Malditos. La biblioteca olvidada.
Y ahora vamos con algo un poco más serio. Terminé hace unos días el libro de Iván Humanes: Malditos La Biblioteca olvidada. Y ya que hoy puedo, aquí van mis comentarios.
Pero vayamos primero a la temática del libro, la cual me es imposible separarla del libro de Jacques Bergier Los libros condenados, desde el cual Bergier nos hablaba de libros que habían sido censurados a lo largo de la historia. De Bergier que obtuvo un notable éxito con El retorno de los brujos, habría que decir que era una especie de Iker Jiménez (un hombre con toques de charlatán bajo una apariencia de seriedad).
En el libro que presentan Iván Humanes y Salvado Alario (el libro está hecho al alimón), se recogen a su vez una serie de libros que han sido condenados por los cánones ortodoxos y que sin embargo han tenido una cierta resonancia entre las corrientes esotéricas, herméticas, malditas, o sencillamente místicas. Algunos de los libros de los que estaríamos hablando son El Corpus Hermeticum, El Enchiridion, El Martillo de las Brujas, La Doctrina Secreta de Blavatsky, El Necronomicón, El Libro de la Ley de Aleister Crowley, El Manuscrito Voynich, etc.
Primero, habría que remarcar varias cosas, el mérito de comentar meticulosamente algunos de estos libros que no son de fácil consulta, y por supuesto la dificultad de resumir libros de los que seguramente un estudio profundo de cualquiera de ellos podría llenar miles y miles de páginas.
Dicho esto, pripero pararme en las doble identidad de los autores, ésta se nota claramente en la escritura de los capítulos. No es que esté descompensado, pero se percibe una diferencia en el modo de afrontar el argumento de los libros.
De Salvador podemos decir que se le nota demasiado su corte de psicólogo, y a veces se excede en explicaciones psicológicas o psicoanalíticas. Su prosa en cambio es más fluida que la de Iván, pero le falta un poco de más punto crítico para diferenciar que es verdad, que es creíble, que es leyenda, y que es totalmente imposible. Su posición es poner toda la información bajo un rasero parecido y que sea el propio lector el que determine que es lo que debe creer y que es lo que no. Quizás es una posición correcta (no soy yo el que voy a desmantelar el tinglado a Iker Jiménez), pero claro, yo vengo de ciencias, y aplico mi tamiz científico a todo lo que veo y leo; lo cual significa que diferencio con bastante claridad lo que me parece verosímil de lo inverosímil. Iván en este sentido es más crítico, y tiene una mentalidad más de bibliotecario, se dedica más a documentar la temática estructural de los libros, manteniéndose un poco al margen de los juicios de valor a menos que estos sean más claros. Esta dualidad en la escritura se ve especialmente cuando ambos desembocan en en uno de sus respectivos capítulos sobre la existencia e inexistencia del Necronomicón. Mientras que Iván se dedica categóricamente a negarla, Salvador propone una hipótesis en donde habría un libro árabe escrito por un tal Abdelesar que al traducirlo al latín fue llamado Necronomicón,y que luego Lovecraft utilizó esta parte de la historia para conformar su famoso relato, aunque dándole al Necronomicon otro sentido mucho más maligno. En este caso concreto creo que hubiese sido mejor que ambos pactaran un punto de acuerdo sobre la posición que defender.
De Iván lo único que diría es que hubiese deseado que se soltara un poco más al comentar alguno de los libros, ya que aunque uno acabe con una cierta impresión sobre la temática del libro, lo que más interesa -a mí al menos- son los detalles históricos del libro. Los capítulos más logrados son los que se sale un poco del libro en sí. Destacaría el de Agustín Calmet, el del Martillo de las Brujas, y el del Manuscrito Voinich. Este último es un claro ejemplo de lo que digo, puesto que como no se ha podido descifrar su contenido, cobra mucha más importancia la información histórica y sociológica que rodea al propio libro, que el libro en sí.
Un último comentario de algo que me chocó mientras leía. Hay un capítulo que yo quitaría, por la sencilla razón que me parece que está metido en esta antología de libros malditos con calzador. Me refiero al de Angela Carter y la Cámara sangrienta, creo que vendría más a cuento (y nunca mejor dicho) situarlo en otro tipo de antologías junto a títulos el de Como leer al Pato Donald de Ariel Dorfman.
Dicho todo esto si les interesa el mundo de lo oculto y lo misterioso, compren el libro, este libro que les servirá como puente para entrar en el mundo de los Infiernos.
Pero vayamos primero a la temática del libro, la cual me es imposible separarla del libro de Jacques Bergier Los libros condenados, desde el cual Bergier nos hablaba de libros que habían sido censurados a lo largo de la historia. De Bergier que obtuvo un notable éxito con El retorno de los brujos, habría que decir que era una especie de Iker Jiménez (un hombre con toques de charlatán bajo una apariencia de seriedad).
En el libro que presentan Iván Humanes y Salvado Alario (el libro está hecho al alimón), se recogen a su vez una serie de libros que han sido condenados por los cánones ortodoxos y que sin embargo han tenido una cierta resonancia entre las corrientes esotéricas, herméticas, malditas, o sencillamente místicas. Algunos de los libros de los que estaríamos hablando son El Corpus Hermeticum, El Enchiridion, El Martillo de las Brujas, La Doctrina Secreta de Blavatsky, El Necronomicón, El Libro de la Ley de Aleister Crowley, El Manuscrito Voynich, etc.
Primero, habría que remarcar varias cosas, el mérito de comentar meticulosamente algunos de estos libros que no son de fácil consulta, y por supuesto la dificultad de resumir libros de los que seguramente un estudio profundo de cualquiera de ellos podría llenar miles y miles de páginas.
Dicho esto, pripero pararme en las doble identidad de los autores, ésta se nota claramente en la escritura de los capítulos. No es que esté descompensado, pero se percibe una diferencia en el modo de afrontar el argumento de los libros.
De Salvador podemos decir que se le nota demasiado su corte de psicólogo, y a veces se excede en explicaciones psicológicas o psicoanalíticas. Su prosa en cambio es más fluida que la de Iván, pero le falta un poco de más punto crítico para diferenciar que es verdad, que es creíble, que es leyenda, y que es totalmente imposible. Su posición es poner toda la información bajo un rasero parecido y que sea el propio lector el que determine que es lo que debe creer y que es lo que no. Quizás es una posición correcta (no soy yo el que voy a desmantelar el tinglado a Iker Jiménez), pero claro, yo vengo de ciencias, y aplico mi tamiz científico a todo lo que veo y leo; lo cual significa que diferencio con bastante claridad lo que me parece verosímil de lo inverosímil. Iván en este sentido es más crítico, y tiene una mentalidad más de bibliotecario, se dedica más a documentar la temática estructural de los libros, manteniéndose un poco al margen de los juicios de valor a menos que estos sean más claros. Esta dualidad en la escritura se ve especialmente cuando ambos desembocan en en uno de sus respectivos capítulos sobre la existencia e inexistencia del Necronomicón. Mientras que Iván se dedica categóricamente a negarla, Salvador propone una hipótesis en donde habría un libro árabe escrito por un tal Abdelesar que al traducirlo al latín fue llamado Necronomicón,y que luego Lovecraft utilizó esta parte de la historia para conformar su famoso relato, aunque dándole al Necronomicon otro sentido mucho más maligno. En este caso concreto creo que hubiese sido mejor que ambos pactaran un punto de acuerdo sobre la posición que defender.
De Iván lo único que diría es que hubiese deseado que se soltara un poco más al comentar alguno de los libros, ya que aunque uno acabe con una cierta impresión sobre la temática del libro, lo que más interesa -a mí al menos- son los detalles históricos del libro. Los capítulos más logrados son los que se sale un poco del libro en sí. Destacaría el de Agustín Calmet, el del Martillo de las Brujas, y el del Manuscrito Voinich. Este último es un claro ejemplo de lo que digo, puesto que como no se ha podido descifrar su contenido, cobra mucha más importancia la información histórica y sociológica que rodea al propio libro, que el libro en sí.
Un último comentario de algo que me chocó mientras leía. Hay un capítulo que yo quitaría, por la sencilla razón que me parece que está metido en esta antología de libros malditos con calzador. Me refiero al de Angela Carter y la Cámara sangrienta, creo que vendría más a cuento (y nunca mejor dicho) situarlo en otro tipo de antologías junto a títulos el de Como leer al Pato Donald de Ariel Dorfman.
Dicho todo esto si les interesa el mundo de lo oculto y lo misterioso, compren el libro, este libro que les servirá como puente para entrar en el mundo de los Infiernos.
Etiquetas: Literatura
3 Comments:
Me alegra verte más activo -blogosfericamente hablando- últimamente. Algún día tenemos que quedar para tomar una cervecita.
Estimado,
Gracias por su meticulosa y extraordinaria visión "maldita". Celebro que lo hayas disfrutado. Los apuntes serán tenidos en cuenta para futuras publicaciones. Un apunte: todos los capítulos de El Necronomicón
fueron escritos por mi estimado Salvador.
Abrazos.
Palimp, la blogosfera es tan amplia que corro el peligro de perderme. Así que a veces me intento centrar en algunas cosas.
Como lo que tú dijiste que el blog en cierta manera te quitaba tiempo para leer. Algo de eso hay. Pero más o menos activo tampoco estoy nunca demasiado lejos.
Claro que nos veremos!!
Iván, sí, tienes razón, pero en mail te respondo más ampliamente.
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