parece buenísimo, brutal. Mucho más gore que "The Walking dead" y todas las pelís de George Romero juntas. Lo que pasa es que últimamente ando un poco desanimado y asqueado por culpa de los telediarios y la prensa, y no encajo muy bien cuando me atizan en plena cara con un mazo de realidad. En fin... Son rachas. Bueno, me voy a evadir un rato con "Salvame deluxe", ya sabes, el Kiko Matamoros, la Belen Esteban...:-)
¡Saludos!
Gracias, por la atención Orion. Seguramente eres de las pocas personas que le interesa casi todo lo que yo escribo y no es familiar mío ja,ja.
De hecho el libro de Pennac le encontré en varias cosas bastante semejanzas con el de Saccomano (ambos parecen convivir en un mundo de bombas y terrorismo). Cuando lo leí pensé en mencionar esta similitud pero entre unas cosas y otras, cuando ya me puse a escribir la reseña se me fue de la cabeza.
De los demás he leído el de Bartleby, y de los demás que mencionas son escritores que de entrada no me suelo fijar demasiado en ellos aunque casi más por pura intuición (o artículos que sí he leído) que por haberme enfrascado alguna vez en alguno de sus libros.
Lo de las habladurías yo personalmente no lo soporto demasiado y las personas que se dedican a criticar a los demás no me suelen caer demasido bien (yo soy muy permisivo con el mundo y suelo partir del principio que cada uno haga lo que le venga en gana mientras no moleste a los demás).
Sobre el ambiente laboral me gustó mucho la película española Smoking Room. Todo gira en torno a una tontería de que la empresa a prohibido fumar a los trabajadores, y estos quieren que se les deje una habitación para ello. Pero con esta tontería de argumento, me encantaron como se describían algunos de los perfiles de los trabajadores y las situaciones que se suelen dar en muchas empresas. La peli en sí es todo un tratado encubierto de comportamiento en el mundo laboral.
Y hablando de Pennac hay una incursión suya en el mundo del cómic (igual hay más pero yo solo conozco esa) en la que un se explica que un hombre que acaba de quedarse en el paro, aparece de repente en la jaula de un zoológico como si fuera un animal en peligro de extinción catalogado como ser humano que tuvo una vez un sueldo digno. El cómic desde luego está en estos momentos grises de rabiosa actualidad. El cómic se llama La Patada.
Yo Sálvame no sé en que momento me dejó ya de hacer ni una pizca de gracia. Quizás por que comenzaron a haber demasiados montajes de peleas ficticias entre ellos, y si algo no soporto es que me intenten engañar y me quieran vender algo que está totalmente guionizado o pautado, como si fuese "telerealidad". Generalmente veo la tele especialmente por la noche, películas sobretodo y algún programa que me encanta como Tu cara me suena.
Un saludo... y aléjate de la princesa del pueblo ha hecho mucho daño a los cerebros de los pobres televidentes con sus "Andrea, cómete el pollo" y la reiterada coletilla: "Me entiendes".
Esta tarde he estado en la biblioteca para devolver un par de libros. De paso, he aprovechado para consultar el catálogo. Resulta que había varios títulos de Daniel Pennac, como cinco o seis. "La felicidad de los ogros" no lo tenían, y al final me he inclinado por "El señor Malaussene". He sacado también "Consejos de un discipulo de Morrison a un fanático de Joyce" porque tenía ganas de releerlo.
"Smoking room" es una de esas películas que con el tiempo se convertirán en un clásico, como "El Verdugo", "El pisito" y tantas otras.
Ni que decir tiene que lo que comenté sobre "Sálvame" era de coña. No suelo ver ese tipo de programas, salvo los días de bajón, cuando mi ánimo barre el suelo, en los que necesito relajar la mente e idiotizarme un poco. Bukowski decía que cuando estaba deprimido se acostaba hasta que se le pasaba. Normalmente, al día siguiente, ya se encontraba mucho mejor. Yo prefiero meterme una maratón de telebasura. Bueno, voy a comenzar "El señor Malaussene". Ya te contare...
¡Saludos!
Creo que te gustará porque Pennac le gusta jugar mucho con las palabras y eso a los que tenemos costumbre de leer mucho nos acaba haciendo gracia.
Igual te cuesta un poco más meterte en el mundo de Benjamin, al no leer el primer libro de la saga. Pero también es probable que encuentres también bastantes alicientes, porque creo que los siguientes libros que sacó Pennac sobre el tema tienen una editorial como escenario laboral, y leer humorísticamente sobre editores, escritores, y lectores da mucho juego.
Sobre la telebasura tengo un criterio bastante abierto; mis gustos en televisión a veces sorprenden a la gente, porque muchas veces me encuentro con el comentario de: "Pues yo hace tiempo que no veo la televisión". Para mí eso sería casi mutilarme... buff, porque siempre me gusta tener un rato para ver películas o algún que otro programa. Yo por ejemplo siempre he sido un fan de Gran Hermano, y eso claro entre la mayoría de las personas que leen un poquito, no está demasiado bien visto. Pero como te decía, yo creo en la libertad total para que uno goce de lo que le guste, mientras deje a los demás tranquilo. Así que si un día me da por ver telebasura, pues la veo. Aquí hay un programa que es muy visto en Barcelona (Arus) donde se hacen cortes de cualquier cosa que haya tenido audiencia el día anterior, y lo comentan en clave de humor. Y para ser un programa de un canal menor, tiene gran audiencia, llevan 11 temporadas en antena, y les han dado un Ondas este año. Lo que vengo a decir es que cualquier programa puede tener algo de calidad dependiendo de con qué ojos lo mire el espectador. Es como ver la peor película del mundo acompañado de amigos y os estáis riendo a cada momento. Aunque eso no quita que haya muchos programas que yo también deteste.
Lee a Pennac y ya me dirás, yo por mi parte intentaré leer a Cristina Cerrada, que me la recomendaste y ya tengo el de La mujer calva. Aunque previamente leeré los libros de un par de amigos semiescritores? que me han dejado sus manuscritos para que les de una opinión).
Saludos también a tí, y que comiences bien la semana.
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