La Librería

Pequeños retales de literatura

sábado, agosto 28, 2010

Nocturno de 500 noches

No soy yo quien escucha
ese trote llovido que atraviesa mis venas.
No soy yo quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.
No soy yo quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquedido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.
No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.


Oliverio Girando –Nocturno-


Viene siendo costumbre que cada verano haya alguna ola de calor insoportable asolando mi querida ciudad costera de mar y playa. Cuando te has pasado la noche dando vueltas en la cama dejándola empapada en sudor, haciendo varios descansos para leer algún libro, ver la tele, llevar el ventilador de una habitación a otra, acostarse en varias camas, e incluso llegar al extremo de acostarme en el suelo (es que empezaba a estar desesperado, que normalmente soy de los que me meto en la cama e inmediatamente me quedo roque) sólo queda intentar sobrellevar la situación lo mejor posible sin llegar a volverse loco. En uno de esos impasses escribí este texto que ahora me atrevo a postear. Como decía no es la primera vez que sufro este infernal calor y tampoco es la primera vez que escribo algo así.

“Madrugada. El humo sale de las chimeneas que forman los montones de chatarra. Huele a plástico quemado y el cielo está coloreado de un triste gris. La grúa extiende su zarpa de hierro arrastrando puñados de metal. Descuaja en cada movimiento las placas metálicas y arranca muñones de cable. Luego con un ruido estruendoso deja caer aleatoriamente la amalgama pesada de un montón a otro. De vez en cuando alguna rata se atreve a salir de su castillo de metal y corretea entre los charcos de aceite y agua.

Ocurre en un lugar indeterminado: un chisporroteo y una luz roja que comienza con un tenue parpadeo y termina con una intensa luz roja. El dispositivo luminoso esta situado en lo que es apenas un pedazo de torso aleado en cromoniquel; completamente destrozado, con tripas de cables escapándose de la caja torácica y dos prótesis insertadas que le hacen de brazos. Los dedos se mueven torpemente entre la basura más cercana, buscan otros despojos robóticos, buscan placas insertables, circuitos que aún funcionen. Una soldadura que produce el electrodo que tiene uno de los dedos y el cuerpo va aumentando de tamaño. La máquina comienza a autoreplicarse.

El cuerpo va tomando forma de un destartalado robot; reciclado de cientos de otros robots que quedaron inútiles. Con un andar pesado desciende como un nuevo profeta de la montaña de piezas obsoletas. Al llegar abajo sus manos se agachan hasta alcanzar los charcos aceitosos. Con sus manos hace un cuenco y recoge el agua tornasolada. Extiende una de sus prótesis inferiores y deja que el líquido lubrifique su rótula de titanio, luego hace el mismo procedimiento con su otra rótula. No se da cuenta que no hubo para él un antes, y sin embargo sabe que se siente más ágil que nunca. Se siente vivo.

Mientras las chimeneas siguen tiñendo el cielo de gris. Mientras una sociedad duerme plácidamente a apenas unos kilómetros de distancia. ¿Qué es la realidad? La realidad es una pesadilla. Esa gente que aún están acurrucados en sus camas, cuando se despierten se darán cuenta que su tiempo se ha acabado”.


Voilà. ¡No queremos más noches insomnes! Ni aunque sea escuchando a Sabina. Me despido: besos y abrazos de cristal.

Y como bola extra un pequeño video que creo que hizo de fuente inspiración. Es el trailer de la película de Tim Burton9”. Pongo el trailer en inglés que es mucho más molón que el castellano. Y la música es lo más. Si no han visto la película y les gusta la animación, vale la pena verla. Chau y refrésquense.

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