La Librería

Pequeños retales de literatura

lunes, diciembre 19, 2011

Breve historia de un hombre (o sólo un nombre y una hermosa mujer).

Mi querida Begoña lleva unos cuantos días caminando por la gran manzana neoyorquina ¡que jodía! Sepan que nuestra tierna adolescencia y en múltiples cartas viajeras que esperábamos impacientemente en nuestros buzones, ella era “Valladolid” tal como yo era “Barcelona”. Adolescencia de tiernos recuerdos. Y al final mira tú por donde, yo acabé siendo “Vigo”. Bueno la realidad es que no fue ningún capricho del destino, sino que fue un acto premeditado por mi parte. Por una simple razón: ella en una fase de su vida pasó por allí, y yo con mi alter ego cibernético quise hacerle un homenaje (como este que le hago ahora).

Luego ya se pueden imaginar lo que pasó, que ese pseudónimo que significaba bastante poco, acabó ganando fuerza en la red, tanto, que en algunas amistades caló lo suficiente para que hoy en día mucha gente siga utilizando “Vigo” antes de llamarme por mi nombre verdadero (que si no lo saben y tienen curiosidad sólo tienen que mirar el correo que hay en el lateral). Lo de ponerse un “nick” no es un acto del todo inocente. Uno luego tendrá que responder ante personas muy distintas y tendrá que justificarlo una y otra vez. No se pueden imaginar las veces que yo he tenido que responder a la pregunta de si era de Vigo, o si conocía esa ciudad, o si al menos era del Celta de Vigo. Las respuestas son: no, no y no (y lo certifico). Vale sí, soy un pequeño fraude.

Incluso como tengo muchos vínculos con gente latinoamericana, y como muchos de ellos utilizan el término “gallego” para referirse a los españoles, yo soy el gallego por antonomasia (por lo que también respondo al nombre de “Gallego” para algún argentino). ¡Pero no me miren como un impostor! En estos últimos años, he intentado hacer mi propio curso de galaico-inmersión: conozco la poesía de Alvaro Cunqueiro, me gusta el pulpo a feira acompañado de un buen ribeiro, e incluso tras el consumo de una cantidad no demasiado exagerada de alcohol, me veo capacitado para entonar alguna estrofa del Adiós, ríos; adiós, fontes de Rosalía de Castro.

Como en la película Zelig de Woody Allen, el buen impostor es el que se camufla entre sus adversarios. Y como he llegado a Woody Allen y tiro por qué me toca, vuelvo a la gran Nueva York y a mi amiga Begoña. ¡Qué incluso ha estado en la Morgan library! (biblioteca que tiene un maravilloso fondo de libros extraños). Me hubiera encantado estar con ella por allí y ver también el Dakota, el MOMA y el Guggenheim neoyorquino. Éste maravilloso amanecer lo ha fotografiado desde la habitación de su hotel.
Nueva York
Me quedo sin palabras.

Y yo por el contrario tuve un fin de semana agobiante, en el que le di tantas vueltas a la cabeza que ahora me parece a punto de explotar, y me sale la mala leche por las orejas (así que vigilen si ponen cualquier comentario). Y como estoy con el pensamiento en Nueva York por mi amiga, y además mi estado de animo está en plan “destroyer” que diría esa gran cinéfila que es Sílvia –que si lee esto y ve el video, me temo que con tanta distorsión guitarrera ¡puro noise! me lanzará otro zueco-. Aquí les presento a esa gran artista transgresiva y underground que es y fue Lydia Lunch, cantando en el grupo Teenage Jesus and The Jerks (la traducción creo que sería: el joven Jesús y los idiotas que me imagino y no hay que suponer mucho, que es una referencia a Jesús y sus apóstoles). Lydia Lunch fue una pieza clave en el punk-rock; formó parte de un movimiento neoyorquino que se llamó el No wave (de corte nihilista y con grandes carencias en la visión de futuro). La canción del video es Orphans y por la letra me imagino que es una referencia a esos huérfanos que quedan tras las guerras, y que corren llenos de pánico cuando explota una bomba (por esta y otras muchas razones las guerras son siempre una mierda). Pero si tienen rabia, esta podría ser su canción.



Orphans –Lydia Lunch (Teenage Jesus and The Jerks).

Mi amiga Bego siempre tenía mucha rabia, y yo en cambio era el tranquilo de los dos. Pero quizás con el tiempo -como sucedió con el nick- hayamos cambiado de roles. Ella para mí siempre fue también: “Mas que amor, frenesí”. Ahora con los años, creo que ahora soy yo el más rabioso y a ella la veo por el contrario más tranquila. Las vueltas que da la vida.

Un gran beso Valladolid, and happy return to your house.

PD. Creo que se acerca fin de año, y me entra una especie de saúdade, porque no paro de rendir homenajes a muchas de las personas que han sido importantes en mi vida. Disculpen tanto sentimentalismo, pero…

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