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Pequeños retales de literatura

domingo, marzo 28, 2010

El paradigma de Las Chicas Gilmore

Las Gilmore Girls siempre ha sido una serie que me ha encantado. Pienso que poco apreciada por las parrillas televisivas porque nunca le han dado un prime time, pero por suerte, algo debe haber funcionado bien cuando se han rodado varias temporadas.

En esta serie se narra principalmente la vida de una madre y una hija que viven solas en el tranquilo pueblo de Stars Hollow, la madre: Lorelai Gilmore (Lauren Graham) directora de un hotel y la hija: Rory Gilmore (Alexis Bledel) estudiante adolescente en el colegio prestigioso de Chilton. Entre ambas apenas se llevan dieciséis años de diferencia.

Pues bien, la serie narra los problemas de familia, amistad, trabajo, y sobretodo amores y desamores que les ocurren a estas dos chicas. Todo ello acompañado de diálogos “chispeantes”(como una antigua colonia). Lorelai Gilmore es una de esas personas que no callaría ni que le cosieran la boca, y siempre está apunto para soltar algo ingenioso. La hija -digna de su madre- le suele seguir la corriente pero con un poquito menos de voltaje ;D. El asunto es que a veces hasta parece que hay un intercambio de roles, donde la hija hace de madre responsable y la madre es la que se convierte en joven inmadura. Podemos decir que ambas son la mejor amiga una de la otra.

Y ese es el quid de la cuestión o de este post (mira que nunca hago en este blog este tipo de disertaciones, pero...) El miércoles cenando con Manel y Marta y discutíamos esta cuestión. Ninguno tenemos hijos. En nuestra atrevida ignorancia Marta defendía que un padre nunca puede ser el mejor amigo de un hijo, Manel estaba en una posición intermedia, y yo defendía que si quizás podría darse el caso (que se le va a hacer son un irremediable idealista). Ateniéndome a una especie de principio Descartiano, suelo afirmar que si hay posibilidades, existe. El ejemplo que ponía era tipo Chicas Gilmore, Imagino también otro tipo, que es el hijo que conoce a su padre/madre cuando ya ha sido prácticamente criado por otras personas. Una de las cosas que me hizo gracia, es que Marta decía que si un chico adolescente declara que su mejor amigo/a es uno de sus padres, eso indicaba sin duda que el chico debía tener algún tipo de problema respecto a su sociabilidad. Vamos, que eso no podía ser sano.

Ayer más de lo mismo, tomé una cerveza con varias personas. Entre ellas J.P, Carmen, Verónica (con hijos), Silvia y yo (sin hijos). La conversación giró bastante entorno a las “pequeñas” desavenencias que ocurren entre padres e hijos. Decir, que encima la mujer de J.P. es pedagoga y que Verónica –que no conocía antes- es una de la/s guionistas de la película El bola (que precisamente la historia gira entorno a dos tipos muy diferentes de padres, uno que maltrata a su hijo y otro que tiene una relación bastante amable con su hijo). Mi idea sigue siendo la misma, pero ayer no la defendí con mucha vehemencia, más que nada porque los especialistas en el tema padres-hijos estaban básicamente en el otro lado de la barca. Yo desde mi completa ignorancia, creo que sin desatender las facetas educativas, puede darse el caso de que un hijo pueda tener mucha confianza con uno de sus padres, y ser a él al primero que le cuenta todas las cosas que le ocurren en la vida (tanto las buenas como las malas) y eso no implica que el joven sea un completo inadaptado social ja,ja.

Creo que se trataría de encontrar un equilibrio muy especial y muy complicado. Y sobretodo muchísima confianza entre ambos. Claro, que creo que parto de una base utópica en la que el hijo se comporta de forma responsable. Supongo que mi teoría salta por los aires en el momento que al hijo no le interesan dialogar con razones, y pretende pasarse por el orto todo lo que vaya en contra de sus caprichos.

Preguntemos al Oráculo de Google: “Oh gran Google, ilumíname con tu sabiduría”

-“Mi mejor amigo es mi padre”: 10 Resultados
-“Mi mejor amiga es mi madre”: 25 Resultados
-“Mi mejor amigo es mi hijo”: 4 Resultados
-“Mi mejor amiga es mi hija”: 2 Resultados


Ven, ¡Haberlos, haylos! Curiosamente la relación amistad madre hija no parece que sea demasiado biyectiva. Vamos, que las amistades parecen direccionales de hijos a padres más que al revés. De todas maneras partiendo de la base que los padres aún están en una generación no del todo habituada a la era informática, puede que el dato no sea relevante.


Lorelai GilmoreRory Gilmore

LORELAI: Mira en la sala.
RORY: ¿Y que iba a hacer en la sala mi corbata ?
LORELAI: flirtea con el bol del café en la mesa, lo siento no quería que te enteraras de esta forma.


LORELAI: Uhm… mama un vino bestial.
EMILY: que poético.
LORELAI: con un buen olor, terminal, vibrante. Puedes saborear los pies
españoles.

RICHARD: es un bordeaux. Es francés
LORELAI: ¿Y que hace un pie español en un vino francés?

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2 Comments:

Blogger Ulschmidt said...

La verdad, su elástica opción es la más realista. Pero creo que algo de veras parecido a la amistad puede ser cuando ambos están en el mismo plano, cuando ambos son adultos (bueno, un padre un tanto inmaduro y juvenil podría ser un amigo más temprano). En otras instancias el papel padre-tutelador e hijo-tutelado se impone.
Despué viene la ultima etapa en que ellos te tutelan a tí y ahí si quisieras ser su amigo pero ellos sólo sonríen y empujan tu silla de ruedas al asilo.

4:41 p. m.  
Blogger Vigo said...

Sí, pienso Uschmidt pienso como usted que una vez pasada la infancia y la adolescencia esa barrera del tutelaje queda salvada, y es más fácil llegar a un entendimiento. La última etapa de la que me habla también tiene una fase previa en la que los hijos se convierten en padres y a la vez tienen hijos, y entonces se dicen cosas como: "ahora comprendo a mi padre cuando me decía..."

Yo que no tengo el sentimiento de paternidad demasiado desarrollado. No sé si conocerá el cuento de El Árbol Generoso de Shel Silverstein. Para mí siempre ha tenido algo de enigmático. Quizás algún día si soy padre.

1:54 p. m.  

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