Breves contra los editores
Entiéndase, si en el post anterior repartíamos algo de estopa en contra de los críticos, sería desprestigiar al gremio de los editores si a estos no les diéramos también un poquito de cera –ya saben dar cera, pulir cera-.
Dicen que editar tiene en la raíz etimológica la palabra “parir”, y son los editores los que al final tienen en su mano el “dar a luz” al libro deseado por el escritor y aunque soy consciente de esa labor fundamental, en la que interviene el buen juicio y el esfuerzo -en la mayoría de los casos malpagado- del editor, creo que como gremio satélite de la labor que realiza el sufrido escritor, también se merece algún que otro chiste en su contra. Otras de las patas de la mesa serían tanto el ego de los escritores, como también el capricho de los lectores. Pero hoy toca escribir contra los editores, y si uno achina los ojos un poquito y además tiene un mal día, puede verlos como sanguijuelas mercantilistas que controlan las grandes editoriales y que se dedican a lucrarse del trabajo ajeno. No me malinterpreten, sé que los buenos editores llegan a tener una relación muy especial con los escritores que representan, y hasta casi los acaban cuidando, pero eso no quita que siempre haya una multitud de grandes escritores en la historia de la literatura, que hayan acabado sus días pudriéndose en la más mísera pobreza (por ejemplo en la anterior entrada nombraba a Enrique Jardiel Poncela que recuerdo que pasó sus últimos años intentando esquivar a los acreedores que le acechaban y a una enfermedad que le consumía). Y a esa lista habría que añadir –su número aún sería mucho mayor- los nombres de aquellos escritores que han quedado totalmente olvidados por la historia.
Hay una frase que me encanta sobre los editores que dice aquello de:
“El gran trabajo del editor consiste en separar el trigo de la paja y publicar la paja”
Es fascinante el proceso psicológico que refleja la película Entre Copas en la que el protagonista Miles (una muy buena actuación de Paul Giamatti) le rechazan el libro en el que ha depositado todas las esperanzas de su fracasada vida, una vida que consiste en un trabajo que no le llena como profesor de instituto y un matrimonio que recién se acaba de romper. Es aquí donde se ve la crueldad de la labor del editor, que en sus manos está el dar un sentido a esa vida solitaria en la que vive encerrado Miles. Y a veces es el destino o la suerte, la que decide que el libro sea finalmente publicado por el editor. Luego por supuesto viene la constancia del escritor, los contactos, el llamar a las diferentes puertas y esas cosas de que: “la suerte se la busca uno”. Pero nunca está de más, tener un poquito de suerte en la vida.
Leyendo “Diccionario de Literatura para Esnobs” de Fabrice Gaignauld (Sí, yo leo estas cosas). Me encuentro esta curiosa anécdota:
“Christian Bourgois tiene igualmente en su haber el mérito de haber tomado la decisión kamikaze de publicar Modelo matemático de la morfogénesis, una obra de René Thom, padre de la teoría de las catástrofes, de la que el editor confiesa no haber entendido ni siquiera el título.”
Pues en realidad aquí aplaudo la sinceridad del editor, porque tiene razón el editor Bourgois –que no burgués- ¿Por qué a quién diablos se le ocurre poner en el título la palabra “morfogénesis” Qué ¿qué carajo significará? Aquí Bourgois se limpió las manos tal Pilatos. Con lo sintético que hubiera quedado poner un “Matemáticas” a secas, con una tipografía en grandes letras de oro, o siendo más valientes, poner: “Un nuevo modelo para las matemáticas”. De todas maneras para entender las teorías del caos mi recomendación es leer Caos y Orden de Antonio Escohotado e ir de paso y con la excusa, hasta las cejas de cannabis. Para entender las teorías del caos, lo primero que uno ha de entender es que aunque no lo parezca, todo caos sigue un orden oculto.
También podríamos buscar modelos más sencillos que los de René Thom, como este microcuento que propone mi querida Carmen (con la que me río yendo a todos los saraos literarios que podemos de ciudad condal). Ayer Polifem0s con Gloria y Maria José, y mañana Dios dirá.
Etiquetas: Literatura
3 Comments:
Cada vez que me informo sobre las experiencias de la gente,los factores que se precisan y los agentes que intervienen a la hora de publicar un libro más me deprimo. Por norma general los malos de esta peli siempre suelen ser los editores, que no digo que sean mala gente, pero... no sé cómo acabar la frase ;P
Los editores son mala gente... como las ¿ardillas? ;)
De todas maneras Bea, te aseguro que tienes mucho más talento escribiendo que muchos escritores cuyos libros están en las librerías, así que yo de tí no me deprimiría demasiado en ese sentido.
Escribe cuentos.... con mucho sentido del humor, y luego mándalos a concursos y esas cosas. Y ahora cada vez se lleva más, lo de conseguir apoyos por internet y financiar una especie de autoedición. Y también hay personas que han publicado sus blogs con un poquito de suerte. ¿Leíste alguna vez el blog de Hernán Casciari sobre el "Diario de una mujer gorda"? Si no lo leíste en el blog, te recomiendo que lo intentes comprar en alguna librería. Creo que te encantaría.
Te lo agradezco, pero prefiero dejarlo como hobbie y buscar algo más estable y con más salida. Quizá en el futuro... :)
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