Breve Curso de Crítica Literaria
Cuentan las crónicas que en tiempos de la Grecia antigua, el tirano Dionisio condenó al poeta Filoxeno a trabajar en las minas por criticar una de sus obras. Después de dos años de trabajos forzados, en un rasgo de humanidad, el tirano liberó al poeta y organizó un gran banquete en su honor, al final del cual Dionisio leyó algunos de sus versos y pidió la opinión del poeta, Filoxeno hizo una mueca con sus labios, se levantó y haciendo un signo hacia los guardias, dijo: “Llevadme de nuevo a las minas”. Desde luego, en este caso el poeta dio muestras de tozudez, dignos del más puro estilo maño (me remito al viejo chiste que terminaba con aquello de “A Zaragoza, o al pozo”. ¿Pero cual debe ser las cualidades de un crítico? El crítico desde luego debe ser por norma alguien no demasiado humilde, pues debe pensar que su gusto es mejor que el de los demás, y a la vez debe ser fiel a sus convicciones. El crítico se encargará de descargar su espada de la justicia, sobre el trabajo de los escritores, y cuando esta caiga implacable, al escritor siempre le quedará el recurso de decir aquello de “detrás de cualquier crítico hay un escritor frustrado”.
Sea como sea, les voy a poner en sus manos un curso rápido de Crítica Literaria mucho más digno que cualquiera que sea capaz de asegurar que tocarás la guitarra en tres semanas (el otro día me llegó un spam sobre un curso para aprender a fabricar cerveza casera que si que prometía). El texto es de Barry Jordan, profesor de Estudios Culturales Hispánicos de la Universidad de Montfort (Leicester).
“Nos podría servir como punto de partida la metáfora de una excursión dominical en automóvil, en la que el coche equivale al TEXTO, el conductor al AUTOR, y los pasajeros al LECTOR o CRÍTICO.
1. Empezando por el enfoque tradicional, los pasajeros miran por las ventanillas del vehículo y contemplan los caminos, los árboles, las montañas, etc., o sea, el paisaje por el que circula el coche. Esto es sólo un medio para practicar el excursionismo, para llegar a los monumentos del turismo(literario). Al concluir el viaje los pasajeros agradecen al conductor un itinerario tan placentero e incluso le piden su opinión al respecto.
2. Siguiendo esta vez las pautas del New Criticism angloamericano (que quizá tiene su equivalente en español en la Estilística de Dámaso Alonso y Carlos Bousoño), los pasajeros hacen ahora que se detenga el automóvil. Empiezan entonces a comentar el interior del vehículo, la disposición de sus elementos, el confort de los asientos, lo espacioso del maletero, la calidad de la tapicería, el atractivo del color de la carrocería, etc. Hablan entre sí y al parecer ignoran al conductor; en cualquier caso, no les interesa tampoco el paisaje exterior y el viaje.
3. Los pasajeros formalistas (incluidos aquí los estructuralistas… y demás tecnólogos literarios) también hacen parar el coche. Sin embargo, ahora bajan del vehículo, levantan la tapa del motor, se meten debajo para ver el chasis. Les interesa sobre todo saber cómo funciona en tanto máquina que es, cuáles son sus componentes y cómo se relacionan entre sí en éste y en otros automóviles; asimismo les interesa el modelo, el diseño y el sistema tecnológico de los que el auto es una realización concreta. Ignoran olímpicamente al conductor, a quien hicieron bajar unos cuantos kilómetros antes...
4. A los pasajeros marxistas, en cambio, les interesa la Historia del automóvil y buscan afanosamente documentación que le concierna, el permiso de circulación, etc. Quieren saber en qué fábrica fue construido el automóvil, cómo, por qué y en qué año; además, les interesa saber cómo la fabricación de automóviles se relaciona con otros procesos industriales y los refleja…
5. Los pasajeros psicoanalistas se pasan el viaje observando el coche y su trayectoria en relación con el comportamiento del conductor. Anotan la manera en que el conductor toma el volante (¿lo acaricia? ¿lo aprieta fuertemente?), cómo mira por el retrovisor, como usa (¿suave? ¿violentamente?) el cambio de marchas… Tras parar el automóvil, invitan al conductor a tumbarse en el asiento de atrás y le interrogan sobre su familia, su infancia, y acaban descubriendo al fin que sus costumbres y fallos de conducción tienen raíces inconscientes, sexuales. Proclaman que el coche no es más que una proyección fálica de temores no asumidos, de deseos insatisfechos, una manera de superar un complejo de castración –surgido quizá cuando papá se negó en dejarle el SEAT Panda para llevar a mamá a la playa...
6. Las pasajeras y pasajeros feministas llevan años reclamando su derecho a subir y a conducir el coche. Conscientes de su larga exclusión del transporte automovilístico autorizado y del dominio masculino de las carreteras, suelen adoptar dos posturas: a) o redescubren modelos de automóvil y redes de carreteras hasta ahora ignorados, reivindicando una identidad distinta de la dominante; o b) suben al coche privilegiado y se quejan del sexo del conductor (masculino), del modelo de coche (falocéntrico) y del itinerario del viaje (planificado por una conciencia patriarcal). Hartas de permanecer subordinadas y marginadas en los asientos traseros, echan al conductor –o lo emasculan–, se apoderan del coche, cortan el tráfico y, como símbolo de su rechazo de la opresión machista, rocían de gasolina el automóvil y le prenden fuego”.
Sea como sea, les voy a poner en sus manos un curso rápido de Crítica Literaria mucho más digno que cualquiera que sea capaz de asegurar que tocarás la guitarra en tres semanas (el otro día me llegó un spam sobre un curso para aprender a fabricar cerveza casera que si que prometía). El texto es de Barry Jordan, profesor de Estudios Culturales Hispánicos de la Universidad de Montfort (Leicester).
“Nos podría servir como punto de partida la metáfora de una excursión dominical en automóvil, en la que el coche equivale al TEXTO, el conductor al AUTOR, y los pasajeros al LECTOR o CRÍTICO.
1. Empezando por el enfoque tradicional, los pasajeros miran por las ventanillas del vehículo y contemplan los caminos, los árboles, las montañas, etc., o sea, el paisaje por el que circula el coche. Esto es sólo un medio para practicar el excursionismo, para llegar a los monumentos del turismo(literario). Al concluir el viaje los pasajeros agradecen al conductor un itinerario tan placentero e incluso le piden su opinión al respecto.
2. Siguiendo esta vez las pautas del New Criticism angloamericano (que quizá tiene su equivalente en español en la Estilística de Dámaso Alonso y Carlos Bousoño), los pasajeros hacen ahora que se detenga el automóvil. Empiezan entonces a comentar el interior del vehículo, la disposición de sus elementos, el confort de los asientos, lo espacioso del maletero, la calidad de la tapicería, el atractivo del color de la carrocería, etc. Hablan entre sí y al parecer ignoran al conductor; en cualquier caso, no les interesa tampoco el paisaje exterior y el viaje.
3. Los pasajeros formalistas (incluidos aquí los estructuralistas… y demás tecnólogos literarios) también hacen parar el coche. Sin embargo, ahora bajan del vehículo, levantan la tapa del motor, se meten debajo para ver el chasis. Les interesa sobre todo saber cómo funciona en tanto máquina que es, cuáles son sus componentes y cómo se relacionan entre sí en éste y en otros automóviles; asimismo les interesa el modelo, el diseño y el sistema tecnológico de los que el auto es una realización concreta. Ignoran olímpicamente al conductor, a quien hicieron bajar unos cuantos kilómetros antes...
4. A los pasajeros marxistas, en cambio, les interesa la Historia del automóvil y buscan afanosamente documentación que le concierna, el permiso de circulación, etc. Quieren saber en qué fábrica fue construido el automóvil, cómo, por qué y en qué año; además, les interesa saber cómo la fabricación de automóviles se relaciona con otros procesos industriales y los refleja…
5. Los pasajeros psicoanalistas se pasan el viaje observando el coche y su trayectoria en relación con el comportamiento del conductor. Anotan la manera en que el conductor toma el volante (¿lo acaricia? ¿lo aprieta fuertemente?), cómo mira por el retrovisor, como usa (¿suave? ¿violentamente?) el cambio de marchas… Tras parar el automóvil, invitan al conductor a tumbarse en el asiento de atrás y le interrogan sobre su familia, su infancia, y acaban descubriendo al fin que sus costumbres y fallos de conducción tienen raíces inconscientes, sexuales. Proclaman que el coche no es más que una proyección fálica de temores no asumidos, de deseos insatisfechos, una manera de superar un complejo de castración –surgido quizá cuando papá se negó en dejarle el SEAT Panda para llevar a mamá a la playa...
6. Las pasajeras y pasajeros feministas llevan años reclamando su derecho a subir y a conducir el coche. Conscientes de su larga exclusión del transporte automovilístico autorizado y del dominio masculino de las carreteras, suelen adoptar dos posturas: a) o redescubren modelos de automóvil y redes de carreteras hasta ahora ignorados, reivindicando una identidad distinta de la dominante; o b) suben al coche privilegiado y se quejan del sexo del conductor (masculino), del modelo de coche (falocéntrico) y del itinerario del viaje (planificado por una conciencia patriarcal). Hartas de permanecer subordinadas y marginadas en los asientos traseros, echan al conductor –o lo emasculan–, se apoderan del coche, cortan el tráfico y, como símbolo de su rechazo de la opresión machista, rocían de gasolina el automóvil y le prenden fuego”.
Etiquetas: Humor, Literatura
5 Comments:
Je, je, je.. muy bueno...
Saludos!
Es muy gráfico, y creo que sería dificil explicarlo mejor.
PD. Leer 16 libros de geeks, en tí que lo lees todo, podría ser un dato no significativo. Lo pensaré.
Realmente divertido y acertado. Precisamente algo de eso hemos visto en el curso de crítica literaria que estoy haciendo.
jajajajajaj Excelente!
Los del psicoanálisis también examinarán a qué velocidad el pobre conductor sudando de tanta auscultación entra en un túnel transversal jajajajja
Lo malo es que los psicoanalistas después de estar un rato subidos en tu coche observándote, te piden unas 100 cucas por anotar unas cuantas cosas en su libretita, y decir cosas como que el problema es que quieres conducir como tu padre o tu madre.
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