Definitivamente no puedo leer al francés Pierre Michon, quiero decir las palabras están y mi capacidad para leer tampoco es que se haya esfumado de un plumazo, pero no consigo concentrarme lo suficiente en su prosa, y cuando leo unos cuantos párrafos y veo que tengo que volver a releerlos una y otra vez, porque apenas he entendido lo que estaba leyendo, me acabo finalmente desesperando. Así que he dejado dos libros suyos –los iba alternando en mi lectura- que saqué de la biblioteca a medio leer (Vidas minúsculas y Señores y sirvientes) y he decidido devolverlos a la biblioteca en cuanto tenga ocasión.
¿Cómo definir la prosa de Pierre Michon? Haré una metáfora sensitiva: es como tomar un café cremoso y aromático, pero con una crema tan espesa como la melaza, y que al removerlo con la cucharilla, ésta se quedase pegada y costase un cristo moverla en lo que supuestamente sería un sencillo movimiento circular.
Pierre Michon es un escritor de culto y desde luego ahora no tengo ninguna duda de que no se lo merezca. Pero antes de decir nada más situémonos. Pierre Michon está considerado como una de las plumas más destacadas de Francia; es un escritor más bien tardío ya que publicó su primer libro Vidas minúsculas a los treinta y siete años (me imagino que estuvo madurando su estilo como en el caso de los buenos vinos), y que con sus posteriores obras no ha parado de cosechar los elogios de la crítica especializada. En algún sitio he leído una frase que creo que le define bastante bien: “Solo apto para gourmets literarios”.
Pierre Michon está especializado en hacer lo que podríamos llamar biografías tangenciales. Coge la vida de alguien y busca personajes que hayan convivido con él, y luego a través de los ojos de esos personajes secundarios intenta desvelar la vida del protagonista principal. Pero sus textos no son biografías de corte clásico, sino que Michon se fija en algunos detalles que marcan un momento de las vidas del personaje a biografiar, pero no en el sentido de Stefan Zweig con sus Momentos estelares de la humanidad, sino que más bien esos momentos escogidos son casi banales o azarosos, y sin embargo a ojos Pierre Michon son momentos especiales que definen el devenir de los hechos y el carácter de las personas.
Michon no quiere hacer en principio una biografía de hechos cronológicos, sino que su mirada es como la de un pintor que quisiera plasmar un momento determinado en la vida del personaje a definir, y que con enorme maestría va dejando caer rápidas pinceladas de palabras (Pierre Michon explora especialmente colores, texturas, olores o cualquier otra cualidad que evoque de alguna manera a nuestros sentidos). Sus frases están llenas de un especial lirismo, y es por ello que me es imposible negar la intención poética al texto (factor que yo siempre he defendido estilísticamente, pero el problema es que a la vez su prosa me parece demasiado compleja). Mi dificultad como lector es que cada dos por tres aparecen palabras que desconozco y encima las frases son excesivamente largas, y me imagino que por unas cosas y otras, éste conglomerado dotado de tanta riqueza expresiva se convierte a su vez en su mayor obstáculo para su comprensión, al menos para un buen número de lectores en los que me encuentro. Al leerle se me ha hecho bastante común la sensación de que tras pasar un par de páginas he tenido que volver hacia atrás, porque no había comprendido prácticamente nada de lo que había leído. De hecho me he obligado a leer más despacio de lo que suelo leer, y he intentado concentrarme al máximo, pero aún así se me escapaba buena parte de la prosa de Pierre Michon. Por lo que al final como decía, he desistido en su lectura.
En realidad sería preocupante sentirme único en este encasillamiento personal como lector torpe, pero pese a que las críticas que he leído en la red son todas muy elogiosas hacia la pluma de Pierre Michon, creo que al lector común que se atreva a degustar a Pierre Michon le sucederá algo parecido a lo que a mí me ha sucedido, y dudo que logre avanzar más de unas cuantas páginas de sus libros (yo por eso he llegado al ecuador en ambos libros para tener algo de juicio para escribir esto, pero ahí he decidido plantarme).
En esta reflexión hay una parte crítica y otra de elogio, pero desde luego creo que si Pierre Michon “levantara un poco el pie del acelerador” al escribir sus libros, podría unificar estos dos criterios y conseguir un libro mucho más comprensible y por supuesto más valorado para el común de los mortales (no sé hasta que punto es lícito detener el caudal expresivo de un autor, pero yo creo que saldría ganando).
Para mí el problema a parte de lo que he dicho, es que narrativamente el libro tiene a veces más apariencia de “cuadro” que de “película”. Quiero decir, en las escenas que narra Michon no hay ni un diálogo y todo prácticamente es el fruto de la divagación poética del narrador. Sin embargo en las páginas que hay un poquito de acción el libro gana para mí de repente varios enteros (hay por ejemplo en Señores y Sirvientes una escena en la que se narra a un observador que ve como da la casualidad que para enfrente suyo una calesa y de ella sale una mujer a orinar sobre la hierba, que está espléndidamente narrada). Y ya ves tú que poquita acción estoy reclamando, pero es que Michon casi no hace ninguna concesión en este sentido, sino que lo que hace más bien es narrar unos hechos biográficos pasados que bien podrían pasar en casi cualquier familia, salvo que este escritor desde luego los narra de una manera única no al alcance de cualquiera.
Los dos libros que he intentado leer son:
Vidas minúsculas: es una especie de autobiografía, compuesta por ocho narraciones, en las que a través de unas vidas secundarias de antepasados, familiares o amigos, se reconstruye de forma tangencial la vida propia.
Señores sirvientes: el mismo recurso de las biografías tangenciales, pero esta vez aplicado a la vida de cinco grandes pintores: Vincent Van Gogh, Francisco de Goya, Antoine Watteau, Piero della Francesca, y Claudio de Lorena.
Abro una página al azar de uno de los libros y copio el primer fragmento que leo para que se hagan una idea del estilo y de esas frases que se alargan en demasía hasta que se tornan incomprensibles.
"Pepa no dice que fue feliz aquel 25 de julio. Pero, al hablar de ese día, pasados veinticinco años, todavía se ruborizaba, no como se ruboriza usted, señora mía, sino como se ruborizan esas rubias modestas, desvaídas, sin rasgos, a las que azora su placer y que éste se les note, desconsoladas de que su rubor las torne aún más desvaídas y de que su alegría recordada sea, sin duda, bien poca cosa, pues aquella emoción tan grande que vivieron y ya es cosa pasada no enciende envidia alguna en la mirada de los demás, cierto interés apenas, mas sí ese simulacro de comprensión, que es lástima; ya están acostumbradas las rubias desvaídas, cuentan con ello al hablar. (…)"
Pierre Michon -Señores y sirvientes-.
La verdad es que no me siento a gusto criticando a alguien que sé que tiene muchísimo más talento del que pudiera tener yo al escribir. Pero de alguna manera al leer tantos elogios en la red hacia Pierre Michon, me he sentido como ese personaje del cuento que le apetece criticar a ese rey que va desnudo pensando que lleva un traje invisible, y que nadie osa desvelarle su desnudez. Y no es que mi crítica sea excesiva, sino que más bien es una advertencia para quien se aventure con los libros de Pierre Michon, se haga una breve idea de lo que se va a encontrar.
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