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Pequeños retales de literatura

domingo, octubre 09, 2011

Poema Naufragios de Julio Cortázar

Estamos a Dimange. Quería postear algo, y aunque tengo varios textos a medio escribir, se me hace cansino ahora terminar de elaborarlos o comenzar algo nuevo –habrán tiempos mejores-. Así que al final he optado por recurrir al omnipotente Cortázar. Además, algo sensual y femenino siempre le da un poquito de color al blog. ¡Y qué no os engañen! Esto es buena poesía y lo demás son tonterías.

Naufragios
Julio Cortázar

Dibujo de tu voz en la orilla del sueño,
arrecifes de almohada con ese olor a costa próxima
cuando los animales echados en la cala, las criaturas de sentina
huelen la hierba y por los puentes trepa un temblor de piel y de gozosa furia.

Entonces me sucede no conocerte, abrir el ojo de esa lámpara
que rechazas cubriéndote la cara con el pelo,
te miro y ya no se
si una vez más asomas de la noche
con el dibujo exacto de esa otra noche de tu piel,
con el vientre alentando suavemente,
abandonada apenas en nuestra playa tibia
por un liviano golpe de resaca.

Te reconozco, subo por el perfume de tu pelo
hasta esa voz que nuevamente solicita, contemplamos
al mismo tiempo la doble isla en la que somos
náufragos y paisaje, pie y arena,
también tu me levantas de la nada
con el errar de la mirada por mi pecho y mi sexo,
la caricia que inventa en mi cintura su galope de potros.

En la luz eres sombra y yo soy luz, soy la luz de tu sombra
y tu echada en las algas finges la sombra de mi cuerpo,
repetimos nocturnos la aventura del sol
cuando su angosta frente hiere los pedernales y proyecta
como un fragor de hueco al otro lado, un territorio
que inútilmente embiste y ambiciona.
Oh sombra de mi luz, cómo alcanzarte,
como envainar este relámpago en tu noche!

Entonces hay un sigiloso instante
en que los ojos buscan en los ojos un vuelo de gaviotas,
algo que es suelo y señuelo, una consagración y un laberinto de murciélagos,
lo que en la oscuridad surgía como un plañer tanteando,
una piel que se enfriaba y descendía, un ritmo roto,
se vuelve convivencia, santo y seña, arranque
del viento que se estrella contra la vela blanca,
el grito del vigía nos exalta,
corremos juntos hasta que la cresta
de la ola cenital nos arrebata
en una interminable ceremonia de espumas,

y recomienzan los naufragios, la lenta natación hacia las playas,
el sueño boca abajo entre medusas muertas y cristales de sal donde arde el mundo.

De "Ultimo Round"
Hoelck
Fotografía de Patrick Hoelck

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3 Comments:

Blogger C.Martín said...

Este Cortázar poetizando tiene su puntito, eh, m'agrada, m'agrada.

1:38 a. m.  
Blogger Vigo said...

Carmen, tú ya sabes que pertenezco a la cofradía cortazariana, y en ésta, Julio Cortázar es considerado como la crème de la crème de la literatura (tanto en sus novelas, como en sus cuentos, como en sus poemas).

Respecto a sus poemas no es ni mucho menos la faceta por la que más se le conoce -me imagino que en ese aspecto ganan los cuentos-, pero igual que puse este poema, dudé en poner algún otro de igual belleza que también creo que te habría gustado, gustado, gustado, mucho, mucho, mucho.

4:01 a. m.  
Blogger Unknown said...

No soy lo que escribo. La palabra sólo enuncia una parte del torbellino que nos consume.
Cómo tú recurro a Cortazar:
"Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo.
Lo que me gusta de tu sexo es la boca.
Lo que me gusta de tu boca es la lengua.
Lo que me gusta de tu lengua es la palabra. "Papeles Inesperados". Julio Cortazar. Alfaguara. pp 485.

9:17 p. m.  

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