La Librería

Pequeños retales de literatura

viernes, septiembre 24, 2010

Orsai en revista y otras pequeñas locuras

Un paréntesis a mi divagación metaliteraria, que ya que mi estimado Ulschmidt me pide que le siga echando leña a la máquina pues haré algún capítulo más. Pero me apetece hoy hacer un pequeño intervalo con algunas cosillas que me apetece comentar aunque sólo sea levemente.

1) Hernán Casciari prepara una revista. Miro Orsai porque hace unos días me enteré que Hernán tenía un nuevo libro en las librerías: “El nuevo paraíso de los tontos”. Me encuentro con la sorpresa de que Hernán Casiari lleva un año sin escribir en su blog, y precisamente ayer le dio por retomar el blog.

“Voy a cumplir cuarenta. Lo escribo así, de sopetón, para que se asusten los lectores jóvenes. La famosísima crisis es inminente. En las vísperas redondas (los veinte, los treinta) me pregunté siempre lo mismo: ¿cómo se esquiva una crisis que acecha? Cuando estaba a punto de cumplir los treinta cambié de país, de siglo y de estado civil. Hice todo eso nada más que para distraer mi crisis. Ahora viene otra, más intensa, y algo tendré que hacer. Un volantazo fulminante que me haga olvidar lo más terrible: que quedan diez años menos”.

El otro día cenaba con M. en un tailandés y en un momento por una chorrada dije mi edad y tras decirla, él me corrigió. Pues sí tenía razón. Tenía un año más. De repente me ha caído un año más. Bueh, ya se sabe que yo en ciertos temas soy muy despistado. Cada vez más cerca también de la crisis de los cuarenta. Joer!! Como pasa el tiempo. Pero como es posible morir si en este mundo no has logrado vivir.

El estilo de Casciari sigue siendo una maravilla, sin duda es una de las mejores plumas de las que hablaba el otro día. Me alegra que le vayan bien las cosas.

Bueno, como ya anunciaba antes: la noticia bomba, ¡Casciari con su amigo Chiri van a comenzar el proyecto de una Revista! ¡¡¡Wuau!!!


2) Felicidades a mi querida amiga bloguera Beatriz, que cumplió ayer también dos años en la brecha. Y que también fue su cumpleaños.

NSPC ni quiero serlo, porque yo lo valgo.

3) Al amigo Ricard lo despeñamos desde la montaña en la baixada de carretons de Folgars de la Selva. El artilugio era una magnífica obra de metalurgia hecha por M. que le fabricó un increíble Batmovil. Carretons El vestuario: Ricard vestido de Batman vino a cargo de I. Y yo me encargué de los efectos pirotécnicos: unas tubitos que soltaban mucho humo. Aún no me han pasado el video pero desde luego fue espectacular ver a Ricard saludando desde su Batmovil en plan Rey de España mientras hacía la bajada. Y lo mejor, es que se lo devolvimos a Neus sano y salvo. :D


3) Por destinos cruzados he estado estos días escribiéndome con la amable Monica, que también está un poquito loquita, pero me hace mucha gracia, ¡me parece mentira que este vídeo lo haya visto tan poca gente!

Monica y su hija Cris felicitando las fechas navideñas




4) Ayer estuve en el concierto de Loquillo que abría la Mercè (igual se notaba por uno de los links que he puesto je,je). Una pasada poder tener la oportunidad de escuchar al Loco con sus temas de siempre acompañado de Leslie de Los Sirex, Carlos Segarra de Los Rebeldes, Santi Balmes de Love of Lesbian, y nada más y nada menos que Sabino Méndez autor de tantas inolvidables letras.



LA MATARE
(Loquillo)

Letra: Sabino Méndez

Me emborrachaba entre sus brazos
Ella nunca bebía, ni la vi llorando
Yo hubiera muerto por su risa
Y hubiera sido su feliz esclavo
Uh! ¡Qué dolor sucio y traidor!
Uh! ¡Me envenena el corazón!
Se que ella nunca enloqueció
Jamás perdió el control
Quiero verla bailar entre los muertos
la cintura morena que me volvio loco.
Llevo un velo de sangre en la mirada
Y un deseo en el alma: que jamás la encuentre

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jueves, septiembre 16, 2010

¿Qué es la metaliteratura? (3ª Parte)

Estamos felices. Irradiamos felicidad. Aunque sólo sea un flow. Así que voy a hacer una tercera parte a la "metaliteratura". Quizás la parte más espesa. Pero creo que quizás falta a lo ya escrito alguna apostilla. Tras lo escrito, al menos habré perfilado mi percepción de la metaliteratura y al menos no me quedará la sensación de haberme dejado pensamientos importantes en el tintero. Si le sirven a alguna persona para reflexionar habrá valido el esfuerzo.

Primero aclaro que para mí dentro de la creación artística considero que hay unas artes que debido a una especie de sencillez han evolucionado más y me refiero a la pintura o la escultura por ejemplo. Considero, a grandes rasgos, más fácil definir profundamente un cuadro que definir una novela, y por tanto toda teórica de la pintura es ciertamente más sencilla que cualquier intento global de crítica literaria (por algo un cuadro suele pintarse en menos tiempo que lo que se tarda en escribir una novela). Y esta diferencia de sencillez, provoca que estas modalidades artísticas –no estoy diferenciando en mayores y menores- han evolucionado más en la teórica que lo que ha podido evolucionar la literatura que arrastra demasiados anclajes, demasiados ángulos, demasiadas teóricas.

Comenzaré ahora con algo anecdótico, pero no tanto. Uno de los artistas más cotizados en el arte contemporáneo es el artista británico Damien Hirst, cuyas obras en las subastas de Sothebys se tasan en cifras astronómicas –hablamos de cifras de varios millones de euros-; lo que desemboca por supuesto en igual número de alabanzas, como de críticas y envidias. Entre sus obras más famosas están las de esos animales que una vez muertos los coloca en tanques de formol (recuerdo su serie de tiburones, y también una vaca partida en secciones).

No sé si los hechos que voy a contar son totalmente verídicos, pero si no lo son en la forma al menos si que lo deben ser en el fondo. Hace unos años ocurrió lo siguiente: un televisivo crítico gastronómico Adrian Anthony Gill, tenía en su casa un lienzo anónimo de un retrato de Stalin en su colección. Un día decidió desprenderse del cuadro y al llevarlo a una casa de subastas le dijeron que no admitían en sus lotes ni retratos de Stalin, ni de Hitler por motivos morales, y que encima solo les interesaba cuadros de artistas de renombre. Entonces el crítico tuvo la ocurrencia de contactar con Damien Hirst y proponerle la siguiente humorada; Hirst se encargaría de modificar el cuadro (estilo Duchamp en la obra L.H.H.O.Q en la que pinta bigote y perilla a un retrato de la Mona Lisa) y luego se lo volverían a llevar a la misma casa de subastas a ver que pasaba.
Hirst Stalin
Damien Hirst pintó sencillamente en el cuadro una nariz roja de payaso ligeramente descentrada. El cuadro esta vez fue admitido en la subasta sin ningún problema y vendido por una cantidad de 160.000 euros, cuando según A.A Gill lo había comprado por 400 euros (los beneficios fueron donados a una ONG).

Lo que viene a demostrar –por si alguien aún lo duda- que el autor se cotiza también con la obra. El mercado del arte es un mercado donde a parte del talento quizás es aún más importante el marketing.

El caso quizás no es tan escandaloso en la literatura, pero sin duda también hay algo de esto en el mercado editorial. Podríamos hablar de los premios amañados; de los escritores mediáticos; de las modas editoriales; o de cómo muchos de los suplementos culturales no pueden hacer una crítica independiente al ser financiados por los distintos grupos editoriales. Sin duda intentar separar totalmente el autor de su obra es algo inviable, lo cual no significa que uno como lector pueda enfrentarse a un libro con el total desconocimiento del autor, sino que para entrar en el mercado editorial el escritor se ha tenido que introducir de alguna manera dentro de todo el engranaje editorial. El detalle no es nimio; he leído mucho por internet y he conocido algunas personas que tienen mucho más talento al escribir que escritores que llevan -los lectores se los llevan a cuestas como si cargasen con una pesada cruz- en su currículum varios o muchos libros publicados. Afortunadamente en la literatura hay un último corte de calidad y es el que da el propio lector al leer el libro. Aquí viene a cuento esa famosa regla que dice que el mejor marketing es el boca a boca entre lectores.

Hay autores que biográficamente me son más o menos molestos y sin embargo su estilo literario me fascina, y también ocurre todo lo contrario hay escritores cuya vida me fascina y cuyas novelas no me han parecido excesivamente destacables. Me interesan tanto los unos como los otros. Y también hay escritores que escriben maravillosamente y cuya vida también me fascina. Estos últimos son los que forman mi panteón particular. De los otros casi mejor no hablar. Pero es bueno conocerlos a todos mínimamente; vivimos en una sociedad que no acota estímulos, tan receptiva que a veces hasta acabamos en un estado caótico ante tanta información, pero es la sociedad que nos ha tocado vivir.

En los principios del siglo XX escribió Proust un ensayo-novela titulado Contra Sainte-Beuve, en el cual criticaba lo que venía a ser el método del crítico Sainte-Beuve, que identificaba totalmente la personalidad del autor –y en especial su moralidad- con su obra. Proust separa totalmente el autor de su obra y su vida. ¿Pero podría escribir Proust los versos malditos de Baudelaire? Creo que no. La ficcionalidad está claro que existe pero las páginas imaginadas o no, no salen de la generación espontánea, sino que siempre hay unas vivencias, un aprendizaje y por supuesto hay una gran parte del autor (es de Flaubert esa contundente sentencia cuando le preguntaban por la inspiración de su personaje: “-Madame Bovary soy yo”). Queda claro que aunque sean dos entidades diferenciadas la Obra y la Vida, sigue habiendo un sólido puente entre ambas.

Pero dicho esto –me repito- ¡es que a mí no me interesa sólo la obra de los escritores! Me interesa el monólogo de En busca del tiempo perdido, tanto como la biografía de Holderlin que acabó sus días en un manicomio con la compañía de un piano desafinado.

Para no liarme ya demasiado, la crítica literaria evoluciona en el siglo XX con movimientos como los formalistas, los estructuralistas apartando cada vez más la figura del autor y vendría Roland Barthes desde el New Criticism para incluso reclamar la muerte del autor dando todo el poder al lector. Bueno, utilizando brocha gorda creo que en estos movimientos pecan de palabrería y aunque hay conceptos teóricos interesantes no dejan de equivocar la mirada. Porque si el autor estaba muerto –estaba de parranda ;D- al lector le interesa revivir al autor. ¿Acaso alguien duda que si Van Gogh no se hubiera cortado la oreja seguiría siendo la figura más destacada del impresionismo? Y si uno ha ido a la National Gallery seguramente habrá oído a mas de uno de sus compañeros decir con cierto desdén después de ver los Girasoles: -“Pues ya lo he visto y no me parece que haya para tanto”. Aclaro: 1) A mí me parece una bellísima pintura, pero por el mismo precio que vale el cuadro creo que me compraba unas cuantas mansiones y aún me sobraba infinidad de pasta. 2) Mezclo literatura con pintura, porque en el fondo creo que siguen las mismas reglas básicas a las que me refiero.

La crítica literaria se ha de hacer desde el estilo, sino pierde valor. Y si llega a ser fría ha de ser fríamente bella. El mejor crítico literario es el mejor escritor. Y para adquirir este estilo cuantos más recursos mejor; cuanta más información mejor. Me interesa la novela como conjunto; me interesa el estilo como marca de belleza; me interesa la biografía como fetichismo; me interesa la anécdota como morbo. Me interesa la metaliteratura como todo ese universo que rodea al libro desde fuera y desde dentro.

Quizás, el defecto de esta sociedad es la velocidad, tal vez menos, pero más aprovechado, sería más (asentar conocimientos más que adquirir otros nuevos). Pero lamentablemente yo pertenezco a la escuela de Internet, y ahí se naufraga cada día mil veces antes de salir a flote una sola vez.

Buff, ya no estoy tan feliz como cuando comencé a escribir.

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sábado, septiembre 11, 2010

¿Qué es la metaliteratura? (2ªparte)

Hace unos meses asistí a una de las tertulias de Polifemo en la que en un momento determinado se planteo un tema básico que toca los pilares de la literatura, la importancia de la obra del escritor frente a la de su propia vida (Vida vs Obra). La mayoría de las opiniones de los que se posicionaron era que lo importante de un escritor es su obra, y la vida no era más que una manera de complementar un poco el estudio de su obra y que éste podía abrir el nivel interpretativo de la narración al entender ciertas connotaciones ligadas a la vida del escritor. Incluso, una opinión que parecía tener bastante consenso era que es preferible leer los libros de cualquier escritor sin antes haber leído ningún dato previo de crítica literaria -y menos biográfico-, ya que así era una manera de “enfrentarse limpiamente” –sin condicionantes previos- al libro en cuestión.

Desde mi punto de vista, entiendo que los que defienden esta posición suelen ser los que tienen a) Básicamente alma de escritor, b) Los lectores superfluos (que solo conocen de la literatura lo poquito que de vez en cuando va cayendo en sus manos) y c) Los lectores puristas (que contínuamente están leyendo libros y en base a esto pueden generar su propia crítica literaria).

Mi opinión que no la mostré entonces -salvo a la divertida Carmen que tuvo la paciencia de aguantar mi discurso pacientemente- es diametralmente opuesta. Y ahora que juego en mi cancha, puedo desarrollar un poco mis convicciones sin que se me caigan los anillos. Lo que digo es que de la gran mayoría de los escritores que conozco –que son muchos- verdaderamente sólo conozco su obra tangencialmente, y en la mayoría se más datos de la vida de estos, que los datos que me proporcionaría leer su propia obra.

Para entender esta paradoja, lo primero sería dejar bien claro qué diferencia a un buen escritor de un mal escritor o al menos de uno del montón. Mi respuesta a eso, es el estilo. Recuerdo unos artículos de Reverte en los que aconsejaba a los jóvenes escritores, y en los que no se mostraba demasiado partidario de esta palabreja, sino que era más favorable a hablar de utilizar un “lenguaje limpio y eficaz”. A mí me gusta la palabra estilo, porque igualmente a la metaliteratura me parece mucho más global y menos encorsetada en ninguna clase de límites; el estilo es una sensación más que una definición. Es lo que hace que uno con sólo abrir un libro por cualquier página y leer unas pocas líneas sepa con un índice de acierto bastante alto, si el libro te va a gustar o no. En palabras de Oscar Wilde: “un libro es como una botella de vino. Basta un sorbo para saber si es malo”.

Lo que vengo a decir es que generalmente para conocer el estilo de un escritor no se han de leer todos sus libros, sino que picoteando un poco de su obra, ya podemos saber si nos interesa seguir leyéndolo o este es casi seguro que nos va interesar. Personalmente los escritores que puedo decir que conozco bastante bien su obra los puedo contar únicamente con los dedos de una mano y me encanta seguir profundizando en sus libros. Lamentablemente el tiempo es limitado y escritores a los que valdría la pena dedicarles algo de tiempo hay miles. Así que a todos lo demás… en los casos afortunados he podido leer algún libro, pero en la gran mayoría de los casos mi conocimiento de ellos es puramente marginal.

Pero si el otro día hablaba de la metaliteratura sobre el concepto de lo que tenía que ver con lo escrito en un libro -la obra-, igualmente podemos darle la vuelta a la moneda y referirnos a la “metaliteratura” como concepto ligado a la vida del escritor. Así todas las referencias vivenciales además de pertenecer al terreno biográfico, quedan también contenidas en ese saco amplio que es la “metaliteratura”.

Cuando era más joven mis lecturas eran básicamente de narrativa, con el tiempo y al intentar profundizar en el terreno de la crítica literaria, mis lecturas se dividieron en narrativa y ensayos. E inevitablemente descubrí que la crítica literaria va unida a un contexto histórico. Ocurre, que al profundizar en este contexto uno va cayendo en el terreno de la anécdota. Es un reflejo del cerebro que desea anclar un escritor en un mundo referencial; uno necesita quizás saber una cita o quizás una anécdota para poder memorizar a tal o cual escritor y situarlo en una parcela del cerebro. Al final muchas veces uno acaba leyendo más crítica literaria, que literatura pura. Algunos puristas de la lectura quizás puedan interpretar mis palabras como algo sacrílegas, pero creo que es una consecuencia de nuestros tiempos, donde es mucho más fácil conseguir por internet unos cuantos datos biográficos y morbosos de tal o cual escritor que obtener su propia obra. Quizás los lectores más puristas son los que aún acuden a las bibliotecas y los menos puristas somos los que buceamos entre la abundante información que corre por internet.

Al debate de la Vida vs Obra se le puede dar otro giro de tuerca. Si la literatura y la vida están íntimamente relacionadas para cualquier escritor, igual hay que entender su propia vida como una faceta más de su obra. ¿No sería entonces su vida su obra más íntima? Entiendo que en el arte moderno importa a veces mucho más la vida del artista y lo que este representa, que su propia obra, porque el arte en cierta manera se ha liberado de esta dual separación más fácilmente que la literatura. Pero mi convicción es la misma: la vida de cualquier escritor se puede entender desde una óptica donde la propia obra es el propio artista, y por ende la propia vida del escritor se convierte en objeto de estudio. Me gusta mucho una frase de Flaubert que dice: "Escribir es una manera de vivir”.

Creo que aún queriendo saber de la vida de cualquier escritor uno no necesariamente ha de caer en un amarillismo literario. Por ejemplo, para mí es divertido que el peruano Jaime Bayly tan pronto se declare homosexual, como bisexual, como heterosexual. En el fondo no deja de ser un pequeño tema de discusión que puede proporcionar unos minutos muy agradables de conversación y de reflexión. Y no creo que por hablar de esto esté siendo en absoluto irrespetuoso. En el fondo, únicamente se trata de referenciar el propio mundo metaliterario que cada uno está intentando crear en su propio cerebro. Y me aburre cuando en algún momento de la conversación algún purista te acusa de chismoso por sacar a la palestra ciertos datos biográficos como si parte de la vida del escritor fuera un tema tabú. Qué uno diga que no le interesan, lo entiendo –para gustos colores-, pero que deje a los demás disfrutar también en paz con lo que a ellos si les interesa. A mí me divierte mucho el terreno de la anécdota biográfica y no debo ser el único (sólo hay que ver la cantidad de biopics sobre escritores que cada dos por tres aparecen en las carteleras).

Existe la bibliofilia para definir el fetichismo hacia los libros; los libros dejan de ser sólo meros soportes de lectura y se valora entonces su importancia como objetos. Se mira el fondo pero también la forma -su valor estético y su valor histórico-.

También ha cobrado cada vez más fuerza la expresión “turismo literario”. El cual vendría a ser cuando uno viaja a algún lugar y desarrolla una serie de actividades culturales, que suelen incluir la visita a los escenarios donde se inspiró el escritor para escribir algunos pasajes de una novela, o los escenarios donde el propio escritor se movía habitualmente. A veces también se visita la antigua casa que aún conserva la mesa donde se volcaba cada día esa voluntad creadora, ahora convertida en casa-museo. Y a veces también estos viajes incluyen una visita al cementerio local donde yace enterrado, y los visitantes homenajean allí poniendo piedrecitas o poemas sobre las lápidas de sus admirados escritores, como si el llegar a ese escenario les permitiera un vínculo mucho más cercano con la memoria del escritor que tanto les ha hecho disfrutar.

¿Cómo definiríamos entonces el que sin la necesidad de viajar ha convertido la vida del propio escritor como un objeto de estudio más allá de su propia obra? ¿Escritofilia? No estaría mal, salvo que el concepto parece aludir a una especie de parafilia que incluye sexo con los escritores. Por ello, soy mucho más propenso a decir que todo esto sigue respondiendo al concepto de universo “metaliterario”.

Y me encanta a veces sumergirme sobre enigmas “metaliterarios”, donde uno ha de tirar el hilo poco a poco –excavar en la red- hasta hallar las respuestas. Me gusta leer que Johnny está sacando a la luz las cartas de Cortázar donde se narra las circunstancias de la escritura de Rayuela (como cuando la fotógrafa Dora Maar reflejó todo el proceso creativo de Picasso pintando el Guernica); me divierte descubrir los rifirrafes que el crítico Ignacio Echevarría tiene con la viuda de Bolaño por cuestiones personales, que explican el por qué el primero ha sido apartado de su tarea de albacea; y me gusta descubrir cuál es el motivo del silencio que rodea la muerte de la hija de Carmen Martín Gaite, de la que la mayoría de las referencias biográficas de su muerte no concuerdan ni siquiera en la edad en la que murió, dando una horquilla de varios años de diferencia de unas fuentes y otras ¿por qué tanto secretismo?.

Y así, hasta el infinito. Buf, menudo rollito que he metido ;D

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martes, septiembre 07, 2010

Muerte de Joaquín Soler Serrano y entrevista a Carmen Martín Gaite

La página de sucesos va más rápida que mi ritmo de posteos. Tenía pensado colgar esta entrevista después de un par de posteos más, mientras hablaba de Carmen Martín Gaite y la metaliteratura. Y al final resulta que cuelgo esta entrevista por el funesto motivo de la muerte del propio periodista Joaquín Soler Serrano. Bueno, digamos que al final ambos comparten esta entrada.

Joaquín Soler Serrano ha muerto a la edad de 91 años en Barcelona. En su currículum deja un montón de programas de radio y de televisión de nombres emblemáticos, entre los que se encontraba el mítico: A fondo (afortunadamente BTV las había recuperado y últimamente las ha estado pasando por televisión). Hay que dar un gran aplauso a BTV una televisión que con un presupuesto modesto emite una programación de gran calidad.

Joaquín Soler Serrano tuvo la oportunidad de entrevistar a inolvidables figuras como: Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, Octavio Paz, Josep Pla, Salvador Dalí, Camilo José Cela, Juan Rulfo, Antonio Gala, Manuel Puig, Rafael Alberti, Salvador Espriu, José Donoso, Mario Vargas Llosa, Rosa Chacel, y muchas más entre las que destacamos esta de Carmen Martin Gaite.



Esta misma entrevista la colgó Juan Pablo en su Cuchitril hace unos meses , de hecho gracias a BTV la gente ha colgado unas cuantas en Google Videos y You Tube)

Un motivo de reflexión es por que antes un programa podía aguantar media hora o una hora con el único contenido que proporcionaba una entrevista, y actualmente a duras penas se entrevista a alguien con sólo cinco minutos resaltando su última obra, y en muchos casos desde un ambiente totalmente frívolo. ¿Tanto hemos cambiado? ¿Será verdad que algo nos ha atontado estas décadas de televisión? La verdad es que me sorprende que el espectador haya cambiado tanto para que sea incapaz de quedarse quietecito en su sofá viendo como se analiza la obra de algún artista durante media hora. Pero bueno, habrá que aguantar lo que nos programan, apagando la tele en la gran mayoría de los casos. Pero me da algo de pena, que en el futuro cuando alguien busque por las hemerotecas -especialmente por la gran hemeroteca que es Internet- no encuentren este tipo de testimonios en escritores o artistas mucho más actuales.

Vivimos en un mundo acelerado, con demasiadas prisas. El otro día hablaba con M. y le confesaba que cuando intenté ver Quantum of solace del nuevo James Bond, abandoné el visionado en los primeros minutos incapaz de soportar el cambio continuo de planos que habían utilizado en el rodaje de cada escena; el efecto de acción estaba conseguido, pero tanta aceleración y confusión a mí no me sienta bien (la torsión de la que hablaba el otro día en la literatura también es aplicable al mundo de la cinematografía).

El poema que recita Carmen Martín Gaite es el siguiente (aquí esta el corte). Pensé en colgarlo porque recordé cuando veía la entrevista que la hija de Carmen Martín Gaite había muerto unos años después de esta entrevista, y me conmovió el poema sumado a esa muerte. Ahora sin embargo la cuelgo porque murió Joaquín Soler Serrano, y esta fue una de las últimas entrevistas que rodó en A Fondo. Un, dos y tres: descansen todos en paz. Y ahora me voy a atontarme un poco con la tele que juega España contra la albiceleste (decidir la radio es un dilema que si la SER que si la COPE...)

Escondite Inglés

Una, dos y tres,
escondite inglés,
a esa niña de rojo
Ya no la ves.

Jugaba con naranjas,
les mordía el zumo,
arrancaba tomillo,
niña de humo.
baja a la calle,
vuelve a subir,
las estrellas la miran,
no se quiere dormir.

Cuéntame un cuento,
cuéntame ciento,
dame la mano,
se la lleva el viento
de aquel verano.

Una dos y tres,
escondite inglés,
a esa niña de rojo
ya no la ves.


Carmen Martín Gaite.

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viernes, septiembre 03, 2010

¿Qué es la “metaliteratura”?

Seguramente muchos ya tienen una idea de lo que significa la “metaliteratura”, pero ya que hoy que tengo un día simpático y me apetece empaparme un poco en mis propias divagaciones voy a soltar alguna que otra reflexión al respecto, que no se si servirá para aclararles dudas o por el contrario les creará otras nuevas, pero bueno, allá vamos.

La primera sorpresa es que consultando la página de la RAE, ni el Diccionario de la lengua española ni el Diccionario panhispánico de dudas la tienen censada (tampoco está la variante “metaficción”). Me sorprende un poco que una palabra que está en toda revista literaria que se precie, no tenga aún cabida en ninguno de estos diccionarios. Pero bueh, para eso hoy estamos escribiendo delante del ordenador (ustedes no son conscientes del riesgo que esta entrada me puede provocar con un montón de preguntas impertinentes de estudiantes despistados).

Bueno, a todos ellos les aclaro: la "metaliteratura" es la literatura que habla sobre la propia literatura. Los libros encuadrados en esta categoría son los libros que teniendo una trama principal –más o menos ajena- se reflexiona especialmente sobre el propio acto de leer y escribir. También son los libros que también incluyen referencias a la obra o la vida de otros escritores (englobaríamos aquí los fragmentos de crítica literaria); y los libros que presentan una abundancia de citas bibliófilas o referencias intertextuales;

Es muy común también oír hablar del término “metaficción”. Según he leído la crítica anglosajona –incluye la norteamericana- es más dada a utilizar este término, mientras que la crítica europea –especialmente la española y francesa- suelen utlizar más el término metaliteratura. Yo de todas maneras prefiero utilizar el término “metaliteratura” ya que la “metaficción” suelen definirla como “la ficción dentro de la ficción” (una especie de mise en abyme literaria). Vamos, el libro donde suele aparecer un escritor, lector o crítico que está inmiscuido en la lectura o escritura de otro relato interior. A mí, el término “metaliteratura” me gusta más porque me suena más amplio.

¿Escritores “metaliterarios” o “metaleros” xD? Las separación entre unos y otros no es taxativa, pero yo metería en esta categoría por ejemplo nombres como: Vila-Matas, Borges, Torrente-Ballester, Saccomano, Luis Goytisolo, Gaite, Umberto Eco, Perec, Piglia, Pynchon, etc, etc.

La miga del asunto es que la crítica suele oponer el escritor “metaliterario” al denominado “vitalista”; mientras que el escritor “metaliterario” se caracteriza por un demostrar un exceso de lecturas –cuyos juegos literarios sólo entenderán los lectores empedernidos-, el “vitalista” es el escritor cuya obra no consta de estos juegos referenciales y que podríamos decir que todo el mundo es capaz de entender, sin haber tenido ese exceso de lecturas previas. El dilema es que esa confrontación entre Vida Vs Literatura nunca es así, porque cualquier escritor por mucho que lea tiene una vida detrás más o menos intensa, e incluso escritores muy vitalistas como Bukowsky, Henry Miller, Bolaño, o Cortázar tienen también un bagaje sorprendente de lecturas que mostrarán más o menos en sus libros. El acto de escribir va irremediablemente ligado al acto de leer, y para escribir bien se ha de haber leído mucho antes. Es por eso que Piglia o Vila-Matas niegan esa separación, ya que consideran esas lecturas como parte de si mismos; renunciar a ellas sería como renunciar a ellos mismos. Aparte de que significaría tratar a una parte de los lectores –a los que van dirigidos sus libros- como idiotas (“dulcificarles” la lectura evitándoles poner todo el juego que la mente de esos escritores propone)

Otros dicen que el auge de la "metaliteratura" (aunque es verdad que ha existido desde casi siempre como puede verse ya en el Quijote, el Tristram Shandy o el Ulises de Joyce) es una consecuencia de la crisis de la novela que existe en esta época de postmodernidad. Cuando se utilizan estos términos categóricos me viene a la cabeza una escena de la película de Angelina Jolie 7 dias y una vida, en la que otro personaje continuamente está intentando que le defina las palabras que Angelina utiliza en sus rotundas frases. Preguntaría primero a los que dicen esto: ¿Defíneme crisis? Personalmente utilizo un concepto al que denomino la “torsión del texto”; cuando un texto se torsiona demasiado por la razón que sea (lenguaje complejo, uso excesivo de autoreferencias, falta de coherencia, etc, etc) la unidad entre el escritor y el lector se quiebra porque el texto se ha torsionado demasiado (cada lector admitirá un grado de torsión distinta). Si la narración se torsiona con un excesivo uso de la metaliteratura y no hay nada más que acompañe a este recurso, el texto puede quedar muy “vacío” y constituir una simple demostración que el escritor padece una patología de ombliguismo. Si esto se produce evidentemente, el libro para mí pasa a ser malo, aunque seguramente haya otros lectores más preparados a quién si que les pueda gustar -o al menos servir- esa lectura.

Bueno, voy a colgar esto que ya es muy largo y las siguientes divagaciones (tengo un segundo capítulo en mi mente que creo que es mucho más revolucionario que esta primera parte) ya las cuelgo otro día. Espero al menos que quién lea esto saque algo en claro y le sirva también para abrir su propio debate. En breve continuo con mis pensamientos.

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miércoles, septiembre 01, 2010

Reglas para jugar al ballotagge

Empecé a aficionarme al “poker online”, al principio jugaba al “Texas”, luego ya me atreví incluso con el “Omaha”. Me presenté a algún torneo y llegué a ganar pasta. Mucha pasta. Y cuando ya creía que el mundo iba a ser mío descubrí el “ballotagge”.

¿Qué es el “ballotagge” alguno se preguntará? El “ballotagge” es un juego de origen oriental (aunque fueron los franceses los que adoptaron las reglas con las que más o menos se juega tal como se practica hoy en día). El “ballotagge” es un juego único porque tiene tantas variantes que es un juego extraordinariamente rico en estrategia. Su dominio exige el estudio y la disciplina que dan los años. Uno puede tener la sensación que ya domina el “ballotagge”, y de repente encontrar a un maestro que le enseñe que toda lo ha aprendido no deja de ser una variante de una estrategia mayor. Como una de esas muñecas rusas encerrada cada una en el vientre de otra un poquito más gorda.

Me imagino que muchos de los que llegan aquí desconocerán las reglas del “ballotagge”. Y puesto que las que he visto que estaban en internet no me han parecido suficientemente clarificadoras, me he propuesto arreglar este desaguisado: he copiado un manual que corría por mi casa (es la versión resumida cuando ya dominen ésta, igual me animo y copio la otra más extensa).

A partir de ahora si alguien les pregunta si saben jugar al “ballotagge”, ya no tendrán excusas.


El ballotagge


El “ballotagge” es un juego que no puede considerarse complicado. Se dice que proviene de Oriente a pesar de que su primer nombre conocido es el de “Capirote”. Incluso la expresión española “tonto de Capirote” se origina en una de las suertes de tal juego, cuando el jugador finge desconocer las cartas en mesa provocando al antagonista. Ha sido tradicionalmente un juego reservado a cenáculos intelectuales, o círculos cerrados no tanto de clases altas pero sí de clases dirigentes. Por eso mismo no es un juego popular en ninguna parte del mundo. Es históricamente sabido que era una de las calistenias preferidas de los generales japoneses y se dice que la espantosa catástrofe naval de Midway, que aniquiló a la flota nipona, sorprendió a la flor y nata del almirantazgo del Celeste Imperio mientras prolongaban una partida de “ballotagge”. El juego comienza proveyendo a cada jugador de tres cartas. En base a ellas, cada jugador anota en una planilla la cantidad de bases que se dispone intentar. Esta planilla se pliega dentro de un sobre sellado que se abrirá al finalizar la partida. Luego se extienden las seis cartas sobre el tapete en dos filas de tres y se apuesta con fichas el equivalente al total de la suma de los diamantes que hay en juego, cuidando de no apostar a las primeras cartas, empezando desde la derecha, pues esas serán en lo sucesivo las cartas-guías o cartas mentoras que ordenan la numeración par o impar y el color del juego. Ante la primera aparición de un trébol, es considerado “triunfo” y desde allí en más cambia la mano y el jugador puede optar por llevar progresivamente su juego a tendencia agresiva, el llamado “juego abierto”, o bien inclinarse por trocar sus bases y definirse por un juego conservador, sin alteración de “triunfos” ni solicitudes de “troca”. Una troca erróneamente pedida puede significar perder una decena de puntos en la primera vuelta o incluso resignar el papel de receptor para convertirse en emisor, situación que casi ningún jugador del mundo apetece salvo los norteamericanos queines suelen jugar con “trocas múltiples” y por lo tanto la pérdida de una puede no ser definitoria e incluso servir para el segundo enganche.
Por otra parte la cantidad de bases pedida no puede nunca aumentarse sino disminuirse, siempre en números múltiplos de la primera carta destapada, restándose diez puntos a la totalidad del puntaje inicial. Si en la primera vuelta (el juego consta de dos vueltas de allí su nombre) hace su aparición la reina de corazón, en los descartes sucesivos no pueden jugarse otra cosa que corazones, siempre y cuando se advierta al adversario que uno está dispuesto a hacer “ballotagge” lo que significa que la reina jugada mata o “copa” la primera partida, fallando la segunda. Lo que hace del “ballotagge” un mecanismo endemoniado es que el jugador no puede verse tentado a menoscabar su propio juego procurando una descapitalización mentirosa dado que el doble contra sencillo que le impone el descarte obligatorio en la tercera mano, avalado por las bases conseguidas, obra entonces en su contra. Puede decirse que es un juego de concentración donde no está exenta la picardía. En jugadores de reconocido prestigio, cuyos handicaps superan los 9 puntos promedio, los valores de todas las cartas se incrementan en cinco puntos que se van quitando a medida que el juego evoluciona, de acuerdo a una simple regla de tres compuesta. Puede decirse que casi todo radica en si el juego se da de corazones o diamantes. Detectar eso es vital, lo que se llama “corazonada diamantina” que suele tener el jugador de estirpe.


Introducción y reglas básicas extraídas del Manual para dominar el ballotagge de Roberto Fontanarrosa

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