La Librería

Pequeños retales de literatura

viernes, octubre 28, 2011

Breves contra los editores

Entiéndase, si en el post anterior repartíamos algo de estopa en contra de los críticos, sería desprestigiar al gremio de los editores si a estos no les diéramos también un poquito de cera –ya saben dar cera, pulir cera-.

Dicen que editar tiene en la raíz etimológica la palabra “parir”, y son los editores los que al final tienen en su mano el “dar a luz” al libro deseado por el escritor y aunque soy consciente de esa labor fundamental, en la que interviene el buen juicio y el esfuerzo -en la mayoría de los casos malpagado- del editor, creo que como gremio satélite de la labor que realiza el sufrido escritor, también se merece algún que otro chiste en su contra. Otras de las patas de la mesa serían tanto el ego de los escritores, como también el capricho de los lectores. Pero hoy toca escribir contra los editores, y si uno achina los ojos un poquito y además tiene un mal día, puede verlos como sanguijuelas mercantilistas que controlan las grandes editoriales y que se dedican a lucrarse del trabajo ajeno. No me malinterpreten, sé que los buenos editores llegan a tener una relación muy especial con los escritores que representan, y hasta casi los acaban cuidando, pero eso no quita que siempre haya una multitud de grandes escritores en la historia de la literatura, que hayan acabado sus días pudriéndose en la más mísera pobreza (por ejemplo en la anterior entrada nombraba a Enrique Jardiel Poncela que recuerdo que pasó sus últimos años intentando esquivar a los acreedores que le acechaban y a una enfermedad que le consumía). Y a esa lista habría que añadir –su número aún sería mucho mayor- los nombres de aquellos escritores que han quedado totalmente olvidados por la historia.

Hay una frase que me encanta sobre los editores que dice aquello de:

“El gran trabajo del editor consiste en separar el trigo de la paja y publicar la paja”

Es fascinante el proceso psicológico que refleja la película Entre Copas en la que el protagonista Miles (una muy buena actuación de Paul Giamatti) le rechazan el libro en el que ha depositado todas las esperanzas de su fracasada vida, una vida que consiste en un trabajo que no le llena como profesor de instituto y un matrimonio que recién se acaba de romper. Es aquí donde se ve la crueldad de la labor del editor, que en sus manos está el dar un sentido a esa vida solitaria en la que vive encerrado Miles. Y a veces es el destino o la suerte, la que decide que el libro sea finalmente publicado por el editor. Luego por supuesto viene la constancia del escritor, los contactos, el llamar a las diferentes puertas y esas cosas de que: “la suerte se la busca uno”. Pero nunca está de más, tener un poquito de suerte en la vida.

Leyendo “Diccionario de Literatura para Esnobs” de Fabrice Gaignauld (Sí, yo leo estas cosas). Me encuentro esta curiosa anécdota:

“Christian Bourgois tiene igualmente en su haber el mérito de haber tomado la decisión kamikaze de publicar Modelo matemático de la morfogénesis, una obra de René Thom, padre de la teoría de las catástrofes, de la que el editor confiesa no haber entendido ni siquiera el título.”

Pues en realidad aquí aplaudo la sinceridad del editor, porque tiene razón el editor Bourgois –que no burgués- ¿Por qué a quién diablos se le ocurre poner en el título la palabra “morfogénesis” Qué ¿qué carajo significará? Aquí Bourgois se limpió las manos tal Pilatos. Con lo sintético que hubiera quedado poner un “Matemáticas” a secas, con una tipografía en grandes letras de oro, o siendo más valientes, poner: “Un nuevo modelo para las matemáticas”. De todas maneras para entender las teorías del caos mi recomendación es leer Caos y Orden de Antonio Escohotado e ir de paso y con la excusa, hasta las cejas de cannabis. Para entender las teorías del caos, lo primero que uno ha de entender es que aunque no lo parezca, todo caos sigue un orden oculto.

También podríamos buscar modelos más sencillos que los de René Thom, como este microcuento que propone mi querida Carmen (con la que me río yendo a todos los saraos literarios que podemos de ciudad condal). Ayer Polifem0s con Gloria y Maria José, y mañana Dios dirá.

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domingo, octubre 23, 2011

Carta de Enrique Jardiel Poncela a Mercedes Salisachs en contra de los críticos

Mercedes Salisachs es la decana de la literatura española, con 95 años que tiene mantiene una lucidez mental absoluta, que le permite seguir publicando a un ritmo de casi un libro por año. Ha ganado numerosos premios literarios y aunque sus libros siempre han tenido una estupenda acogida por el público, la crítica literaria –especialmente la catalana- ha mantenido un silencio prolongado entorno a su obra. La explicación es sencilla: ocurre que aunque Mercedes Salisachs ha nacido en Barcelona, seguro que nunca le darán la Creu de Sant Jordi o semejante, porque el stablish cultural (esas butacas que siempre quedan en poder de los parte más nacionalistas del Parlamento) nunca le perdonará el que se declare como persona solo castellano parlante. Y ella, resentida por este silencio, se ha mostrado guerrera en las entrevistas, y más de una vez ha soltado algunas declaraciones, no demasiado afortunadas en relación con la lengua catalana, con las que sin duda no ayudará a limar asperezas. Me imagino que cuando ya uno pasa ciertas edades ya está de vuelta de todo. Y además, en mi opinión, éste tipo de resquemores lingüísticos, se debe en gran parte a esa actitud mojigata de pretender que toda la cultura catalana se haga en catalán. Entiendo –y ya sé que me meto en camisa de once varas- que por etimología parece que lo contrario es una contradicción, pero creo que cuanto menos nos fijemos en si uno usa el castellano o catalán, más sana será la población catalana (recuerdo que durante unos años TV3 tuvo la política de no traer invitados a los programas que hablasen castellano, afortunadamente algún jefazo se dio cuenta que aquello era un fanatismo absurdo y se revocó la orden). Y por idéntica razón no me gusta que cuando se habla del idioma “castellano” algunos utilicen el término “español” para referirse a esta lengua, buscando –creo- connotaciones imperialistas. Personalmente prefiero un sociedad extremadamente tolerante, donde se pueda llevar la película “Pa negre” como candidata de España para los premios Oscar y nadie se rasgue las vestiduras, o donde pueda aparecer Gerard Quintana en el programa de Albert Om hablando a ratos en castellano con sus hijos y nadie se lleve las manos a la cabeza (cada familia es un mundo, y si alguien no conoce casos que aunque parezcan extraños se dan con bastante asiduidad dentro de las familias catalanas, donde se intercalan conversaciones de familiares que hablan en castellano con otros que hablan en catalán, con otros que son bilingües totales, es que realmente no saben en que país están viviendo). Pero, bueno, salgo de este tema porque me enciendo, y sé que este tipo de declaraciones pueden generar igual número de apoyos como de rechazos, y ésta es una polémica que no me interesa que se focalice desde mi blog. No tengo muy claro a que tipo de target se dirige este blog, pero si que tengo claro que paso de discusiones políticas y si hago ahora esta excepción es porque me siento un poco indignado por las críticas que ha recibido el cantante de Sopa de Cabra por parte de algunos sectores nacionalistas que no se dan cuenta del daño que pueden estar haciendo a la familia de Gerard cuyo “terrible” o “valiente” error ha sido ser generoso con la gente y exponer la realidad de su familia.

Retomando la figura de Mercedes de Salisachs, puedo decir que antes de cumplir los veinte años leí La gangrena (libro con el que ganó el Premio Planeta) y sin recordar ahora ya demasiado el argumento, si que me acuerdo que su lectura me impresionó. Me sorprendió esa soltura para hablar de amores que se hacían y se deshacían con el avance implacable de las agujas del tiempo. No he vuelto a leer ninguno de sus otros libros, y durante estos años al enterarme que cada dos por tres ella seguía publicando, me hacía pensar que siempre tendría un montón de libros que leer escritos por ella, por si alguna vez me decido a profundizar sobre su obra.

Pero como decía ya hace unos cuantos días, Mercedes Salisachs tuvo una incursión dentro del terreno de la dramaturgia, en 1948 se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid su obra “La heroína de Betulia”, que era una representación de la historia de Judit y Holofernes cuya particularidad es que estaba escrita en verso (años después Pilar Miró hizo algo parecido en el cine con el Perro del Hortelano de Lope de Vega y pese a lo arriesgado de su propuesta, le fue bastante bien). Cuando se estrenó su obra de teatro Mercedes Salisachs tenía unos treinta años; estaba casada con el empresario José María Juncadella y ya estaba criando a sus cinco hijos (su otra gran vocación).

Pero lo que ocurrió es que la obra teatral de Mercedes Salisachs no fue un éxito, sino un absoluto fracaso por parte de la crítica, que se ensañaron con ella, quizás porque sólo querían ver en ella a una chica que pertenecía a una burguesía catalana selecta, que se había encaprichado en escribir una obra de teatro. La cuestión es que Mercedes Salisachs pese a su tesón siempre se ha mostrado insegura respecto al miedo al fracaso y aquello le provocó una crisis en su vocación del que le costó salir, pero tal como explica en alguna entrevista fue una carta recibida de uno de los más grandes dramaturgos españoles Enrique Jardiel Poncela la que en cierta manera le devolvió la confianza. En la carta Jardiel Poncela, le dice que ha asistido a la representación y que se ha llevado una gran impresión de la obra, pero sobretodo donde hace el mayor hincapié es en la soledad del artista a la hora de juzgar y creer en la propia obra, un camino lleno de baches, en donde a medida que avance a quién menos debe hacer caso es a los críticos. Personalmente me fascina este tipo de actitudes generosas que se dan con frecuencia en un tipo especial de personas, que no les importa regalar su tiempo y su esfuerzo, para utilizarlo en dar palabras de ánimo a algún desconocido que se intuye que lo necesita.

Carta Salisachs Poncela Mercedes Salisachs siempre guardó esa carta como oro en paño, y yo la he copiado de su página web donde estaba colgada como imagen que se carga, y la he transcrito para pasarla a Word, porque odio esos formatos con los que no se puede trastear. La escritora no volvió a aventurarse en terreno del teatro, pero siguió escribiendo y redireccionó su carrera hacia la novela, terreno donde poco a poco fue ganándose un espacio y un prestigio entre sus lectores.

En cierta manera la carta recuerda una contestación que acuñó Saul Bellow referente a los rechazos editoriales y las malas críticas: “No son malos. Enseñan al escritor a fiarse de su propio juicio y a decir, con el corazón en un puño, ‘¡Iros al infierno!”


Carta de Enrique Jardiel Poncela

Lunes, 3 de mayo de 1948

Sra. Mercedes Salisachs de Juncadella

Mi distinguida y admirada señora:

Ignoro si mi opinión personal y literaria pesará o no en el ánimo de usted, aunque lo cierto es que preferiría –y celebraría- que pesase; pero, de cualquier forma, no quiero que usted abandone Madrid sin trasladarle lo que va a continuación.

Estuve el sábado en la Zarzuela y sí “La heroína de Betulia”, y me pareció excelente; y si es su primera obra, la considero reveladora de una verdad inefable (y sólo oculta para el espectador de mala fe o de poco criterio): la de que usted es un autor teatral a quien espera una larga y brillante carrera en los escenarios, si el desánimo o las adversas opiniones ajenas no inmovilizan su capacidad indudable de creación.

Porque, además de trasladarle mi fallo en este punto, me permito darle mi consejo profesional de que jamás, jamás, jamás haga caso de las opiniones ajenas y mucho menos si esa opinión es la de las llamadas “críticas oficiales”. Por dios!! Sobre todo, ningún caso, absolutamente ningún caso de la crítica periodística! Un crítico es siempre la persona que menos sabe del arte de hacer comedias. Si supieran ellos algo de eso, escribirían comedias en vez de criticarlas, pues escribir comedias produce muchos más ingresos –por pocos que produzca- que redactar críticas: por mucho que ese fácil esfuerzo se remunere. Sobre “La heroína de Betulia” se han escrito en los periódicos de Madrid todas las majaderías y falsedades que se escriben cada vez que se trata de afrontar y juzgar un real valor nuevo. Casi esa es la “piedra de toque” que revela la realidad de un valor verdaderamente nuevo.

Hasta Marquerie, que suele proceder inteligentemente, ha olvidado este vez su inteligencia en el guardarropa del teatro de la Zarzuela. No tengo tiempo aquí de analizar la crítica de él en “ABC”, aunque con gusto lo haría, pero si le diré a él cuando le vea que no se puede acusar a un autor de usar vocablos modernos (valga la expresión) en una tragedia de la época y ambiente históricos y citar a Girandoux y a Cocteau, especializados en la modernización, precisamente, de la tragedia histórica. Y quizá le diga otras cosas más cuando hable con él acerca de la obra de usted, señora.

Resumo: ante todo y sobre todo, siga.

Y siga sin hacer caso de nadie, excepto de sí misma. Todo es susceptible de ser mejorado en el propio arte, pero ha de mejorarlo uno solo y sin ayuda de nadie: porque en arte un artista no tiene más que una luz, la que lleva él dentro; y únicamente dispone de “una guía de carreteras”: su propio juicio, su propio gusto, su propia sensibilidad, su propia voluntad y, -en fin- su propio y solo albedrío artístico y espiritual. Aíslese para trabajar. No lea lo que escriba a nadie. No pida opinión a nadie. Escriba; escriba y estrene. Y aguarde. Los elogios sin reserva llegarán indefectiblemente: incluso los propinados a esta obra, tratada hoy por la crítica con tanta reserva y picajosería.

En cuanto al “público de estreno” tampoco es “el público”. Y menos en Madrid, ciudad que quita y da artísticamente, y que, por lo tanto, está saturada en todos sus ambientes artísticos de la mala fe propia de la gente del oficio y de los familiares y amigos de esa gente del oficio, que no pierden estreno…

Podría hacerle a usted una larga historia de las veces que, desde mi primera obra, hace, ay! ya 21 años, tuve que decirme a mí mismo, para no caer a un lado del camino –desanimado y apático-, eso mismo que hoy, felizmente, usted tiene quien le oiga con toda sinceridad y humano compañerismo y buen deseo. Pero me limito a asegurarle que provocando esas reacciones que ha provocado usted es como iniciamos nuestra carrera literaria todos los que pasaremos a las antologías del género que cultivamos. Aforismo base: principio fácil, mal final.

La besa los pies su aferro compañero,

Enrique Jardiel Poncela



PD. Sirva este pequeño homenaje a Mercedes también para a su sobrina Bibis Salisachs (¡y para mi nuevo sobrino Asier: 3Kg 300gr!), que tanto recordaba en gestos a los de su tía, y que fue la fiel compañera de Juan Antonio Samaranch, el que fuera uno de los grandes instigadores del movimiento olímpico español (estos días se cumplía el 25 aniversario de la designación de Barcelona como escenario de aquellas inolvidables Olimpiadas que vivimos en el 92). Y es que encima, el mundo es un pañuelo, porque los vecinos del apartamento de mis padres en Calafell fueron grandes amigos del matrimonio Samaranch.

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miércoles, octubre 12, 2011

Judith, la heroína de Betulia

La historia de Judith en la Biblia, quizás no es de las más conocidas por la gente de la calle, pero sí históricamente ha tenido una continua presencia dentro del mundo artístico, seguramente debido tanto a su carácter violento, como a que la protagonista activa de la escena es una bella mujer, lo que tampoco se da con demasiada frecuencia en los pasajes bíblicos.

He revisitado esta historia, porque estaba investigando sobre la única obra que Mercedes Salisachs ha hecho para el teatro: La heroína de Betulia, que según parece no tuvo demasiado éxito entre la crítica, y que la apartó de la dramaturgia para dedicarse de lleno a la literatura (pero este hecho me parece bastante curioso por varias razones y como narrarlo merecía un espacio que aquí se hubiera hecho extremadamente largo, he decidido dejarlo para el siguiente post, y colocar éste antes, en el que hablo de Judith y Holofernes, a modo de presentación).

El libro de Judith es uno de los libros que componen la Biblia católica, la historia que se cuenta allí es como el pueblo judío estaba siendo cercado por el ejército asirio que mandaba el general Holofernes (en realidad el pasaje cuenta con varios errores históricos y los estudiosos dicen que en realidad el ejercito de Holofernes debió ser babilónico). Holofernes sitia la ciudad de Bethulia, cortando el suministro de agua -¡qué curioso precisamente ahora son los palestinos a los que los judíos les niegan los pozos de agua!, y cuando el pueblo está agotado y a punto de rendirse, entra en escena Judith.

Judith, era una viuda muy bella y con una alta educación, y con su criada se acercó al ejército enemigo haciéndoles creer que estaba de parte de los invasores, diciéndoles que el pueblo judío estaba siendo castigado por alejarse de las leyes de Dios y que se merecía tal asedio. Tras varias conversaciones con el general Holofernes este no sólo dejó de desconfiar de ella, sino que también cayó rendido a los encantos de la viuda y decidió invitarla a su tienda de campaña para cenar. Judith aprovechó la noche para emborracharlo, y después de que éste cayera dormido bajo los efectos del alcohol, Judith aprovechó entonces para cortarle la cabeza.

Avanzó, después, hasta la columna del lecho que estaba junto a la cabeza de Holofernes, tomó de allí su cimitarra, y acercándose al lecho, agarró la cabeza de Holofernes por los cabellos y dijo: "¡Dame fortaleza, Dios de Israel, en este momento!". Y, con todas sus fuerzas, le descargó dos golpes sobre el cuello y le cortó la cabeza (Judit 13,6-8)

La fuerza visual de esta escena, ha hecho que la decapitación haya sido pintada por múltiples pintores, al igual que ha llenado multitud de páginas literarias o ensayísticas (los psicoanalistas se frotaban las manos al ver en este suceso el simbolismo de una especie de castración masculina por parte de una viuda negra).

Hay tantísimos artistas que han pintado a Judith con la cabeza de Holofernes que hacer una lista sería casi interminable, por lo que para no perderme en decenas de links prefiero poner un par de lugares de sitios que ya se han encargado de recopilarlos y me han parecido bastante correctos 1 y 2 (y aún así podría añadir cuadros que me salen de otras listas y que en estas no están, pero como ya digo ponerme en el brete de hacer una lista completa ya he comprobado al ver cuadros y cuadros sobre el tema que era una absoluta locura). Así que únicamente coloco tres de los cuadros que más me gustan, y entre medias los versos de Lope de Vega de un poema titulado Al triunfo de Judit.

El del tenebrista Caravaggio (Milán, 1571-1610).
Caravaggio Judith y Holofernes
Cuelga sangriento de la cama al suelo
el hombro diestro del feroz tirano,
que opuesto al muro de Betulia en vano,
despidió contra sí rayos al cielo.


El de Cristofano Allori (Florencia, 1577-1621)
Allori Judith y Holofernes
Revuelto con el ansia el rojo velo
del pabellón a la siniestra mano,
descubre el espectáculo inhumano
del tronco horrible, convertido en hielo.


Y el de Artemisia Gentileschi (Roma, 1597 –1652). También de la escuela tenebrista y reivindicada en las últimas décadas como una de las primeras pintoras de las que se tiene conocimiento.
Gentileschi Judith y Holofernes
Vertido Baco, el fuerte arnés afea
los vasos y la mesa derribada,
duermen las guardas, que tan mal emplea;
y sobre la muralla coronada
del pueblo de Israel, la casta hebrea
con la cabeza resplandece armada


Recuerdo que una revista literaria online -tendría que buscarla para saber el nombre y no sé por donde comenzar- cogía temas clásicos antiguos e intentaba que fueran versionados desde un punto de vista actual por múltiples artistas que creaban multitud de manifestaciones nuevas, que iban desde: poemas, pinturas, relatos, microrelatos, etc). Los resultados eran francamente divertidos e innovadores. Tal vez sería interesante también pararse unos minutos a reinventar el mito de Judith y Holofernes. Por ejemplo, recuerdo que hace unos días me reía con estas versiones que están saliendo de de serie Z (con zombis). Ya me estoy imaginando un Judith, Holofernes y Zombis.

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domingo, octubre 09, 2011

Poema Naufragios de Julio Cortázar

Estamos a Dimange. Quería postear algo, y aunque tengo varios textos a medio escribir, se me hace cansino ahora terminar de elaborarlos o comenzar algo nuevo –habrán tiempos mejores-. Así que al final he optado por recurrir al omnipotente Cortázar. Además, algo sensual y femenino siempre le da un poquito de color al blog. ¡Y qué no os engañen! Esto es buena poesía y lo demás son tonterías.

Naufragios
Julio Cortázar

Dibujo de tu voz en la orilla del sueño,
arrecifes de almohada con ese olor a costa próxima
cuando los animales echados en la cala, las criaturas de sentina
huelen la hierba y por los puentes trepa un temblor de piel y de gozosa furia.

Entonces me sucede no conocerte, abrir el ojo de esa lámpara
que rechazas cubriéndote la cara con el pelo,
te miro y ya no se
si una vez más asomas de la noche
con el dibujo exacto de esa otra noche de tu piel,
con el vientre alentando suavemente,
abandonada apenas en nuestra playa tibia
por un liviano golpe de resaca.

Te reconozco, subo por el perfume de tu pelo
hasta esa voz que nuevamente solicita, contemplamos
al mismo tiempo la doble isla en la que somos
náufragos y paisaje, pie y arena,
también tu me levantas de la nada
con el errar de la mirada por mi pecho y mi sexo,
la caricia que inventa en mi cintura su galope de potros.

En la luz eres sombra y yo soy luz, soy la luz de tu sombra
y tu echada en las algas finges la sombra de mi cuerpo,
repetimos nocturnos la aventura del sol
cuando su angosta frente hiere los pedernales y proyecta
como un fragor de hueco al otro lado, un territorio
que inútilmente embiste y ambiciona.
Oh sombra de mi luz, cómo alcanzarte,
como envainar este relámpago en tu noche!

Entonces hay un sigiloso instante
en que los ojos buscan en los ojos un vuelo de gaviotas,
algo que es suelo y señuelo, una consagración y un laberinto de murciélagos,
lo que en la oscuridad surgía como un plañer tanteando,
una piel que se enfriaba y descendía, un ritmo roto,
se vuelve convivencia, santo y seña, arranque
del viento que se estrella contra la vela blanca,
el grito del vigía nos exalta,
corremos juntos hasta que la cresta
de la ola cenital nos arrebata
en una interminable ceremonia de espumas,

y recomienzan los naufragios, la lenta natación hacia las playas,
el sueño boca abajo entre medusas muertas y cristales de sal donde arde el mundo.

De "Ultimo Round"
Hoelck
Fotografía de Patrick Hoelck

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lunes, octubre 03, 2011

La lista de Sílvia (XI)

Ale, con estas dos películas ya termino esta serie cinéfila. (Y que sepas Sílvia que me debes un cuento, aunque sea chiquitito -como el barquito-).

El intendente Sansho (1953)
DIRECTOR Kenji Mizoguchi
Creo que la manera más fácil de resumirla es decir que es una especie de Ben-Hur a la japonesa. Sólo que los japoneses son más trágicos, y aunque tiene final feliz, durante el camino ya ha habido varias bajas “amigas”.
Aquí vemos por fin los dos tipos de Japón: el de los pobres esclavos y el de los nobles. El japón de los que se mueren de hambre, y el de los que viven inmersos en un entramado de rituales ceremoniosos.
La película plantea varios dilemas morales: la caridad hacia los demás, la abolición de la esclavitud, la anteposición de los principios morales frente a la obtención de la propia riqueza, y la capacidad también de redención.
También me hace gracia el hecho de que se toque el tema del abandono de ancianos en el monte (en este film parece que ya no es tan buena idea ja,ja)
Los encuadres son muy buenos, y los paisajes de algunos planos son realmente bellos. La iluminación también es destacable.
También me llama la atención los flashbacks del principio, que me imagino que serían todo un avance para la época. Quizás este punto sea en general el mayor mérito de la película, el estar avanzada a su época por muchos motivos: por el cuidado de la imagen y por la bella banda sonora que la acompaña en casi todo el film; por plantear unos dilemas morales que dejan a juicio del espectador su resolución, por no ser una película en el que todo salga bien e incluso mueran algunos de los “buenos”.
El título no creo que sea excesivamente afortunado, porque como decía al principio es como si a “Ben-Hur” la hubiéramos titulado “Mesala”.
Quizá yo le hubiera quitado un poquito de metraje. Porque más de dos horas de melodrama se me hacen un poco largas.
NOTA: 7
El intendente Sansho


Cuentos de Tokio (1953)
DIRECTOR Yasujiro Ozu
Una historia cotidiana rodada con gran sensibilidad. Es en global correcta y seguramente, presenta una portentosa técnica para la época. Me gusta especialmente cuando hace planos exteriores y pone algo material cerca de la cámara para darle un mayor efecto de perspectiva.
Pero la historia no deja de ser algo de lo más común. Unos padres ya viejos viajan a Tokio para visitar a los hijos que se mudaron a vivir allí. Al principio los acogen con cierta alegría, pero poco a poco se va viendo que su situación se va convirtiendo en un problema para los hijos aquejados por su ritmo laboral y sus quehaceres familiares.
En mi humilde opinión, el problema de la película es que es muy lenta y muy laaaaarga. Y en el fondo no me está contando nada que no sepa, cualquiera seguramente ha vivido más de una vez situaciones parecidas con familiares ya mayores que quedan al cargo de las familias, por lo que en cierta manera me aburre el que plasme una historia que en el fondo es tan común. Creo que todos tenemos un punto de egoísmo, y no me gusta juzgar a los demás, porque creo cuando no hay mala fe no se tiene derecho. En ese caso, al único que tenemos derecho a juzgar es a nosotros mismos. Y hacerse viejo ya sabemos que nunca es bonito (esto lo he escrito poco antes de ver el final de la película y resulta que al final ha habido un diálogo en el que parece que Yasujiro Ozu “me ha copiado casi todo lo que yo estaba escribiendo” (técnicamente hablando o temporalmente al menos igual sería mejor hablar de que yo soy el plagiario).
PD. Creo que he visto alguna película de Paco Martínez Soria con un argumento parecido y que me ha gustado más (al menos las de Paco Martinez Soria tienen un final feliz). ¡Estos japoneses sonríen mucho, pero en el fondo son unos tristes!
NOTA: 6,5
Cuentos de Tokio

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sábado, octubre 01, 2011

En memòria del poeta Salvador Iborra

El jueves asistí a un recital poético en la Barceloneta -lo que llamaban Pycho Jam Poética- cuyo tema central era la muerte. Horas después, a no demasiada distancia, ocurría la muerte de un poeta en mi querida ciudad. Asesinado cobardemente a navajazos por el barrio Gótico, según noticias el desencadenante podría haber sido el robo de una bicicleta. Triste a la vez que absurda muerte. Cuando uno piensa en un poeta asesinado siempre recuerda el nombre de Federico García Lorca, a mi ahora me viene a la mente el poema sobre La muerte de Antoñito el Camborio (… pero eran cuatro puñales/ y tuvo que sucumbir/ Cuando las estrellas clavas/ rejones al agua gris…). Y también me viene a la mente esa canción de Gossos En un instant que compusieron para recordar el asesinato Josep Maria Isanta en la Patum de Berga.

Salvador Iborra Mallol un joven poeta de origen valenciano, licenciado en Filologia Catalana en la Universitat de València, y que actualmente estudiaba un máster en la UPF (Universitat Pompeu Fabra). Salvador Iborra deja como legado tres poemarios publicados: Un llençol per embrutar, Les entranyes del foc y Els cossos oblidats.

En la actualidad es raro el poeta joven que no sea bloguero, así que me he ido directo a echar un vistazo a ver si Salvador tenía blog, y efectivamente lo tenía: La ruta desconeguda.

Las casualidades de este post continúan, porque en el último post que Salvador había colocado en su blog un video con la representación bailada de la muerte de un cisne, lo cual tiene aires de trágico epitafio. La poética habla de que el cisne cuando muere, hace su canto más bello (son como los pétalos del cerezo japonés), y es por eso que cuando un artista muere, se suele decir que su última obra ha sido su canto del cisne. El post de Salvador parece predestinado a una muerte que parecía ir a buscarle. El cisne negro –la suerte maldita- parecía estar acechándole a Salvador (algo parecido contaba Iván Humanes en la Psycho Jam Poética recordando el cuento del Jardinero y la Muerte recogido entre otros por Cocteau). Dejo el mismo video que colocó Salvador Iborra en su blog (¿son los blogs los algo así como los testamentos de los poetas actuales?).

La mort du cygne Maude Sabourin


También dejo un par de textos recogidos también de sus últimas entradas (el mejor homenaje que puedo hacerle, creo que son sus propias palabras) y otro video que también él había colocado de una canción del músico Quique González y que a mí me ha gustado bastante (en otra ocasión ya puse Salitre del mismo autor).

“Las azañagas del lenguaje ni resuelven ni engañan. Triquiñuelas venenosas atrapadas en el papel, que todos los textos fallan, nos dijeron los que dijeron lo que tenían que decir desde la parte sucia. Tu boca sabe a adrenalina, sudor y circunstancia. Muerde, zorra, hasta que hagas sangrar y luego vete. Aquí no hallarás más literatura que la desprecias. No hay sitio para nadie, a pesar de que te pareces a quien te pareces y por eso te pudiste acercar tanto sin que te matara. Carga de caballería, peste, muerte y el cine de Bergman, de aquí no se sale virgen, niña, estás demasiado cerca de todos lugares lejanos. Hunde los restos en en las aguas negras mientras llueve, aquí no se nace y no estás a salvo. Lo desconocido es el pasado, más que el presente, eterno retorno a la nada. No hallarás la salida. Pero hay algo dulce en todo esto, algo dulce, yo estuve en todos los lugares, yo soy lo otro de ti, lo que no eres, tú otro-mismo en tensión, tú heterogéneo, tu disperso, y en mi te reconoces y te desdibujas. Donde ya no se puede pensar nada hay quien puede sentir y llora. Llora, pues, aquí está permitido. Te dejo que lo hagas. Lo sabes bien, a veces no todas la lágrimas son malas.”
Salvador Iborra Mallol


“D'aquella vesprada de parlar en públic, amb eixa alegria de celebració de la lectura, de riure's una mica d'un mateix, de compartir almenys això amb aquella gent que no conec ni coneixeré mai, recorde una mirada. Ella seia al mig d'aquella classe d'universitat. Recorde, no he pogut oblidar, l'ardor en aquella manera de mirar. El que els seus ulls deien o no, és cosa que em quedaré per a mi. Fou un regal, i els regals no es comparteixen. En acabar aquella conferència no es va quedar. Ni signar el llibre, ni un cafè. La realitat desmesurada de sense ser destí inscriure's com si fos destí. Quan em mirava em vaig sentir d'una certa manera, després, com quasi sempre que hom fa aquestes coses, em vaig sentir ridícul. Ara sent una certa nostàlgia d'aquells ulls, em vaig quedar sense poder dir-li la paraula que més sentit hagués tingut. Em vaig quedar sense haver-li pogut dir "gràcies".”
Salvador Iborra Mallol


Quique Gonzalez “De haberlo sabido”


De haberlo sabido... a mi me hubiera gustado compartir un par de cervezas contigo Salvador.

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