La Fête de la Lumière

Dicen que Goethe en el último segundo de su vida exclamó: “Luz más luz”; dicen también que Dios en el principio de los tiempos exclamó: “Haya luz”; y hubo luz y luego a Dios no le faltaron días para recrearse, declarando al resto del mundo que la luz era buena; dicen que de sus ojos la luz manaba como brota el agua de la fuente virgen, y que sus mejillas, roca fina, eran acariciadas por las lágrimas de un mar plateado.
Basta!! que luego recibo e-mails que aunque me felicitan por el blog, dicen sentirse desconcertados ante mis complicados estados mentales (perturbados?), lo cual siempre me deja un poco escamado. Pero es que hoy me levanté con una sonrisa en la boca, y creo que es de ley hacerles partícipes de mi felicidad y que doy fe de la bondad del resto del mundo (siempre Borges. Anotación de 1920: “Yo soy un Dios. Yo puedo crear la vida”).
Y Lyon también sabe anochecer con un sorprendente despliegue de luz, al menos lo hizo durante las noches del 7 al 10 de Diciembre de 2005. Desde hace unos años, el ayuntamiento de Lyon declara la llamada Fiesta de las luces (La Fête de la Lumière), donde es costumbre que los habitantes iluminen sus casas poniendo farolillos y velas encendidas, pero aparte decenas de artistas se encargan de organizar distintos espectáculos de iluminación urbana, juegos de luces que se desarrollan en la mayoría de las plazas importantes de Lyon.
El origen de la fiesta es religioso y tiene que ver con la estatua de la Virgen María que se erige en la colina de Fourvière, pero no me pidan más datos que tampoco soy un especialista en el tema. Sólo se que queda bonito ver todos los espectáculos de luz en una ciudad ya de por sí hermosa, con sus edificios renacentistas, y los dos rios que la cruzan: el Rodano y el Saone.
Dejo de muestras varias fotos hurtadas de internet, y también una página de euronews donde uno puede bajar un archivo de Realplayer que habla sobre esta fiesta.
De mi estancia en Lyon me faltó la visita a los bouquinistes, que se reunen en el mercadillo que se forma junto a uno de los ríos, vendiendo libros de segunda mano. Aunque por supuesto no pude volverme a España sin comprarme unos cuantos libros (la tentación era demasiado fuerte para mantenerme firme).