Si Macedonio Fernández fuera Orfeo, si un bonsái fuera un trébol, y si mi abuelo tuviera...
Hoy tuve un extraño sueño. Me desperté con un vago recuerdo de haber tenido una hija que se llamaba Talita. Apenas quedaban en pie algunos jirones del sueño, sólo una sensación de bienestar mientras me desperezaba entre las sábanas. ¿Talita? me pregunté. Nunca conscientemente hubiera pensado en Talita como un nombre para mi hija. Mi mente intenta desentrañar las telarañas de este recuerdo.¡Talita! Como la Talita que aparece en la Rayuela de Cortázar, ¿por qué acudiría ese nombre a mi subconsciente si igual hace años que no lo recordaba? Talita es la esposa de Traveler, el doppelganger de Oliveira, y Talita es en cierta manera el reflejo de la Maga. Quizás Maga o Marga hubiesen sido nombres más adecuados, pero ¿Talita? Otro nombre que resuena en mi cabeza es el de Tabitha King, esposa de Stephen King, y a quien el rey del terror dedica algunos de sus libros. Tal vez esta conjunción de Talitas y Tabithas explosionaron de alguna manera extraña en mi cerebro, y dieron a luz a mi pequeña Talita.
Pero ¡Diablos! ¿Por qué soñé que tenía una hija si este tipo de pensamientos me suelen quedar generalmente tan ajenos? La cuestión es que el dia anterior había visto la película Origen (Inception es el título original) de Leonardo Di Caprio, donde una especie de ladrones de recuerdos utilizan normalmente los sueños para robar pensamientos –sin importarles la propiedad intelectual ja,ja-. Y también son capaces de implantar ideas, mediante un método peligroso que denominan Origen. Generalmente usan el subconsciente de Di Caprio (Cobb), donde suele aparecer una peligrosa proyección de su esposa muerta, la actriz francesa Marion Cotillard (Mal). Ella vive en el sueño y pretende que Di Caprio renuncie a la realidad y se quede a vivir con ella en el inconsciente.
Esta tarde me dio por leer el libro Bonsái de Alejandro Zambra. Lo leí en pdf, es de hecho el primer libro que leo así en mi ordenador, ya que generalmente se me hace pesado leer páginas y páginas por pantalla, pero como el libro es corto y tenía ganas de leerlo pues me puse a ello.
El libro es extraño y tristemente hermoso. Habla de dos jóvenes Emilia y Julio, que viven un amor de juventud que se cimienta con el amor de ambos hacia la literatura. Van compartiendo lecturas hasta llegar al cuento Tantalia de Macedonio Fernández, su lectura les desconcierta, poco después se separan. Emilia coquetea con las drogas, y Julio mientras tanto vivirá una vida aislada, su obsesión después de otro amor frustrado se volcará en el cuidado de un bonsái. Años después se enterará del suicidio de Emilia, lo que le dejará en un estado totalmente confuso.
Para rizar el rizo leí Tantalia, el cuento es al más puro estilo de Macedonio, que mezcla narración con pensamientos filosóficos del narrador, y aunque a veces me pierdo entre tanta divagación filosófica, he de decir que las partes que entiendo son excepcionales (resultará al final que Borges tenía razón).
Dos jóvenes sin nombre (El y Ella) sufren una crisis en su relación cuando en el decrece su capacidad afectiva. Ella le regala un trébol que simbolizará su amor. Al principio el cuidado de la planta hace que la sensibilidad de El renazca, pero pronto el temor a que la planta se muera, y que esto sea una señal de que el amor entre ellos también ha muerto, hace que se obsesione. Por eso decide devolver la planta a un lugar lleno de tréboles donde sea imposible volverla a identificar. Sin embargo El con temor de volver a recaer en la abulia sentimental, decide arrancar otro trébol, pero a este en vez de cuidarlo, se dedicará a torturarlo.
La vida de Macedonio Fernández quizás es seguramente el “origen” de esta idea. Macedonio conoce a Elena de Obieta, se casa con ella y tienen cuatro hijos. Años después Elena de Obieta muere en una operación quirúrgica. Macedonio abrumado por esa muerte abandona su profesión de abogado, y deja el cuidado de sus hijos a abuelos y tíos. A partir de entonces vivirá una vida bohemia de pensión en pensión, y refugiado únicamente en la literatura.
Tal vez padeciendo alguna especie de alexitimia (incapacidad para sentir y comunicar sentimientos), que le impedirá volver a enamorarse. Tras la muerte de Elena, compone el poema “Elena Bellamuerte”, en el que evoca la presencia de Elena y el triunfo de esta sobre la muerte.
Creo que si Macedonio Fernández hubiera encontrado de nuevo a Elena de Obieta en sus sueños –hacia aquí me dirigía después de tanta palabrería- como Cobb encuentra a Mal en Origen, se hubiera quedado allí durmiendo para siempre, reunido en su paraíso particular con su esposa y sus hijos. Un lugar donde poder vencer a la muerte, y envejecer juntos.
Foto de Marilia Campos
Etiquetas: Cine, Literatura
3 Comments:
Talita es feo,pero Marga...
Debes cenar menos :)
Quizás podría mejorar Talita por Thalia, ¿No? O demasiado exótico? Pero sin acento en la í que no mola entonces y además la peña se pensaría que soy un fanático de la cantante o peor, de los culebrones. Aunque no sé si existirá así: thalia como el Talio (metal) Tengo formación química y ponerle a tu hijo el nombre de un elemento de la tabla periódica tiene su rollito.
Lo de cenar... bueh, puede que al final de las navidades engorde algún kilito. Que se le va a hacer.
Me encanta los bonsai. Muy buen post.
Saludos,
Simple Torsión
Publicar un comentario
<< Home