La defensa Luzhin
Miren, yo antes de ser un gran lector fui un pequeño ajedrecista. No se confundan, nunca estuve federado ni cosas de estas, pero cuando terminaba la semana escolar, de vez en cuando me encerraba en mi casa algunos fines de semana y me ponía a leer libros de ajedrez. Aprendí oberturas, jugadas, engaños y triquiñuelas de lo más diversas. Mi juego siempre fue agresivo. Me gustaba conservar la dama y ofrecer algún tipo de gámbito, algo que me permitiese ganar las partidas rápidamente, y que por el contrario me hacía perderlas. Pero nunca me gustó el juego pasivo, y casi hasta llegué a odiar las defensas indias que se dedicaban a juegos meramente posicionales. Nunca tuve paciencia para el ajedrez.
Luego todo fue cambiando, el juego del ajedrez se fue quedando en eso: en un juego, y a mí me comenzaron a apasionar otros temas. Supongo que pronto me di cuenta que ni tenía -ni tendría- capacidad para ser un buen jugador de ajedrez y que la vida que me esperaba en el ajedrez era sólo ganar a algún desconocido en algún bar de mala muerte.
Pero el juego porque negarlo, me sigue apasionando, y tal vez una de las mejores películas que recuerdo haber visto es La defensa Luzhin de Marleen Gorris, con John Turturro en el papel del ajedrecista inadaptado Alexander Luzhin y la joven Emily Watson en el papel de Natalia Katkov.
Debe ser por esa vena ajedrecística, que cuando la dieron el otro día por la tele la volví a ver –y ya es la tercera vez-. La película narra el ambiente de los torneos ajedrecísticos de los años 20 o 30, donde el joven Alexander Luzhin, obsesionado desde pequeño con el ajedrez, deberá superar la presión que le produce el torneo, a la vez que descubrirá por primera vez lo que es enamorarse. Unos toques de comedia y un final dramático y ya tenemos la receta de una película casi perfecta.
La escena en que Luzhin comienza a perder confianza y Natalia le propone bailar mientras comienza a sonar la suite para orquesta de jazz nº 2 de Shostakovich es digna de ser recordada; las escenas de cama intercaladas con imágenes donde va ganando partidas de ajedrez, hasta culminar con el orgasmo del ajedrecista y un movimiento de una torre de un lado a otro del tablero, que le da la última partida de las fases clasificatorias.
No sé hasta que punto refleja el libro en el que está basado, pero por supuesto hay que nombrar a Nabokov y su libro: La Defensa.
PD. Este post quedaría fuera del terreno de los infiernos sino fuera porque ha sido efectuado tras una limpieza de encías en el dentista. Si no saben de qué les estoy hablando, tienen suerte amigos. Esta vez la chica (siempre son chicas y siempre son guapas, creo que es una maniobra de distracción del odontólogo jefe) disfrutó haciéndome la sangría correspondiente, hasta el punto que una lágrima luchaba por salir del lagrimal. La situación llegó a tal extremo, (mi boca estaba amenazada en un continuo jaque) que no pude evitar casi un ataque de risa como contraataque al analizar racionalmente lo que allí estaba sucediendo, mientras las estrellitas se paseaban por mis ojos.
Luego todo fue cambiando, el juego del ajedrez se fue quedando en eso: en un juego, y a mí me comenzaron a apasionar otros temas. Supongo que pronto me di cuenta que ni tenía -ni tendría- capacidad para ser un buen jugador de ajedrez y que la vida que me esperaba en el ajedrez era sólo ganar a algún desconocido en algún bar de mala muerte.
Pero el juego porque negarlo, me sigue apasionando, y tal vez una de las mejores películas que recuerdo haber visto es La defensa Luzhin de Marleen Gorris, con John Turturro en el papel del ajedrecista inadaptado Alexander Luzhin y la joven Emily Watson en el papel de Natalia Katkov.
Debe ser por esa vena ajedrecística, que cuando la dieron el otro día por la tele la volví a ver –y ya es la tercera vez-. La película narra el ambiente de los torneos ajedrecísticos de los años 20 o 30, donde el joven Alexander Luzhin, obsesionado desde pequeño con el ajedrez, deberá superar la presión que le produce el torneo, a la vez que descubrirá por primera vez lo que es enamorarse. Unos toques de comedia y un final dramático y ya tenemos la receta de una película casi perfecta.
La escena en que Luzhin comienza a perder confianza y Natalia le propone bailar mientras comienza a sonar la suite para orquesta de jazz nº 2 de Shostakovich es digna de ser recordada; las escenas de cama intercaladas con imágenes donde va ganando partidas de ajedrez, hasta culminar con el orgasmo del ajedrecista y un movimiento de una torre de un lado a otro del tablero, que le da la última partida de las fases clasificatorias.
No sé hasta que punto refleja el libro en el que está basado, pero por supuesto hay que nombrar a Nabokov y su libro: La Defensa.
PD. Este post quedaría fuera del terreno de los infiernos sino fuera porque ha sido efectuado tras una limpieza de encías en el dentista. Si no saben de qué les estoy hablando, tienen suerte amigos. Esta vez la chica (siempre son chicas y siempre son guapas, creo que es una maniobra de distracción del odontólogo jefe) disfrutó haciéndome la sangría correspondiente, hasta el punto que una lágrima luchaba por salir del lagrimal. La situación llegó a tal extremo, (mi boca estaba amenazada en un continuo jaque) que no pude evitar casi un ataque de risa como contraataque al analizar racionalmente lo que allí estaba sucediendo, mientras las estrellitas se paseaban por mis ojos.
4 Comments:
Vigo, sólo sé decirte que agradezco enormemente tu visita y tu post. Ese juego agresivo tuyo tiene que ver contigo, y me identifico con eso. Y con lo del dentista también: me están reconstruyendo unas ruinas de muelas y las encías...todo eso.
Las estrellitas, ah, las estrellitas.
Lo mejor es olvidar que la película está basada en la novela de Nabokov. En serio. Particularmente, como leí la novela, que me parece genial, antes que ver la película, ésta me parece insoportable.
Por cierto, le encontré ciertas semejanzas entre La defensa Luzhin y Punch-Drunk love, y no sólo por su coincidente actriz principal.
Si de verdad aprecias el ajedrez, te interesará muchísimo la novela de Nabokov
Wendy, también te agradezco tu visita.
El juego agresivo tiene que ver conmigo especialmente en el ajedrez y tal vez en algunas otras pequeñas facetas; en lo demás soy un aburrido (o casi).
Ah las muelas, ay mis muelas.... ah las estrellitas... Mi bolsillo sangra últimamente con mis contínuas visitas al dentista.
Portnoy, había oído que la película difiere bastante del libro, de ahí que fuera un poco con reservas al hacer la referencia. De todas maneras supongo que a tí la película te pareció un poco pastel o tal vez con falta de ritmo (suele pasar, conozco otras personas que me lo han dicho). Pero es que a mí ese punto de melodrama me parece no sólo aceptable sino atractivo.
Desconocía la película de Punch-Drunk love, pero una vez leo las críticas creo que llevas razón. Imagínate: La Defensa Luzhin + Algo salvaje = Punch-Drunk love
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