Trepitja fort, Roc
Hagamos un post pequeñito y tierno, quizás hasta sensiblero (pero no me lo tengan en cuenta que aquí tocamos casi todos los palos de la baraja). Hagamos algo que tenga cinco deditos en cada mano y que estos se muevan lentamente para apretarte suavemente sobre uno de los tuyos. Hagamos un post que tenga ojitos de mirada perdida, pero que ésta se te clave y te atraviese. Hagamos un post con pelitos en las orejas (convenimos entre el bueno de Isaac y yo que quizás él tiene los genes recesivos y que en toda su vida haya ignorado que él es un licántropo camuflado de humano). Hagamos un post con olor a algodón de azúcar, a regaliz y caramelo. Hagamos un post con el alma limpia, que no haya hecho nada para ser recriminado, sin ningún error a sus espaldas, con toda una vida por delante.
Petit Roc, reclamas gritando al mundo un grito agudo y cortante, como el graznido de un gran pájaro; pides que se te abra para poder descubrirlo: protestas ante los que te miran porque necesitas que te cuiden, que te presten atención, pero sobretodo que te abracen y te quieran.
Mis amigos Isaac y Nuria han traído al mundo al pequeño de Roc (más Nuria que Isaac pero ya sabemos que lo de la semillita también tiene su importancia). El nombre se lo tenían callado hasta el último momento en que ya venido al mundo, lo desvelaron, y viene de la canción de Lax’n’busto Trepitja fort.
Trepitja fort, Roc
sigues més valent del que he estat jo.
¿Me preguntan si me gusta el nombre? Y mi respuesta es cómo no me va a gustar. Mi libro de cabecera siempre ha sido Rayuela de Julio Cortázar, y allí está el famoso capítulo 32, con La carta de La Maga a Rocamadour (Cortázar siempre escribe lo que yo hubiera deseado escribir, que se le va a hacer).
Mis amigos sabrán aquello de Roc y de su significado como piedra. Pero seguramente no conocen nada de la existencia de una ciudad francesa que se llama Rocamadour en recuerdo de San Amadour (Roc en provenzal es rojo y viene de la piedra roja en la que está construido el hermoso castillo de Rocamadour). Rocamadour es una ciudad acantilada donde se rinde culto a una Virgen negra y allí se acude en peregrinaje desde toda Francia (casi podríamos decir que hay un cierto paralelismo entre ésta y nuestra “moreneta” de Montserrat).
Y, por si tienen interés turístico de visitar esa zona, no se pierdan la visita a Roque Gageac, que apenas está a unos pocos kilómetros de Rocamadour. Roque Gageac es otra magnífica ciudad acantilada por cuya falda corre el río Dordoña. Henry Miller después de caminar por las calles de Roque Gageac dejó escrito: "Si el paraíso existe en la tierra, seguramente es este decorado el que habría elegido".
Pero centrémonos en Rocamadour, y sin más dilación volvamos a la carta de La Maga, y así terminamos este post, que ya la carta es un poco larga de por sí (ya la posteé en otra ocasión, pero duplicarme en los escritos de Julio Cortázar no me molesta en absoluto, sino más bien debería ser una práctica habitual, como una forma de rendirle un continuo homenaje).
La carta de La Maga a Rocamadour
Julio Cortázar
Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour:
Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mirándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. ¿Por qué, Rocamadour? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había hecho para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour, el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour.
Rocamadour, es idiota llorar así porque el borsch se ha ido al fuego. La pieza está llena de remolacha, Rocamadour, te divertirías si vieras los pedazos de remolacha y la crema, todo tirado por el suelo. Menos mal que cuando venga Horacio ya habré limpiado, pero primero tenía que escribirte, llorar así es tonto, las cacerolas se ponen blandas, se ven como halos en los vidrios de la ventana, y ya no se oye cantar a la chica del piso de arriba que canta todo el día Les amants du Havre. Cuando estemos juntos te lo contaré, verás. Puisque la terre est ronde, mon amour t'en fais pas, mon amour, t'en fais pas... Horacio la silba de noche cuando escribe o dibuja. A ti te gustaría, Rocamadour. A vos te gustaría, Horacio se pone furioso porque me gusta hablar de tú como Perico, pero en el Uruguay es distinto. Perico es el señor que no te llevó nada el otro día pero que hablaba tanto de los niños y la alimentación. Sabe muchas cosas, un día le tendrás mucho respeto, Rocamadour, y serás un tonto si le tienes respeto. Si le tenés, si le tenés respeto, Rocamadour.
Rocamadour, madame Irène no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. Cuando se lo dije a Horacio, se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y que aunque no haya ningún animal maligno que esconde las manos, yo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar. Rocamadour, si en tus ojitos pudiera leer lo que te ha pasado en esos quince días, momento por momento. Me parece que voy a buscar otra nourrice aunque Horacio se ponga furioso y diga, pero a ti no te interesa lo que él dice de mí. Otra nourrice que hable menos, no importa si dice que eres malo o que lloras de noche o que no quieres comer, no importa si cuando me lo dice yo siento que no es maligna, que me está diciendo algo que no puede dañarte. Todo es tan raro, Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irène no te llama nunca por tu nombre, dice l'enfant, fíjate, ni siquiera dice le gosse, dice l'enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito.
Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que Horacio llegará en seguida. ¿Le dejo leer mi carta para que él también te diga alguna cosa ? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que es solamente para mí. Un gran secreto entre los dos, Rocamadour. Ya no lloro más, estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que Horacio y los otros entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y a mí, no entienden que yo no puedo tenerte conmigo, darte de comer y cambiarte los pañales, hacerte dormir o jugar, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con Horacio, vivir con Horacio, quién sabe hasta cuándo ayudándolo a buscar lo que él busca y que también buscarás, Rocamadour, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto.
Es así, Rocamadour: En París somos como hongos crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos y habla como Horacio y Gregorovius y Wong y yo, Rocamadour, y como Perico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah, no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos arreglamos con tan poco, un buen abrigo, unos zapatos en lo que no entre el agua, somos muy sucios, todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros, Horacio se duerme y el libro va a parar abajo de la cama, hay peleas terribles porque los libros no aparecen y Horacio cree que se los ha robado Ossip, hasta que un día aparecen y nos reímos, y casi no hay sitio para poner nada, ni siquiera otro par de zapatos, Rocamadour, para poner una palangana en el suelo hay que sacar el tocadiscos, pero donde ponerlo si la mesa está llena de libros. Yo no te podría tener aquí, aunque seas tan pequeño no cabrías en ninguna parte, te golpearías contra las paredes. Cuando pienso en eso me pongo a llorar, Horacio no entiende, cree que soy mala, que hago mal en no traerte, aunque sé que no te aguantaría mucho tiempo. Nadie se aguanta aquí mucho tiempo, ni siquiera tú y yo, hay que vivir combatiéndose, es la ley, la única manera que vale la pena pero duele, Rocamadour, y es sucio y amargo, a ti no te gustaría, tú que ves a veces los corderitos en el campo, o que oyes los pájaros parados en la veleta de la casa. Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete...
Etiquetas: Literatura, Música, Personal
6 Comments:
Hola Vigo.
No pude dejar de contestarte porque es sumamente curioso recibir tu comentario en este momento. Justo acabo de regresar de un viaje de 2 semanas en el que intente ver si podía ocurrir algo con ese viejo amor pasado. El resultado fue un no. Me di cuenta que lo quiero, pero es uno de esos amores que nunca podrán ser. No he podido descifrar si el me quiere o no, pero si lo hace no es de la forma en que yo lo necesito. Este fue un amor de esos que jamas van a funcionar. Somos demasiado distintos. Y ademas los casi 2 años que nos separaron nos hicieron aun mas diferentes... Le paro al rollo. Gracias por el comentario, tardío, pero al parecer escrito en el momento preciso en que necesitaba llegar a mi. Muchos saludos hasta la Madre Patria.
:) leyéndote... Roc <3 ¿Creerías que he intentado leer Rayuela tres veces y nunca lo he conseguido? :-O
Maga, bueno, si lo piensas este blog a veces no es más que la consecuencia de una suma de casualidades.
Si no recuerdo mal, La Maga y Horacio quedaban por un barrio de París, y jugaban a encontrarse. A mi eso de las casualidades en los blogueos me ha pasado muchas veces, debe ser que llevo mucho tiempo blogueando y algunos dioses les gusta jugar a los dados conmigo.
Me alegro al menos que mi comentario te sacara al menos una sonrisa.
Los amores que no terminan mal, son un engorro, porque a uno le cuesta decidirse sobre que hacer con ellos: volver a algo que sabías que no funcionaba, o intentar olvidarse de esa persona, que quieras que no te hacía sentir menos sola.
Lo mejor es estar feliz y contento emparejado, pero los que sepan de estas cosas que nos presten los manuales, porque yo aquí si que tengo a los Dioses divirtiéndose de lo lindo a mi costa.
Gracias por devolverme estas extrañas y atemporales visitas je,je.
En cierta manera a mí me hace gracia devolver un saludo a Tijuana, ciudad a la que le tengo una total admiración por ser un lugar efervescente en lo referente a la cultura.
Denise, a mi siempre me sorprende que algunos no os acabe de convencer Rayuela, aunque sé que este libro suele estar siempre en esas listas que de vez en cuando salen a la palestra de los libros más odiados al igual que también sale como uno de los libros más apreciados.
No sé donde descansa esa magia que algunos nos hechiza con ese libro. No creo que sea una cuestión de estilo, aunque es verdad que algunos no soportan que la prosa de Cortázar en ese libro esté plagada de expresiones en francés, o referencias a mil cosas que uno muchas veces no entiende. Creo que sencillamente se trata de dejarse llevar.
Pero yo creo que los que nos identificamos un poquito con Horacio o La Maga, somos los que acabamos admirando ese libro.
Tendrías que ver la tumba de Cortázar en Pere Lachaise, y como la gente deja papelitos diciendo yo también he sido La Maga y cosas así (mira por ejemplo la firma del comentario anterior).
Bueh, después de tres veces de que lo hayas intentado, tampoco te voy a invitar a que lo intentes otra vez (que tres ya me parecen bastantes ja,ja). Pero si alguna vez te preguntan, mantén siempre la duda. Nunca digas que es un mal libro, sino que tal vez no ha llegado el dia que ese libro y tú junteís las líneas de vuestro destino.
Bufff... chica de marfil, igual me ha salido demasiado cursi mi comentario ja,ja. Pido perdón de antemano.
Pues después de consultar con los Bertines Rocieros, ellos siguen prefiriendo a Dora y Pocoyo. Aparte de eso, lo único que he conseguido es que me dejen disfrutar de un Barça-Madrid de vez en cuando.
Bueh, al menos tu disfrutas de tus Barça-Madrid.
Lo mío ha sido muy triste con el Mirandés. Creo mis ojos aún están incrédulos en estado de shock ante lo absurdo de la eliminatoria. Solo se me ocurre decir: ¿Por qué? (voz gimoteante de mou)
Buff. De momento me da muy mal rollo ver fútbol. Así hasta que se me pase.
Cortázar escribe lo q todos quisimos escribir. Salados saludos
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