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Pequeños retales de literatura

lunes, diciembre 20, 2010

Aftershock

¿Quieren un método oriental seguro para soltar unas lágrimas? A bote pronto, se me ocurre que usted podría acudir al restaurante chino más cercano a su domicilio, donde se pedirá una ternera con cebolla (la que sirven hirviendo y que sólo destapan cuando te la ponen sobre la mesa). En el momento que la traigan, métase rápidamente alguna pequeña tira de carne humeante en la boca, hasta que su lengua eche chispas y sus ojos lágrimas. Otro método sería coger algún trozo de cebolla y restregársela por uno de los ojos a modo de limpiaparabrisas -en este caso estaríamos hablando del método stanislavski- hasta que sus ojos enrojezcan. Otro aún más gore; puede coger los palillos y clavárselos en algún lugar medianamente sensible como puede ser la entrepierna. Y en aras del pensamiento lateral, también se me ocurre un método para los más materialistas: péguele una patada al inmenso jarrón chino de la entrada y rómpalo en pedacitos, luego espere pacientemente a que le traigan la cuenta.

Sin embargo hay una manera sino más sencilla, al menos si menos dolorosa de buscar unas lágrimas en sus rostros -para luego saber como llorar puede consultar a Cortázar-. Busque una web en internet que se dedique al cine online; siempre recomiendo al respecto películas yonkis (reconozcámoslo: soy un yonki y necesito mi dosis semanal de cine en vena). Y una vez allí busque la película china Aftershock Una vez la película comience en streaming, solo queda disfrutar del visionado. La película dura unas dos horas, pero vale la pena. Escribo sobre ella porque me ha gustado mucho, y porque esta película no está demasiado “trillada” por internet, por lo que me hace más gracia dedicarle estas líneas.

La película Aftershock se estrenó hace unos meses, y ha sido una de las películas más taquilleras para el público chino, aunque de momento no ha tenido demasiada repercusión en el mercado occidental. Sin embargo creo que es más por desconocimiento y desinterés que por otra cosa. Hasta ahora el circuito cinéfilo mayoritario sólo admitía a los directores chinos que rodaban películas legendarias de artes marciales como Zhang Yimou (supongo que en evolución de las películas de Bruce Lee o Yackie Chan) u otros directores más enmarcados dentro del propio mercado hollywoodiano como Ang Lee. Salvo estas posibilidades, son pocas las películas chinas que saliendo de estos cánones alcanzan el mercado occidental. La película Aftershock de Feng Xiaogang es una de ellas, que apenas ha traspasado fronteras, aunque espero esto cambie si hacen justicia y la nominan a los oscars como mejor película extranjera. Dudo que hayan muchas candidatas mejores.

La película está basada en el libro de Zhang Ling, y es un homenaje a las víctimas del terremoto de la región Tangshan. Este tono de homenaje recuerda La lista de Schindler de Spielberg, sólo que mientras que Spielberg busca más la acción, y los cambios de escenario para contar una historia, Xiaogang cuenta una historia mucho más sencilla con menos personajes menos diálogos, pero quizás por ello con mucha más hondura. La lista de Schindler me impactó y me gustó, pero en ningún momento me tocó tanto la fibra sensible como lo ha hecho Aftershock.

El seísmo de Tangshan ocurrió la madrugada del 28 de julio de 1976, donde la tierra tembló con una magnitud de 7,8 grados escala Richter. El resultado fatídico de ese terremoto y la réplica que hubo al día siguiente, fue la cifra de 240.000 muertos. En la película el terremoto está rodado con grandes efectos especiales (utiliza al equipo que colaboró en los efectos especiales del Señor de los anillos), pero estas imágenes no ocurre como en las películas americanas donde casi toda la película se centraría en el desarrollo del terremoto y en las acciones heroicas del personaje principal. En Aftershock el terremoto sólo dura unos minutos de metraje, y en realidad es el escenario que provocará que una madre se separe de su hija, y a partir de ahí lo que el director nos enseña es el paso de los años en la vida de los que sobrevivieron, y como se crea el conflicto de intentar seguir con sus vidas hacia delante, mientras mantienen en el interior sentimientos lastrados de culpa, dolor, rabia, amor y esperanza, de aquellos días que les cambiaron la vida.

Aftershock

Algunos dicen que la película es demasiado melodramática, pero creo que el hecho en sí es melodramático, y por tanto esta sensiblería es inherente a la historia de la película. Es más, Xiaogang creo que evita algunas escenas del final de la película, en las que podría haberse aprovechado para buscar la lágrima del espectador, y que sin embargo decide no rodarlas.

Y no cuento más porque lo que pretendo es animar a alguien a verla, y creo que en este caso es mejor que uno vaya asimilando la película al ritmo que marca el director, para que uno vaya descubriendo cada matiz poco a poco.

Respecto al tema político es bastante curioso, por un lado se plantea la política demográfica que parece que reina en las familias chinas, a mi modo de ver creo que hay algo de crítica soterrada en el dilema de la madre, pero por otro lado los militares chinos leales a Mao parece que salen bien parados en la película. De todas maneras pese a mi reconocimiento al cine chino tras ver esta película, también me parece que apelando a las noticias diarias, debo aportar mi granito de arena, y denunciar al gobierno chino respecto a la privación de libertad a Liu Xiaobo para que pudiera acudir a recoger el premio Nobel de la Paz.

Y ya que estoy en plan alegatos, hago otro que ya es habitual en este blog, hacia la piratería. La película de Aftershock hoy la vi desde una web desconocida, ya que al acudir a yonkis me he llevado la sorpresa de encontrarme un cartelito denunciando la llamada Ley Sinde, que imposibilita el acceso a la web de descargas. La Ley Sinde para los que no lo sepan propone cerrar webs que estén bajo sospecha de violar leyes de Propiedad Intelectual sin demasiados miramientos y hay algunas webs como yonkis que creen estar en el punto de mira.

Mi postura ya la he explicado aquí más de una vez, me jode depender de las distribuidoras y de la incomodidad de tener que ir en unas fechas a determinados cines, y me jode la mala programación cinéfila de la mayoría de las cadenas televisivas que me impide disfrutar de series o películas que sé que son buenas (el paradigma de la globalización cultural respecto la tele), y que probablemente nunca pasarán por España. A parte del dinero que se me iría si tuviera que pagar por toda la cultura que me gusta consumir. Por todo ello, mi conciencia “pirata” de saltarme algunas normas que creo arcaicas para los tiempos que corren, está bastante tranquila. El cine por internet ha venido para quedarse, así que deberían buscarse unas maneras de distribuir el cine por internet de una forma gratuita para el consumidor (hay una bonita palabra al respecto que se llama “publicidad”). El problema es que la mayoría de los que se quejan de la piratería son semianalfabetos informáticos y lo único que ven es que alguien les está robando parte de su pastel, cuando deberían de comprender que alguien ha servido otro pastel en otra mesa, y cuando antes levanten el culo de sus sillas y se pongan a trabajar al respecto, más rápido podrán comer también del otro pastel.

El meollo y de lo que algunos reaccionarios aún no se han enterado, es que en esta época cibernética en la que vivimos, la industria cultural gira entorno al consumidor y no entorno a las distribuidoras.

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