O fortuna velut luna
Que inmensa oscuridad que hoy me regalas. Te ríes maliciosamente y atraviesas con espinas mis carnes. ¿Te vengaste acaso de mis pasados errores? Pues si es así, muestra ante mí tu negra presencia, que al menos quiero tener el consuelo de poder maldecirte hasta que amanezca. Las horas se llenaron de tinieblas, y teñiste el mundo de amargura. ¿Con que derecho atormentas a quién no te pidió nada? Sangro. Mancho de sangre mi lengua y escupo las palabras. Agazapada esperabas este día una victoria que mi comprensión no alcanza. Y por eso he de maldecirte mil veces hoy. ¡Hija de Satanás! ¡Hija de la reputa madre que te parió! Enfrenta tus rencores a mi odio si tan valiente te crees. Pues si en tal disputa pierdo, al menos te juro que venderé cara los jirones de mi alma. Comulgaré con la leche negra de Celan, esperando tu encuentro; te agasajaré con el sabor agrio de la bilis que en mí germinaste. ¿No he de dar menor puñalada que las dos con las que tú punzaste mi corazón? ¿Crees qué por derrotado no albergo la misma marca de fuego que tú llevas? Llevo tatuado en mi piel, la misma consigna que a tí en el averno forjaron los condenados con acero y lamentos. Sólo que no te la mostré porque ignoraba que vendrías. No quiero llorar en tu presencia, y tendrás que esforzarte aún un poquito más para ver el color de mis lágrimas. ¡Y ay de ti si te acercas demasiado! Es el animal acorralado el que muerde con convicción; el que aleja sus temores y da un último zarpazo preñado de muerte. Hoy no siento mariposas en el estómago, sino un inmenso vacío que se adueña de mi vientre y me hace retorcerme de dolor. Mi vista también se nubla y desenfoco extrañado cuanto miro. Mis ojos arden. Pero mis dientes rechinan aullando al abrigo de la noche esperando el momento adecuado. Es la tercera puñalada la que espero con deleite, ahora que ya soy consciente de tu brutalidad. Porque antes de cante el gallo, no sólo no te negaré ni una sola vez, sino que acudiré allá donde quiera que te escondas. Una advertencia: Te aviso que si quieres que llore, tendrás que acercarte mucho más; lo suficiente al menos para que me muestres cada surco de maldad que adorna tu viejo rostro. Acércate... hasta quedar a muy pocos centímetros de mi hiel. Espero ansiado este instante. No te defraudaré.
Cito a Faulkner: “Entre el dolor y la nada, elijo el dolor”.
Etiquetas: Creaciones, Personal
7 Comments:
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Buf... la cosa está que arde. ¡Ánimo! Y si te apetece echar unas cervezas ya sabes donde me tienes. Esta noche tengo juerga; despedida de la buena vida, y siempre cabe uno más.
Eso de "despedida de la buena vida" supongo que es por la inminente llegada de una más en la familia.
Ayer estuve con un amigo que acaba de tener una niña (bueno hace cuatro meses). Mi amigo se había convertido en el hombre más feliz de la vida.
Tu invitación es tentadora, pero creo que aprovecharé este fin de semana para hacer una inmersión literaria (a ver si adelanto algo de todo lo que siempre atraso). Es un buen momento para abstraerse un poco de la vida (no se me da mal del todo el asunto).
Te llamo un día, y tú me cuentas tus motivos de felicidad, y yo te cuento mis pequeñas grandes miserias.
Será un buen trato. ;D
"O fortuna" me lleva a Carl Orff. Y tu texto a Lautréamont.
Dos buenas y tristes opciones para lo que arde tras lo escrito.
Caray, Vigo... Hay que ver que cabreo tienes... Das hasta miedo, oye... Y ¿se puede saber por qué? ¿O es otro secreto inconfesable?
:-)
HIJO DE PUTA!! Te felicito por el dolor que comulgan tus versos,saludos desde berazategui!
La verdad es que me releo y me doy un poquito de "miedo" ja,ja. Pero también opino "que es bueno" je,je.
El por qué fue escrito... un encontronazo que tuve con una mujer con la que tuve una pelea dialéctica. Luego sencillamente hice una especie de asociación de ideas en la que de alguna manera a ella la emparenté con una especie de "muerte" que viniera al encuentro.
Y salió esto.
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