La Librería

Pequeños retales de literatura

domingo, mayo 22, 2011

Dos videos en día de elecciones

Estos dos videos son delirantes, pero me gustan mucho. Hoy jornada electoral, y mientras esto ocurre, estoy rescatando nombres de películas antiguas de las consideradas de culto. Ya os podéis imaginar las maravillas que se encuentran.

Mad Monster Party?



Ya sabemos como es Intereconomía y que le gusta manipular las noticias, pero aún así este video me encanta. Me parece muy divertido el que me descubran que Caperucita es de izquierdas, y el Principito es de derechas ja,ja… voy a hacer yo otra declaración del mismo tipo: los bomberos son de izquierdas, y los maderos son de derechas. Ea!

Anuncio Intereconomía: izquierdas y derechas



No busquéis ninguna relación entre los dos videos, que no la hay. Al menos premeditada.

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jueves, mayo 19, 2011

Weekend: otra película del plasta de Jean-Luc Godard

Si ya cuando ví Yo te saludo María –por cierto, horrible traducción en este caso del título- me quedé ojiplático ante tamaño bodrio intelectualoide, debería entonces haber evitado volver a caer en las redes de Jean-Luc Godard, pero el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, así que cuando me enteré que programaban Weekend, me planeé mi propia noche -dentro de mi fin de semana-, para quedarme en el sofá frente al televisor con la única compañía de las palomitas, dispuesto a volverme a enfrentar a Godard.

Weekend Godard Desde hace tiempo tenía un especial interés por esta película, porque había leído que estaba basada en el relato de Julio Cortázar La autopista del sur. Y en este blog la figura de Cortázar se venera con devoción. El relato sitúa a un ingeniero que va hacia París y que se encuentra metido en un atasco interminable, y lo que comienza con una situación de tedio absoluto se irá alargando en el tiempo hasta tal punto, que se establece una microsociedad en el mismo atasco. Puede parecer algo demasiado fantasioso, pero hace un año cuando leí en el periódico que un atasco en China duraba ya nueve días, irremediablemente me acordé del relato de Cortázar.

Pero volviendo a Godard, ese enfant terrible de la Nueva Ola francesa (generación que creó la llamada Nouvelle Vague). Godard es insufrible, pero ante tal adjetivo, no soy de los que recomienda que su nombre sea completamente olvidado de las guías cinematográcias. No! No! A Godard hay que conocerlo para luego tener el placer de odiarlo.

Cámaras al hombro (aguas de las que años después beberán otros movimientos como Dogma); improvisación en los guiones; escenas con largos silencios insoportables; múltiples referencias intelectuales –pedantes y egocentristas diría yo-; denuncia contra la sociedad actual; importancia del momento y de la forma más que el propio argumento de la película, cambio de los cánones cinematográficos y especial interés hacia el nuevo cine norteamericano. Voces en off o mensajes en pantalla que interrumpen constantemente sus películas (sospecho que con mensajes subliminales que van directos a acabar de freir nuestros pobres cerebros). Y sobretodo muchas ganas de provocar.

La película narra como un matrimonio formado por Corinne y Roland se disponen a pasar su fin de semana en la campiña francesa de visita a los padres de ella. El primer diálogo es una conversación sexual, en la que parece que cansados de una vida sexual anodina marital, necesitan estimularse con fantasías en las que entran terceros (con referencia incluida a Georges Bataille y su Historia del ojo con ese episodio fetichista de sentada de nalgas sobre plato de leche).

Una vez subidos en el coche vemos el primer episodio de violencia que ocurre entre ellos y sus vecinos; un pequeño toque entre los parachoques desemboca en disparos con carabina por parte del vecino, lo que ya nos da a entender que es lo que vamos a ver durante el resto del largometraje (e incido especialmente en lo de “largo”).

Corinne y Roland van en su descapotable, discutiendo sobre el testamento y el deseo de heredar que tienen sobre el pariente al que van a visitar, y en el camino se encuentran un inmenso atasco que ellos sortean sin demasiada oposición por el resto de conductores (aquí es cuando me di cuenta que no había demasiada voluntad de hacer la película creíble y que todo era más bien un disparate con la supuesta intención de denunciar los males de una sociedad aburguesada). El coche avanza en un travelling interminable en el que ya no solo adelantan a los coches atascados, sino que continuamente vemos coches incendiados o accidentados en los arcenes, con la presencia de cadáveres y heridos en la cuneta o sobre el asfalto. El travelling dura unos diez minutos por algún extraño motivo de Godard que nos hace sufrir su traumas infantiles al rodar todo lo que se le pasa por la cabeza sin pensar demasiado en el interés que pueda tener en el espectador.

Weekend Godard

La verdad es que aquí es cuando ya comencé a ponerme de los nervios, y para no volverme loco, confieso que me fui a hacerme la cena y desconectar durante unos cuantos minutos. Sintonizando con Godard entendí a la perfección que podía saltarme perfectamente fragmentos de su película, que el hilo argumental –casi inexistente- no sufriría en demasía. He leído que Godard veía sus películas como si de lenguaje pictórico se tratase, donde era más importante la sensación que producía al espectador que la propia comprensión. Epa!! Pues haber rodado un cortometraje y nos ahorrabas tanto gratuito sufrimiento!! Y desde luego hay que reconocer una cierta genialidad en Godard, ya que después de filmar un bodrio tras otros, podemos afirmar que sus películas van siempre cargadas de polémica por el debate que generan entre defensores y atacantes de su obra. Aunque quizás ese mérito decrece cuando uno ve que la Godard se repite con ese deseo de provocación, en vez de intentar desarrollar una historia que comunique con el espectador (yo al menos soy de los que creen que lo básico de una película es que se cuente una historia con un mínimo de interés, y si alguien de los que lee esto cree que no, pues entonces le reto a que vea esa “joyita” que perpetró Warhol que lleva el título de Sleep, en la que se durante cinco horas aparece un tío durmiendo y luego si aguanta sentado todo el tiempo viéndola pues pongo a sus pies por su santa paciencia digna de Job).

Cuando volví de hacerme la cena -más o menos- el matrimonio ya no iba en coche, sino que iba andando por el bosque, y aquí es cuando comenzaba el carnaval de disfraces (bajo presupuesto sí, pero rodar con Godard debía ser toda una diversión). La pareja se encuentra a una chica que dice ser Emily Bronte, ellos le preguntan por donde deben ir, y ella contesta una y otra vez con frases de sus poemas, lo que les comienza a poner frenéticos (¡y a quién no!). ¡Claro! Una crítica a aquellos que viven inmersos en la literatura sin darle una oportunidad a la vida… Y tú te dices: “gracias” Godard, por denunciarme tantas cosas en tú película ¿qué haría yo sin tu sabiduría iluminatoria). Aquí se produce la mejor escena para mí de la película, en un momento uno de los personajes suelta: “esta película es una mierda” y tú que lo digas. Y para acabar de terminar la secuencia, acaban prendiéndole fuego a la pobrecita de Emily Bronte que bastante tenía con haberse equivocado de cuento. Y ya puestos, yo hubiera aprovechado para atar a Jean-Luc Godard a un árbol, rociarle de gasolina, y tirarle una cerilla encendida, aunque seguramente antes le hubiera hecho sufrir un poco, poniéndole los grandes éxitos de Leonardo Dantés.

Después de otros absurdos encuentros, Corinne y Roland llegan a casa de sus familiares pero el padre resulta que ya ha muerto. Puesto que no les ha dejado el testamento, la pareja mata a la mujer del padre (creo, porque confieso que entre unas cosas y otras aquí ya mis quehaceres se habían vuelto más importantes que el bodrio de película que estaba presenciando, y mis ausencias del sofá eran más continuas y mi visionado más intermitente).

Weekend GodardPero, Ah! Amigos!! Godard aún guardaba su traca final, de repente la pareja se encuentra por la tranquila campiña francesa a un comando terrorista hippy de corte maoísta pertenecientes al FLSO (Front de Libération de la Seine et Oise). El bosque ahora es una especie de escenario apocalíptico, donde estos hippies disfrazados de indios son dados a distintas parafilias, en las que se encuentran el spanking, la mutilación de animales, o el canibalismo.

Y francamente, mi desesperación era tal, que no debí poner demasiado énfasis en el final de la película, porque ni recuerdo exactamente como acababa aunque me imagino que con un fundido en negro en el momento más insospechado. De todas maneras considero que la película es un despropósito, donde ya me imagino a todos proponiendo imbecilidades, y Godard diciendo “pues sí, vamos a meterlo”.

No sé, creí que Blow up de Antonioni ya había sufrido la peor de las adaptaciones hechas sobre los relatos de Julio Cortázar, pero no, el destino siempre guarda sospechas inimaginables e inesperadas.

Le reconozco por eso a Godard su capacidad innovadora, que con algo de moderación pueden ser recursos útiles a la hora de rodar una historia. Y le reconozco también su voluntad de denuncia a la sociedad burguesa de aquella época, que en cierta manera antecedió a los sucesos que daría lugar al Mayo 68 francés y que ahora con el movimiento del 15 M está también de cierta actualidad. Mi comprensión especial hacia estos jóvenes últimos, que equivocados o no, no quieren conformarse con la sociedad actual, y que espoleados por el libro “Indignaos” de Stéphane Hessel han salido a tomar la calle (A esa llama de esperanza, le dedico ese himno que es la canción Revolución de Amaral). Al menos dejémosles el derecho de quejarse.

En lo que respecta a Godard, confieso que voy a seguir viendo algunos de sus otros films (es que hay un par de sus películas de las que tengo muchas referencias para olvidarlas así como así y supuestamente son más digeribles). Además uno en el fondo tiene alma de masoquista.

Pero como decía antes, si uno no ha visto a Godard y nada de la nouvelle vague, no podría entender este maravilloso squetch de los Monty Python, o leer críticas tan divertidas como ésta del amigo Xavier Agueda.



Por cierto, el próximo Jueves 26 hay PolifemOs con temática cortazariana y con presencia del ínclito y siempre interesante Carles Alvarez Garriga, que vendrá a hablar de los Papeles Inesperados de Cortázar.

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martes, mayo 10, 2011

La otra cara del Dr. Gregory House

Homo homini lupus
(el hombre es un lobo para el hombre)
Thomas Hobbes


10 de mayo, día mundial del lupus. Sobre la enfermedad del lupus sabemos la mayoría más bien poco, si hemos visto algunos capítulos de House sabemos que es una enfermedad crónica, de origen autoinmune, cuyas causas de aparición son desconocidas. Su sintomatología es tan amplia, que bien pueden cuadrar con cualquiera de los extraños diferenciales que el doctor Gregory House rotule sobre su pizarra. Aunque por alguna extraña broma de los guionistas, también sabemos que al final el paciente podrá tener cualquier otra extraña enfermedad, pero nunca tendrá lupus. De hecho los guionistas son bastante recurrentes en la manera de concebir los capítulos, y al igual que nunca es lupus, hay otras situaciones que siempre se repiten, como por ejemplo que los doctores se equivoquen una y otra vez con el diagnóstico mientras la enfermedad avanza, hasta llegar al punto en que el paciente sufrirá algún tipo de parada cardiaca, por el que tendrán que utilizar para reanimarlo las palas del desfibrilador. El capítulo terminará cuando Hugh Laurie aparezca en el reino de los iluminados, y por algún tipo de pensamiento lateral encuentre las causas y el remedio a la enfermedad.

Respecto a lo del lupus, recuerdo que en un capítulo el Dr House incluso escondía en un libro de lupus que estaba ahuecado, un frasco de vicodina. Alguien luego le preguntaba por el maltrato de tal tratado, y él respondía que "como nunca era Lupus…”.

Hugh Laurie cobra la magnífica cifra de 400.000 dólares por episodio, pero que se le va a hacer a mí no me parece excesivamente mal si lo comparo con otras estrellas que cobran cifras parecidas, y me parece que tienen mucho menos talento. Hugh Laurie me parece un genio, y no ya por lo que me pueda deslumbrar por los comentarios en la serie, que ya se que son obra y gracia de los guionistas, sino por su magnífica interpretación. Pero es que además, el haberlo visto en otras series o películas anteriores, como la que TV3 emitió durante varios años con el mítico nombre de: L’escurçó negre (Blackadder) que prelanzaría a la fama a un Rowan Atkinson (futuro Mr Bean) y que mantenía en su elenco de secundarios a personajes memorables como el que hacía de Baldric o el propio Hugh Laurie (video 1, video 2).

La verdad, es que tras ver el contraste de esta vis cómica con el personaje que Hugh Laurie que tan bien interpreta ahora al doctor Gregory House, con todos sus matices tanto serios como humorísticos, no solo me parece meritorio y que es un gran actor, sino que además demuestra que se ha currado llegar donde ha llegado.

Gregory House

Además Hugh Laurie para mí es un genio, porque es una de esas personas que desborda por sus facetas creativas: hace unos años publicó una novela titualada “The gun seller” (en España titulado “Una noche de perros” y la Wikipedia dice que estaba escribiendo una segunda parte (Paper soldier). Pero donde sobretodo también destaca Hugh Laurie es en su faceta musical. Quizás es que cuando uno gana tanta pasta, tiene tiempo para despreocuparse y divertirse (ya lo hemos visto en otros actores americanos como Woody Allen, Keanu Reeves, Scarlet Johansson, Kevin Costner o Russell Crowe y en España quizás el caso más sonado es el de Luis Tosar que bien podría ganarse el pan fácilmente tocando con su grupo Di Elas)

La cuestión es que Hugh Laurie parece uno de esos hombre orquesta, porque tanto toca la guitarra, como el piano, o la armónica, y encima canta bastante bien. Acaba de presentar su primer trabajo serio con el título Let them talk (Dejarlos hablar) cargado de blues, y aquí tienen una especie de trailer de presentación de este disco.

Hugh Laurie, Let Them talk: An Introduction.



De todas maneras, ya sea actuando o cantando, es fácil encontrarle en su faceta más payasa, y siempre sabe sacarnos una sonrisa. Aquí Hugh Laurie interprentando The Protest Song. ¡Y qué fácil sería entonces arreglar el mundo!

(esta actuación me hace recordar la escena del Ejercito de las tinieblas, cuando Ash se olvida la retahíla del Klaatu Barada Nicto que debe pronunciar para recuperar el Necronomicon.)

Y comienza en Barcelona la Semana de Poesía.

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