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Pequeños retales de literatura

jueves, octubre 18, 2012

Algunas reflexiones sobre los prejuicios en la investigación científica

No tengo costumbre disertar sobre este tipo de temas en este blog de tipo conceptual, más que nada por que escribirlas me cansa, y prefiero por ello siempre centrar el disparo sobre algo más anecdótico o puntual. Filosofar sobre la ciencia me produce un cierto cansancio, tal vez porque si me pongo me veo con la obligación casi de plasmar demasiadas ideas en muy poco espacio, y aunque intento ser conciso, al final me acabo explayando mucho más de lo que en un principio tenía previsto (y ya presupongo que con tanto texto, pocas personas se aventurarán a leerlo hasta el final).

Pero me dejo de preludios, y me lanzo al tajo: leía ayer una nota sobre un libro del Ronald H. Fritze en el que carga contra las pseudociencias, las mentiras históricas y lo que denomina como “ciencia amañada” (me gustaría tener a mano el libro para poder echarle un vistazo directamente, y ver exactamente que encuadra en cada categoría). De todas maneras cualquier libro de este estilo opino siempre que “Bienvenido sea” ya que seguramente compartiré el 99% de lo que en el libro se dice. Pero lo que me llamó la atención en la reseña que leí, fue el siguiente párrafo en el que sedisertaba sobre la falacia histórica y es quizás parte de ese 1% que mencionaba. El texto decía lo siguiente:

“se funda en que sus autores sitúan el prejuicio antes del conocimiento. Es decir, creen saber previamente lo que ocurrió y van en busca de las pruebas; de manera consecuente, desecharán todo lo que contradiga sus hipótesis y utilizarán todo lo que pueda respaldarlas, aunque se trate de otras afirmaciones voluntaristas. A la inversa, un historiador serio va en busca del conocimiento y coteja, compara y pondera todas las evidencias disponibles, conduzcan por un camino totalmente inesperado”.

Es evidente que los prejuicios nos apartan del conocimiento tanto en una investigación histórica como también en la ciencia en general, y está claro que no es lo mismo errar dando un pasito en falso que errar por correr en dirección contraria al conocimiento reglado (lo que se suele denominar como conocimiento “magufo”). Los que venimos de ciencias solemos diferenciar claramente a lo que denominamos que es conocimiento científico de lo que es pura superchería y quizás la base de este conocimiento es que partimos de la duda razonable como motor para encontrar las respuestas que buscamos.

Sin embargo creo que es un error creer que se puede estar completamente libre de los prejuicios, cuando se hace cualquier tipo de investigación, ya que siempre se suelen tener previamente ideas preconcebidas (ojalá pudiéramos librarnos de ellas, pero como personas todo lo que nuestro cerebro aprehende viene encajado en la matriz individual, social o cultural de lo humano).

Algunos ejemplos que se me ocurren el experimento del psicólogo social Robert Rosenthal, en el que a un grupo de estudiantes a los que les dejó diversos grupos de ratas encuadradas en rangos distintos de inteligencia (aunque en la práctica no había ningún tipo de diferencias pero solo Rosenthal era consciente de esto). Se les pidió a los estudiantes que sometieran a diversas pruebas a las ratas y que anotaran los resultados. Sorprendentemente las ratas falsamente inteligentes tenían anotaciones mucho más favorables en sus evaluaciones, que las ratas supuestamente más idiotas.

¡Y eso que las ratas se mostraban ignorantes a todo el asunto! (esta exclamación no es baladí, ya que aún se puede potenciar este mismo efecto en el sujeto que se estudia por efecto de feedback. la profesora Jane Elliott hizo un experimento parecido al de las ratas, pero esta vez con niños a los que dividió en dos grupos: los llamados “ojos azules” y los llamados “ojos marrones”, a unos les decía que eran más inteligentes y superiores respecto a los otros, mientras que a los otros los menospreciaba. Las consecuencias de esta prueba es que al cabo de apenas unos días los alumnos prejuzgados favorablemente se mostraban más aplicados, mientras que lo que prejuzgados desfavorablemente se comportaban de forma más dispersa y bajaban su rendimiento escolar (a este efecto los psicólogos lo denominan el Efecto Pigmalión).

Lo que vengo a decir es que uno cuando investiga cualquier asunto, siempre va con la idea preconcebida que desea encontrar un determinado resultado, y este normalmente parte del deseo de encontrar algo original que al ser desvelado ante la comunidad científica, nos de el reconocimiento a nuestra labor, y nos haga sentir especiales, aparte por supuesto de todas las implicaciones a las que lleva el éxito laboral). Por todo ello, hay en nuestras búsquedas un deseo que nuestras investigaciones sean fructíferas, y cuando nos pregunte alguien si hemos descubierto algo valioso, queremos poder dar una respuesta afirmativa.

Por supuesto en relación con el punto anterior vendría el tema monetario, un investigador normalmente recibe su jornal diario por pertenecer a la estructura de algún tipo de corporación con unos intereses determinados o algún tipo de subvención por un organismo público. Tanto en un caso como en el otro, el investigador conscientemente o inconscientemente intentará no tirarse piedras sobre su propio tejado, y no descubrir algo que vaya que pueda ir en algún momento en contra de su sueldo. Aquí entraría ese arte que es jugar con las estadísticas (que todo estudiante de laboratorio ha probado alguna vez) en la que uno sabe que resultado quiere -outputs- y juega variando los -inputs- hasta encontrar la entrada necesaria para que le de el resultado adecuado).

Hay otros casos que también se dan en la ciencia con bastante frecuencia, como cuando se da por válida una investigación errónea, y a partir de entonces todos los que repiten el experimento intentan adecuarse también a este resultado. Doy un ejemplo: cuando el físico Millikan midió la carga de un electrón mediante un experimento de caída de una gota de aceite. Los resultados pasaron sin embargo los filtros científicos y durante años se dieron por válidos. De vez en cuando otro investigador repetía el experimento y cuando el resultado se desviaba un poco del supuesto, se daba por sentado que había habido algún error de exactitud en la medición, y cuando por el contrario se que cometía algún error y se acercaba por casualidad al resultado falso, entonces el investigador daba por revalidado el experimento de Millikan. (No sé si alguna vez habrán oído hablar de la constante de Patrick, pero es una broma entre científicos que dice que esta cantidad es el número que multiplicado, dividido, sumado o restado al resultado obtenido experimentalmente, da el resultado deseado).

Pero los prejuicios son mucho más profundos de lo que podemos imaginar, podemos plantearnos, sencillamente algunos que vienen asociados a nuestra educación –herencia cultural- por ejemplo según nuestro género sexual. Un caso. Durante muchos años cuando se estudiaban las relaciones sociales de los primates se partía de la figura del macho alfa como la figura central de este organigrama, y no es hasta que llegan una corriente de jóvenes mujeres investigadores en las que la que esta concepción se comienza a poner en duda, y se comienzan a concebir otras teorías en las que se centra la mirada en la importancia de las hembras grupales (¡la llegada de las corrientes feministas a la investigación científica!).

A rasgos generales, siempre he defendido que cuando juzgamos cualquier acto o situación, aunque intentamos ser ecuánimes, en realidad lo que estamos haciendo es definirnos nosotros mismos como personas. Últimamente por ejemplo en economía se han vuelto a poner en la palestra la disputa entre partidarios a las teorías de Keynes y los detractores (los que prefieren el gasto público frente al ahorro para fomentar el crecimiento). En realidad ambos parten de las mismas premisas, pero cada grupo se las lleva a su terreno, desarrollando teorías y conclusiones diametralmente opuestas. Quizá me aventuro demasiado, pero en mi opinión, lo que básicamente nos está diciendo esta dualidad es que hay personas que confían más en mantener su dinero en un depósito del banco a plazo fijo, y otras personas de mentalidad menos conservadora, que prefieren aventurarse a montar un negocio, pese a que hayan muchas incógnitas sobre su plan de viabilidad, y a partir de esa característica personal, cada persona construye su propias sistema de creencias.

El filósofo de la ciencia Karl Popper defendía que un teoría buena se producía cuando esta era capaz de predecir resultados que después se ratificaban experimentalmente. Cada vez que se encontraban datos que corroboraban la teoría ésta iba asentándose entre el gremio científico, pero bastaba que un dato contradijera la teoría para que esta se viniera a bajo o al menos tuviera que modificarse (digamos que cuando se hace una teoría científica no vale eso de “la excepción confirma la regla”).

Pero aún así, cuando la teoría está muy asentada y se da un dato contrario a ella, conviene ir con pies de plomo antes de refutarla completamente. Es recomendable repetir el experimento unas cuantas veces hasta estar convencido de que los resultados son correctos (para no entrar en ridículos o disputas precipitadas como la ocurrida con el CERN con esos dudosos neutrinos que viajaban a mayor velocidad que la luz).

Dentro de las llamadas leyes de Murphy hay una que tiene bastante gracia, y es el Efecto Pauli –no confundir con el principio de exclusión de Pauli sobre los electrones-. El efecto Pauli nos habla de los investigadores algo torpes –o “gafes”- que cuya presencia en los laboratorios experimentales suele provocar algún tipo de de error o avería en los instrumentos utilizados (yo que soy bastante despistado entiendo las desgracias que le pasarían al pobre Pauli, aún suerte que aún no he quemado ni mi casa, ni ningún laboratorio xD).

Existe un prejuicio en la condición humana aún más profundo que cualquier otro y es de concepción filosófica, del cual creo que es imposible librarnos, y es nuestra tendencia a ordenar el mundo para buscarle un sentido. Nuestro cerebro está diseñado para esta labor, pero es posible que el orden que buscamos sea creado por nosotros mismos, como el principio de incertidumbre de Heisemberg en el que nos es imposible situar a un electrón, hasta que este finalmente es observado, y al observarlo su posición a la vez es modificada. ¿Hasta que punto es posible que estemos observando un universo caótico donde sea la visión humana la que crea unas estructuras de un orden inexistente.

Decía Borges respecto a la literatura que cada escritor crea sus propios precursores. Quizás nosotros como humanos tenemos la ilusión de ir descubriendo leyes físicas que creemos verdaderas y absolutas, para tener algo donde asir nuestra cuestión existencial. Pero quizás en realidad somos nosotros mismos los que estamos creando nuestro propio universo. Me imagino que es insoportable a nuestros ojos contemplar el cielo estrellado en la fría noche, y ser capaces de asimilar nuestra propia insignificancia como especie frente al infinito del universo.


PD. Por cierto este sábado 20 de octubre, asisto a conferencia y cena organizado por los Escépticos (ARP-SAPC), en la Papa (hora 19:45). Aún están a tiempo de apuntarse.

Mauricio J. Schwarz nos dará la charla “Pensar en tiempos de crisis”, donde nos hablará entre otras cosas de la práctica y el alcance de lo que llamamos “escepticismo”. Por qué no estamos “compitiendo” con los Íker Jiménez de este mundo, por qué la endogamia es malévola (yo leo tu blog, tú lees el mío y nos palmeamos las espaldas mutuamente), por qué no existe exactamente un movimiento escéptico (como no hay un “movimiento ingenieril” o un “movimiento antipostmodernista”), por qué no es buena la actitud del club, partido o peña y por qué es necesario militar más intensa y públicamente en estos tiempos en que el pensamiento racional sale por la ventana en todos los campos.

Aunque es muy probable que acabemos hablando y debatiendo sobre teorías de conspiración, de los atropellos de los medios a la razón, de la relación entre divulgación y escepticismo o de muchos otros temas en los que Mauricio es experto.

Nota. Buf la plantilla se me ha descontrolado, y estoy sufriendo lo indecible para colocar este post. Que rollo. Perdón si mis pruebas ocasionan alguna molestia en el reader.

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