Dos muertes, dos dictaduras y dos dramas
Murió ayer el poeta argentino Juan Gelman, y por sentir que es una de las figuras claves la literatura argentina me esfuerzo en escribir estas líneas, en esta sequía intermitente en que se han convertido los posteos que aparecen en mi blog.
Realmente no sé demasiado de su poesía ya que lo poco que he leído de él puedo decir que tampoco es que me haya llegado demasiado, porque sus poemas siempre me han parecido bastante sencillos, a mí que me suelen gustar los poemas cuanto más alambicados mejor. Pero eso sí, leyendo a Gelman he percibido un humor sutil que me hace una cierta gracia, y eso me hace salvar su poesía de mi quema particular.
Pero lo verdaderamente interesante para mí de Juan Gelman es su drama biográfico, su lucha durante las últimas décadas por la defensa de los derechos humanos, y en especial la denuncia latente que significaba su persona para el triste periodo argentino en el que gobernó la dictadura militar de Jorge Videla.
Aunque el escritor se salvó de la persecución al poder huir a México, se vio forzado a sufrir uno de los mayores calvarios que puede soportar un padre: su hijo y su nuera –ella embarazada- (20 y 19 años respectivamente), formaron parte de las listas de los “desaparecidos”, palabra que en cierta manera no deja de ser un eufemismo de aquellos que fueron detenidos, torturados, y asesinados por la dictadura de Videla durante el llamado plan Cóndor. Después de la lucha de Gelman durante años y años por la recuperación de la memoria, al final pudo dar respuesta a la desaparición de su hijo al encontrarse sus restos empaquetados en un bidón relleno de cemento, el análisis forense determinó que la muerte se debió a un tiro en la nuca.
Rostros de desaparecidos por la dictadura argentina
De su nuera nunca se encontró el cadáver, pero Juan Gelman tuvo una alegría de última hora ya que tras una ardua búsqueda de muchos años finalmente pudo encontrar a ese bebé robado convertido en una chica de 24 años, la joven Macarena. Los últimos años de la vida de Gelman se le vio acudir a distintos actos acompañado de su segunda mujer Mara LaMadrid y de esta recién aparecida nieta.
Y esta otra noticia que ahora explico no tiene nada que ver, salvo que es fruto de otra muerte reciente la de Marina Ginestà en París a la edad de 94 años, cuyo destino también fue truncado por otra dictadura, en este caso la de Franco.
Marina Ginestà no dejaría de ser un nombre anónimo de los que tuvieron que sufrir el drama del exilio después de que acabara la guerra civil española, sino fuera porque el fotógrafo Juan Guzmán (Hans Gutmann) la retrató a esta joven de solamente 17 años, a principios de la Guerra Civil con fusil al hombro, sobre la azotea del Hotel Colon de Barcelona.
Marina Ginestà el 21 de julio de 1936.
Marina explicó luego en alguna entrevista, que en esa foto en la que aparece sonriente con su cabello al viento, fue tomada cuando los milicianos se acababan de apoderar del Hotel y se encontraban eufóricos; los clientes se habían ido, y aquellos jóvenes soldados se encontraban disfrutando por primera vez de algo parecido a la que debía ser la vida de los burgueses. Tuvieron que pasar aún muchos días para que aquellos jóvenes entendieran que sus ingenuos sueños acabarían enterrados en los efectos dramáticos de una devastadora guerra que sumiría a España en una de las etapas más grises de su historia.
Y ya está… vamos despierten. Hoy es jueves, son las 7.20 de la mañana, y hace hora y media que ya estoy despierto.
Etiquetas: Argentina, España, Fotografía, Historia
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