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Pequeños retales de literatura

miércoles, enero 01, 2014

The Dark Side of the Moon

Programo. Dos ceros. El reloj del nuevo año ha comenzado de nuevo a andar en un irremediable tic tac.

Es noche de fin de año, mientras escribo esto, busco desde la ventana de mi escritorio a la luna. Decía Borges aludiendo a los persas que ellos decían que la luna era “el espejo del tiempo”. La idea me imagino que proviene de que por un lado siempre se ha hablado de esa cara de la luna que nos mira, unida a esa luminosidad que nos presenta ese astro hermano, provocada por el efecto del reflejo de la luz solar. Luna Y en ese brillo característico los poetas han encontrado una bonita veta a la que aferrarse: luna de plata, luna de nácar, espejo de luna… El espejo también emparenta a la luna con la fragilidad femenina, y lo del tiempo me imagino que indica que mucho antes de que el hombre fuera hombre, la luna ya giraba entorno a la Tierra.

Entrado el nuevo año, podría ponerme ahora a hacer balances sobre éxitos y fracasos, pero ahora que he mirado a la luna prefiero enajenarme un poco y hablar sobre algo que pueda interesarme más que mirarme el ombligo. Tan, tan, Tachán. No lo imaginan. El tema elegido por el voto unánime de mis neuronas es: la luna, y concretamente, la cara oculta de la luna. Pero expongámoslo sin demasiadas metáforas; analizando este fenómeno astronómico desde un punto de vista más físico que otra cosa, y así nos ahorraremos magulladuras.

La superficie de la luna es solo observable en un 59% desde la Tierra, el por qué de este hecho es que la luna tarda el mismo tiempo en rotar sobre si misma que en dar una vuelta sobre la Tierra, el fenómeno desde luego es mucho más comprensible si uno ve un modelo en el que se represente este movimiento.



(el desplazamiento real de la Luna respecto a la Tierra es el que aparece a partir del minuto uno)

Este tipo de movimiento provoca que una parte de la Luna siempre esté vedada a la mirada de los terrícolas. Los datos cronológicos de los hitos de esta respectiva carrera espacial son los siguientes: en 1959 los soviéticos capitaneados por el ingeniero Serguéi Korolev (tambien escrito Koroliov), impactan la sonda Luna 2 sobre la superficie lunar (entre los mares Imbrium y Serenitatis). Convirtiéndose en el primer objeto fabricado por el hombre que alcanzó otro cuerpo celeste.

Korolev

Korolev junto a Laika (la pobre moriría en acto de servicio)

Solo unos meses después la sonda soviética Luna 3 fotografió por primera vez este lado oculto de la luna. La procedencia de la sonda no es baladí, ya que al ser los soviéticos los primeros en poder contemplar la geografía lunar de este hemisferio, también fueron los que dieron nombre a los accidentes geográficos que esta presentaba y así los fueron bautizados mayoritariamente con el nombre de científicos de la URSS (El propio Korolev tiene agenciado en esta cara oculta de la luna su propio cráter). Algunas voces decían que los primeros en llegar a la luna podrían reclamar los derechos de posesión sobre ella, pero por suerte esta teórica de la propiedad finalmente nunca se llevó a cabo.

Sello

Sello conmemorativo ruso

Nueve años más tarde, los norteamericanos se ponían las pilas y en 1968 el astronauta William Anders durante la misión del Apolo 8, pudo observar directamente la cara oculta de la luna. Pese a ser el primero en contemplar este espectáculo no pareció conmoverse demasiado y se mostró bastante indolente en su relato de los hechos: “este lado de atrás se parece al arenero en el que juegan mis hijos. Aquí no hay nada más que baches y agujeros.

Y ahora hagamos el salto mental. Hay una palabreja que aprendí hace unos años en un contexto totalmente distinto, mientras leía uno de los libros de Stephen King (escritor al que todavía pienso que la historia literaria algún día le hará justicia convirtiéndolo en una especie de Poe contemporáneo). El libro en cuestión se trata de Rabia (Rage), donde un estudiante armado se encierra secuestrando al resto de compañeros de su clase.

En ese libro Stephen King habla de “el terminador”, como la línea que separa la parte iluminada de la parte de la sombra de un planeta. Indagando sobre este término, saco el dato que esta línea existe realmente con ese nombre, y que en el caso de la luna avanza a unos 15 km/h sobre el ecuador lunar. Lo curioso del terminador es que debido a que en éste, llega a él una luz rasante procedente del sol, hace que se alarguen las sombras de los accidentes geográfícos, por lo que facilita la observación a los aficionados a la astronomía que pretendan identificar la orografía lunar.

Es por eso que el terminador presenta una claridad determinante, y King ahí tiene una de sus genialidades al hacer un paralelismo entre este suceso y la psique humana. Si nos comportamos con una bipolaridad digna de un caso de Jeckyll y Mr Hyde, el terminador entonces sería un estado de lucidez que aparece justo antes de que nos invada la locura, en este caso, la que sufre el protagonista de Rabia, cuya historia comienza así:

"La mañana en que la armé era espléndida; una magnífica mañana de mayo. La hacían magnífica el hecho de que no hubiera vomitado el desayuno y la presencia de la ardilla que había captado mi atención durante la clase de álgebra II."

Es esa observación de la ardilla, la que King destaca en las primeras páginas del libro, como si la mirada atenta sobre la ardilla tuviera una precisión anormal que indicara que algo está fallando en la vida de este estudiante (unos detalles que bien pudiera haber relatado un autor como David Foster Wallace, y su acostumbrada exigencia descriptiva). Cito ahora el texto Stephen King;

"Y entonces me sucedió algo muy curioso... En cada uno de nosotros debe de existir una línea muy clara, como la que separa el lado iluminado de un planeta del lado de sombras. Creo que esa línea se denomina el «terminador». Es una palabra magnífica para describir qué me ocurría, porque en un instante me sentía absolutamente excitado, y al instante siguiente estaba más frío que un témpano."

(El libro entero se puede leer aquí)

Es como esas bombillas que justo antes de apagarse queman su hilo incandescente produciendo un limitado pero intenso brillo, y luego algo se funde en el cerebro de la persona, y uno deja de ser uno mismo. La luna como un queso lleno de agujeros gruyere, y el cerebro en la zona oscura se vuelve queso derretido.

Y si quieren este post también tiene banda sonora en manos de Pink Floyd.

Y se acabó. Feliz año 2014!

(ole! ole! El blog se ha actualizado)

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4 Comments:

Blogger Doctora said...

No sé que pretendería encontrar el William Anders ese al otro lado de la Luna, ¿un bingo?.

Feliz 2014 :)

3:40 p. m.  
Blogger Vigo said...

Ja,ja... igual es que los americanos siempre han sido muy peliculeros.

http://www.youtube.com/watch?v=HPo_AW3m81I


Feliz 2014 Bea! Y sigue haciéndome reir tanto como lo haces :)

7:00 p. m.  
Blogger Unknown said...

Si Ricard leyera tu post, podríais hablar durante muchas horas de conspiraciones, bases lunares, fraudes y reptilianos que se esconden entre nosotros. Yo simplemente, contemplo la luna y me siento pequeña ante un mundo por explorar.

4:52 p. m.  
Blogger Vigo said...

Sí Neus, ya recuerdo que el día del zoo Ricard me estuvo hablando un poco del tema: extraterrestres, conspiraciones y cosas de esas.

Pero bueno, yo es que no creo en nada de eso, bueh, en conspiraciones sí, pero normalmente las que hay siempre son por asuntos relacionados con el dolar.

Pero a mí me gusta la gente como tú, es como La Maga de Rayuela (que ya me imagino que durás penas sabrás de que te hablo). Pero en la novela de Cortázar, Oliveira lo racionaliza todo y sin embargo no puede tener esa magia de ella.

Te recomendaría la novela, pero no es una novela sencilla, y a mucha gente le aburre, así que mejor lo dejo ahí.

Y gracias por comentar Neus. Y como ya debo haber dicho alguna vez, perdón si tardo mucho en contestar, pero es que a veces no me entero de los nuevos comentarios.

D.

2:01 p. m.  

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