La Librería

Pequeños retales de literatura

jueves, marzo 18, 2010

Vila-Matas me persigue...

“Soy un paranoico al revés. Siempre sospecho que la gente está planeando algo para hacerme felizJD Salinger

La cita hoy me viene que ni pintada porque les confieso que ayer sufrí un acoso literario mediático. Ya sé que este tipo de acoso no debe venir reglamentado en el código penal, ni siquiera sé si podría ser catalogado como delito. ¿Acaso sería delito que alguien intentara provocar la felicidad de otro? Bueno, de hecho este tampoco es el caso. ¡Ojalá lo fuera! Pero no. Sencillamente, sufro algún tipo de acoso literario mediático, eso está claro, pero aún no sé cual es el por qué. Quizás es un designio divino que ha hecho que dos líneas del destino se crucen y vayan juntas durante todo un día para luego volverse a separar. Quizás se debe a un buen trabajo de marketing del que yo he sido el sujeto experimental al que se la inoculado la dosis máxima de publicidad permitida.
Les explico. Me di cuenta ayer por la mañana, cuando cogiendo el metro me fije en una de las lecturas de uno de los pasajeros que estaba sentado delante de mí. Siempre, forma parte de mi curiosidad natural averiguar las lecturas de los demás, como una forma divertida de pasar ese tiempo muerto que uno pasa bajo tierra; como otros prefieren escuchar música, hacer autodefinidos, leer libros, o repasar los apuntes justo antes de un examen. Aunque la mayor parte de usuarios del transporte subterráneo prefiera encuadrarse en el grupo de los que sencillamente no hacen nada.
A veces este juego es demasiado fácil, porque rápidamente veo las tapas. En otras en cambio es mucho más difícil porque apenas puedo espiar de reojo algo de la página del que está leyendo. Ayer fue uno de los casos sencillos. Allá delante una chica joven de melena recogida y gafas, tenía en sus manos enguantadas en lana, un ejemplar de Enrique Vila-Matas que se llamaba Dublinesca.
¿Dublinesca? No había oído hablar de este libro, pero era una cuestión de minutos eso cambia. Salgo del metro y paso por un par de librerías. En el escaparate tienen Dublinesca de nuevo. Pasan unas horas. Tomó un café y cojo el suplemento literario de un periódico, que sospecho que soy el único se mantiene fiel a su lectura semanal. En una de sus páginas interiores allí está Enrique Vila-Matas y su Dublinesca.
Llego a casa y busco por internet alguna reseña o información. Encuentro unas cuantas. El libro suena de lo más interesante. Parece que Enrique Vila-Matas cada vez da más profundidad a sus historias y a sus personajes:

“Samuel Riba se considera el último editor literario y se siente hundido desde que se retiró. Un día tiene un sueño premonitorio que le indica claramente que el sentido de su vida pasa por Dublín. Convence entonces a unos amigos para acudir al Bloomsday y recorrer juntos el corazón mismo del Ulises de James Joyce.”

Dublinesca
De nuevo uno de esos personajes tan vilamatianos mitad obsesionados por la literatura, y mitad fracasados; sumado eso a altas dosis de metaliteratura y citas literarias tenemos un libro que gustará a los bibliófilos. Pero esta vez parece además que el armazón narrativo es aún más consistente de lo habitual. Vila-Matas por otro lado, parece también afrontar una nueva etapa en lo que respecta a su editor. Después de varias décadas de publicar con Anagrama, teniendo como editor a Jorge Herralde, ha pasado a publicar para Seix Barral. Estos cambios cuando parece que el tandem funciona siempre me han extrañado, pero bueno, se supone que ellos sabrán y son los únicos adecuados para entender y valorar ese cambio.
En lo que respecta a mí ya sólo me he vuelto a cruzar con el escritor, cuando lo entrevistaban en un programa cultural que daban por la tele. Llegados a este punto, ya mi mente echaba chispas: ¿Vila-Matas quieres algo de mí? ¿Por qué me acosas con tus señales? Si uno no tuviera sentido del humor creo que con estas cosas acabaría por volverse loco.
Me pregunto si quizás todo sea una especie de plan diabólico perpetrado por Vila-Matas. Quizás tenga a su amiga fotógrafa Sophie Calle persiguiéndome en mi quehacer diario mientras documenta cada uno de mis gestos con una polaroid. Quizás busca retratar la especial sonrisa de asombro de mi boca, cada vez que yo me cruzo de nuevo con Vila-Matas.
Me pongo a escribir esta nota, y mientras lo hago vuelvo a buscar información en internet sobre el tema. Me doy cuenta que no estoy solo y como ejemplo un “botone”. Mi boca ahora vuelve a sonreír.

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Llámalo Driblinesca.

Novela de driblings.

Un abrazo de

Enrique V-M

8:38 p. m.  
Blogger Vigo said...

Plas, Plas, Plas

Ovación de la grada.

Y también abrazo.

V.

Muchas gracias por la visita.

1:18 p. m.  

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