Entre payaso e idiota
Declaraba Oliverio Girondo en su genial poema Monumento al Mar, una de esas premisas que declararías a tu peor enemigo, “que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos”. Pero no voy a malgastar energías –siguiendo la filosofía carnotista- en enemigos sino todo lo contrario. Acosado por un impertinente insomnio recogí azarosamente uno de los libros de mi biblioteca, y resultó ser Opiniones de un payaso del alemán Heinrich Böll. Me pareció bien. Era una recomendación de otra de las personalidades que han marcado con su paso, mi vida. Leído la mitad del libro me doy cuenta que mi amigo no se aleja demasiado de ese payaso que aparece en las páginas, e incluso no se aleja demasiado en lo de ser alemán.
Le reconozco en cada párrafo, en cada derrota, en cada improperio anticlerical, incluso en cada sablazo. ¿Y qué tenía de bueno para ser mi amigo? Supongo que era jodidamente inteligente, y me hacía reír, y bajo su fachada de dudosa moral, siempre sospeché que escondía algo de bondad. El era compasivo con la sociedad porque la consideraba inferior a su inteligencia, y yo soy compasivo con la naturaleza humana, y creía que el errado era él. Pero el dilema moral se abría entre nosotros como un divertido abismo a través del cual nos intercambiábamos sarcasmos.
Pero estas palabras van en su recuerdo. Antes de que se acabe el año intentaré tener noticias suyas, a ver si ha devorado el mundo o por el contrario el mundo le ha devorado a él.
Le reconozco en cada párrafo, en cada derrota, en cada improperio anticlerical, incluso en cada sablazo. ¿Y qué tenía de bueno para ser mi amigo? Supongo que era jodidamente inteligente, y me hacía reír, y bajo su fachada de dudosa moral, siempre sospeché que escondía algo de bondad. El era compasivo con la sociedad porque la consideraba inferior a su inteligencia, y yo soy compasivo con la naturaleza humana, y creía que el errado era él. Pero el dilema moral se abría entre nosotros como un divertido abismo a través del cual nos intercambiábamos sarcasmos.
Pero estas palabras van en su recuerdo. Antes de que se acabe el año intentaré tener noticias suyas, a ver si ha devorado el mundo o por el contrario el mundo le ha devorado a él.
“No acabo de entenderlo”, dije cansado, “primero discutimos por mi firma al pie de este documento coactivo, después por el matrimonio civil, ahora accedo a ambas cosas, y estás aún más enojada que antes.”
“Sí”, dijo, “veo aquí demasiada rapidez, y sospecho que rehuyes a la discusión. ¿Qué quieres tú en realidad?”
“A ti”, dije, y no sé si le puede decir a una mujer nada más amable que esto.
Heinrich Böll –Opiniones de un payaso-
Este libro por lo que voy leyendo no es apto para los lectores que esperan una narración típica de principio, nudo y desenlace sino que más bien es de un continuo principio al que no auguro un final feliz. Como la vida misma. Aunque al menos esos curiosos finales también sirven para hacer buena música, y si no que se lo pregunten al cantante de Huecco, antiguo líder de Sugarless, pero en su versión más latina y mestiza.
Aquí me ves quemando margaritas a tus pies
con la lengua ardiendo y mi alma a la sombra de un ciprés
y tú con tu boca en cualquier bar de copas
regalando besos, bebiendo la copa
no ves mi derrota
mira, no ves mi derrota.
Huecco -Idiota-
Etiquetas: Literatura, Música, Personal
2 Comments:
Un buen diálogo, sin duda...He de volver a leer las opiniones, no me acuerdo de nada, sólo de haberlo leído, mal asunto, creo.
Un saludo, vigo.
El eterno dilema de releer o leer nuevas cosas.
Yo aún no lo he solucionado. Atesoro libros que no leo, y los que leo son por razones sentimentales (porque alguien me lo recomienda o porque alguien me lo regala). Así en realidad mis decisiones de lectura son consecuencia de los gustos de los demás. Aunque eso sí, hay un pequeño filtro de mínimos.
Gracias por comentar.
Saludos, javier.
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