Máquinas de Rube Goldberg

Quién tenga la suficiente edad recordará los los Grandes Inventos del TBO propulsados por el increíble profesor Franz de Copenhague (tal vez sólo comparable a los también maravillosos inventos del profesor Bacterio). Cualquiera diría que licenciarse en la Universidad de Copenhague solo debía de estar al alcance de las mentes privilegiadas. Tras una cadena de aparatos encadenados unos tras otros uno descubría tal como muestra la ilustración que pedaleando un poco en una bicicleta uno podía dar la energía suficiente para hacer funcionar muchos de los utensilios que necesitaban de energía motriz.



Pues bien, este tipo de mecanismos tienen su origen en las máquinas de Rube Goldberg, un ilustrador americano que se dedicó a dibujar este tipo de máquinas –patafísicas díria yo- donde mecanismos excesivamente complejos conectados unos a otros de forma enrevesada, hacen finalmente una tarea que en un principio hubieramos clasificado como simple.

Las máquinas Rube Goldberg han alcanzado tras los años tal popularidad que no es extraño verlas en los anuncios de televisión. Incluso en otros países se hacen concursos y programas de televisión al respecto (aquí en España nos tenemos que conformar con la anual retransmisión de la gran fiesta del dominó).

Aquí dejo un video de un programa japonés cuyo visionado me ha dejado alucinado recogido del blog del gran Chow Chow. Espectacular también la musiquita que parece estar diciendo con sorna: ¡Fácil!

Y de propina don links más, una especie de cadena Pepsi + Mentos que parece superar lo que ya de por sí nos parecía una alucinante fenómeno químico no recomendable para estómagos débiles. Y este otro que alegrará especialmente a físicos teóricos y prácticos: el Museo de las máquinas imposibles.

A todo esto me viene a la cabeza una conversación que tuve ayer con un amigo donde entre otras cuestiones capitales se planteó una discusión sobre la capacidad de mi amigo en poder fabricar una ordeñadora de vacas en un plazo máximo de unos diez años (mi capacidad quedaba descartada de antemano). Ya lo ven, estas disquisiciones filosóficas son las que pasan por la mente de dos ingenieros cuando se toman unos pacharanes.