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Pequeños retales de literatura

miércoles, diciembre 28, 2011

Mousetown o el circo de ratones de Tallahassee

Si a uno le preguntan la capital de Florida. Las respuestas típicas de un europeo serían: Miami, Florida, y quizás la más concurrida, que sería la de los “no saben no contestan”. En realidad, es una pregunta difícil de acertar por una sencilla razón, y es que esta ciudad no tiene ningún equipo famoso de ningún deporte asociado a ella; no sucedería lo mismo con otras ciudades de la zona como: Miami u Orlando, cuyos equipos de baloncesto, de la NBA tienen un cierto renombre... Como ya digo, mantengo la teoría de que la geografía estadounidense que uno conoce, se encuentra en consonancia con el conocimiento que uno tiene de las conferencias este y oeste de la NBA. Y ocurre que ninguno de estos didácticos saberes deportivos tiene correspondencia con la desconocida capital de Florida.

La ciudad que ostenta el honor de llevar la distinción de este título capitalicio, es nada más y nada menos que Tallahassee. Es evidente que hay unas cuantas ciudades por Florida que tienen actualmente mayor número de habitantes, sin embargo, hay que decir que hubo otra época en la que Tallahassee era una ciudad de grandes oportunidades, en la que tuvo un cierto renombre como ciudad de descanso vacacional. Mucha gente decidía pasar sus veranos en los balnearios que rodean los lagos de Tallahassee (el Jackson, el Lamonia y el Miccosukee). Fueron días de gran esplendor turístico, allá por los años setenta -pero no del siglo XX sino del XIX- cuando apenas comenzaban a instaurarse el concepto del circo tal como hoy los conocemos. Durante esos años en que la tierra americana era una tierra para los emprendedores, Adam Forepaugh trasladó a esa pequeña ciudad, su hasta entonces desconocido circo de ratones. En aquella década de florecimiento los turistas acudían a Tallahassee mientras transcurría el verano, y mientras aprovechaban que las aguas termales rejuveneciera el cutis de sus pieles arrugadas, aprovechaban también para visitar el que luego se convertiría en el famoso espectáculo del Mousetown Circus (el reconocido circo de Villaratón) que tenían a apenas unos kilómetros de distancia.

Villaratón1Mirando los periódicos de la época, me entero de la historia; leo que Adam Forepaugh acababa de perder al elefante protagonista de su antiguo circo, al que tuvieron que envenenar ya que éste a su vez había matado a un par de trabajadores. Algo cansado del asunto decidió buscar una nueva idea para su circo. Y por pura casualidad, un día ante sus ojos se cruzó el espectáculo que exhibía Reginald Sedgmore acompañado de su familia y una decena de inquietos ratones. Reginald era un comediante de origen galés que había emigrado a los Estados Unidos con intención de hacer algo de fortuna. Allí se había casado con una joven inmigrante polaca, con la que había tenido tres hijos.
Villaratón2
La familia Sedgmore había encontrado su manera de subsistencia, acoplando a la carreta con la que viajaban de ciudad en ciudad, una gran caja con un circuito, dispuesto para que los ratones corrieran de un lado a otro por una serie de rampas y ruedas. Con esa carreta Reginald y su familia se habían dedicado a recorrer de punta a punta la geografía norteamericana mostrando su pequeño espectáculo itinerante. Cuando Adam Forepaugh vio la exhibición, le propuso a Reginald Sedgmore asociarse con él, y una vez juntos, se trasladaron a Tallahassee, donde decidieron establecerse, montando allí su pequeño circo de ratones.

Una vez asentados en una granja, la familia Sedgmore se dedicó en cuerpo y alma a amaestrar a los pequeños ratones para que fueran capaces de realizar algún efectivo truco, intentando que los viajeros que pasaban por la carretera se desviasen hacia su granja. Poco a poco, el boca a boca hizo que el espectáculo se diera a conocer entre los turistas de los balnearios cercanos, dispuestos a pagar los 10 céntimos que costaba la entrada. Así, el dinero fue entrando y Adam Forepaugh que por su carácter decidido, era el que principalmente tomaba las decisiones empresariales y llevaba los asuntos económicos, no dudó en invertir el dinero para ampliar tanto las instalaciones, como el número de ratones que se intentaban amaestrar; subiendo también la dificultad de los números que se representaban. Adam Forepaugh, incluso no dudaba en viajar cuando alguien le decía que en algún lugar del mundo había algún ratón con habilidades especiales que él creyese que pudiese incorporar a su circo ratonil. Los periódicos bautizaron el espectáculo con el nombre de Mousetown Circus, que al final, debido al éxito popular que alcanzó esta designación, se acabó imponiendo como nombre real del espectáculo.

Villaratón3Uno de los primeros números en funcionar fue el del gato Mr Peebles que era capaz de subir y bajar por una escalera de mano; la dificultad del número se encontraba en que en cada escalón se colocaba un ratón que permanecía casi inmóvil ante los pasos del gato.

Otra actuación famosa era la que proporcionaban el doctor Bing –que era el propio Reginald- y la ratita Tatí. La función comenzaba cuando Reginald intentaba hacer un truco de magia escondiendo a la rata Tatí en un sombrero de copa y daba unos pases mágicos para hacerla desaparecer, pero esta en cambio nunca aparecía por donde el doctor Bing esperaba que apareciese, sino que en su lugar la rata emergía por los lugares más insospechados ante la carcajada del público.

El inolvidable número del señor Jingle, un ratón que atendía a órdenes humanas, y que tenía la sorprendente capacidad de entender las palabras que identificaban los tres colores básicos. Se le colocaba a un lado de un tablero y al otro se colocaban carretes de hilo de los distintos colores. Y tras la orden en la que se pronunciaban las palabras “Give me” seguidas del color deseado, el señor Jingle iba a donde se encontraba el carrete de hilo y con dos de sus patitas apoyadas, lo trasladaba de una a otra punta del tablero.

Villaratón4Otro de los números famosos fue el de la gran rata Jack, una rata gigante de Papua de más de medio metro de cuerpo y otro medio de cola, bautizada como la rata más grande del mundo, y que lo que es hacer, no hacía absolutamente nada, salvo gruñir, pero ese gesto ya era suficiente para asustar tanto a los niños, como a la mitad del público asistente.

También fueron reconocidas las famosas ratas funambulistas que recorrían un cable tensado de un extremo a otro, donde al final recibían como premio un pequeño trozo de queso por parte de alguno de los hijos de la familia Sedgmore (por aquella época Adam tambié había encontrado una mujer que se había incorporado a la familia del circo, pero nunca llegaron a tener descendencia).

Villaratón5Pero quizás los números que causaron mayor sensación, fue el de la pequeña familia Moss, unas ratas que eran de procedencia alemana, que habían sido amaestradas para ser capaz de subirse unas encima de otras y encima mirar al público esperando el consiguiente aplauso, para luego volver a buscar otra figura piramidal. Los cinco ratones que componían la familia Moss eran capaces de aguantarse sobre distintos objetos mientras se subían unos sobre otros. El súmmum ocurría cuando alguno de los hijos de los Sedgmore le hacía pasar un arito con forma de hula hoop a la rata que estaba en la cúspide de la figura.

Y por último, el fantástico número de la única rata trapecista del mundo, le petite flying rat, la pequeña e inigualable Lady Marion. Un número de miniacrobacia, tan extraordinario como singular; ¡la pequeña ratita amaestrada era capaz de balancearse subida a un trapecio! Villaratón6Y no conforme con esto, que antes de abandonar el trapecio se lanzaba a tocar el cielo; encorvaba su cuerpo cogiendo impulso con su cola, y hacía que éste girase en una doble voltereta sobre el aire, para luego aterrizar placidamente sobre el tablero de madera que quedaba bajo el trapecio. Para que el espectáculo fuese completo, sólo hubiese faltado que la pequeña Lady Marion se hubiese dirigido al público y con un gesto de complicidad hubiese pronunciado la palabra: ¡Tachán!

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3 Comments:

Blogger Doctora said...

Muy currado y desarrollado todo, pero yo también he visto "La milla verde" :)

2:55 p. m.  
Blogger Vigo said...

¿Te lo puedes creer? Les envío este este esbozo de guión a la 20th Century Fox. ¡Y no me lo compran! Ya veía yo en grandes letras: "La milla verde 2. La gran aventura del señor Jingles".


PD. Mujer te pones la tirita antes de sufrir la herida. Así que tendré que regalarle el apartamento en Torrevieja a otra persona (no, no es broma). Suerte, que me caéis bien los bordes (que yo también muchas veces soy del gremio);D
Mi regalo no es un meme, ni nada especialmente tangible (¿Me has tomado por un simple pichiruchi?) (Véase Mafalda). Aunque en cierta manera no deja de ser un poco cutre... era solo una entrada dedicada a tí. :)
http://www.youtube.com/watch?v=qle33hBIPK4

9:37 p. m.  
Blogger Doctora said...

Vaya, pues muchas gracias, me siento muy privilegiada. Sé que resultó bastante brusco lo que escribí, pero prefería decirlo antes de nada aún a riesgo de quedar mal que tener que rechazarlo cuando me llegase el momento ;)

7:31 p. m.  

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