DISPARA, AGAFA EL TRESOR, REPETEIX en el Teatre Lliure de Montjuic
Voy a ver si posteo algo, que llevo unos días que no hay manera (estoy últimamente algo ocupado, y el poco tiempo que tengo lo he utilizado para ir un par de veces al teatro o algún acto de la Barcelona Negra que estos días se celebra por aquí). Pero para agradecerle a Sílvia que me invitó el otro día por unas entradas que tenía para ver la obra Dispara, agafa el tresor, repeteix ("Dispara, coge el tesoro, repite") voy a hablar un poco de esta obra del autor británico Mark Ravenhill y adaptada aquí por Josep Maria Mestres. Pero antes un breve previo:
Al ver la reciente película "La noche más oscura", en la que al final un grupo de asalto de soldados americanos dan caza a Osama Bin Laden, me llamaron la atención dos aspectos, el primero es que el éxito de encontrar al terrorista que llevaba años burlando a los servicios de inteligencia norteamericanos, se debió principalmente a la perseverancia de una única investigadora que nunca desesperó en lo que parecía un búsqueda estéril para los demás. La otra cuestión que me parece remarcable de la película es que muestra que para encontrar a Bin Laden, la primera pista se consiguió mediante métodos de tortura “reglamentados” por el gobierno americano. Me gustó especialmente ese detalle porque nos mete de lleno en el debate moral sobre si estás prácticas son éticamente lícitas, ya que por una lado entendemos que hay que hacer todo lo posible para evitar que se cometan nuevos actos terroristas, pero por otro lado choca frontalmente con el principio de respeto hacia la vida humana, sea de quién sea. Personalmente opino que es mejor evitar estas prácticas, ya que considero que una vez se traspasa la línea de los derechos humanos, entonces es fácil ya dar nuevos pasos más allá hasta llegar a límites muy peligrosos; la tortura deshumaniza a la sociedad que la comete, y acaba convirtiendo a las víctimas en verdugos, como ha sucedido en casos destapados por la prensa como el de aquellas fotografías de las brutales prácticas que se realizaban en las cárceles de Abu Ghraib, o el caso de terrorismo patrio que hemos tenido aquí por el GAL.
Uno puede pensar que mientras sea a “los otros” los que acaben sufriendo estas prácticas tampoco pasa nada si eso sirve como método preventivo para proteger a nuestras sociedades occidentales, pero la mayoría de los seres humanos tenemos la sorprendente cualidad de empatizar con los sentimientos humanos de los demás, y basta ver otra película como puede ser la de “Mi nombre es Khan” en la que un inocente musulmán que vive en San Francisco de origen indio, es torturado por los servicios americanos al equivocarse al catalogarlo como posible terrorista, para entender que la violencia practicada por el estado es una práctica totalmente reprobable, a parte de ser un callejón sin salida para la misma sociedad, ya que lo único que produce es que aumente la violencia entre sus ciudadanos al desprestigiar el propio valor de la vida, y no soluciona nada de puertas a fuera, salvo el aumento de los odios de unos contra otros. Es un debate abierto, pero yo soy de los que creen que por ejemplo la política del ojo por ojo practicada por el estado Israel, ha transmutado a los herederos de los campos de exterminio, en verdugos implacables sobre sus vecinos Palestinos. Por supuesto hay matices, pero, no tengo dudas que el peor terrorismo es el que está legitimado por el propio estado.
Pero vayamos a la obra de Mark Ravenhill que ya está quejándose por la espera. Está obra está compuesta por siete escenas, cada una de unos veinte minutos, por lo que la obra dura más de dos horas al que además hay que sumarle un descanso, con lo que quién vaya a verla que sepa que pasan unas tres horas entre que uno entra por la puerta del Teatro Lliure, y vuelve a salir. Vamos, que tanto para mí como para Sílvia se nos hizo un poco larga.
En la obra hay varias caras conocidas, la de Carmen Machi que lo hace estupendamente bien (¡esta mujer es una máquina como actriz!), o la de Alex Casanovas que también lo hace bastante bien, y los demás que no conocía, pues también van con notas del correcto al notable alto.
Los sketchs son independientes aunque se retroalimentan unos a otros ya que todos son en cierta manera distintas visiones que deambulan sobre unos mismos temas que relacionan conceptos tan pomposos como la democracia, la libertad, con otros más oscuros como el miedo y el terrorismo. La sensación que uno tiene al ver estas distintas escenas es la que tiene por ejemplo el lector de Las palmeras salvajes de Faulkner, cuyo relato se editó alternándose con el de El viejo, haciendo uno de contrapunto del otro, tal como fue la intención del escritor.
El argumento como ya digo es intentar entrever distintas situaciones donde los conceptos occidentales de la democracia o la libertad, se acaban diluyendo a efectos de la violencia más o menos implícita, en una situación en la que siempre amenaza el terrorismo o la guerra, y donde al final los personajes por regla general acaban sufriendo de alguna manera. Sílvia me comentó cuando ya nos íbamos, sobre percibir la obra en “clave femenina”, por el protagonismo de las madres o los distintos tipos de mujer que se muestran, pero no deja de ser para mí una consecuencia lógica de que haya más número de actrices que de actores en esta obra, y que además se desarrolle básicamente en interiores, ya que propia la guerra es la que supongo se suele “rodar” en exteriores y esta parte es la que pertenece mayoritariamente al mundo de los hombres.
Hay momentos de humor en la obra y eso siempre es bueno, y como antes decía se nota mucho el trabajo de los actores y su buen oficio, pero el problema para mí es principalmente que la obra es demasiado larga y uno al final acaba con una cierta empanada mental, donde se aportan tantos y tantos matices en cada sketch, que al final acabas desconcertado con la posible moraleja de la obra o sencillamente preguntándote si la hay (igual el problema es mío, pero a mí me gusta que siempre la haya). Si uno por ejemplo coge libros donde se plantea el terrorismo, como Los justos de Camus o Los demonios de Dostoievski, acaba terminándolos con una cierta sensación de lección aprendida, mientras que tras la obra de Ravenhill uno sale del teatro solo con la percepción de que el mundo es demasiado complejo para catalogarlo todo en blancos y negros; cosa que más bien ya sabía (los de ciencias tenemos todo un campo de lógica difusa –fuzzy logic- apoyado en este concepto). Pero bueno, aquí haré todo lo contrario que el actor Toni Albà hizo con la anterior obra de Machi, y les recomendaré que vayan primero a verla y después ya juzguen.
Mi duda final está en el título Dispara, coge el tesoro, repite (Shoot / Get Treasure / Repeat) que leí en algún lado se debía algún mensaje de algún juego de ordenador, a mí el “Repeat” me desconcierta, yo soy más de “go on” y si me apuras “insert coin”). Y queda alguna cosa más que decir pero lo dejaré para algún otro post, que este ya comienza a tener proporciones considerables y no sea que acabe rebosando mi columna central (hoy que tengo tiempo programaré un par más).
Este es el orden de las piezas y el reparto (me gusta mucho el hecho de que el título de cada sketch parece inspirado en un clásico literario):
Las troyanas (Sílvia Bel / Boré Buika / Mar Casas / Gonzalo Cunill / Mónica López / Carmen Machi / Àurea Márquez)
Terror y miseria (Mónica López y Àlex Casanovas)
El crepúsculo de los dioses (Sílvia Bel y Mar Casas)
La madre (Boré Buika / Carmen Machi / Àurea Márquez)
Pausa
El paraíso perdido (Roger Casamajor / Àlex Casanovas / Mónica López / Àurea Márquez)
Crimen y castigo (Sílvia Bel y Gonzalo Cunill)
Guerra y paz (Roger Casamajor y Adrià Roca/Oriol Sans)
Etiquetas: Teatro
6 Comments:
Hace algo menos de un mes, me metí una maratón de teatro: dos obras en una semana. Una me encanto, la otra no tanto. Me refiero a "Lifting" y " De ratones y hombres".
La primera se trata de una serie de escenas independientes, en las que cuatro actrices (Miren Ibarguren, Elisa Matilla, Joselé Roman y Dunia Ayaso) interpretan a muchos personajes. Dichas escenas o sketches, en los que predomina el surrealismo, giran en torno al mundo de la cirugía plástica y la silicona, combinando humor, crítica e ironía.
En mi opinión, el libreto es flojito: Algunos sketches no consiguieron sacarme la más mínima sonrisa y eso que me encanta el humor surrealista, en la línea de Faemino y Cansado, Tricicle, Monty Phyton.
De las cuatro actrices destaco las interpretaciones de Elisa Matilla y Josele Román.
El recurso de los tacos (puta, guarra, cabrona), está bien en pequeñas dosis, pero si se abusa, como sucede en "Lifting", pierde todo su encanto.
La otra, es decir, “De ratones y hombres” (si no has leído la novela de Steinbeck, supongo que habrás visto la película, donde John Malkovich interpreta el papel de Lennie, el retrasado mental) me gustó bastante más. A pesar de ser un drama con un final terrible y sobrecogedor, deja un buen sabor de boca, pues nos cuenta una historia de sueños, amistad y amor, en la que un hombre cuida y protege a otro.
La interpretación de los actores, en líneas generales y sin mencionar a ninguno en concreto, fue muy buena y creíble. Y, en resumidas cuentas, en eso consiste el cine y el teatro, en que nos olvidemos de que es una mentira, una interpretación, y nos metamos en la piel de todos y cada uno de los personajes.
Al final de la representación, los actores salieron a saludar siete u ocho veces. El público en pie, sin abandonar el teatro. Roberto Alamo, el actor que encarna a Lennie, se emocionó con los aplausos. Fue un momento muy emotivo.
La música y el original diseño escenográfico juegan también un papel muy importante en esta obra.
Mejor no me enrollo más y te dejo un enlace en el que se pueden ver algunas escenas y donde los actores cuentan su experiencia y hablan sobre Steinbeck
http://www.youtube.com/watch?v=3eLLgfcijVs
¡Saludos!
Veo que sigue en activo y me alegro. Un abrazo.
Vaya, ya me extrañaba a mí que no metieran spam por aquí. Lo digo por el amigo anónimo :)
Bueno Orion, nombrar a Faemino y Cansado, Tricicle, Monty Phyton es nombrar a los grandes, a esta lista solo añadiría para completar el panteón de la fama a los Luthiers (aunque me imagino que siempre será una lista incompleta).
La primera de las obras que comentas no me suena, aunque eso tampoco es demasiado raro, porque voy al teatro a rachas igual voy unas cuantas veces en un mes, como después me paso meses sin volver a ir. En general el problema es el precio de las entradas, para mi economía que es más bien justilla. El otro día en Barcelona un teatro quiso hacer una nueva modalidad de pago, y se trataba de dejar a la salida –una vez vista la obra- la voluntad. El resultado fue todo un éxito, y recaudó más dinero del que hubieran recaudado cobrando inicialmente la entrada (para que digan que los catalanes somos agarrados xD), aunque creo que si esta modalidad se popularizara seguramente perdería el efecto de la novedad, y seguramente se resentiría la recaudación. Lo del IVA cultural sería otro tema candente, y a mí me parece un despropósito, pero no me quiero extender en este punto.
En lo de los tacos te entiendo, es curioso por eso como cambian las generaciones mi abuela –que en paz descanse- era oír un taco y ya se molestaba, mi madre se sigue molestando y deja de ver algunas películas cuando oye muchos tacos. Yo soy más permisivo en el asunto y no me molestan que se digan en ciertos contextos que asumo que son habituales (en general la gente de “la calle”), yo mismo suelo utilizarlos en mi forma de hablar con regularidad, pero también me aburre cuando se utilizan como recurso de humor, gritando una y otra vez (Por ejemplo en la Radio Los Especialistas Secundarios que salen en la Cadena Ser creo que a veces abusan de este recurso, y aunque normalmente me hacen gracia, en este asunto me resultan algo cansinos).
De ratones y hombres he visto la película. Siento admiración por Steinbeck y he leído bastantes de sus libros, al igual que intento ver sus adaptaciones cinematográficas. Steinbeck es un moralista, capaz de describir la historia de una generación, pero después de narrar cualquier sufrimiento, Steinbeck tiene las moralejas de las que hablaba en el post. En general Steinbeck nos dice que ante cualquier adversidad el espíritu humano puede sobreponerse y ser aún más fuerte para continuar hacia delante.
Lo del teatro siempre me ha parecido todo un mérito para los actores, porque representar la misma obra una y otra vez durante días y días (suponiendo que tenga éxito, porque el caso contrario todavía es peor) no deja de tener algo de esfuerzo inútil (quizás es porque yo soy algo perezoso), aunque hay actores de teatro que defienden que cada función siempre es diferente. En el fondo me imagino que ver un espectáculo en directo tiene su propia magia. Hace semanas me hablaron de una película que quiero ver en cuanto tenga un rato: Cesare deve morire en la que aparece un preso perteneciente a la camorra italiano que se ha reconvertido en actor de teatro, y como el teatro le ha cambiado su manera de pensar. Me imagino que la magia sucede tanto para los espectadores como para los actores.
Y muchas gracias por pasarte por aquí -como casi siempre- Orion.
Bueno, Enrique el blog sigue en activo aunque a veces tardo unos cuantos días tanto en bloguear como en contestar a cualquier comentario. Pero no me he planteado nunca cerrarlo, me imagino que porque en mi vida tengo menos responsabilidades que la mayoría de las personas, y porque no me cuesta desconectar unos cuantos días del blog hasta que decido volver a él. Pero hasta ahora me he mantenido más o menos en el margen del tiempo que deseo dedicarle de vez en cuando al blog. Así que si sigo así ya me veo de viejecito y continuando dándole a la tecla.
Me imagino que googleando has vuelto a llegar a “mi casa”, como a mí me pasa muchísimas veces con algunos otros blogs que hablan normalmente de literatura. Cuando esto sucede para mí es como descubrir que las piezas del puzzle siguen encajando, por el contrario a veces intento volver a un blog determinado y compruebo con cierta pena que no solo el blog ha dejado de postear desde hace meses o años, sino que el blog también ha desaparecido completamente.
El tuyo por ejemplo para mí es una pena que ya no esté en la red (siempre estarán tus libros puedes decirme), pero la facilidad de poder googlear un poco y encontrar las fascinantes anécdotas literarias que tú contabas, eso es algo que ya queda perdido. Yo es que soy un fiel defensor de la comunidad digital, y mi utopía responde un mundo en que todos los libros estén volcados en la red.
Un abrazo también para ti Enrique y encantado de que te hayas vuelto a pasar por aquí.
Lo del spam Orion va a rachas, hay veces que no tengo ni uno durante días y veces que me llegan varios a mi blog en un mismo día (colocándose en el blog como pesadas garrapatas).
Luego me toca borrarlos, tanto por una cuestión estética propia, como que también Blogger cuando tienes una acumulación considerable de spam en tu blog te avisa (al menos antes lo hacía) que debes poner remedio y expurgarlo, porque sino te amenaza con cerrártelo.
En general creo que se tendría que poner cotas a estas prácticas y google debería castigarlo de alguna manera, porque lo unico que hacen es llenar de basura el ciberespacio.
Es como esos anuncios pesados que se abren al navegar (recuerdo que intentando descubrir como quitar un anuncio de una rueda de la fortuna que aparecía como pop-up con una pesada musiquita, alguien había dejado colgado por la red un comentario tal que así: "Deberían colgar de los cojones al programador que ha creado el anuncio de la ruleta". :)
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