Et in Arcadia Ego

Cuenta Platón en el Fedro que Theuth le mostró el invento de las letras al dios Ammón y este le previno diciendo que aunque la escritura había sido forjada para hacer más sabios a los hombres en realidad los haría más insolentes al hacerlos presumir de un saber del que en realidad carecían, pues la escritura es más buena para el recuerdo que no para la memoria.

Generalmente tengo una memoria física que se ejercita especialmente poco, digamos que con lo que leo o veo por la tele en el tiempo más inmediato. No me tengo que remontar demasiado en lo que podríamos llamar “horizonte de eventos”. Si me tengo que remontar un poco utilizo Google como memoria externa, y como memoria interna virtual una carpeta de documentos que responde al simpático nombre de “Juliana”. Juliana digamos que me refresca los recuerdos de cosas que he leído y que he archivado. Con el tiempo también se van amontonando nubes difusas de documentos de cosas que quiero leer, y es que cuando visito cualquier página de internet y leo algo que me interesa, tengo la costumbre de copiar el texto y meterlo en mi ordenador, y muchas veces sólo hago una lectura rápida, a la espera de tener un poco de tiempo y de leerlo todo más atentamente.

Juliana siempre suele estar en buen recaudo, tras hecatombes cíclicas que suele sufrir mi ordenador, me he acostumbrado a guardar esta carpeta de cuando en cuando en otros ordenadores aparte del mío habitual y en otros discos duros. Sin embargo los documentos difusos que no están archivados, nunca me he preocupado demasiado de ellos. Ahora lo lamento.

La pasada semana mi ordenador sufrió un pequeño trombo, que le hizo entrar en un estado catatónico. Y no quedó más solución que formatearlo. Me ahorro relatarles algunas de las desgracias que se ocasionaron con el formateo, basta decir que se perdieron algunos drivers y que me tocó empollar informática durante unos cuantos días. Y que se puede decir que he aprendido algunas nuevas cosillas para toquetear el ordenata.

Y la consecuencia final es que perdí muchos documentos que me interesaban, especialmente de los que no estaban correctamente archivados ¡y eso me da una cierta rabia! (como les decía estos días a varios amigos: “Tengo sospechas de que Bill Gates es el anticristo”. Habrá que ver la última película de Lars Von Trier a ver si encuentro más datos que respalden mi teoría. Por supuesto intenté recuperar los documentos con programas como el files recovery, pero al final el resultado no fue el esperado.

El asunto es que me sabe tan mal haber perdido ciertos documentos, que llevo unos días retrocediendo en mi memoria para localizar páginas de internet que visité hace meses. Y en cierta manera estoy haciendo trabajar mi memoria como pocas veces antes.

Normalmente soy un firme defensor de la informática frente al formato papel, pero cuando te pasan estas cosas uno lamenta que la informática no tenga una durabilidad cercana a la del papel. No toda la gente se le quema la biblioteca a menudo. De hecho solo conozco a una persona que tuvo que ver con impotencia desde la calle como el aire se llenaba de las volutas de ceniza de lo que habían sido sus libros, mientras que los que hemos tenido que formatear el ordenador una o dos veces, somos más bien legión.

Sin duda, de momento lo que tenemos que hacer los que utilizamos a menudo los archivos informáticos es duplicar, triplicar, cuadruplicar, etc. la información, siempre por si acaso.

Ojalá algún día Google o Microsoft pacten un sistema de programas externos, en los que uno solo tenga que conectarse a la red y acceder al sistema operativo, que será parte de la red. Así nuestros ordenadores tendrán mucha más seguridad, y el problema del mantenimiento no será al menos del usuario.

Terminó ya esta pequeña disertación. Aclaro el título -que creo que no es la primera vez que lo pongo- aparte de corresponder al título de un par de cuadros de Poussin, viene a decir “Y yo en la Arcadia”, pero es una inscripción un poco críptica que incluso viene relacionada con círculos templarios. En realidad viene a decir algo así como la Muerte siempre acaba reinando en la Arcadia. Y la Arcadia en este caso es mi ordenador (con permiso de Virgilio o del capitán Harlock, según se mire).

PD. Viendo mi anterior post un poco por encima, me doy cuenta que soy un pozo de lamentos, oiga...