La Librería

Pequeños retales de literatura

lunes, octubre 04, 2010

Metaliteratura (4º Parte). La autoficción.

La música siempre es inspiradora –le doy al play-. Ahora soy como el joven pianista alzo las manos, y me dispongo a descargar mi impulsiva inspiración sobre el teclado. Luego sólo viene el instante. Dejar que la música sea nuestra guía. Dejarse llevar por los pensamientos. Metaliteratura (IV) (esto ya tiene connotaciones de saga, comienzo a pensar que en cualquier momento aparecerá un castigado Rocky Balboa dispuesto a subir y bajar escaleras como un loco, mientras suena de fondo el Ojo del tigre).

Generalmente las listas de libros más vendidos se articulan en dos categorías FICCIÓN y NO FICCIÓN. Desde hace unos años para aquí hay un género híbrido que hay ido ganando cada vez más terreno en las publicaciones y me estoy refiriendo al género de la Autoficción. En la autoficción el escritor se presenta de una forma visible como personaje y ofrece una mezcla de historia autobiográfica y relato ficticio. Me interesa este terreno fronterizo por ser una especie de nexo –puente- entre lo que estaba hablando de la contraposición Escritor Vs Obra. De hecho si he hablado de que cualquier escritor se refleja en su propia obra, la autoficción no deja de ser sólo una relación mucho más patente de este vínculo.

Que recuerde ahora libros publicados basados en la autoficción: Las memorias de Coetzee; el libro Missing de Alberto Fuguet, el renombrado Soldados de Salamina de Javier Cercas o el libro viajero de Sebald Los anillos de Saturno. De todas maneras en las estanterías de las librerías es fácil encontrar muchos más. De igual modo podríamos hablar de manera más general de los libros que juegan en ese terreno confuso que está entre medio de lo real y lo ficticio como Shiki Nagaoka de Mario Bellatín o La literatura nazi en América de Roberto Bolaño.

Si intentamos hacer un grafo espacial que represente esta categoría de la autoficción literaria situándola en el dilema del Escritor Vs Obra, podríamos hablar de un abanico de cuatro posiciones.


Novela--Autoficción--Autobiografias--///--Biografías


Mientras que las tres primeras corresponden a la voz del propio escritor la cuarta correspondería a la del biógrafo. Este planteamiento al pensarlo me generaba un problema, porque no me gustaba esta separación que ocurría en los extremos de este grafo, donde el biógrafo se apartaba de su faceta escritora. Como ya dije antes, el mejor crítico suele ser en la mayoría de los casos uno de los mejores escritores, porque el talento tiene su piedra angular en el estilo, y éste no es patrimonio de nadie. Un ejemplo claro es Mario Vargas Llosa que tiene entre sus libros varios de crítica literaria (en los que aparte de debatir sobre alguna novela, por supuesto también analiza también la vida del escritor a la cual vincula inevitablemente la obra). Y tampoco me gustaba esa linealidad visual, que parece representar una línea temporal con un antes y un después.

Se me ocurrió entonces cambiar el grafo: que podríamos doblegarlo y formar una especie de círculo (algo parecido debió de pensar Cristóbal Colon en su famosa anécdota del huevo). De tal modo que el biógrafo queda enlazado con el propio escritor.

Una vez utilizadas dos dimensiones, era fácil ya era fácil imaginar una tercera. En la que idílicamente tomaría forma de esfera. Este grafo entonces correspondería a una geodésica. En el resto de la esfera estarían representados los otros géneros de la no ficción. Y los tamaños de cada parcela podría ser adjudicado según la proporción de libros publicados. Evidentemente la esfera se deformaría –como se deforma el universo cuando se expande-, pero al menos quedaría físicamente representado un espacio literario.

Y volviendo a lo de antes ¿Por qué están aumentando en las librerías las autoficciones publicadas? ¿Por qué también esos libros que dan a la ficción una pátina de realidad? ¿Y por qué también cada vez más se publican libros híbridos o fragmentarios? Quiero decir, siempre ha habido libros que exploran estos terrenos, ya desde las Marabillas de Marco Polo era normal juntar realidad y ficción, y sin embargo quizás a partir del positivismo la separación entre ficción y no ficción parecía haberse asentado, mientras que en estas últimas décadas nos encontramos con un intento de confundirlas.

Creo que hay un patrón de comportamiento que se debe a la época actual, y sin duda algunos de los catalizadores causantes de este cambio de perspectiva son especialmente la televisión e Internet (la cultura de la imagen).

Ya lo dije en una de los anteriores posts, pero sufrimos un exceso de información, lo que desemboca en una asimilación muy fragmentaria de la realidad; tenemos muchas más referencias culturales que antes, pero este exceso puede provocar un efecto contrario si no se sabe asimilar, y puede desembocar en que no se tengan referentes claros. Consecuencia de que prima más el exceso que la calidad. Si hablo desde una perspectiva sociológica podría hablar de una crisis de valores, de una cultura que en muchos casos desemboca en el egoísmo; en vivir las emociones al límite –esta sería la causa del aumento del consumo de drogas en la juventud-. Ya, ya… que se me está yendo la olla, ja,ja.

Esta realidad en la que nos encontramos provoca que a la hora de concebir una novela el escritor en muchos casos desarrolle una novela fragmentaria, el caso más flagrante que se me ocurre son los libros de Agustín Fernandez Mallo y la llamada Generación Nocilla (no sé si Ivan Humanes se considera perteneciente a tal, pero como es amigo, y su nuevo libro La emboscada también entraría dentro de este perfil fragmentario… pues lo publicito ahora). Remarco que aquí a veces se habla de “antinovela” como novela hecha de retales, pero bueno a mí esta clase de términos me suenan siempre demasiado grandilocuentes.

Y existe también un deseo de buscar realidad en la ficción. Cada vez vemos más cine rodado con cámara al hombro; más películas en su forma de “falso documental”; más programas televisivos tipo reality –con por supuesto inclusive toda la saga Gran Hermano-, y nos fascinan exposiciones como las que realiza el fotógrafo Fontcuberta en las que continuamente se explora esos límites que existen entre realidad y ficción. De igual manera la red se ha visto sobresaturada de blogs personales.

Ya el escritor y ensayista David Shields en su libro El hambre de realidad (Reality Hunger: A Manifesto) refleja bastante bien esta tesis. Ante la avalancha informativa buscamos cada vez más autenticidad aunque esta sea a través de medios virtuales, pero después de por ejemplo ver cientos de videos de youtube, ahora somos mucho más prudentes a la hora de emocionarnos, y le damos más o menos valor según si lo cataloguemos como “fake” o no.

Y así, aunque la novela concebida como clásica sigue dominando el mercado, ha perdido algo de terreno frente a estas nuevas publicaciones. El exceso de información tiene mucha más salida en la metaliteratura, que en la novela clásica. O al menos en su forma aparente y rápida, lo que no quiere decir que una novela bien leída y tomándose uno el tiempo de reflexión adecuado tenga quizás mucha más profundidad que una de estas novelas metaliterarias. Pero el exceso de información es de consumo rápido, como un McDonald’s que continuamente alimenta al cliente con sus hamburguesas.

De igual modo buscamos la realidad de estos escritores, y el género biográfico está en boga; curiosamente, en especial en el cine, ya que a mucha gente le sigue costando leer este tipo de ensayos. Aunque sin duda este tema está en el candelero literario de la actualidad; por ejemplo, hace apenas unas semanas se realizaron en Formentor unas jornadas literarias que llevaban el título “Las máscaras del yo”y en las que se debatió especialmente sobre la autoficción y el género biográfíco.

Otra pregunta que dejo abierta es: ¿cuándo un biógrafo analiza la vida de un escritor intenta ser totalmente fiel a ella? ¿O magnificará los detalles escabrosos de la vida que investiga? De nuevo entraríamos en las reglas del mercado y el marketing...

Pero ya escribí demasiado por hoy.

Català-Roca

…a los pies mi ciudad…

PD. La fotografía no tiene nada que ver con el post, pero tenía pensado pintarlo un poco frente a tanta letra. ¡Qué le voy a hacer! Yo también soy de esa escuela fragmentaria. Esta fotografía la encontré mientras buscaba los links que quería poner en este post. Es del fotógrafo Francesc Català-Roca y son las características tres chimeneas que hay en el Paralelo. La fotografía fue tomada hace unas décadas seguramente desde la ladera de Montjuïc (siempre he oído que por ahí hay/había una colonia gitana).

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4 Comments:

Blogger Ulschmidt said...

"El exceso de información tiene mucha más salida en la metaliteratura, que en la novela clásica."
Eso estuvo profundo. Hay un lector que recorta, que filtra, que no se entrega fácil al relato porque su vida es esquivar los relatos continuos de los quinientos canales de la tele, el marketing que lo asalta en la calle, la web, la radio, las letras de mi canciones y videclips. La metaliteratura construye rápido con ladrillos que ya están ahí. Me parece.

2:28 a. m.  
Blogger Ivan Humanes said...

He leído con mucho interés tu maravilloso artículo. Te doy las gracias por la publicidad. Y a tu pregunta o duda te contesto que, aunque sí que me atrae (y mucho) lo que hace Mallo o lo que escribe Fernández Porta, no me considero integrante de dicha generación. Es verdad que La emboscada participa del estilo fragmentario. Participa porque creí que para esa/s historia/s era la única forma posible de concebirla/s. No me convencía otra manera diferente de tratar la identidad. Ignoro si continuaré por esos caminos. Y en cuanto a la generación, nos acercamos en la edad, a lo mejor incluso a las "preocupaciones" de la época pero no creo que el tratamiento de la materia narrativa sea semejante. Tampoco la formación. Me considero más cercano a la literatura hispanoamericana que a la norteamericana y sus derivaciones. No sé, son impresiones. Tampoco te creas que lo digo con mucho convencimiento, es una sensación literaria. Un abrazo. Formidable post.

8:13 p. m.  
Blogger Ana Perpiñán said...

Estoy de acuerdo con Ivan, enhorabuena por la reflexión y a Coetzee, Sebald, Bolaño, añadiría porque me atrapan, las obras de Enrique Vila Matas, se autoficciona constantemente (casi me atrevería a decir que en cualquiera de ellas).
Por cierto, respecto al comentario de la foto, si quieres leer una estupenda novela cuyo germen nace en la barriada gitana de Montjuic, esa es El dia del Watusi, de Francisco Casavella, una gran socioficción.
Salud!

7:23 p. m.  
Blogger Vigo said...

Ulschmidt: Por seguirle la metáfora, la novela normal construye desde los cimientos, el recién premiado Vargas Llosa habla de la Novela Total, en la que el escritor fabrica un mundo. La novela metaliteraria es la que hace los acabados, pero que sin una sólida base puede caer al menor soplo de viento.
En el fondo en la lectura hay mucho de aprendizaje, y si uno no digiere bien lo que lee, pues tiene algo de tiempo perdido.
Es como aquello de Borges: se lee, se aprende, se olvida lo leído, y se construye con lo que uno ha olvidado.
Creo ;D



Ivan, gracias por tus palabras. Entiendo que a uno no le acaba de convencer que le metan una etiqueta de algo que uno sólo ha vivido tangencialmente. Quiero decir, si Mallo seguramente fuera alguien más cercano a tí, seguramente ya te sería más agradable estos encasillamientos. Tienes razón en lo de las referencias, pero aunque mallo es el eje principal de este movimiento, también algunos críticos han añadido otros escritores como Lolita Bosch cuyos referentes también son latinoamericanos.

Yo de todas maneras no interpretaría lo de "Nocilla" ni siquiera como un movimiento generacional propio de escritores españoles, para mí es más algo que tiene que ver con el mundo actual y la presencia de internet.

El escribir fragmentariamente, como decía, tiene que ver con el exceso de información de la red. Para mí muchos de los escritores que yo podría entender como pertenecientes a esta: "Generación Nocilla" tienen la cualidad que casi todos tienen blogs, y se mueven con una cierta comodidad por la red.

Ya te digo, que al menos es mi concepción, ya que es todo tan actual y tan novedoso, que ni la propia crítica formal ha dado unos parámetros o definiciones concretas.


Gracias Ana, (¡de alas y balas!), por pasarte de vez en cuando por este blog. Sí, Vila-Matas es otro de los referentes y posiblemente más claros, ya que la mayoría de sus libros y artículos tienen una gran parte de autoficción.

Llegará el día en que un biográfo se ponga a estudiar la vida de Vila-Matas y se va a hacer un lío entre lo que es verdadero y lo que es falso, que se le van a quitar las ganas de seguir escribiendo.

Sí, y en lo de Cassavellas tienes toda la razón, no lo he leído, pero es posible que mis referencias sobre gitanos en Montjuic vengan precisamente de algunas reseñas que he leido de sus libros. Leerlos, una asignatura aún pendiente (como tantas otras).
;D

4:58 p. m.  

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