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Pequeños retales de literatura

miércoles, febrero 10, 2010

Si cantara el gallo rojo, otro gallo cantaría.

Comienzo un post, y después de escribir unas líneas sobre algo que quiero contar, mi mente divaga y se desvía hacia cualquier otro tema, y cuando me doy cuenta que lo escrito no guarda la unidad suficiente para postearlo, y encima es demasiado largo, me toca tirarlo todo a la papelera, y enfrentarme de nuevo con la hoja en blanco, intentando decidir que es en realidad lo que quiero postear.

Pero la premura de los días me incitan a dar un resultado. Hay tantos hechos que me apetecería dar cuenta: murió el anacoreta de Salinger, y también en estos días murió otro importante escritor de referencia: el argentino Tomás Eloy Martínez. Otro día igual incido más en alguna de estas personas, pero hoy toca hacer un homenaje a otra persona que no nombraré, porque también me gusta guardar mis propios secretos pero ahí va esta pequeña historia.

Primero un recuerdo: cuando era pequeño mis hermanos y yo, y viajábamos en largos viajes en el coche con mis padres, siempre mirábamos con mucha desconfianza los gustos musicales de estos. Y salvo que nos dejaran a nosotros poner la música… la otra opción era intentar dormir durante el viaje -solución también mucho menos sufrida para tantas horas en el coche-.Me imagino que para mi padre tampoco debía ser una diversión el conducir durante tantas horas, pero para nosotros desde luego era aburridísimo pasar tantas horas encerrados viendo el cansino horizonte de la carretera. Así que dormir era todo un arte para nosotros, los tres hermanos apretados en los asientos de atrás buscando un hueco donde apoyar nuestras cabecitas. Había todo una metodología, y una de las más básicas era intentar evitar ser el que pringaba colocándose en medio de los otros dos –era el peor lugar para dormir-, y la otra era intentar ir con los ojos cargados de sueño (para ello el día anterior a cualquier viaje largo uno intentaba dormir lo menos posible). Recuerdo que entre algunas de las torturas auditivas que sufríamos estaban las zarzuelas, las jotas, y también destacables las casettes de los sabandeños (eran una especie de habaneras canarias aunque quizás con un poquito más de ritmo). Por el contrario entre los grandes hallazgos, estaban las canciones populares y en especial las canciones de la Guerra Civil Española. No importaba que fuesen del lado nacional o republicano, sonoramente todas tenían una fuerza especial; una especie de épica romántica.

Esa igualdad musical siempre me parecía un reflejo de esas dos Españas de las que hablaba Machado, tan hermanas y tan distintas. En mi familia mis dos abuelos estuvieron en bandos contrarios, y este detalle no deja de ser un hecho común entre los españoles de entonces. Las mismas familias desarrollan curiosas relaciones de sangre. Genes parecidos y en cambio posiciones completamente distintas de la vida (creo que leí hace poco que la moralidad en los niños no se desarrollaba hasta los 10 o 12 años).

Pues bien uno de esos casos –al menos el que hoy me apetece comentar- es el de Rafael Sanchez Mazas, uno de los fundadores de la falange que entre sus hijos tuvo al escritor Rafael Sanchez Ferlosio y también al cantautor Chicho Sanchez Ferlosio. Para más información pueden leer la novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina, o ver la película homónima de David Trueba –yo les confieso que en el ajetreo de la vida aún no he hecho lo uno ni lo otro-. Pues bien, Chicho Sanchez Ferlosio me imagino que debió de ser la oveja negra para la familia ya que fue un convencido antifranquista, y militó durante unos cuantos años en el partido comunista, aunque luego viendo la realidad de los regímenes soviéticos, se desencantara -como tantos otros-.

Este cantautor compuso bastantes canciones que se hicieron populares, aunque no se preocupase demasiado por grabarlas, y tal vez por ello y a que su nombre fue casi silenciado por el régimen, muchos creyeron que sus canciones fueron contemporáneas a la Guerra Civil desconociendo el autor. En realidad, fueron hechas varias décadas posteriores. Y sin embargo estas canciones tienen esa épica que yo disfrutaba cuando viajaba en el coche con mis hermanos y mis padres.

Este es un bonito video que he encontrado en youtube de una de las canciones más populares de Chicho Sanchez Ferlosio, El gallo rojo, aunque en este video la voz es del cantante Rolando Alarcón.

“Si cantara el gallo rojo, otro gallo cantaría…”.
La letra me recuerda a lo que hablaba hace unos días de las ucronías. El tema de la ucronía republicana la verdad es que no está muy desarrollado en el imaginario popular, pero creo que es todo un filón a desarrollar. ¿Qué hubiera pasado en España si hubiera ganado el bando republicano? No puedo contestar seriamente a esta pregunta. Lo único que puedo decir es que tengo la extraña intuición que los republicanos estaban predestinados a la derrota desde un principio; quizás esta convicción me venga porque en el bando franquista estaban los poderes habituales que suelen “dominar” a la gente en su sentido más amplio. Bah!! Hoy lo dejo todo a su imaginación.


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