La Librería

Pequeños retales de literatura

viernes, octubre 21, 2005

Al pan, pan y al vino, vino

Suavizar las promesas incumplidas con palabras; buscar la sencillez como el sediento persigue el agua; decir que al principio fue el verbo y creérselo. Primera regla: es importante el qué se dice y el por qué se dice, tal vez más que el acto posterior, pues la palabra dada engendra la verdadera intención. El gesto, la mirada, la sonrisa y el tono acompañan cada una de las verdades necesarias para esa extraña seducción. Un manto de indicios que me llevarán al único juego al que estoy dispuesto a jugar, porque aunque no lo domino, creo reconocer algunas reglas. Todo para comenzar a desprenderse de los adornos que impiden el acompasado movimiento. Llegar esperanzados hasta el final del baile. Dejar que acabe música. Es el momento de quitarse las máscaras.
¿Entendieron? ¿Divago? No vayan a pensar mal, lo hago a menudo... ¿Hincho demasiado el texto? Eso es porque pretendo insuflar algo de solemnidad a un texto que en realidad tal vez muestre más carencias que sentidos. Sólo tengo una explicación, y aunque no sea convincente, me justifica en la medida en que ahora les escribo: es como si en mi cabeza sonaran miles de pájaros trinando exóticas melodías, y que a la mayoría de las veces fuera incapaz de identificarlos. Pero cuando consigo aislar a uno (canarios amarillos o periquitos de barriga azulada) entonces, su acompasado canto no deja de martillear mi mente. Así que aunque el hilo parezca imbricado, déjenme por favor seguir desmadejando, ¡qué estoy ordenando el mundo!
Les hable de simplificar, y en estos momentos eso es lo que me propongo. Quito todo lo que me parece complejo, como el alquimista busca encontrar la esencia del oro. Les confieso que en realidad vine a hablar de otro tema, y que quería hablarles de alguien con nombre y apellidos (que por algún extraño capricho de los hados, escribe mucho mejor que un servidor), pero mis palabras han ido llenando espacio y ganando líneas. Ya ni siquiera puedo saltar hacia atrás, como decía Ramoncín -el de los buenos tiempos-. Esta es la dictadura de los blogs: la de los espacios cortos y las ideas prensadas. Extraño... cuando los personajes se rebelan contra el creador, y dejan de moverse bajo el impulso de los hilos. A veces el vino servido a la mesa es más consistente de lo que creíamos en un principio, y es tan opaco a la luz, que hasta decimos que tiene cuerpo. Lo olemos con una cierta indiferencia, pero no podemos evitar que su aroma nos embriague. Para entonces, el único remedio antes de volverse loco, es rendirse a los encantos de su sabor. Y si llegaron hasta aquí, anímense. ¡Les instigo a que alcen los vasos y los lleven hasta la boca! ¡Paladeemos el dulce licor hasta teñir nuestros labios de amaranto! ¡Qué las madres se avergüencen de los hijos! Y si no, que al menos se sonrojen ¡Bebamos, y emborrachémonos de vida! De la nuestra, y de la de los demás. Es el momento de reírse de las promesas que ya suenan a campanas lejanas, y también es el momento de asomarse a la ventana y mirar fijamente a la luna, dispuestos a afianzar con su mirada nuestros más felices sueños, y quizás, si la ninfa de cabellos plateados favorece, pedirle nuevos deseos. Mi ironía hace que cuando llego al fondo -incluso cuando toco fondo-, sepa siempre encontrar una sonrisa; sobre el qué o el quién recaigan mis burlas, nunca tiene demasiada importancia, porque algunas verdades es bueno descubrirlas, y aún mejor, porque algunas mentiras es saludable escupirlas.

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2 Comments:

Blogger Fabiana said...

La primera regla es lo importante, el qué y el para qué.
Escribi sin disculparte por las tiranías de nada, que el que quiera desmadejar el hilo, va a llegar hasta el final, y sabrá cada uno si descubrirá verdades o escupirá mentiras.
Bueno lo tuyo.
Mucho.

2:11 p. m.  
Blogger Vigo said...

lobis, igual tienes razón antes de mis palabras, habría que mirar mis motivos (el qué y el para qué). Sin distorsiones no habría conflicto (Seguiré siendo una poco críptico).
Me alegro que te gustara, a veces uno duda hasta de sus palabras.

cristina, debe ser que últimamente vinieron curvas...
Gracias

1:57 p. m.  

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