Las nubes se levantan

Un minuto de confesiones. No me gustan los karaokes, la mayoría de las canciones que veo en esas listas de cantantes me parecen que no tienen nada que ver con los grupos que suelo escuchar en mi intimidad. ¿Y cómo no? Irremediablemente tengo una vergüenza escénica, más cuando no tengo especiales dotes musicales (otro día cuento mis fatídicas clases de flauta en las que profesora y alumno pasábamos los minutos torturándonos mútuamente). El otro día cenando con unos amigos en un japonés estuve tentado de coger el micrófono del karaoke porque los dueños del restaurante lo estaban probando por primera vez; así que éramos más bien un petit comité, y francamente, la idea del karaoke con unos japoneses escuchando me va tanto cómo a Bill Murray en Lost in Translation (¿cómo no caer prendado de esa profesional del turismo que es Scarlett Johansson?). Lamentablemente mis compañeros no estaban por la labor del karaoke (tal vez con un poco más de sake…)
Lo que pienso es que si en el karaoke en vez de ver a esas parejas correteando por una idílica playa, me encontrase con un video como el que pongo a continuación, tal vez mi visión de los karaokes cambiaría un poco.
Dejo esto, porque quería poner algo que especialmente me dejase un buen sabor de boca, porque estaré fuera unos cuantos días. Recalaré primero en Madrid, y luego creo que haré una parada en Burgos (concretamente en Aranda de Duero). He tenido que descartar finalmente Ulan Bator por falta de presupuesto, y porque al final el amigo Tortlon se rajó a última hora.
Pásenlo bien. Y mientras pasan los días pueden cantar hasta que sus cuerdas vocales se desgasten.

Y por último-último decir también que debo respuestas... soy consciente -y un inconsciente también-.