La Librería

Pequeños retales de literatura

domingo, febrero 26, 2012

El olvido sobre Noel Clarasó

Estoy mal acostumbrado con la efectividad de Google y generalmente cuando rastreo el nombre de cualquier escritor me salen múltiples biografías y decenas de artículos y reseñas. Por eso, cuando me pasa todo lo contrario, que es que no encuentre nada de lo que busco; mis ojos se sorprenden mientras mi mente va repitiéndome una y otra vez: ¡qué raro! Lo cierto es que si uno busca Noel Clarasó por internet, apenas encuentra una escueta biografía en la Wikipedia, y la mención de unos cuantos libros que se venden en las librerías online de segunda mano. También hay algún que otro post como el mío ahora, que se extraña de la casi ausencia de ningún artículo que haga referencia a este escritor catalán, pero somos como voces en el desierto o mejor dicho voces que se pierden en el incesante murmullo que es internet. Curiosamente, lo que si que abunda, son las recopilaciones de citas de Noel Clarasó, podríamos decir que al menos su ingenio si que dejó huella, por la cantidad de aforismos o frases que han quedado recogidas en la red.

ClarasoSi yo hubiera nacido en otro lugar, me imagino que no le daría la más mínima importancia a este olvido, pero debido a que compartimos Barcelona como nuestra querida ciudad de nacimiento, me molesta en cierta manera este descuido de la red y en especial de las autoridades culturales catalanas. Por supuesto, me molesta también que haya sido apartado por la crítica y lo que es peor, me molesta que haya sido olvidado por la memoria de la gente (esto debe ser como el dilema de la gallina y el huevo). ¿No tendrá Noel Clarasó uno de esos familiares dispuesto a luchar por su recuerdo? Es descorazonador mirar por la red buscando algún artículo, y encontrar a duras penas solo la voz de otro lector que explica su infructuosa experiencia cuando ha preguntado en las librerías de viejo por los libros de este escritor, y como cuenta que ante sus preguntas, el resultado habitual es que no les suene a nadie de nada, y por supuesto la consiguiente respuesta: “no está prevista una reedición de su obra”.

Lo más extraño es que Noel Clarasó fue un autor muy prolífico y hasta gozó de bastante reconocimiento durante la postguerra española. Fue especialmente famoso por algunas series televisivas, que tuvieron una cierta popularidad allá por los años sesenta-setenta como pudieron ser: Tercero izquierda en la que salía José Luis López Vázquez o Escuela de matrimonios que protagonizaban Elvira Quintilla y el siempre afable Manuel Alexandre (la serie parece una precursora de las discusiones que años después protagonizaron Pepa y Avelino en su Escenas de matrimonio).

VanguardiaNoel Clarasó fue sobretodo reconocido por diversas antologías y diccionarios humorísticos, pero lo que a mí me llama la atención es su particular heterodoxia temática de su obra, que difería especialmente del realismo habitual que dominó durante la postguerra en los autores españoles. Clarasó escribió libros de terror como Miedo que es una estupenda recopilación de relatos macabros; libros de jardinería como Jardinería doméstica; libros de temática policíaca como El asesino de la luna, o incluso libros de una brillantez erudita como es la Antología de maravillas, curiosidades, rarezas y misterios, en la que de una forma amena recopiló todo lo que avivaba su especial curiosidad (en cierta manera mi blog no deja de ser una especie de versión mucho más precaria y menos cuidada de este tipo de antologías).

Noel Clarasó escribió decenas de libros, dirigió diversas obras de teatro, guionizó también series y películas que tuvieron gran aceptación popular, por eso no deja de extrañar que varias décadas después su nombre haya sido casi borrado de la memoria popular.

Queda por eso un reducto –en plan Astérix y Obélix- donde aún perduran las letras de Clarasó, algo escondidas pero aún rescatables. Si uno visita la hemeroteca de La Vanguardia y busca allí, descubrirá la faceta periodística de Clarasó, con centenares de columnas en el periódico con el que siempre colaboró (puestas en formato PDF y con posibilidad de ponerlas en OCR), pero aunque la digitalización no es completa, es todo un gusto poder encontrarlas y disfrutar de ese humor que presentaba con cada una de sus crónicas, en las que se deja entrever su particular mirada de lo cotidiano.

Aquí dejo un ejemplo:

EL SOL Y LA GENTE
Noel Clarasó


De todo lo que tienes ahora —me pregunta el aficionado a las curiosidades humanas— si te dijeran que en los últimos años de la vejez sólo has de conservar una cosa, ¿cuál escogerías?
Le observo los ojos primero, no vaya a ser una trampa infantil para burlarse de mí. No se trasluce ninguna sombra de mala intención en el perfil de sus órbitas Lo pienso un rato y contesto sin estar muy seguro de decir la verdad.
—Dos cosas: el sol y la gente.
—¿Y si fuera una sola?
—Que escogieran ellos. Pero siempre echaría de menos la otra.
Después a solas, me siento frente a mí, me pongo de paciente y doctor a la vez y me analizo. ¿Por qué habré dicho que el sol y la gente? Es costumbre de los esforzados mentales hablar primero y pensar después lo que han dicho. Los que no quieren esforzarse hablan igual (y a veces aciertan más), pero no piensan antes ni después.
El sol y la gente. Estoy en un hotel. Por primera en el hotel y en el sitio. Llevo tres días y me quedaré tres o cuatro más. Al llegar, me ofrecieron habitación en el primer piso.
—¿Es exterior?
Exteriores sólo había en los últimos pisos.
—¿Y que dé el sol en la ventana?
Que diera el sol en la ventana sólo había una en el último, el quinto, menos cómoda que otras. No me la aconsejaban.
—Pues, ésta. Me gusta tener luz.
No dije toda la verdad Me gusta tener luz y sobre todo me gusta que al abrir la ventana, a una hora u otra del día, me dé el sol. Esto me compensa de la cama desacostumbrada, de la soledad, del grifo que cierra mal, de las raras formas de los colgadores del armario, de los desagües que no engullen, de todo.
Y otra cosa. Me gusta asomarme a conocer a los vecinos de las ventanas y balcones inmediatos. Siempre los asiduos son los mismos tipos en todas partes, casi todos mujeres: Las que limpian dentro y sacuden fuera, la madre que saca niños al sol, alguna muchachita que busca en las nubes el primer cabo del hilo de un sueño, todas las viejecitas que todavía viven dentro y que se ponen en los balcones a que les dé el sol, a estar al sol. Ellos, los viejecitos, prefieren bajar a tomarla en un banco de la plaza o del parque.
En la ventana que queda más próxima a la mía he descubierto a un matrimonio feliz. Son un tipo nuevo para la colección. Están en la edad de estrenarse como abuelos. Tienen muchas macetas con plantas, algunas en flor. Y cuidan los dos, alternativamente las mismas plantas. Es un caso poderoso de unión espiritual. Me gustaría conocerlos de cerca y aprender la solución de este problema tan mal resuelto en las mejores casas.
No me atrevo a gritarles, pero a través de la calle trato, con gestos, de expresar mi admiración por sus flores. El no me entiende. Ella sí, en seguida, y traduce mis gestos al marido. Me sonríen los dos, contentos. Y él levanta hacia mí una maceta con un geranio rojo. Abro los brazos, saludo a la flor y grito:
—¡Gracias!
Supongo que ellos después, como ahora lo cuento yo, contarán que un huésped del hotel les alabó las flores desde la ventana. Aunque yo mejor quería alabarles a ellos, por una cosa difícil de explicar por gestos de ventana a balcón.
Me imagino viejísimo. Imaginarse uno mismo viejo, es feo. Imaginarse viejísimo, no. Y que todo mi tesoro es una ventana al sol, por donde puedo ver de cerca las gentes de las otras ventanas y, de la calle. Y me siento feliz por adelantado.
Y aún me imagino más, que la imaginación tiene el vuelo libérrimo. Imagino que un día llega la muerte a buscarme y me encuentra en mi ventana al sol y a la gente.
—Te llegó la hora.
—Cuando tú quieras.
Y me pongo cómodo al sol, miro por última vez como vive y se mueve la gente, apoyo la cabeza, cierro los ojos despacito... Y me quedo quieto, que no se note nada. Y que luego un día me encuentran allí, y gritan:
—Pero, ¡si está muerto!
Y que yo les oigo, echo mi última risa por dentro y pienso:
—Desde hace tres días.
Es una forma casi alegre, y con complicidad del sol y de la gente, de imaginar la última travesura.

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martes, febrero 21, 2012

Walter White Vs Heisenberg

La fama de Heisenberg
Ya llego hasta michoacan
Desde alla quieren venir
A probar ese cristal
Ese material azul
Ya se hizo internacional


The Ballad Of Heisenberg -Los Cuates De Sinaloa-

Retorno del reino de los desaparecidos con la excusa de haber estado enfermo durante un par de semanas: gripe intestinal sumado a un intenso resfriado que me ha dejado sin demasiadas ganas de pasarme por aquí.

Aproveché por eso el reposo, para hacer un gran intensivo viendo Breaking Bad, que no es la mejor serie que haya visto, pero sin duda entra en el ranking de las mejores. Una buena historia con muy buenos personajes que te mantiene atento en cada capítulo, y que siempre cuando lo acabas, te quedas con ganas de ver el siguiente (no me imagino ver una serie tan adictiva teniendo que esperar pacientemente cada nuevo capítulo semanal… y ¡viva la piratería!). Es lo que tienen las series que avanzan de manera muy inteligente y que no son autoconcluyentes, que suelen terminar los capítulos con algún tipo de cliffhanger que te hace desear ver inmediatamente el siguiente capítulo y por el contrario saltarte un capítulo atendiendo a la programación televisiva y tus compromisos personales, puede significar perderte una parte interesante de la trama.

Pensaba que con la cuarta temporada ya había terminado, y aunque quedaba algún pequeño hilo colgando, todo había quedado bastante bien cuadrado. Sin embargo según leo ahora y me sorprendo, parece que debido al éxito de esta serie aún se planea una quinta y última temporada en este 2012 en la Vince Gilligan como productor y su equipo de guionistas podrán terminar la serie buscando un gran final que me imagino apoteósico.

La serie para quién aún la desconozca va de un profesor de química llamado Walter White (el actor Bryan Cranston cuya apariencia en la primera temporada me recuerda mucho a Ned Flanders de los Simsons -no soy el único que se dió cuenta- con su bigote y luciendo siempre un jersey o una camisa verde) al que un día le es diagnosticado un cáncer de pulmón que en principio parece terminal y le da pocos meses de vida.
Walter White
Walter entonces decide saltar la línea que separa el bien y el mal y con la intención de dejar el suficiente dinero para que su familia pueda vivir cómodamente (su mujer está recién embarazada y además tiene un hijo adolescente que tiene una minusvalía de nacimiento). Walter entonces decide fabricar metanfetamina con la colaboración de Jesse Pinkman, un antiguo alumno de sus clases que se dedica al trapicheo de drogas a pequeña escala. El personaje de Jesse (Aaron Paul) es fascinante, comienza siendo un joven drogata que todo siempre lo hace mal, y a medida que la serie avanza va ganando protagonismo, convirtiéndose en un tipo duro, que aún caminando siempre por la cuerda de la autodestrucción se muestra siempre leal a las personas que quiere. Al final Jesse me ha acabado incluso cayendo bastante mejor que Walter White, al que también desde luego impresiona verle cuando se pone su sombrero negro convertido en su alter ego Heisenberg, el nuevo narcotraficante que se ha propuesto inundar toda la región de Nuevo México con su adictivo producto de “cielo azul” (blue sky, metanfenamina, cristal azul, crank y mil nombres más) de enorme pureza. Aquí una versión en juego RPG de esta historia.

Según parece lo del toque azul de la metanfetamina es un toque de los guionistas, porque en realidad el cristal de la metanfetamina pura tiene un color transparente, y si acaso podría tener un color amarronado cuando este suele llevar las impurezas habituales.

El proceso de síntesis químico –me detengo un poco aquí que soy del gremio- Walter parte en un principio de la pseudoefedrina que consigue de algunos medicamentos que se venden ilegalmente, aunque luego cambia el proceso y parte, según creo entender, del ácido fenilacético (barril de la abejita según Jesse y casi me pone uno de lo mismo para mí, porque mi práctica actual en procesos de laboratorio no va más allá de lo que podría ser la fabricación de polos en el congelador cuando llega el verano) para luego conseguir la fenilacetona. Además según parece trastear con la metanfetamina es altamente peligroso debido a los gases que emanan en la fabricación, entre ellos la fosfina que es tóxico a la inhalación y altamente inflamable (recuerdo que en la última escena de la película Spun donde el cocinero de metanfetamina que era Micky Rourke terminaba volando en pedazos la caravana en la que se encontraba tras trastear con la peligrosa fosfina).

Pero hay un detalle químico que me parece muy sugerente, y es que en uno de los primeros capítulos Walter White explica a sus alumnos el concepto de quiralidad de algunas moléculas, y para ello utiliza el ejemplo de la Talidomida. La quiralidad de una molécula ocurre cuando esta tiene a su vez a otra que es una molécula especular de la primera, de la misma manera que por ejemplo la mano izquierda es un reflejo especular de la mano derecha. Lo curioso es que estas moléculas especulares (enantiómeros) pueden presentar características totalmente distintas en su manera de comportarse o de afectar al cuerpo humano (la talidomida por ejemplo era perjudicial para las embarazadas sólo en una de sus dos formas quirales).

Lo mismo ocurre con la metanfetamina, que la podemos encontrar en dos formas: la L-metanfetamina y la D-metanfetamina. La primera es bastante inocua adictivamente, y se utiliza como descongestionador nasal en algunos medicamentos, por el contrario su molécula especular es la que tiene efectos altamente psicoactivos, además de ser muy adictiva para el ser humano (incluso más que la cocaína).

Y este reflejo especular de las moléculas no deja de ser una metáfora del propio reflejo de Walter White, que por un lado es un padre de familia, algo pusilánime y con no demasiada iniciativa, y sin embargo el humilde profesor de química va creando su propio reflejo especular en la figura del narcotraficante Heisenberg, un fabricante de droga que tiene los nervios de acero y que incluso es capaz de empuñar un arma y matar a cualquiera que amenace su vida o la de su familia. Walter White no deja de ser una nueva versión del Jeckyll y Hyde de Robert Louis Stevenson.
Heisenberg
En literatura esta figura especular está bastante estudiada y se utiliza comúnmente el término alemán doppelgänger, término que significa el “doble que camina” y que viene a ser alguien que es muy parecido a uno pero que a la vez es el opuesto (uno de los escritores que más habitualmente ha utilizado este recurso del doble es Philip K. Dick, tal vez porque él a su vez estaba afectado por algún tipo de esquizofrenia, causada por el continuo consumo de LSD, que a su vez le hizo alterar su percepción de la realidad).

Hay una leyenda sobre el doppelgänger que dice que cuando uno ve su reflejo especular significa que su muerte está próxima y quizás eso es lo que le pase a Walter White, cuando en la quinta temporada se acabe analizando frente a un espejo y se de cuenta en el ser despiadado en el que se está convirtiendo quizás sea cuando el cáncer de pulmón decida ganarle la partida última (en contraposición al final de la cuarta temporada cuando Walter hablando con su esposa Skyler concluye el capítulo diciendo aquello de “I won” (Yo gané)).

La traducción de Breaking Bad sería “rompiendo mal” y es un término que tiene su origen en el billar, cuando se comienza la partida y rompe mal sobre el triángulo que forman las bolas colocadas sobre la mesa. Por extensión viene a significar algo así como yendo de mal en peor, y es que Walter White aunque por un lado gana cada vez más dinero hasta ser jodidamente rico, se encuentra cada vez más con la mierda hasta el cuello, con unos narcotraficantes de los que ya no puede escaparse, y a los que tiene que proporcionar la fabricación de droga que cada día le exigen. Walter White es como si hubiera vendido su alma al diablo, y su día a día es un total sufrimiento intentando capear las situaciones peligrosas en las que se ve envuelto; como un descenso a los infiernos en las que su propia cara va plasmando los continuos golpes que por una causa u otra va recibiendo. Es impactante la escena en la que solo vestido con calzoncillos y una camiseta manchada de sangre, se derrumba ante su hijo al no saber encontrar ninguna salida al gran lío en el que se ha metido tanto él, como también -por su culpa- su familia.

Y sin embargo ocurre a la vez un efecto contrario –la grandeza de un gran personaje me imagino que está en la variedad de matices- y es que ese descenso de autodescubrimiento hacia su parte negativa, le hace a la vez sentirse vivo, como si se hubiera metido un chute de adrenalina directo a su cerebro (algo que no deja de ser un efecto parecido a lo que provoca Jesse al fumar con su pipa de cristal la metanfetamina).

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martes, febrero 07, 2012

Sobre el buen uso de vistosos sombreros.

Edward de Bono es uno de esos gurús del pensamiento creativo cuyo libro “Seis sombreros para pensar” se vendió como rosquillas hace ya unos cuantos años. Lo que él proponía era bastante simple y seguramente se le dio mucha más bola que la que en realidad merecía. Quizás su mayor mérito fue crear la imagen de la mesa de diálogo con la gente colocándose coloridos sombreros sobre sus cabezas, como si se tratase de los integrantes de un extraño consejo de empresa que estuviese demasiado preocupado por la moda. De Bono lo que propuso es que frente a una mesa de diálogo los sombreros de diferentes colores marcarían el modo de ataque sobre el problema planteado. De tal modo que por ejemplo un sombrero blanco, era afrontar el problema con objetividad, el negro con prudencia, el verde con creatividad, el rojo con emotividad, el amarillo con optimismo, y el azul significaría atacar el problema desde el punto de vista de la gestión. El debate podía funcionar utilizando los presentes indistintamente el color que les tocase, o por el contrario hacer que cada uno de los sombreros marcara un tiempo de debate, como si de un partido de baloncesto se tratase. Como decía, de Bono en realidad no había creado nada realmente original, ya que por ejemplo cualquiera que haya trabajado en departamentos de calidad sabe que desde hace años existen técnicas parecidas, que buscan el mismo resultado, como el brainstorming o los diagramas QFD, solo que eso de los sombreros viste mucho.

No me negarán que eso de los sombreros da mucho juego, y si no se han echado para atrás con esta previa divagación mía, les digo que este viernes actúan Tots a l'Agora en la casa de los cuentos con su espectáculo (Ell, ella i un barret) así que si pueden, pasarse por ahí, se lo pasarán bien y se reirán bastante. Yo también estaré por ahí.

El amigo Juan Miguel que es caimán sincopado además de cosmonauta de autopista -curiosa ristra de títulos que atesora- me hace notas encubiertas por su blog, mientras nos contestamos otras, vía e-mail. Dice que lleva sombrero: ¡Ah, eso lo aclara todo!

Agora

Y no lo duden, con tanto frío, un sombrero nunca viene mal y si son vistosos... pues eso.

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jueves, febrero 02, 2012

El canto de la sibila

Estuve este Lunes en el concierto organizado en el solemne escenario de la Basílica de Santa María del Mar, en memoria de la soprano Montserrat Figueras (fallecida el pasado 23 de Noviembre). El acto venía organizado por el director de orquesta Jordi Savall, y viudo de la cantante y era una recreación del último concierto de Montserrat, poniendo ella su voz grabada desde los palcos superiores de la iglesia. Acompañadas las canciones de diversas intervenciones de personas que la quisieron.

Savall

No tengo un especial interés en la opera, pero si en cambio me suele gustar la música clásica antigua y más cuando esta tiene toques medievales o sefardíes (como los cantos gregorianos, Carmina Burana, Maria del Mar Bonet y demás música de ese estilo), y en eso Montserrat Figueras lo bordaba.

Es bastante impresionante poder oír el “Cant de la Sibil·la”. La Sibila era una profetisa griega adaptada después a la iconografía del cristianismo y este canto hace referencia al juicio final y al Apocalipsis (¡hay que ver que obsesión tenían en la época medieval con el juicio final, basta ver el beato de Liébana y los libros que le sucedieron que también son del mismo palo!).

Pongo primero esta versión y luego está en otro link la versión catalana que aún me gusta más –quizás porque en la catalana alcanzo a entender al menos unas pocas palabras-, pero prefiero poner ésta otra aquí porque tiene imagen, y así se puede apreciar la belleza que aún guardaba en su rostro la cantante catalana y la sensibilidad que le acompañaba en cada recital.



Versión catalana –El Cant de la sibil·la-

“Con cerca de setenta años, había mantenido una belleza juvenil y marcada: largos cabellos de color ébano, una mirada auténtica y bella, un porte y una postura que la volvían tan intimidadora –nobleza obliga- como cercana. Para todos aquellos que la conocían un poco era “la Montse”: afable, sonriente y compasiva.

Tanto si la vida le había dado lagunas arrugas que llevaba con orgullo y belleza, como si la enfermedad –que mantuvo en secreto- le había trazado un algo anguloso en las facciones de su bella cara, la catalana continuaría cantando hasta unas semanas antes del punto en el que el cáncer puso fin a su vida.”

Renaud Machart (Le Monde).
Motserrat Figueras. La voz de la melancolía.


“Després de tants anys de complicitat i de realitzar plegats els postres somnis més impensables, la Montserrat se’n va anar per sempre el 23 de novembre de 2011, después d’un any llarg i difícil de lluita contra la seva malaltia, fent prova d’un gran coratge. Malgrat la meva tristesa i el meu dolor extrems, estic molt agraït al destí per haver-me concedit el gran privilegi de compartir 45 anys intensos i fecunds de la meva vida amb ella. La Montserrat ha sigut una amiga, companya, amant, mare, musa, mestra i consellera excepcional en tots els moments de la nostra vida. Més enllà de la gran artista que va ser, tot el que va realitzar en la seva vida estava impregnat d’aquesta llum que ens acariciava, feta d’amor infinit, de sensibilitat extrema (…)”

Jordi Savall
In Memoriam. Montserrat Figueras (1942-2011)

Y todas estas palabras me hacen recordar el libro que el arquitecto Oscar Túsquets escribió hace unos pocos años en homenaje a la muerte de su mujer Anna Bohigas. Un libro en el que Anna aparecía pintada una y otra vez por Oscar, ella que fuera la musa también de ese otro gran artista catalán. Anna murió de un tumor cerebral, y en las pinturas se aprecia el avance de la enfermedad que Oscar quiso dejar plasmado.

¿Qué debe hacer el artista cuando la musa-compañera por el que lo ha sido todo fallece de forma trágica? Me imagino que el recuerdo debe perdurar ante todo. Debe ser fuente de inspiración. Uno siempre está en deuda.

Oscar Tusquets

Mi agradecimiento a Sílvia que me acompañó y que tiene la insana costumbre de descolocarme con sus rarezas y sus múltiples teorías (y dale con el corta y pega ahora me dirá).

Y como en esos concursos de la tele (saludo también a mi madre que a veces me lee, y que también le hubiera gustado estar en este acto).

Cierro el círculo y ya me voy a otro tema, porque esto de las enfermedades y la muerte comienza a darle un tono demasiado triste al blog, y no quiero

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