La Librería

Pequeños retales de literatura

martes, enero 01, 2008

Justos por pecadores

Salvé el año en el último suspiro leyendo a Camus. Suena a titular de tableoide sensacionalista, pero es verdad. Lo juro. Cogí uno de los libros que habitan silenciososo entre los fantasmas de mi biblioteca. Me pareció adecuado para el año que acababa de expirar leer a Camus, porque Camus nunca defrauda, al menos esa es mi experiencia. La última lectura que llevaba en cuenta era Confesiones de un payaso de Heinrich Boll, un libro con absoluta carencia de fe, salvo sólo el amor perdido de una mujer, que no es que sea poco, pero si no reconduces ese sentimiento quedas postrado ante los golpes que da la vida. Tal vez otro día hable de esas confesiones porque al menos fueron sinceras y las entendí, pero me es mucho más fácil hoy hablar del bueno de Camus. El francés argelino es un gurú del camino correcto, de las dudas del alma, de la superación del dolor. Un gurú del siglo XX.
Leí la obra de teatro de “Los justos”. ¿Por qué? Procastinación, ¡Ah no! Quise decir predestinación. Mi nombre en hebreo viene a ser algo así como “Dios es juez” y cuando el problema es más bien una causa de fe, es bueno acudir a las casualidades. A falta de convicciones a uno no le queda más que seguir los impulsos. Supongo que jugar con la vida es otra manera de saborearla. Le ofreces tu tiempo como en una vieja ofrenda hacia los antiguos Dioses, y a cambio como decía el viejito ciego ves a los hombres como peones, moviéndose por el infinito tablero.
Los justos sitúa el argumento en una Rusa zarista, donde un grupo de revolucionarios se plantea cometer un atentado contra un duque de la realeza, para ello utilizará el método de lanzar una bomba de mano (Camus fue un visionario en muchos asuntos, incluso predijo que uno de los problemas del siglo XX sería el terrorismo de masas. Deberían de releerse sus trabajos). El argumento incluso lo podría vincular al post anterior donde mencionaba el reciente atentado que acabó con la vida de Benazir Bhutto, sólo que en este caso las tesis son más bien marxistas o leninistas: el asunto de la lucha de clases ¡y eso! La lucha contra la opresión, aunque el caso de Bhutto seguramente el concepto de libertad estaba representado precisamente por esa exprimer ministra de Pakistán a la que salvajemente le cercenaron la vida. El terrorismo que plantea Camus es el utilizado contra los que oprimen al pueblo ruso. El terrorismo desde el punto de vista del que siente odio hacia al sistema que le ha castigado toda su vida y también desde el punto de vista del idealista que pretende liberar a su pueblo.
No se piensen que la situación es maniquea, Camus es el primero en identificar a víctimas y a verdugos como parecidos, y lo que pretende es hacernos dudar de si los “justos” son realmente justos, aunque ellos crean que todo lo hacen por una cuestión de amor hacia su pueblo (vean también al respecto la película Los edukadores del austríaco Hans Weingartner). Víctimas y verdugos, aquellos que piden perdón, los que perdonan y aquellos que no quieren ser perdonados, todos en el fondo amalgamados por su carne viva. ¿Creen de verdad que los tres crucificados del Gólgota diferían tanto que no pudieran comprenderse los unos a otros? Y siguiendo los renglones torcidos de la Biblia saco a flote un tema más que capcioso: ¿de verdad no creen que a Judas no le hicieron una de las mayores putadas de la historia de la humanidad adjudicándole el papel de traidor?
Me estoy desviando... así que vuelvo con las orejas gachas a la obra de Camus. El argumento se complica cuando los terroristas comprueban que el carruaje al que pretenden atentar también lleva a varios niños de la nobleza rusa, y por ello deciden posponer temporalmente el atentado. El tema de si el fin justifica los medios es un debate que Camus ofrece en casi todas sus obras... y para Camus si no recuerdo mal la premisa básica era que para conseguir un fin justo no se nunca se podían emplear medios injustos. La sociedad que vivimos se rige por un mercantilismo de resultados y apariencias, es lógico que a muchos les choque esa dignidad moral de alguien como Albert Camus en nuestros tiempos. Aunque naturalmente, Camus también encontraría unos pocos que se adherirían a su causa, pero estos son hoy en día son sólo eso, unos pocos.
No desvelaré más sobre esta obra por si alguno asiste alguna vez a alguna representación de esta obra de teatro (véase esa palabreja inglesa que tanto me gusta pronunciar: expoiler). Pero sólo decir, que creo que a partir del segundo acto los diálogos ganan en profundidad moral y Camus consigue sobrellevarlos con bastante belleza. Una muestra:

(…)
DORA Hay demasiada sangre, demasiada violencia. Los que aman de verdad a la justicia no tienen derecho al amor. Están erguidos como lo estoy yo, con la cabeza alta, con los ojos fijos. ¿Qué pinta el amor en esos corazones orgullosos? El amor curva dulcemente las cabezas, Yanek. Nosotros tenemos la nuca rígida.
KALIAYEV Pero nosotros amamos a nuestro pueblo.
DORA Lo amamos, es cierto. Lo queremos con un vasto amor sin apoyo, con un amor desdichado. Vivimos lejos de él, encerrados en nuestras habitaciones, perdidos en nuestros pensamientos. Y el pueblo ¿nos quiere? ¿Sabe que le queremos? El pueblo calla. ¡Qué silencio, qué silencio...!
KALIAYEV
Pero eso es el amor; darlo todo, sacrificarlo todo sin esperanza de reciprocidad.
DORA Tal vez. El amor absoluto, la alegría pura y solitaria es lo que me quema, sí. En ciertos momentos, sin embargo, me pregunto si el amor no es otra cosa, si puede dejar de ser un monólogo, y si no hay respuesta a veces. Me lo imagino, ¿sabes?: el sol brilla, las cabezas se curvan dulcemente, el corazón abandona su orgullo, los brazos se abren. ¡Ay!, Yanek, si una pudiera olvidar, aunque sólo fuera por una hora, la miseria atroz de este mundo y dejarse llevar. Una sola hora de egoísmo, ¿te lo imaginas?
KALIAYEV Sí,
DORA, eso se llama ternura.
DORA Lo adivinas todo, querido, eso se llama ternura. Pero ¿la conoces de verdad? ¿Amas a la justicia con ternura?
(KALIAYEV calla.)
¿Amas a nuestro pueblo con ese abandono y esa dulzura o, por el contrario, con la llama de la venganza y de la rebeldía?
(KALIAYEV sigue callado.)
Ya lo ves. (Se le acerca; en tono muy débil.) Y a mí, ¿me amas con ternura?
(KALIAYEV la mira.)
KALIAYEV (después de un silencio): Nadie te querrá nunca como yo te quiero.
DORA Lo sé. Pero ¿no es preferible querer como todo el mundo?
KALIAYEV No soy cualquiera. Te quiero como soy.
(…)

Albert Camus –Los justos-

Todo el texto se puede encontrar en el Blog Abajo el Telón (al menos de momento salvo que SGAE u otros les de por intentar cerrar este tipo de difusión cultural).

Feliz 2008!!

Me voy otra vez a dormir un rato. Demasiado pronto me levanté hoy…. ;P
Nota: Me he despertado, y ya más de cuerpo presente, he intentado darle un poco de brillo al texto.

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