Un millón de pingüinos son muchos pingüinos
Escribo para dejar constancia que no me ha pasado nada grave, salvo el transcurso de la vida que ya es mucho. Aunque lo juro, hoy estoy tan cansado que me más leer me gustaría mear un chorrito sobre mi blog y dejar así también constancia (no dudo que el efecto final será parecido). Pero vamos allá, intentémos poner un poco más de ganas. Tenemos varios temas en el candelero, y todos ellos quedarán apartados al canasto de pendientes. Vayamos con algo sencillito, para que las pocas neuronas que aún están activas no se agreguen a esa huelga de guionistas que ha afectado a las series americanas (son altas horas… suficientemente altas para no querer intentar escalarlas).
Vayamos a los pingüinos (he estado a punto de escribir “los micrófonos”, debe ser alguna extraña asociación sináptica de mi red neuronal comunica con la Tata Golosa). Los pingüinos son animales a los que les tengo un cierto cariño, en una banal explicación diré que su caminar me produce una sonrisa (Charlot bien encontró ahí un filón). Aún recuerdo que hace varios años discutía con mis amigos sobre si era verdad el mito que corría sobre ellos, de que los pingüinos eran realmente más bobos de lo que su nombre indica, y se caían de espaldas cuando sobre ellos sobrevolaban los helicópteros. Los pingüinos son animales harto beneficiosos, lo atestigua así la tribu de los Urgas, cuya economía –por no decir supervivencia- se basa en la grasa de pingüino. Cuenta la antropóloga Josephine Redhair (la única fuente autorizada en el tema, por convivir durante varios años con ellos) que los Urgas la llaman por múltiples nombres a esa grasa de pingüino, para así creer que en realidad tienen una amplia variedad de posesiones.
Todo esto se lo digo por un descubrimiento que hice hace unos días en la red. Con sorpresa descubrí de nuevo el rastro de los Urgas. Algo así como encontrar una aguja en un pajar. El blog se llama La curiosa sociedad de los Carnotistas. ¿Quién se esconde detrás de este blog? Desde luego es un placer encontrar en la red a viejos conocidos. Y a éste especialmente pues le tengo un gran afecto.
Siguiendo con los pingüinos la famosa editorial Penguin puso hace unos meses un proyecto en la red de hacer una novela colectiva (la polifonía de Bajtin llevada al autor). La novela se llamará “Un millón de pingüinos”. El proyecto se desarrolla con la tecnología usada en los wikis. Me hace gracia el comentario de uno de los responsables del proyecto: “Para ser honesto, no sabemos exactamente qué va a pasar”. ¿Acabará siendo una novela inconexa? ¿Se convertirá en una guerra de egos? ¿Pueden escribir miles de cerebros mejor que la independencia de un solo cerebro? Qué será, será…
Todo esto me recuerda a la divertida película de Happy feet. De todas maneras seré prudente, y esperaré impaciente el resultado para poder juzgar. De momento ya se puede leer un montón de los capítulos de la novela, y aunque sigan en proceso de gestación, uno si domina el inglés ya se puede hacer un poco la idea de cómo está quedando.
Vayamos a los pingüinos (he estado a punto de escribir “los micrófonos”, debe ser alguna extraña asociación sináptica de mi red neuronal comunica con la Tata Golosa). Los pingüinos son animales a los que les tengo un cierto cariño, en una banal explicación diré que su caminar me produce una sonrisa (Charlot bien encontró ahí un filón). Aún recuerdo que hace varios años discutía con mis amigos sobre si era verdad el mito que corría sobre ellos, de que los pingüinos eran realmente más bobos de lo que su nombre indica, y se caían de espaldas cuando sobre ellos sobrevolaban los helicópteros. Los pingüinos son animales harto beneficiosos, lo atestigua así la tribu de los Urgas, cuya economía –por no decir supervivencia- se basa en la grasa de pingüino. Cuenta la antropóloga Josephine Redhair (la única fuente autorizada en el tema, por convivir durante varios años con ellos) que los Urgas la llaman por múltiples nombres a esa grasa de pingüino, para así creer que en realidad tienen una amplia variedad de posesiones.
Todo esto se lo digo por un descubrimiento que hice hace unos días en la red. Con sorpresa descubrí de nuevo el rastro de los Urgas. Algo así como encontrar una aguja en un pajar. El blog se llama La curiosa sociedad de los Carnotistas. ¿Quién se esconde detrás de este blog? Desde luego es un placer encontrar en la red a viejos conocidos. Y a éste especialmente pues le tengo un gran afecto.
Siguiendo con los pingüinos la famosa editorial Penguin puso hace unos meses un proyecto en la red de hacer una novela colectiva (la polifonía de Bajtin llevada al autor). La novela se llamará “Un millón de pingüinos”. El proyecto se desarrolla con la tecnología usada en los wikis. Me hace gracia el comentario de uno de los responsables del proyecto: “Para ser honesto, no sabemos exactamente qué va a pasar”. ¿Acabará siendo una novela inconexa? ¿Se convertirá en una guerra de egos? ¿Pueden escribir miles de cerebros mejor que la independencia de un solo cerebro? Qué será, será…
Todo esto me recuerda a la divertida película de Happy feet. De todas maneras seré prudente, y esperaré impaciente el resultado para poder juzgar. De momento ya se puede leer un montón de los capítulos de la novela, y aunque sigan en proceso de gestación, uno si domina el inglés ya se puede hacer un poco la idea de cómo está quedando.
Etiquetas: Internet, Literatura, Noticias
6 Comments:
Estimado,
Mire vengo rastreándolo desde tierra de carnotistas y me encuentro con esto de los pinguinos.
No pude acceder al libro de Josephine Redhair (ni a publicaciones de esta ¿afamada? antropóloga), así que le pregunto directamente a usted ¿De donde son los Urgas?
Saludos, Javier
A qué se debe este desgano inicial expuesto en su post??
espero ya le haya pasado al momento de leer esto. Para levantar el ánimo, nada mejor que la grasa de pinguino.
Del Gelfo(;D), la reconocida Josephine Redhair es una persona de culto entre algunos círculos pero le será muy difícil encontrar las fuentes adecuadas (salvo el bibliotecario Buto, salvo gente como Ulschimidt y pocos más, su trabajo ha sido ignorado por las camarillas oficiales.
Pero a la segunda pregunta si que me es fácil darle mi opinión, según creo los urgas habitarían unas islas por el sur de la Patagonia. De todas maneras si quiere saber más, tendrá que intentar buscar la reproducción de la obra de Redhair (lo cual ya le digo que es complicado).
Estimado ulschmidt, hubo un pequeño impass entre este post y el último que hice. He estado bastante ocupado... y eso me hace estar cansado.
Pero haber descubierto su blog ha sido una inyección de lo que aquí se denomina "buena vibra".
Ahora tengo una tarea más (ja,ja) explorar como Cortés los escritos de su blog.
PD. No le perdonaré que nunca comentara nada sobre este blog. Me ha robado años de diversión.
Un abrazo.
me continua a encantar leerte ...pues de la manga de un paleto sacas a un pinguino a pasear por barcelona ...
me encanta que las palabras te persigan a no más poder ... asi como unas perras negras diria cortázar ... pero ...
que bien te saber ... entre ellas
(beijo)j.
Gracias de verdad Jessica, eres de verdad una de mis mejores lectoras y eso que últimamente escribo muy poco.
Estoy saturado, y se me hace muy difícil encontrar un rato tranquilo en el que escribir. Haré un post ahora, pero lo hago un poco a regañadientes... Espero sencillamente que estos días pasen, y que se me despeje un poco la cabeza.
El post fue muy fácil, Ulschmidt es un viejo amigo y me es muy fácil inspirarme con él. En cierta manera lo considero hasta como uno de mis mentores. Me hizo mucha ilusión encontrarlo en la red.
Moltos beijos.
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