La Librería

Pequeños retales de literatura

lunes, diciembre 22, 2014

Un recuerdo hacia Paco Porrúa y Aurora Bernárdez

Hay un motivo que suele obligarme a escribir por aquí y no es un motivo precisamente alegre; es ley de la naturaleza que las vidas muy vividas también tienen que extinguirse, como aquello que recitaba Jorge Manriquenuestras vidas son los ríos que van dan a la mar”. Hace unos días murió el editor Paco Porrúa. Era una de esas muertas que tampoco te sorprenden demasiado porque cuando uno ya ha pasado la barrera de los noventa años, ya vas a contracorriente en el tema de la vida y las probabilidades que cualquier día salga publicada tu propia esquela aumentan vertiginosamente.

Los méritos de Paco Porrúa en deben ser sin duda muchos, yo al menos recuerdo cuatro en su faceta como editor: fue el creador de la editorial Minotauro que abrió nuevos horizontes en el mundo de la ciencia ficción española; publicó a Tolkien; publicó Cien años de soledad de Gabriel García Marquez; y editó también Rayuela de Julio Cortázar cuando hasta entonces Cortázar seguía siendo un total desconocido para el gran público (vete a saber sin el trabajo y el acierto de Paco Porrúa si los cortazarianos hubiéramos podido descubrir los libros de Julio, yo al menos soy de los que piensa que muchos grandes escritores quedan olvidados en la cuneta de los devenires vitales).

Dicen que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, en el caso de Julio Cortázar -que grande lo era un rato con sus casi dos metros de altura- si que hubo una, pero más bien chiquita, porque ella en contraste apenas llegaba al metro sesenta… pero con una inteligencia enorme y un sentido del humor que conectó al instante con Julio, y aunque se divorciara de ella, sin duda fue la mujer de su vida. Dudo que Julio Cortázar se hubiera convertido en el escritor que se convirtió sin la compañía de ella. Me estoy refiriendo por supuesto a Aurora Bernárdez, que también nos dejó hace apenas un mes, después de una vida también exprimida de 94 años.

La mayoría de los críticos y biógrafos dan por hecho que el personaje de la Maga venía inspirado en una de sus amantes Edith Aron, pero yo creo que La Maga era más una especie de ideal femenino, influido en gran parte por la figura de Aurora. Cortázar en una carta dice que el libro en sí esta dirigido a Aurora, y que ella cuando lo leyó lloró tras leer la última página. Creo que sin Aurora Julio nunca se habría convertido en el escritor en que se convirtió.

Sirva esta entrada aparte del recuerdo a Paco y Aurora, también como homenaje a todos aquellos que siempre están detrás de la mano de cualquier escritor, en la sombra tanto como en la compañía como en el amor.

Paco Porrúa Aurora Bernárdez

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