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Pequeños retales de literatura

lunes, noviembre 02, 2015

La Danza Macabra de Camille Saint-Saëns

Los lunes por definición son días tristes y más si llueve, como está sucediendo ahora mientras escribo. Tampoco ha sido un fantástico Halloween el que he disfrutado estos días. Así que entre unas cosas y otras, hoy me voy envolviendo con un manto de melancolía. Y uds tienen la mala suerte que deseo compartir mi estado emocional, así que por ello se me ha ocurrido colgar esta pieza del polémico compositor Camille Saint-Saëns (el compositor tuvo una vida algo disoluta para la época y de ahí lo del adjetivo). Quizás podría poner un emoticon en mi Facebook con cara tristona, pero yo soy más de blogs…

La famosa Danza Macabra de Camille Saint-Saëns está inspirada en un poema de Henri Cazalis, en el que se narra como la figura de la muerte acude a un cementerio y pasadas las doce de la noche comienza a tocar su violín como si de un zíngaro se tratase (siempre pensé que la muerte tiene algo de bella gitana), y con su música acaba levantando a los muertos que bailan al compás del vals, y que cuando acabe la melodía volverán a sus tumbas. Notan ya el frío... (quizás es que se acerca el invierno y el ejército de los muertos está algo revolucionado je,je).



Y ya de paso coloco un fragmento de un poema del poeta Leopoldo María Panero, uno de eso poetas al que se le admira tanto por su locura como por su genialidad.

DANZA DE LA MUERTE

Al salir de un bar, de algún refugio, en busca de mi más lejana guarida,
vi como una cadena de imbéciles se pasaban la muerte de mano en mano.
Era, sí, una danza, pero interrumpida por los besos.
Y allí la muerte no era aquella imagen cruel que otros conocieron,
sino una hermosa muchacha, casi un niño, o un hombre cuyos ojos morían de dulzura,
de la más terrible y espantosa que estuvo entre los hombres.
Y todos la amaban, y la llamaban con nombres de cariño y de amor,
nadie la temía, era como el pan que comparten los bárbaros.
Todo en la calle bailaba, todos los hombres danzaban,
sin saber lo que hacían, cantando como dementes, a la muerte,
que pasaba de mano en mano, con dulzura terrible, y para nada, por nada.

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