La muerte de David Foster Wallace
Por alguna extraña razón en esta sociedad en la que reina la inmediatez, la noticia ha llegado con un retardo de varios días a los medios de comunicación, y sin embargo basta con mirar las actualizaciones de la red, para comprobar que se ha extendido como la pólvora entre los blogs que tienen una cierta consciencia de tipo cultural: el escritor David Foster Wallace apareció ahorcado en la noche del viernes, ante los asombrados ojos de su mujer.
¿Quién era David Foster Wallace? Pues sin duda era una de las mayores promesas de la escritura norteamericana. Encuadrado dentro de ese grupo que los americanos llamaban la “Next Generation”, Wallace tenía una visión global de la sociedad americana, y sus textos llenos de ironía plasmaban los vicios y virtudes de esta sociedad del salvaje liberalismo, donde el auténtico rey es, sin duda, la televisión.
Tampoco puedo hablar mucho más, porque aunque tengo en mi biblioteca las más de mil páginas de La broma infinita -como otros guardan el Ulises de Joyce en sus estanterías- aún no he encontrado el momento de leerlo. En un mundo donde el tiempo siempre apremia, y donde la inmediatez a la que antes me refería, es ley de vida, se me hace complicado embarcarme en tal largo viaje que sugiere el mamotreto.
En realidad apenas he leído algún artículo de su pluma, aunque eso sí, suficiente para percibir el estilo en esa visión particular de nuestra sociedad actual. Supongo que para saber que ha muerto uno grande, también me bastan algunas de las críticas elogiosas que guardo sobre algunos de sus libros; su continua comparación con el misterioso Pynchon; y el claro elogio en el que coincidían todos los críticos, a esa original novela experimental que Wallace proponía.
Será extraño ahora meterme en su obra algún día, sabiendo que nunca más podrá escribir, las decenas de libros que sin duda nos ha negado con esta repentina muerte. Pero la vida es tan extraña, que aunque uno siempre hace el esfuerzo de entender los porqués, no puede más que caer en una cierta ridiculez interpretativa. Según leo en la prensa, Wallace tenía un cierto impulso suicida, y meses antes había declarado querer internarse en una especie de sanatorio mental. Pero es evidente que siempre faltarán a piezas en este puzzle a todo el que se aventure a intentar comprender.
Algunos lo encuadraron también en el movimiento grunge, y después de ver las fotos que aparecen en la prensa veo que algo de eso había. Por ello, no puedo dejar de acordarme también de la malograda figura de Kurt Kobain; figura central del movimiento grunge. Autodestruido por una fama que no supo o no quiso asimilar. Kobain era feliz cuando no tenía nada, luego consiguió el dinero, el apoyo de las multinacionales, el gran público, y terminó en una caída directa hacia el mundo de las drogas. Una mezcla explosiva para alguien que se había convertido en lo que siempre había detestado, que desembocó en un trágico disparo en la cabeza (aún tengo que ver la película de Gus Van Sant al respecto en la que relata esos últimos días).
Un último detalle, según parece uno de los últimos trabajos de Wallace fue seguir la campaña del líder repúblicano John McCain para la revista Rolling Stone. Me pregunto –siendo algo frívolo- si tal empeño tendría algo que ver en su estado depresivo.
Bueno… creo que me estoy yendo del tema. Sólo concluir que ha muerto una de las plumas que han entrado con más originalidad en estos últimos tiempos.
Aquí debajo dejo dos referencias, de dos blogueros a los que sin duda también hay que vigilar de cerca (creo que ambos escriben desde ciudad condal ;D). Ya ven hoy unos cuantos hemos coincidido al ponernos de luto.
¿Quién era David Foster Wallace? Pues sin duda era una de las mayores promesas de la escritura norteamericana. Encuadrado dentro de ese grupo que los americanos llamaban la “Next Generation”, Wallace tenía una visión global de la sociedad americana, y sus textos llenos de ironía plasmaban los vicios y virtudes de esta sociedad del salvaje liberalismo, donde el auténtico rey es, sin duda, la televisión.
Tampoco puedo hablar mucho más, porque aunque tengo en mi biblioteca las más de mil páginas de La broma infinita -como otros guardan el Ulises de Joyce en sus estanterías- aún no he encontrado el momento de leerlo. En un mundo donde el tiempo siempre apremia, y donde la inmediatez a la que antes me refería, es ley de vida, se me hace complicado embarcarme en tal largo viaje que sugiere el mamotreto.
En realidad apenas he leído algún artículo de su pluma, aunque eso sí, suficiente para percibir el estilo en esa visión particular de nuestra sociedad actual. Supongo que para saber que ha muerto uno grande, también me bastan algunas de las críticas elogiosas que guardo sobre algunos de sus libros; su continua comparación con el misterioso Pynchon; y el claro elogio en el que coincidían todos los críticos, a esa original novela experimental que Wallace proponía.
Será extraño ahora meterme en su obra algún día, sabiendo que nunca más podrá escribir, las decenas de libros que sin duda nos ha negado con esta repentina muerte. Pero la vida es tan extraña, que aunque uno siempre hace el esfuerzo de entender los porqués, no puede más que caer en una cierta ridiculez interpretativa. Según leo en la prensa, Wallace tenía un cierto impulso suicida, y meses antes había declarado querer internarse en una especie de sanatorio mental. Pero es evidente que siempre faltarán a piezas en este puzzle a todo el que se aventure a intentar comprender.
Algunos lo encuadraron también en el movimiento grunge, y después de ver las fotos que aparecen en la prensa veo que algo de eso había. Por ello, no puedo dejar de acordarme también de la malograda figura de Kurt Kobain; figura central del movimiento grunge. Autodestruido por una fama que no supo o no quiso asimilar. Kobain era feliz cuando no tenía nada, luego consiguió el dinero, el apoyo de las multinacionales, el gran público, y terminó en una caída directa hacia el mundo de las drogas. Una mezcla explosiva para alguien que se había convertido en lo que siempre había detestado, que desembocó en un trágico disparo en la cabeza (aún tengo que ver la película de Gus Van Sant al respecto en la que relata esos últimos días).
Un último detalle, según parece uno de los últimos trabajos de Wallace fue seguir la campaña del líder repúblicano John McCain para la revista Rolling Stone. Me pregunto –siendo algo frívolo- si tal empeño tendría algo que ver en su estado depresivo.
Bueno… creo que me estoy yendo del tema. Sólo concluir que ha muerto una de las plumas que han entrado con más originalidad en estos últimos tiempos.
Aquí debajo dejo dos referencias, de dos blogueros a los que sin duda también hay que vigilar de cerca (creo que ambos escriben desde ciudad condal ;D). Ya ven hoy unos cuantos hemos coincidido al ponernos de luto.
- Absencito. El suicidio como una especie de regalo.
- Alvy Singer. Obituario: David Foster Wallace (1962-2008).
Etiquetas: Literatura, Noticias
6 Comments:
Yo tampoco me he "atrevido" nunca a sumergirme en "La broma infinita", pero sí leí hace un par de años una novela de Wallace que se titula "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer", y me lo pasé de miedo.
Es una sátira corrosiva sobre los cruceros.
También he leído su libro de cuentos "Entrevistas breves con hombres repulsivos", y aquí me encontré con momentos brillantes y otros que me parecieron algo más aburridos.
Su forma de escribir siempre me recordó de algún modo al viejo Salinger, aunque ya veo que Wallace ha sido más radical en su manera de desaparecer de mundo...
¿por qué todos los hombres guapos e interesantes deciden ahorcarse? puerco talento...
Ya sospechaba yo algo, pero acabas de confirmarme que no soy guapo, ni interesante, y encima no tengo talento... Gracias Esther (o no).
Tranquilo, siempre suelo equivocarme.
Sí, Nacho, posiblemente el método Salinger es menos efectivo, pero a la larga llena mucha más líneas que las que se escribirán por Wallace.
En un par de meses Wallace en cambio quedará relegado al olvido mientras que el retiro de Salinger ha sido siempre un tema permanente (y cuando muera corre el rumor de que aparecerá toda una producción inédita). Salinger es realmente bueno. Me alegra compartir gustos.
Ah! Y piensa que para suicidarse uno casi siempre está a tiempo. De todas maneras tu talento es notorio, basta decir aquello que decía el veí de dalt, que te presentaste a la conferencia a pecho descubierto sin apuntes, con la único recurso de tu simpatía.
Bueno Esther, lo del talento no lo discuto, lo de guapo sería más discutible (creo que cogí una foto en la que salió bastante favorecido).
Y aunque Nacho, se ahorque o no -que me disculpe por colocarle ante tal dilema- cumpliría con esas tres cualidades que nombras. Añadiendo sin duda su gran sentido del humor.
Y, je, je, yo también me he equivoco siempre... con las mujeres. Pero con buen humor es hasta divertido recordarlas.
Gracias por tu visita.
Yo no soy guapo ni interesante, pero no creo que pueda dejar de acudir al encuentro de la muerte que con tanto anhelo me reclama.
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