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Pequeños retales de literatura

lunes, octubre 03, 2011

La lista de Sílvia (XI)

Ale, con estas dos películas ya termino esta serie cinéfila. (Y que sepas Sílvia que me debes un cuento, aunque sea chiquitito -como el barquito-).

El intendente Sansho (1953)
DIRECTOR Kenji Mizoguchi
Creo que la manera más fácil de resumirla es decir que es una especie de Ben-Hur a la japonesa. Sólo que los japoneses son más trágicos, y aunque tiene final feliz, durante el camino ya ha habido varias bajas “amigas”.
Aquí vemos por fin los dos tipos de Japón: el de los pobres esclavos y el de los nobles. El japón de los que se mueren de hambre, y el de los que viven inmersos en un entramado de rituales ceremoniosos.
La película plantea varios dilemas morales: la caridad hacia los demás, la abolición de la esclavitud, la anteposición de los principios morales frente a la obtención de la propia riqueza, y la capacidad también de redención.
También me hace gracia el hecho de que se toque el tema del abandono de ancianos en el monte (en este film parece que ya no es tan buena idea ja,ja)
Los encuadres son muy buenos, y los paisajes de algunos planos son realmente bellos. La iluminación también es destacable.
También me llama la atención los flashbacks del principio, que me imagino que serían todo un avance para la época. Quizás este punto sea en general el mayor mérito de la película, el estar avanzada a su época por muchos motivos: por el cuidado de la imagen y por la bella banda sonora que la acompaña en casi todo el film; por plantear unos dilemas morales que dejan a juicio del espectador su resolución, por no ser una película en el que todo salga bien e incluso mueran algunos de los “buenos”.
El título no creo que sea excesivamente afortunado, porque como decía al principio es como si a “Ben-Hur” la hubiéramos titulado “Mesala”.
Quizá yo le hubiera quitado un poquito de metraje. Porque más de dos horas de melodrama se me hacen un poco largas.
NOTA: 7
El intendente Sansho


Cuentos de Tokio (1953)
DIRECTOR Yasujiro Ozu
Una historia cotidiana rodada con gran sensibilidad. Es en global correcta y seguramente, presenta una portentosa técnica para la época. Me gusta especialmente cuando hace planos exteriores y pone algo material cerca de la cámara para darle un mayor efecto de perspectiva.
Pero la historia no deja de ser algo de lo más común. Unos padres ya viejos viajan a Tokio para visitar a los hijos que se mudaron a vivir allí. Al principio los acogen con cierta alegría, pero poco a poco se va viendo que su situación se va convirtiendo en un problema para los hijos aquejados por su ritmo laboral y sus quehaceres familiares.
En mi humilde opinión, el problema de la película es que es muy lenta y muy laaaaarga. Y en el fondo no me está contando nada que no sepa, cualquiera seguramente ha vivido más de una vez situaciones parecidas con familiares ya mayores que quedan al cargo de las familias, por lo que en cierta manera me aburre el que plasme una historia que en el fondo es tan común. Creo que todos tenemos un punto de egoísmo, y no me gusta juzgar a los demás, porque creo cuando no hay mala fe no se tiene derecho. En ese caso, al único que tenemos derecho a juzgar es a nosotros mismos. Y hacerse viejo ya sabemos que nunca es bonito (esto lo he escrito poco antes de ver el final de la película y resulta que al final ha habido un diálogo en el que parece que Yasujiro Ozu “me ha copiado casi todo lo que yo estaba escribiendo” (técnicamente hablando o temporalmente al menos igual sería mejor hablar de que yo soy el plagiario).
PD. Creo que he visto alguna película de Paco Martínez Soria con un argumento parecido y que me ha gustado más (al menos las de Paco Martinez Soria tienen un final feliz). ¡Estos japoneses sonríen mucho, pero en el fondo son unos tristes!
NOTA: 6,5
Cuentos de Tokio

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2 Comments:

Blogger Doctora said...

Ey, a Ben-Hur también se le mueren sus amigos... muere Mesala (que aunque es el malo de la peli también fue amigo suyo) y Jesucristo (que igual no le conocía tanto para llamarle amigo, pero sí era coleguita suyo, que le dió agua).

9:07 p. m.  
Blogger Vigo said...

Ja,ja,ja... es verdad, además cómo uno va a negarse de ser colega de Jesús cuando te vas de botellón con él y el hombre comienza a multiplicar los litros de vino.

Yo sin duda me iba con Jesús, con Ben-Hur, y contigo de fiesta, que seguro que nos reíamos un rato. :)

1:43 p. m.  

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