La Librería

Pequeños retales de literatura

sábado, octubre 06, 2007

La vida (II). Camina sin pisar las rayas

Seguiré la serie este fin de semana, hago hoy mi post 400 (me parece increíble haber llegado a esta cifra, y espero tener aún cuerda para largo). Para celebrar esta pequeña efeméride, qué mejor que un bonito texto de una de las bitácoras más antiguas de la red (La mágica web), de mi admirado Eduardo Abel Jiménez y por supuesto otra lección de vida.

Camina sin pisar las rayas. Cruza las calles en línea recta. Se sienta con las manos en las rodillas. Se guarda la basura en los bolsillos. Pide perdón. Pide permiso. Da todos los vueltos. Habla en voz baja. Se acuesta temprano. Tiene documentos. Cierra la puerta cuando va al baño. Cae con gripe una vez por año. Usa edulcorante. Mira las chicas de reojo. Mira libros usados, pero compra nuevos. Usa zapatos. Usa medias. Se afeita. Dejó de fumar. Conoce los nombres de muchos vicios. Puede leer en inglés. Mira televisión. Viajó una vez. Se casó dos veces. Olvida los sueños. Olvidó los sueños. Cierra las cortinas antes de desnudarse. Lleva monedas para el colectivo. Guarda los boletos capicúas. Se ducha. Se corta las uñas. Usa desodorante en aerosol. Silba cuando nadie oye. Habla por teléfono con voz gruesa. Se ríe con todos los chistes. Lee el diario. Llora cuando va al cine. Le gusta el rock. Le gustan las milanesas a la napolitana. Le gusta la primavera. Tiene vergüenza. Va al gimnasio tres veces por semana, dos semanas por año. Le gusta que se acuerden de él. Tiene dos hijos. Los quiere. Tiene cinco dedos en cada mano. Tiene un ombligo que nadie más ve. Tiene poco pelo. Tiene dos peines, uno de ellos en el bolsillo. Tiene un manojo de llaves. Se muere.

Por cierto, ayer visitando los blogs que me comentaban, a través del blog de Mujeres de Roma (de Isabel Romana) descubrí el reciente post por el duelo de una niña muerta. Es la hija de Carlos A. Gamboa, un desconocido y a la vez compañero bloguero que escribe desde Colombia, y que acaba de perder a su pequeña hija en un accidente de tráfico. Ya sé que esto del ciberespacio casi no vale de nada frente a la vida real, pero ojalá os paséis por su blog y dejéis unas palabras de consuelo para Carlos. Creo que si es lo único que podemos hacer, debemos hacerlo.
Me despido por hoy por unas palabras del propio Carlos en memoria de su hija. Joder! es que uno no sabe que decir….

Mapigaci, hija mía
Te nombro Mapigaci
Y ruego al cosmos que me permita ver
La tarde esplendorosa de tu gloria.

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2 Comments:

Blogger El Toro de Barro editorial said...

Supe de tu espacio hace ya algún tiempo, que es el mismo que lleva vinculado a los mundos del Toro a disposición de sus lectores cotidianos. Te agradezco el envío del poema en torno a la Shoa que me has hecho llegar, y que me recuerda las muchas tareas por hacer para ordenar un trabajo que ya se prolongo demasiado, como es el de la literatura del Holocausto, en cuyo estudio llevo embarcado desde comienzos del año 2000.
Gracias por todo...
Carlos

9:48 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Felicidades, Vigo. Sigue así.
Nosotros, no sé si lo haremos, pero que es todo un record, lo es jejeje.

Saludos Negros.

12:46 p. m.  

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