La Librería

Pequeños retales de literatura

jueves, mayo 31, 2012

Roberto Bolaño y los zombies

No me negarán que el título no despierta ya de por sí una cierta curiosidad, eh? (Aclaro que siempre me ha gustado más el término zombies respecto al recomendado por la RAE zombis) Bueno, seguramente algunos de los que lean esto ya saben que el nexo del que voy a hablar es el relato de El hijo del coronel, editado póstumamente en el libro de El secreto del mal, volumen compuesto con textos que se encontraron en los archivos del ordenador de Bolaño tras su muerte, y recopilados por Ignacio Echevarría.

El libro presenta sus altos y bajos, por un lado cualquier aficionado de Bolaño tiene siempre interés por cualquier texto nuevo del autor, pero por otro lado, sucede lo mismo que comenté hace un par de posts con los cuentos de David Foster Wallace, que la mayoría me parecen inacabados, como si Bolaño solo se hubiera molestado en escribir el comienzo de un texto que quisiera desarrollar en un futuro y que por desgracia nunca llegó a tener.

Pero para no extenderme demasiado, voy directamente al relato de El hijo del coronel. El relato comienza con una afirmación que suena a broma; Bolaño hace hablar al narrador en primera persona, y nos cuenta que a altas horas de la madrugada comenzó a ver una película de serie B de la que no recuerda su nombre, pero en la que se vio totalmente reflejado (“una película que era mi biografía o mi autobiografía o un resumen de mis días en el puto planeta Tierra”), para comenzar luego a contar una delirante película en la que aparece un chico que tiene una novia zombie, y que ambos son perseguidos tanto por el ejército como por una banda de delincuentes mexicanos, que también acabarán convertidos en zombies.

La película de la que habla Bolaño, como bien explica Javier Avilés en su blog, es la de Return of the Living Dead III (aquí estrenada con el título de Mortal Zombie del director Brian Yuzna, de la que copio el siguiente argumento de su ficha.

El Coronel Reynolds y su equipo de científicos del gobierno trabajan en la reanimación de cadáveres para usos militares, mediante la utilización del gas trioxin. Su hijo Curt y su novia Julie usan los pases de seguridad de su padre para escabullirse dentro del laboratorio y observar el procedimiento. Más tarde padre e hijo tienen una pelea y Curt y Julie se marchan en moto pero desafortunadamente sufren un accidente y Julie resulta muerta. Golpeado por la tristeza Curt lleva su cuerpo al laboratorio para tratar de devolverle la vida.

El hijo del coronelPor mi parte desconocía la existencia de esta trilogía aunque soy aficionado al género zombie, así que en seguida me he apresurado a darle un vistazo, porque lo curioso de está película es que tiene un alto grado de romanticismo, que hace que algunos la definan como una especie de Romeo y Julieta zombie. Además hay escenas que no se olvidan fácilmente, como cuando la chica zombie –verdadera protagonista de la película descubre que automutilándose consigue mitigar el hambre que siente por comer carne humana, por lo que empieza a hacerse piercings por todo el cuerpo, lo que hace que la visión de la joven zombie, parezca salida del mismísimo infierno de Hellraiser, pero que a la vez nos despierte un extraño fetichismo semejante al que nos produce el visionado de algunas escenas de el Crash de Cronenberg.

Hay otra cuestión con la que acostumbro a debatir con mis amigos que trata sobre las distintas versiones sobre la construcción del mito de los zombies. ¿Pueden correr o no pueden? ¿Por qué se han vuelto zombies los zombies? ¿Son inteligentes o no? ¿Temen al fuego o no? En esta película quedan plasmadas varias ideas bastante interesantes, como la teoría de que los zombies atacan especialmente los cerebros humanos para mitigar el continuo deterioro de su propio sistema nervioso. Indudablemente es una película que cualquier aficionado al género debería ver.

Retomando el tema de la identificación del propio Bolaño en el narrador de la historia, que a su vez se ve reflejado en el chico de la película, aparte de la broma evidente, es probable que Bolaño estuviera diciendo algo más sutil, como que los argumentos en verdad se repiten a lo largo de la historia con independencia de los decorados en donde se producen. En el fondo el argumento de esta película no deja de ser una huida por amor entre un chico y una chica profundamente enamorados, cuyo padre que no les da el beneplácito y está dispuesto inicialmente a hacer todo lo posible por romper esta relación. Aunque al final hijo y padre encontrarán un punto de comprensión. Quizás algo que si que fue semejante a algún episodio en la vida de Roberto Bolaño.

La revista Granta dedicó en el pasado número de otoño un número dedicado al horror, y en ella varios artistas han creado una espectacular animación gráfica basada en el texto de Bolaño.

La animación se puede ver en la siguiente web: Nothingbutamovie.com.

El hijo del coronel

Created by Jocabola, Owen Freeman, David Bonas and Sorgerune.

Copio por último un fragmento del relato de El hijo del coronel, de Roberto Bolaño, para que se hagan una pequeña idea:

“Y mientras el hijo del coronel da esquinazo a la policía, Julie procede a comerse el pecho del dependiente. Cuando el joven Reynolds, con una sonrisa radiante, le dice a Julie que la poli ya no los sigue, ésta, a cuatro patas, como si fuera un tigre o estuviera haciendo el amor, sólo exhala un suspiro de satisfacción pues su hambre, momentáneamente, como no tardaremos en comprobar, está saciada. El hijo del coronel, evidentemente, sólo puede proferir un grito de espanto. Después dice: ¿Qué has hecho Julie? ¿Cómo has podido hacerlo? El tono con el que lo dice, sin embargo, nos indica claramente que está enamorado y que su chica, aunque sea caníbal, sigue siendo, por encima de todo, su chica. La respuesta de Julie es simple: Tenía hambre.”

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martes, mayo 15, 2012

Hoy hace un año...

15-M

Hay denominaciones que se inventan como forma despectiva hacia un colectivo, pero con el tiempo se acaban asentando, y los propios insultados lo acaban aceptando como una palabra propia. Esto por ejemplo ha ocurrido siempre en la historia de los clubs de fútbol con sus respectivas aficiones. En lo que a mí respecta, yo ya le he cogido cariño a la expresión “perroflauta” y miro con cariño y simpatía imágenes como ésta.

Aclaro. No me he identificado nunca con el 15-M y aunque tengo amigos y familiares que si estuvieron cercanos a esta movida, y hoy que hace un año que comenzó aquello, sé que han acudido a las asambleas convocadas, por lo que sí que puedo decir que me siento mucho más cercano a “ellos” que a los “otros”.

“La sociedad, más que por intercambios mercantiles, se rige por intercambio de humillaciones”.

(esto lo dice Leopoldo María Panero en el documental de El desencanto de Jaime Chávarri, y sabemos que el poeta está un poco p’allá entrando y saliendo del psiquiátrico, pero desde luego este hombre también tiene momentos de profunda lucidez).

NOTA: me acabo de enterar de la muerte del mexicano Carlos Fuentes. Un escritor que vivía totalmente para la literatura. Descanse en paz.

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jueves, mayo 10, 2012

Poemas de amor y una canción desesperada

En unas semanas tengo una boda, y como parece ser que tengo fama de ser el más dotado en mi círculo de amigos más cercano (en cuestiones literarias, aclaro) me ha tocado escribir el texto que se leerá en la boda (es la segunda vez que me toca :S). Me he intentado escaquear –lo juro-, pero la novia tiene gran poder de convicción sobre mí y sólo ha hecho falta que me lo pidiera un par de veces y que en su petición, hiciera uso subrepticio de la amistad que nos une durante tantos años, para que yo me acabara rindiendo al enigmático poder que parece que para algunos tienen las doradas sortijas (Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo...)

El asunto es bastante aburrido, porque estas cosas funcionan generalmente buscando por internet un montón de textos y poemas de boda, leerlos para seleccionar los que me parecen decentes y no demasiado blandengues, y al final realizar una especie de fritura dándole un pequeño toque personal. Tampoco es que ocupe demasiado tiempo, ya que unas pocas horas uno ya tiene escrito una versión final, pero realmente a mí estas cosas tampoco es que me gusten demasiado, así que vuelvo al final a ponerme en modo gruñón.

El problema es que uno termina aburrido de leer tanto asunto sobre el amor y el matrimonio, cuando a mí en estos momentos lo que me apetecería es estar leyendo son unos libros de Roberto Bolaño que tengo que devolver en breve en la biblioteca de mi barrio. Pero rebuscando por la red entre poemas y otras historias, al menos tengo que admitir que uno encuentra tesoros que aún no había tenido la oportunidad de ver, y que al visionarlos me quedo ojiplático y con una amplia sonrisa dibujada en la boca. Con lo siguiente, recupero el más puro espíritu de Raphael de la Ghetto (carambola a la derecha, carambola a la izquierda).



APM? - Tu, tot, tothom

¿ho haveu vist?

Pone abajo L’hora del lector haciendo el doble sentido, y entendiéndose entonces como éste el programa de emisión, pero creo que por el decorado, esto más bien debió pasar en el programa de libros Qwerty que presentaba Joan Barril.

Decía Gabriel Celaya aquello de que la “poesía es un arma cargada de futuro”, sólo que en algunos casos el arma bien parece uno de esos mazos acolchados que se utilizaban en el ya pretérito Gladiadores americanos.

Ahora, eso sí, no me negarán que tothom se ha reido. Reutilizo el post y hago promoción de un correo que me envía Nacho (Jose Ignacio García Martín), al que por mi parte aún no sé si podré asistir, pero por ahora aquí paso la nota:

Aprovechando la reciente publicación de mi último libro, En3lazados (coescrito junto a Ana Marín y Dolores Ferrer), se me ha ocurrido juntar a un puñado de personas expertas y respetables para montar un pequeño evento en el que charlaremos sobre esta costumbre nuestra de contar cuentos, en todas sus posibles variantes: los libros, la narración oral, los blogs, los e-books, los concursos...

Me acompañarán los escritores Carmen Lafay y Franco Chiaravalloti, además de Juan Pablo Fuentes, miembro del grupo Bocadabatas de narración oral, que amenizará el acto con una representación en vivo y en directo.


El acto tendrá lugar el jueves 17 de mayo, a las 19'15 horas, en la Librería Excellence (C/ Balmes, 191). La entrada es libre y gratuita, y además sortearemos entre los asistentes un ejemplar de En3lazados.

¿Y la canción? Ah vale, la canción… bueno aprovecho ese post que tiene aires de cajón de sastre y pongo una de mis canciones preferidas, y es nada más y nada menos que The pot de Tool (no sé si ya la habré puesto alguna vez antes por aquí, pero da igual, porque es tan buena…). Siempre que la escucho me da un subidón (You must have been high). La letra es endemoniadamente rara, pero no descarto que igual es que hay que ir un poco colocado para entenderla.



Tool –The pot-

Sí, esta es la música que me pone. Y mucho.

lunes, mayo 07, 2012

El neón de siempre

Hace muchas semanas que no coloco ninguna reseña literaria por aquí, y esto que coloco ahora no llega tampoco a serlo, pero pretende al menos solventar un poco este vacío.

Extincion Leí hace unos días los relatos que componen el libro de Extinción (Oblivion) de ese abanderado de la nueva prosa norteamericana que fue David Foster Wallace. La sensación que me quedó tras la lectura fue agridulce, porque aunque el estilo en algunos momentos si que me pareció original y por encima de la media, especialmente por ese grado de detalle que DFW –de ahora en adelante- buscaba reflejar en su prosa que a veces llega a ser tan impresionante como desconcertarte. Pero me desagradó en la mayoría de las veces, el cómo se cerraban la mayoría de los relatos, por la sencilla razón que creo que casi todos carecen de un final acorde a lo que se merecería el propio relato. DFW consigue que su manera de relatar cada historia que uno fácilmente pueda imaginarse la escena, y sin embargo cuando está ya en el punto cumbre, y espera el giro último del escritor que de la coherencia que el relato suele tener por la propia estructura del concepto relato, se da cuenta el lector que el final propuesto es normalmente abrupto y deja la historia en el punto álgido, sin demasiadas pistas de cual es el verdadero final que uno debe imaginarse. Vale que estoy de acuerdo con los finales abiertos, pero solo cuando se nos dan las pautas para imaginarnos el final que sospechamos. Me molesta cuando en un libro o en una película se me escamotea una parte de la historia que creo que le daría solidez necesaria por lo que yo creo una simple postura de snobismo, o lo que sería peor, de pura vagancia. En mi manera de pensar uno de los mejores cuentistas que han existido desde siempre es Julio Cortázar, y precisamente uno de sus puntos fuertes es la manera que tenía de cerrar los cuentos, donde era habitual que en las últimas líneas él le diera un último giro brillante al relato, que cambiaba la percepción al lector de todo lo leído anteriormente. Eso en DFW no existe, sino que más bien la sensación es parecida a la de un coitus interruptus, que sabe hacia donde quiere dirigirnos pero que al final no sabe como terminarlo.

Por el contrario hay varias cosas dignas de elogio, me gusta esta característica que le inducía a experimentar con su prosa, seguramente alentada por sus clases de escritura creativa que el mismo daba, que le hacía que cada relato sea muy distinto tanto en el estilo como en el tema. A veces DFW cuenta una historia que podría ser sencilla a la hora de narrarla, pero hace una especie de “más difícil todavía” y la misma historia que podría tener solo un plano de perspectiva, DFW la explica desde el punto de vista de alguien que explica que le han contado lo que otro oyó, que responde finalmente a la historia que debía ser contada inicialmente, complicándose todo en una enredada composición de voces narrativas de la que DFW consigue salir milagrosamente indemne.

En una entrevista DFW defendía esa prosa profunda que se desparramaba por la página con una acumulación de divagaciones, con la que en cierta manera intentaba plasmar un proceso semejante al que hace el pensamiento humano. Y aunque siempre valoraré la originalidad, a veces creo que se dispersa tanto en lo que cuenta, que no acaba de llegar a donde debería de llegar, para que sus historias golpeasen de verdad al lector. Temo que muchos relatos se pierdan en el mismo olvido que refleja el título del libro, al no concretar o simplificar el propio relato. Aunque siempre es mejor pecar por exceso que por defecto, porque el exceso de escritura se puede sencillamente podar y de ahí rescatar lo que al final queda (como en su manuscrito póstumo de El rey pálido en el que trabajaba hasta su muerte, con muchas más páginas escritas de las que al final se han acabado publicando) que no pecar por no escribir lo suficiente, que podría ser indicio de falta de talento para la escritura.

Me gustó especialmente el relato de “El neón de siempre” donde una especie de yuppie que parece que tiene éxito en la vida, en realidad es un personaje atormentado y cansado de sí mismo, que siempre hace las cosas de cara al exterior, sintiéndose él mismo como un fraude; que acude a un psicólogo con la esperanza de encontrar una ayuda ante su vacío vital, y sin embargo la esperanza naufraga cuando el se da cuenta que su capacidad mental está por encima de la del propio psicólogo, que nunca le dirá algo que él no haya pensado ya antes. Al final el personaje termina eligiendo el camino del suicidio como solución a su infelicidad.

Toda la vida he sido un fraude. No estoy exagerando. Casi todo lo que he hecho todo el tiempo es intentar crear cierta imagen de mí mismo en los demás. La mayor parte del tiempo para caer bien o para que me admiraran. Tal vez sea un poco más complicado que esto. Pero, si uno lo piensa bien, se trataba de caer bien y de ser querido. Admirado, aprobado, aplaudido, lo quesea. Ya me entienden. En la escuela me fue bien, pero en el fondo mi motivación no era aprender ni mejorarme a mi mismo sino simplemente que me fueran bien las cosas, sacar buenas notas y entrar en los equipos deportivos y obtener buenos resultados. Tener un buen expediente académico e insignias de victorias deportivas en mi chaqueta para enseñarle a la gente. No me lo pasaba muy bien porque siempre tenía demasiado miedo de que no haría las cosas lo bastante bien. El miedo me hacía esforzarme muchísimo, así que todo me iba siempre bien y terminaba consiguiendo lo que quería. Pero en realidad, en cuanto conseguía la mejor nota o ganaba el título deportivo de la ciudad o conseguía que Angela Mead me dejara ponerle la mano en el pecho, no sentía apenas nada más que tal vez miedo a no ser capaz de conseguirlo otra vez.

El neón de siempre -David Foster Wallace-

Es fácil imaginarse que algo más de lo normal hay de él en este relato, cuando aparece otro personaje que responde al propio nombre de David Wallace como un guiño me imagino que hacia si mismo, y que es éste el que hojea el anuario de la universidad, y ve la foto del tipo que antes se ha suicidado, y lo recuerda como un triunfador; al que toda la vida parecía irle viento en popa, y no puede explicarse por qué se acabó suicidando.

Extrañas las vueltas que da la vida, David Foster Wallace parecía también un tipo que tenía toda la vida delante: una bella mujer, dinero, un buen trabajo, y el reconocimiento de todo el status literario que lo consideraba como una de las mayores promesas de la literatura norteamericana contemporánea. El posaba en las fotografías con una estética grunge, fruto quizá del pañuelo que solía atarse sobre la frente -problemas con el sudor explicaba él-. Rodeado de jóvenes que le tomaban como ejemplo del escritor al que ellos admiraban y al que soñaban en sus sueños más profundos con emular, y sin embargo tampoco funcionaba algo del todo bien en la cabeza de DFW que arrastraba una tristeza de la que no sabía desprenderse. Quizás al intentar escribir sufría demasiado, y ni siquiera la escritura le servía de bálsamo contra la soledad que le angustiaba.

Por ello los que le querían no les sorprendió demasiado que un día el David Foster Wallace se colgara de una de las vigas de su casa hace apenas un año.

Neon City Past the Neon City
heavyj


Hay dos cuestiones además en el relato de El neón de siempre que me parecen interesantes -para no extenderme en los otros relatos porque entonces este post pasaría ya de extenso a demasiado extenso y comenzaría a parecer una historia de las propias de DFW-, y que identifico como marca de la casa de DFW: la primera es la discusión filosófica que desarrolla cuando avanza el relato sobre el concepto de la existencia del tiempo (Borges en su momento ya hizo algo parecido en su Nueva refutación del tiempo). DFW disfrutaba introduciendo en su prosa tanto conceptos filosóficos como científicos, y por supuesto, no todo el mundo está al alcance por ejemplo de realizar un ensayo sobre el infinito como el que él demostró escribiendo el ensayo Todo y más. Una historia compacta sobre el infinito. Pero toda esta brillantez erudita, incidía a la vez en dar a sus relatos una especie de perspectiva fría (me imagino que el abuso del detalle es un recurso que termina siempre alienando a cualquier personaje narrador de sus historias).

El otro punto que me parece interesante, y que viene acorde con la tristeza que arrastraba DFW, es esa sociedad norteamericana que aunque presenta una capa superficial de felicidad construida a base del éxito personal, no puede dejar de ocultar los males que le acosan interiormente, en la que al final los sueños de la mayoría de sus ciudadanos se acaban marchitando ante la televisión, y todo lo que en un momento fue esperanza se transforma al final en decadencia. Recuerdo que en el relato de “La chica del pelo raro” de otro de sus libros de cuentos que lleva precisamente ese mismo título, aparece un yuppie que se rodea de punkies más jóvenes que él, y con ellos asiste a un concierto de un pianista de jazz; leyendo ese relato, me acordé mucho del personaje de Holden Caulfield de Salinger en El guardián entre el centeno, solo que a medida que avanza el relato nos vamos dando cuenta que algo no funciona del todo bien en la cabeza de ese yuppie que tiene manías sadopirómanas, como si el personaje de DFW fuera una simple evolución negativa del de Salinger, y que puestos a imaginar creo que bien pudiera desembocar a su vez y con una pizca más de crueldad en el Patrick Bateman de American Psycho del escritor Bret Easton Ellis.

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