La Librería

Pequeños retales de literatura

lunes, enero 26, 2015

Para ajedrecistas... 1. P4D.

"Estoy muerto, realmente muerto," Kaspárov reconoce así su agotamiento físico y mental en la sala de prensa. Y, poco dado a los elogios, piropea a su rival de silicio: “Juega al estilo Bobby Fischer”, con la diferencia de que nunca se cansa. Ningún ser humano, ni siquiera Anatoli Kárpov, me ha causado tanta fatiga”, precisa unos minutos después el extenuado campeón en un rápido diálogo conmigo mientras se dirige al hotel escoltado por su madre, cuyo permanente nerviosismo hace temer por su salud, y su novia, aturdida por el despliegue que la prensa y la televisión de EE.UU. dedican al “duelo del hombre contra la máquina”. Ningún espectador se identifica con la bandera estadounidense colocada en el lado de la mesa donde se sienta el operador de Deep Blue. Todos aclaman a Kaspárov tras cada partida como si fueran rusos.

Kaspárov tumba al monstruo. Tercera partida.
Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas –Leontxo García-

Sí, por si no lo sabían me tengo por un buen jugador de ajedrez, aunque claro, la percepción que uno puede tener al respecto es muy relativa (todos somos buenos jugadores salvo los muy novatos que tienen un poco de humildad ja,ja). Alguna vez algún otro jugador (ahora con el online es mucho más fácil encontrar un oponente dispuesto a jugar un Blitz -partida rápida-) me ha preguntado por mi puntuación ELO, y yo le he tenido que confesar que lo mío –como me imagino en la gran mayoría de los aficionados- es fruto más del método prueba y error que de otra cosa. Vamos, que soy puro autodidacta de este arte-juego.

Sin embargo hoy he hecho uno de esos pequeños-pero-increíbles-grandes retos, he vencido al programita, Chess live, que tengo en mi teléfono móvil en su nivel de dificultad más alto. Después de cientos y cientos de partidas de derrotas consecutivas (bueno, en una ocasión conseguí unas tristes tablas con una pequeña desventaja de piezas, después de emperrarme en hacer un mismo movimiento varias veces, en el que él si cambiaba el movimiento perdía su ventaja, y según parece su cerebro de silicio y coltán quedó atrapado en esta mezquina dicotomía).

Pero por fin el día en que el hombre ha vencido a la máquina ha llegado!! Alegría que me imagino que solo comprenderá algún otro ajedrecista, de ahí la advertencia del título del post ja,ja. Pero, bueno, confieso que esta noticia hoy me ha producido la suficiente dicha, para que ahora me ponga a narrarlo (y ya es que hacía días que me tocaba escribir algo!).

He ido jugando y me imagino que en algún movimiento he hecho algún tipo de genialidad con la que he conseguido avanzarme a los tres o cuatro movimientos con los que el programa siempre lleva de ventaja en su cálculo. Generalmente aunque consiga acercarme a algún tipo de mate, el programa siempre tiene otro preparado para contrarrestar, y terminar ganándome (máquina de los c.!), pero esta vez he notado que mi ventaja era muy poderosa, cuando el programa ha comenzado a suicidar sus piezas. De repente he visto que sus piezas negras avanzaban a lo loco hacia mi parte del tablero, y parecía algo así como si hubieran enviado la carga de la brigada ligera a morir aplastadas por mis férreas huestes de piezas blancas. Bueno, cuando he visto que mataba la dama negra, ya me he ilusionado, y me he dicho, o me va a hacer un jaque mate que voy a alucinar, o soy yo el que tengo el jaque mate a tocar con la punta de los dedos (ser o no ser, that is the question). Luego mi ventaja se ha ido incrementando, y ahí ya he visto que la partida no se me podía escapar, hasta que por fin ha salido el ansiado mensajito: “You win.

Y aquí va la partida, que no será “la inmortal”, pero digo yo que algunos buenos ajedrecistas también podrían firmarla (quería colocarla con algún tipo de visor donde se pudieran ver los movimientos paso por paso, pero tengo problemas para colocar el script, así que al final me tengo que conformar con colocar únicamente la imagen del mate, y la anotación de la partida). ¿Y para que la cuelgo? Pues principalmente para mí ja,ja, para poder reproducirla cualquier otro día que me apetezca :)

1. d4 Nf6 2. Nf3 d5 3. Bg5 Nc6 4. c3 h6 5. Bh4 Bf5 6. b4 g5 7. Bg3 Ne4 8. b5 Na5 9. Qa4 Nc4 10. e3 Nxg3 11. fxg3 Nxe3 12. Na3 e5 13. Ke2 Bxa3 14. Kxe3 Bb2 15. Rd1 Bxc3 16. dxe5 O-O 17. Bd3 Be6 18. h4 a6 19. hxg5 axb5 20. Qh4 Qe7 21. Qxh6 Qc5+ 22. Ke2 Rxa2+ 23. Nd2 Bg4+ 24. Kf1 Qf2+ 25. Kxf2 Rxd2+ 26. Rxd2 Bd4+ 27. Ke1 Bf2+ 28. Rxf2 Re8 29. Qf6 Bh5 30. Rxh5 Rxe5+ 31. Re2 Rxe2+ 32. Kxe2 b4 33. Rh8# *

 Chess

…. sabes jugar al ajedrez pero hace tanto que no practicas que quizá no tienes ni idea de jugar al ajedrez, eso es un peón, el señor del ajedrez se inclina sobre el tablero y otea la reticulada contienda con vertiginosa atención: algo va a pasar, y lo que pasa es que el caballo más adelantado del ejército oscuro rompe por fin el ¿castillo? del rey blanco y pone en aprietos a su majestad, las blancas parchean el desastre con inútiles sacrificios en los cuatro confines del tablero, la dama negra pasea ya por los pasillos del palacio enemigo: el rey blanco se tira al suelo como una niña asustada y el señor del ajedrez vence nuevamente al señor del ajedrez, “Te echo una”, dices, la mirada que ahora te dedica sólo puede calificarse de enternecedora, te va a devastar, por supuesto, te va a aniquilar, nadie lo duda: perfecto, así le coges el gusto a perder,….

Ejército enemigo –Alberto Olmos-


PD. Estos días he estado a punto de escribir finalmente sobre la emisión del documental de Ciutat Morta, pero he decidido esperar un poco a que se calmen las aguas, y aunque si que escribiré, será cuando mejor no esté tan saturado el tema en las noticias, y las heridas no estén tan abiertas como parece que están durante esta última semana.

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lunes, enero 12, 2015

Ricardo Menéndez Salmón -El corrector-

Cuando el primer tren saltó por los aires derramando sobre nuestras pequeñas y esforzadas vidas un aluvión de sangre, cólera y miedo, yo estaba sentado delante de mi vieja mesa de fresno australiano y corregía unas galeradas de 'Los demonios' de Fedor Dostoievski.

Me llamo Vladimir -en su juventud mi padre fue un fanático de la Revolución Rusa- y soy corrector. Y me atrevería a decir que Fedor Dostoievski es mi escritor favorito. (Quizá hace diez años, cuando tenía veinticinco, hubiera dicho que mi escritor favorito era Albert Camus, y probablemente dentro de otros diez, cuando tenga cuarenta y cinco, me decante por Stendhal o Platón.)


El corrector –Ricardo Menendez Salmón-


Un comienzo tan potente entraría dentro de lo que los manuales de cómo escribir un libro recomiendan hacer en las primeras líneas de un manuscrito; “es importante atrapar la atención del lector” te dicen, al menos el tiempo suficiente para que éste no descarte la lectura a la primera de cambio. Lo malo en este caso es que esta emocionante de idea no surgió de la mente del escritor Ricardo Menéndez Salmón, sino que en realidad fue un fatídico guión escrito de la mente perturbada de algún yihadista con algo de poder y medios, y con suficiente odio hacia el mundo occidental para planear el día más negro que ha sufrido España y Europa en lo que a terrorismo se refiere: el 11 de marzo de 2004.

Ese fatídico día Madrid despertó de golpe con varias bombas estallando en las estaciones de cercanías de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, con un fatídico balance de 192 fallecidos. Casi dos centenares de vidas truncadas de gente humilde cuyos cuerpos destrozados ya no volverían a coger los mismos trenes que seguramente cogían todas las mañanas para acudir a sus lugares de trabajo.

El corrector Ricardo Menéndez Salmón con el libro de El corrector se atreve a acercarse a esta herida tan reciente de la historia de España, y concluye también así lo que denomina como su trilogía del mal compuesta por: La ofensa, Derrumbe y El corrector (me queda la primera por leer, pero como la tengo a mano, la comentaré en breve). En El corrector lo que se reclama en cierta manera es ese poder curativo que tiene la escritura como una manera de expurgar los demonios personales o el dolor de una sociedad.

En este caso los “demonios” fueron estos terroristas que acabaron autoinmolándose en un piso de Leganés, matando también la vida de uno de los agentes del Grupo de Operaciones Especiales.

El corrector narra desde un punto de autoficción la vida de una persona que trabaja en la traducción del libro “Los demonios” de Dostoievski cuando estallan las bombas de Madrid (libro que tendré que leer algún día, porque también recuerdo que influyó sobre Albert Camus y que posiblemente le inspiró para su obra de teatro “Los justos”) y comienza a recibir distintas llamadas de sus personas más cercanas afectadas por lo ocurrido ese fatídico día.

Menéndez Salmón expone los hechos sin hurgar demasiado en el posterior análisis debido quizás a la brevedad de la novela, pero aún así los hechos delatan ya de por sí varias incompetencias, como la del exministro de Interior Acebes declarando que los atentados habían sido perpetrados por la banda terrorista ETA, error que provocaría la casi inmediata salida de gobierno del por entonces presidente de gobierno Jose María Aznar (este libro seguramente no gozará del apoyo de los lectores afines a los sectores del PP más acérrimo, que aún hoy en día siguen defendiendo las teorías conspirativas sobre el caso del 11 M y que se escudan en aquello de que en la investigación quedaron muchos cabos sueltos por resolver). Personalmente el único cabo suelto que creo que quedó por resolver, es que al morir los terroristas, seguramente nunca se descubrirá las cabezas pensantes y responsables de la financiación de esta célula terrorista, pertenecientes a Al Qaeda u otra organización similar.

Ricardo Menéndez Salmón con su acostumbrada prosa exquisita ha querido dotar al libro de varias patas más aparte del acto terrorista, como la relación de amor que mantiene el protagonista Vladimir con su novia Zoe, con la que siente una gran compatibilidad, pero que a la vez hay un gran secreto que les separa, o la amistad que le une también a su mejor amigo Robayna. En la novela también toda una reflexión sobre el relativo fracaso del protagonista, que ha renunciado a sus sueños de escritor y que ha encontrado la estabilidad conformándose con la tarea de corrector para una editorial, cuando de repente su editor le informará que está pensando en volver a editar uno de los libros que Vladimir escribió hace años, lo que hará que éste se enfrente de nuevo a unos sueños de ambición que creía ya relegados.

Y mejor ya no cuento nada más, porque la novela es bastante breve y yo ya la he destripado bastante, y si sigo hablando quizás entonces ya desvele todas las tramas que ocurren en el corrector, y el que lea esto se le quiten las ganas de aventurarse en esta lectura.

Quizás esta trama a alguien pueda parecerle oportunista –como este post-, pero a mí me parece un acto valiente que refleja una voluntad de compromiso de un escritor por querer abrir esta parte funesta de la historia a la literatura (el único otro libro que me viene a la cabeza que toca el mismo tema es Madrid Blues de la escritora Blanca Riestra).

Y en lo que concerniente a mí, con este post quiero sumarme a las reacciones de solidaridad con las víctimas del atentado de París en la redacción de Charlie Hebdo, semanario que aunque nunca haya leído, pero que no creo que por eso uno no deje de sentirse afectado por los hechos sucedidos.

Es muy triste que el blanco de unos fundamentalistas yihadistas sea unos dibujantes que sencillamente intentan sacar una sonrisa a la gente con las únicas armas de un papel y unos rotuladores; un crimen que lo que intenta es minar la libertad de pensamiento tan afianzada en la República gala (el límite de la libertad lo deben reglar los juzgados no cualquier fanático fundamentalista que opine desde un púlpito religioso). Me imagino que el suceso es tan absurdo como sería para nosotros un atentado sobre la revista El jueves por publicar algún dibujo que molestara a algún fundamentalista… Soy de los que defienden un estado laico, y la propia sociedad se autorregula en lo que debe ser admisible o no como acto blasfemo contra una religión. Si cualquier religioso se siente ofendido tiene el juzgado para presentar cualquier tipo de demanda. Y para los que creen que el único peligro viene por el lado del Islam, les recordaría que no hace muchos años unos fundamentalistas católicos colocaron una bomba casera en el camerino del humorista Leo Bassi cuando representaba su espectáculo La Revelación.

El reciente fallecido director de la publicación Charlie Hebdo, Stéphane Charbonnier, dicen que había declarado en una entrevista a Le Monde: “Prefiero morir de pie a vivir de rodillas”. Hubiera deseado que no, pero tal vez como dicen los árabes, dijo lo que dijo porque era “mektoub”, el destino, quizás nuestras vidas ya estén escritas… y los muertos ahora tanto en uno y otro lado están destinados a convertirse en mártires, pero para nosotros y para los varios millones de franceses que se manifestaron ayer en París sabemos que en un lado habían unas víctimas inocentes cuyo único supuesto pecado fue defender la libertad de expresión intentando hacer reír a la gente y criticando de paso los males de la sociedad, y por contra en el otro lado un grupo de asesinos fanáticos también franceses que enfermaron de odio, quizás al no tener expectativas de vida quizás porque les comieron la cabeza desde el integrismo, lo que nos queda claro es que decidieron dedicar su vida a una causa equivocada, y en camino de la inmolación decidieron segar la vida de unos inocentes. Advertía la italiana Oriana Fallaci en su libro “La rabia y el orgullo” escrito poco después del atentado de las torres gemelas que lo peor del fundamentalismo islámico estaba por llegar, esperemos que estuviera equivocada, y que estos actos sean tan esporádicos como contundentemente erradicados, tal como ha hecho la gendarmería francesa.

Quedan dolientes los familiares y amigos de las víctimas, que nunca llegarán a comprender lo absurdo de estas muertes, y para ellos van mis sentidas condolencias.

Charlie Hebdo

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