La Librería

Pequeños retales de literatura

miércoles, diciembre 28, 2011

Mousetown o el circo de ratones de Tallahassee

Si a uno le preguntan la capital de Florida. Las respuestas típicas de un europeo serían: Miami, Florida, y quizás la más concurrida, que sería la de los “no saben no contestan”. En realidad, es una pregunta difícil de acertar por una sencilla razón, y es que esta ciudad no tiene ningún equipo famoso de ningún deporte asociado a ella; no sucedería lo mismo con otras ciudades de la zona como: Miami u Orlando, cuyos equipos de baloncesto, de la NBA tienen un cierto renombre... Como ya digo, mantengo la teoría de que la geografía estadounidense que uno conoce, se encuentra en consonancia con el conocimiento que uno tiene de las conferencias este y oeste de la NBA. Y ocurre que ninguno de estos didácticos saberes deportivos tiene correspondencia con la desconocida capital de Florida.

La ciudad que ostenta el honor de llevar la distinción de este título capitalicio, es nada más y nada menos que Tallahassee. Es evidente que hay unas cuantas ciudades por Florida que tienen actualmente mayor número de habitantes, sin embargo, hay que decir que hubo otra época en la que Tallahassee era una ciudad de grandes oportunidades, en la que tuvo un cierto renombre como ciudad de descanso vacacional. Mucha gente decidía pasar sus veranos en los balnearios que rodean los lagos de Tallahassee (el Jackson, el Lamonia y el Miccosukee). Fueron días de gran esplendor turístico, allá por los años setenta -pero no del siglo XX sino del XIX- cuando apenas comenzaban a instaurarse el concepto del circo tal como hoy los conocemos. Durante esos años en que la tierra americana era una tierra para los emprendedores, Adam Forepaugh trasladó a esa pequeña ciudad, su hasta entonces desconocido circo de ratones. En aquella década de florecimiento los turistas acudían a Tallahassee mientras transcurría el verano, y mientras aprovechaban que las aguas termales rejuveneciera el cutis de sus pieles arrugadas, aprovechaban también para visitar el que luego se convertiría en el famoso espectáculo del Mousetown Circus (el reconocido circo de Villaratón) que tenían a apenas unos kilómetros de distancia.

Villaratón1Mirando los periódicos de la época, me entero de la historia; leo que Adam Forepaugh acababa de perder al elefante protagonista de su antiguo circo, al que tuvieron que envenenar ya que éste a su vez había matado a un par de trabajadores. Algo cansado del asunto decidió buscar una nueva idea para su circo. Y por pura casualidad, un día ante sus ojos se cruzó el espectáculo que exhibía Reginald Sedgmore acompañado de su familia y una decena de inquietos ratones. Reginald era un comediante de origen galés que había emigrado a los Estados Unidos con intención de hacer algo de fortuna. Allí se había casado con una joven inmigrante polaca, con la que había tenido tres hijos.
Villaratón2
La familia Sedgmore había encontrado su manera de subsistencia, acoplando a la carreta con la que viajaban de ciudad en ciudad, una gran caja con un circuito, dispuesto para que los ratones corrieran de un lado a otro por una serie de rampas y ruedas. Con esa carreta Reginald y su familia se habían dedicado a recorrer de punta a punta la geografía norteamericana mostrando su pequeño espectáculo itinerante. Cuando Adam Forepaugh vio la exhibición, le propuso a Reginald Sedgmore asociarse con él, y una vez juntos, se trasladaron a Tallahassee, donde decidieron establecerse, montando allí su pequeño circo de ratones.

Una vez asentados en una granja, la familia Sedgmore se dedicó en cuerpo y alma a amaestrar a los pequeños ratones para que fueran capaces de realizar algún efectivo truco, intentando que los viajeros que pasaban por la carretera se desviasen hacia su granja. Poco a poco, el boca a boca hizo que el espectáculo se diera a conocer entre los turistas de los balnearios cercanos, dispuestos a pagar los 10 céntimos que costaba la entrada. Así, el dinero fue entrando y Adam Forepaugh que por su carácter decidido, era el que principalmente tomaba las decisiones empresariales y llevaba los asuntos económicos, no dudó en invertir el dinero para ampliar tanto las instalaciones, como el número de ratones que se intentaban amaestrar; subiendo también la dificultad de los números que se representaban. Adam Forepaugh, incluso no dudaba en viajar cuando alguien le decía que en algún lugar del mundo había algún ratón con habilidades especiales que él creyese que pudiese incorporar a su circo ratonil. Los periódicos bautizaron el espectáculo con el nombre de Mousetown Circus, que al final, debido al éxito popular que alcanzó esta designación, se acabó imponiendo como nombre real del espectáculo.

Villaratón3Uno de los primeros números en funcionar fue el del gato Mr Peebles que era capaz de subir y bajar por una escalera de mano; la dificultad del número se encontraba en que en cada escalón se colocaba un ratón que permanecía casi inmóvil ante los pasos del gato.

Otra actuación famosa era la que proporcionaban el doctor Bing –que era el propio Reginald- y la ratita Tatí. La función comenzaba cuando Reginald intentaba hacer un truco de magia escondiendo a la rata Tatí en un sombrero de copa y daba unos pases mágicos para hacerla desaparecer, pero esta en cambio nunca aparecía por donde el doctor Bing esperaba que apareciese, sino que en su lugar la rata emergía por los lugares más insospechados ante la carcajada del público.

El inolvidable número del señor Jingle, un ratón que atendía a órdenes humanas, y que tenía la sorprendente capacidad de entender las palabras que identificaban los tres colores básicos. Se le colocaba a un lado de un tablero y al otro se colocaban carretes de hilo de los distintos colores. Y tras la orden en la que se pronunciaban las palabras “Give me” seguidas del color deseado, el señor Jingle iba a donde se encontraba el carrete de hilo y con dos de sus patitas apoyadas, lo trasladaba de una a otra punta del tablero.

Villaratón4Otro de los números famosos fue el de la gran rata Jack, una rata gigante de Papua de más de medio metro de cuerpo y otro medio de cola, bautizada como la rata más grande del mundo, y que lo que es hacer, no hacía absolutamente nada, salvo gruñir, pero ese gesto ya era suficiente para asustar tanto a los niños, como a la mitad del público asistente.

También fueron reconocidas las famosas ratas funambulistas que recorrían un cable tensado de un extremo a otro, donde al final recibían como premio un pequeño trozo de queso por parte de alguno de los hijos de la familia Sedgmore (por aquella época Adam tambié había encontrado una mujer que se había incorporado a la familia del circo, pero nunca llegaron a tener descendencia).

Villaratón5Pero quizás los números que causaron mayor sensación, fue el de la pequeña familia Moss, unas ratas que eran de procedencia alemana, que habían sido amaestradas para ser capaz de subirse unas encima de otras y encima mirar al público esperando el consiguiente aplauso, para luego volver a buscar otra figura piramidal. Los cinco ratones que componían la familia Moss eran capaces de aguantarse sobre distintos objetos mientras se subían unos sobre otros. El súmmum ocurría cuando alguno de los hijos de los Sedgmore le hacía pasar un arito con forma de hula hoop a la rata que estaba en la cúspide de la figura.

Y por último, el fantástico número de la única rata trapecista del mundo, le petite flying rat, la pequeña e inigualable Lady Marion. Un número de miniacrobacia, tan extraordinario como singular; ¡la pequeña ratita amaestrada era capaz de balancearse subida a un trapecio! Villaratón6Y no conforme con esto, que antes de abandonar el trapecio se lanzaba a tocar el cielo; encorvaba su cuerpo cogiendo impulso con su cola, y hacía que éste girase en una doble voltereta sobre el aire, para luego aterrizar placidamente sobre el tablero de madera que quedaba bajo el trapecio. Para que el espectáculo fuese completo, sólo hubiese faltado que la pequeña Lady Marion se hubiese dirigido al público y con un gesto de complicidad hubiese pronunciado la palabra: ¡Tachán!

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domingo, diciembre 25, 2011

Bon Nadal!!

Ocurrió la víspera de la Navidad, el 24 de diciembre de 1914 cuando en plena guerra de trincheras entre británicos y alemanes. Desde la trinchera alemana comenzaron a cantar villancicos típicos alemanes, a los que los ingleses respondieron con sus correspondientes villancicos acompañados también del sonido de los instrumentos rudimentarios de los que con ingenio habían podido acopiarse. Fluyó entonces la comunicación desde ambas trincheras, y los deseos de “Feliz Navidad” se sucedieron (un fragmento de la película Christian Carion aquí). Un desconocido soldado surgió de una trinchera, y se acercó con un paquete de cigarrillos para regalárselos a los soldados de la trinchera enemiga. Ante este acto de extraordinaria generosidad, y tras comprender por un único instante lo absurdo de aquella guerra, ambos bandos declararon una espontánea tregua. Los soldados se acercaban a un punto intermedio de su línea de tiro, y se plantaban allí para darse un abrazo con cada uno de los enemigos, quienes horas antes habían intentado meterle un tiro entre ceja y ceja. En medio de aquella tierra de nadie, se intercambiaron whisky, chocolate o cigarrillos (narrado aquí por el controvertido Íker Jiménez aunque aquí, al lado de la historia, me parece bastante fiel a los hechos ocurridos).

Durante dos días allí no se mató a nadie, los soldados aprovecharon para enterrar a sus muertos, e incluso cuentan las crónicas que llegaron a jugar un partido de fútbol entre ambos bandos. Luego la tregua se rompería por mandato de los generales, que nunca comprendieron nada de lo que allí había ocurrido.

Personalmente no me gusta la Navidad y menos los villancicos, que más que alegres me parecen que tienen algo de decadentes y diabólicos (ver un montón de niños de voces aflautadas cantando consignas navideñas me produce cierto desasosiego). Prefiero mil vez más el verano. Donde va a parar, esto es mucho mejor:
Natalie
Esta foto cuyo fotógrafo desconozco también tiene algo de inquietante, Natalie Wood tumbada en bikini al lado de una piscina, repasando lo que parece un guión, con un ejército de peligrosos tigres peluche, acechándola. Bueno, indudablemente, este post va dedicado a mi Carmen que es como Natalie pero hablando en castizo -o catalán- y sobretodo hablando mucho más rápido que la actriz, y que durante estas fechas ya debe estar de los nervios preparando las comidas y cenas de Navidad familiares que se suceden, día sí, día no.

Y ya aprovecho, y bon Nadal a tothom!, conocidos y desconocidos, todo aquel navegante que arrime aquí su barco durante unos segundos es bienvenido.

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martes, diciembre 20, 2011

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura

“Picasso era un hombre bajo que tenía un modo gracioso de caminar poniendo un pie delante del otro hasta que daba lo que él denominaba "un paso". Nos reímos de sus deliciosas ideas, pero a fines de 1930, con el fascismo en alza, había muy pocas cosas de qué reírse. Tanto Gertrude Stein como yo examinamos con meticulosidad las últimas obras de Picasso, y Gertrude Stein opinó que "el arte, todo el arte, es simplemente la expresión de algo". Picasso no estuvo de acuerdo y dijo: "Déjame en paz. Estoy comiendo". Mi opinión fue que Picasso tenía razón: estaba comiendo.”

Memorias de los años veinte –Woody Allen-

(del libro Cómo acabar de una vez por todas con la cultura)

Picasso comiendo

Lo he dicho en muchos posts: me gustan las películas de Woody Allen, porque en sus guiones me suelo encontrar un chiste detrás de otro, y yo que soy de risa fácil, pues acabo cayendo en el gag. Generalmente, lo que más me entusiasma de una película es que tenga un guión ingenioso, más que cualquier otra cosa. En el relato Memorias de los años veinte, Woody Allen hace un juego literario con personajes de la bohemia de París. Ahí aparence Hemingway, Gertrude Stein, Picasso, Dalí, o los Fitzerald . Este relato en cierta manera es el precedente de la película Medianoche en París.

Esta pintada la he sacado de internet y se vé que estaba en la pared de enfrente del Museo Picasso de Málaga. También tiene su qué.

Picasso Graffiti

Hombre... pasar no pasa nada. Lo único que un poco de cultura nunca viene mal.

PD. Lucía Etxevarría (el gran tema en el día de hoy) afirma la tesis que la piratería también acabará con la producción cultural. Bueno, lo que ha dicho exactamente es: "dado que he comprobado hoy que se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias han sido compradas, anuncio oficialmente que no voy a volver a publicar libros en una temporada muy larga”. Esta mujer parece que esté deseando que la comunidad internauta la ponga a parir. Encima, con las demandas que arrastra por plagios... Mira Lucía, que mucha gente se va a hacer ilusiones, esperando que tu comentario sea vinculante.

Luego encima declara que el libro se vende por unos veinte euros de los que ella sólo recibe entre 2 y 3 euros por cada venta. A los que luego tiene que descontar el dinero de su agente, el dinero de hacienda y el gestor.

¿Señorita Etxevarría no se da cuenta donde radica gran parte del problema? Si con la piratería se dinamita parte de esta arcaica estructura cultural ¡Bienvenida sea!

Cito a Hernán Casciari en una entrevista que salía hace unos días en La Contra de La Vanguardia. El gordo Casciari para estas cosas de internet, es una de esas voces que vale la pena oír.

Entrevistador: ¡Alcanzaba su sueño de escritor!
Casciari: La verdad es que sí, porque me contrataron como columnista en prensa y un editor me publicó como libro Más respeto, que soy tu madre. Le exigí dejar el texto gratis, en internet, eso sí.

E: ¿No perjudica eso a las ventas del libro?
C: No, quien se ha encariñado con algo en internet querrá poseerlo en forma de libro, querrá el objeto para poder hojearlo, releerlo, llevárselo al váter, al tren, regalarlo...

E:¿Los soportes no restan?
C: Al contrario. El problema es otro: ¡Los intermediarios! Descubrí que mi editor me engañaba, supe que los editores estafan a los autores: te prometen el 10% de las ventas, pero imprimen y venden más ejemplares de los que te confiesan y no te pagan tu parte.

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lunes, diciembre 19, 2011

Breve historia de un hombre (o sólo un nombre y una hermosa mujer).

Mi querida Begoña lleva unos cuantos días caminando por la gran manzana neoyorquina ¡que jodía! Sepan que nuestra tierna adolescencia y en múltiples cartas viajeras que esperábamos impacientemente en nuestros buzones, ella era “Valladolid” tal como yo era “Barcelona”. Adolescencia de tiernos recuerdos. Y al final mira tú por donde, yo acabé siendo “Vigo”. Bueno la realidad es que no fue ningún capricho del destino, sino que fue un acto premeditado por mi parte. Por una simple razón: ella en una fase de su vida pasó por allí, y yo con mi alter ego cibernético quise hacerle un homenaje (como este que le hago ahora).

Luego ya se pueden imaginar lo que pasó, que ese pseudónimo que significaba bastante poco, acabó ganando fuerza en la red, tanto, que en algunas amistades caló lo suficiente para que hoy en día mucha gente siga utilizando “Vigo” antes de llamarme por mi nombre verdadero (que si no lo saben y tienen curiosidad sólo tienen que mirar el correo que hay en el lateral). Lo de ponerse un “nick” no es un acto del todo inocente. Uno luego tendrá que responder ante personas muy distintas y tendrá que justificarlo una y otra vez. No se pueden imaginar las veces que yo he tenido que responder a la pregunta de si era de Vigo, o si conocía esa ciudad, o si al menos era del Celta de Vigo. Las respuestas son: no, no y no (y lo certifico). Vale sí, soy un pequeño fraude.

Incluso como tengo muchos vínculos con gente latinoamericana, y como muchos de ellos utilizan el término “gallego” para referirse a los españoles, yo soy el gallego por antonomasia (por lo que también respondo al nombre de “Gallego” para algún argentino). ¡Pero no me miren como un impostor! En estos últimos años, he intentado hacer mi propio curso de galaico-inmersión: conozco la poesía de Alvaro Cunqueiro, me gusta el pulpo a feira acompañado de un buen ribeiro, e incluso tras el consumo de una cantidad no demasiado exagerada de alcohol, me veo capacitado para entonar alguna estrofa del Adiós, ríos; adiós, fontes de Rosalía de Castro.

Como en la película Zelig de Woody Allen, el buen impostor es el que se camufla entre sus adversarios. Y como he llegado a Woody Allen y tiro por qué me toca, vuelvo a la gran Nueva York y a mi amiga Begoña. ¡Qué incluso ha estado en la Morgan library! (biblioteca que tiene un maravilloso fondo de libros extraños). Me hubiera encantado estar con ella por allí y ver también el Dakota, el MOMA y el Guggenheim neoyorquino. Éste maravilloso amanecer lo ha fotografiado desde la habitación de su hotel.
Nueva York
Me quedo sin palabras.

Y yo por el contrario tuve un fin de semana agobiante, en el que le di tantas vueltas a la cabeza que ahora me parece a punto de explotar, y me sale la mala leche por las orejas (así que vigilen si ponen cualquier comentario). Y como estoy con el pensamiento en Nueva York por mi amiga, y además mi estado de animo está en plan “destroyer” que diría esa gran cinéfila que es Sílvia –que si lee esto y ve el video, me temo que con tanta distorsión guitarrera ¡puro noise! me lanzará otro zueco-. Aquí les presento a esa gran artista transgresiva y underground que es y fue Lydia Lunch, cantando en el grupo Teenage Jesus and The Jerks (la traducción creo que sería: el joven Jesús y los idiotas que me imagino y no hay que suponer mucho, que es una referencia a Jesús y sus apóstoles). Lydia Lunch fue una pieza clave en el punk-rock; formó parte de un movimiento neoyorquino que se llamó el No wave (de corte nihilista y con grandes carencias en la visión de futuro). La canción del video es Orphans y por la letra me imagino que es una referencia a esos huérfanos que quedan tras las guerras, y que corren llenos de pánico cuando explota una bomba (por esta y otras muchas razones las guerras son siempre una mierda). Pero si tienen rabia, esta podría ser su canción.



Orphans –Lydia Lunch (Teenage Jesus and The Jerks).

Mi amiga Bego siempre tenía mucha rabia, y yo en cambio era el tranquilo de los dos. Pero quizás con el tiempo -como sucedió con el nick- hayamos cambiado de roles. Ella para mí siempre fue también: “Mas que amor, frenesí”. Ahora con los años, creo que ahora soy yo el más rabioso y a ella la veo por el contrario más tranquila. Las vueltas que da la vida.

Un gran beso Valladolid, and happy return to your house.

PD. Creo que se acerca fin de año, y me entra una especie de saúdade, porque no paro de rendir homenajes a muchas de las personas que han sido importantes en mi vida. Disculpen tanto sentimentalismo, pero…

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martes, diciembre 13, 2011

La biblioteca del infierno

Hace ya unos cuantos años hablando con Gálvez –el hombre de la montaña- tuve una divertida conversación que voy a intentar plasmar aquí. Discutíamos sobre la presencia de unos adverbios en un texto suyo. Creo que más o menos fue así:

- V: Yo no hubiera puesto esos adverbios. Cuando escribo prefiero evitar las palabras que acaban en “mente”, son largas, esdrújulas y me parecen feas.
- G: Pues yo no tengo ningún problema en colocarlos (Gálvez en realidad me diría alguna genialidad pero ahora no recuerdo).
-V: Stephen King dice que de “adverbios está empedrado el infierno".
-G: Ya, y de buenas intenciones….
-V: Pues igual acabas allí de bibliotecario. Total sería cambiar la nieve por el fuego.
-G: Sería feliz allí. Si pudiera disponer de eterna lectura. Vamos, daría mi alma ahora mismo. Además, seguro que por allí habría buenos libros.
(Buscando algún nuevo tipo de castigo para sus adverbios que lo conmoviese)
V: Bueno, pero tendrías que alimentar el fuego, y cada día estarías obligado a arrancar hojas de los libros y echarlas a las calderas de Botero.
G: No creo que me faltasen candidatos –respondió Gálvez con sorna-.


Investigando, he visto que en algunos círculos bibliotecarios es de uso común el término de Infierno para determinar una sección antigua de algunas bibliotecas, donde el público no tenía acceso y donde se guardaban los libros censurados. Fondos bibliotecarios cuyos libros que allí se escondían se consideraban de lectura perniciosa. La mayoría de ejemplares de aquellas secciones estaban allí por el delito de ser libros de alto voltaje erótico. Hoy en día casi todas estas censuras nos parecen un poco obsoletas (Basta mirar los títulos que se encuadraban en el Index librorum prohibitorum de la Iglesia Católica), aunque por supuesto aún tenemos dudas morales en ciertos casos, como puede ser la presencia en bibliotecas de ciertos libros que creemos que pueden inducir al odio o a la violencia, como podría ser por ejemplo el Mein Kampf de Hitler, o también nos preguntamos si es bueno que libros con un alto contenido erótico puedan ponerse en un lugar fácilmente accesible a los menores de edad.

Sin embargo, internet en este sentido para bien o para mal sigue rompiendo barreras y cada vez es más fácil seguir aquella máxima de Mateo de "Buscad y hallaréis".

sex David Hamilton

La primera foto es del graffiti de un lavabo hecha por Joey de Villa. Total, yo seguía un post que siguiese la secuencia del amor y el infierno. Al final encontré el término “sexo” que me pareció una buena respuesta para ambos conceptos. El sexo como una zona que quedara equidistante, y a la vez con la intensidad y la contundencia que implica la simple idea de esta palabra. Con el sexo el concepto del tiempo se vuelve más intenso. No hay mañana. Solo importa el hoy y eso me gusta. Además, creo que a los Beatles les habría hecho gracia esta vuelta de tuerca a su canción.

La segunda foto es del fotógrafo David Hamilton, que si me tiran de la lengua yo diría que tiene algo de viejo verde, porque con casi ochenta años y el hombre lleva toda su vida capturando a jóvenes lolitas con el clic de su cámara. Pero como por un fetichismo u otro todos vamos de aquí directos al infierno, me parece totalmente apropiada para completar el post. ¡A la vez que muy vistosa! ¿No hay un emoticon para hacer que se te cae la baba?xD

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sábado, diciembre 10, 2011

Del amor y otros infiernos

Juliana sabe algunas cosillas que yo no recuerdo, por eso siempre que dudo me encanta preguntarle a Juliana y sólo me queda esperar a que me de sus inspiradas respuestas –como ya he contado alguna vez por aquí Juliana es el archivo central de mi ordenador. El corazón que late dentro del hardware de mi portátil. Juliana y yo nos llevamos bastante bien. Juliana en cierta manera es parte de mí.

Le pregunto: ¿Háblame de la Katábasis griega? A Juliana se le iluminan los ojitos; hace bip bip y comienza a darme respuestas y referencias. No es tan poderoso como el omnipotente Google, pero Juliana nunca defrauda.

La katábasis o catábasis es a grandes un descenso a los infiernos; bajar al inframundo (aunque el concepto es tan amplio que a veces poéticamente puede referirse a interpretaciones que van desde un simple atardecer, hasta sencillamente el descenso de una montaña). A la katábasis le sigue normalmente una estado de anábasis, que viene a ser la ascensión después de haber estado en los infiernos; la resurrección que viene después de haber visitado el reino de los muertos (Jenofonte tituló así su narración más famosa, en la que se explica la travesía de regreso a casa del ejército derrotado de Ciro el Joven después de combatir contra su hermano).

Véamos algunos ejemplos sobre la katábasis: la esposa de Orfeo, Eurídice muere tras ser mordida por una serpiente. Orfeo que era especialista en tocar la lira, comienza a tocar canciones tan tristes que todos los dioses que le oyen, lloran hasta el punto que conmovidos le dejan bajar a los infiernos gobernados por el Dios Hades para rescatar a Eurídice, y sólo le ponen una condición, que una vez la haya rescatado, él deberá caminar delante de ella, y no podrá mirar hacia atrás hasta que hayan vuelto al mundo superior. Pero Orfeo acaba mirando hacia atrás para comprobar si de verdad Eurídice le está siguiendo, y al hacerlo, Eurídice desaparece para volver al reino de Hades (es fácil encontrar semejanzas de este mito con el de Adán y Eva y aún más con la historia de Lot y su mujer Edith que acaba convirtiéndose en estatua de sal, cuando mira hacia atrás mientras Sodoma y Gomorra son destruidas).

InfiernoEn realidad estas historias son comunes en muchas religiones o mitologías, Juliana por ejemplo me da varias respuestas, y entre las distintas opciones que me ofrece elijo la hermosa historia japonesa de Izanagi, un dios japonés que tras morir su esposa mientras daba luz, hizo también este viaje al inframundo para rescatarla. Aquí también ocurre que Izanagui comete el error de mirar antes de tiempo a su mujer, y ella aún conserva un estado monstruoso debido a su presencia en los infiernos. En este caso es la esposa la que se enfurece tanto que acaba persiguiendo a Izanagui con la intención de matarlo.

A todo esto me pregunto: ¿bajaría yo ahora a los infiernos por una mujer? ¿Qué sería capaz de hacer yo si estuviera enamorado? Prometer la luna me parecería un exceso, y además no creo que pudiera. ¿Qué puedo decir? A veces pienso que poco más he hecho por una mujer que darle la sorpresa de una cena romántica. En general sé muy poco del amor. Tengo una excusa, como tantas otras para cubrir mis defectos. Creo que sé poco del amor y sé más de los demonios –como me recordó Ana que como los dioses griegos también tiene alitas en su espalda-, porque cuando era muy joven quise bajar varias veces a los infiernos. Y duele. Duele mucho.

El argentino Frank Chiaravalloti me hablaba hace unas semanas de la historia del Palacio Barolo en Buenos Aires, el cual es un rascacielos que fue construido con el propósito de albergar las cenizas de Dante –que al final no se llevaron-. El edificio representa el camino que se produce en la Divina Comedia, desde el descenso a los infiernos que son la planta baja, hasta el cielo en cuya cúpula del rascacielos hay un faro que representa a Dios. Debe ser cómico subir en uno de sus ascensores, y saber por ejemplo que te estás bajando en el purgatorio…

Valdría la pena detenerse un poco más en la historia del Palacio Barolo, pero este post ya se ha hecho muy largo, y lo que falta por contar es mejor colocarlo junto a ese lugar donde van las oscuras golondrinas, y donde mira tú por dónde, también están esos besos de la tumba de Oscar Wilde.

Nota: la imagen creo que la saqué del blog de Juan Miguel Contreras, al cual me une un hilo especial. Y si no la saqué de allí, da igual, sea entonces esta nota una simple excusa para saludarlo.

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viernes, diciembre 02, 2011

Permiso, avanti.

¿Qué es un beso? Si se lo preguntaran a un poeta romántico como Gustavo Adolfo Bécquer diría por analogía que es más que un mundo y más que un cielo (yo no sé que te diera por un beso). Por el contrario, si la pregunta se le hace al más absoluto racionalista quizá respondería lo que responde el catedrático de filosofía Alain Montadon en su ensayo “El beso”, un beso son: 17 músculos de cada lengua en movimiento, ¡pero no sólo eso!, sino que también son 9 miligramos de agua, 0.18 de sustancias orgánicas, 0.7 de materias grasas, 0.45 de sal y centenares de bacterias y millones de gérmenes que se consumen o se intercambian en cada beso (francamente esta descripción no me suena demasiado convincente, porque tengo serias dudas del frikianalista que ha calculado tal despilfarro de material humano, ¡y además! Este cálculo… ¿lo dividimos por dos? ¿o ya viene individualizado?)

Los italianos tienen un dicho bastante ingenioso I baci sono propio come le ciliegie, uno tira l'altro, que viene a decir que un beso es como cuando se comen cerezas, que tras comer una, ya luego no se puede evitar ir hacia la siguiente. Pero no se piensen que todo es tan fácil, en realidad, en cuestión de besos hay un relativismo cultural bastante curioso; las mismas italianas no son muy dadas a los besos en público, tal vez por su marcada tradición católica, pero la cuestión es que lo que aquí se denomina como “robar un beso”, allí puede interpretarse como un fuerte altercado contra el honor de cualquier joven ragazza. Y si estás en la italia profunda no te extrañe, que acabes frente al altar con el cañón de una escopeta apuntándote a tu espalda (bueno quizás esto era hace cincuenta años pero quien avisa no es “traditore”). Siempre he pensado que esta es la explicación por la que los italianos vienen aquí y son tan pesados con nuestras compatriotas españolas, y es porque los bambinos ya vienen muy entrenados de Italia; así que vienen dispuestos a vencer aunque sea por cansancio toda resistencia femenina que puedan encontrarse frente a un beso no demasiado buscado. También me imagino que esta especie de represión católica que hay frente a lo sexual –de la que España también se ha llevado su parte de penitencia- es la que luego hace que afloren por esas tierras al pie de los apeninos –donde vive nuestro amigo Marco- personajes tan conquistadores como el propio Casanova.
Kiss
Sepan las mujeres que en otros países hay jurisprudencia al respecto que las beneficia. Está documentado que en Inglaterra en el año 1837 un tal Thomas Saverland intentó besar a una tal Caroline Newton. Y esta al rechazarle, no le bastó con realizar lo que aquí denominaríamos como “hacer una cobra”, sino que de propina la señorita Newton ni corta ni perezosa le mordió la nariz, causándole tal daño, que le arrancó con su salvaje bocado una parte del apéndice nasal de Mr Saverland. Por tal agresión el señor Saverland la llevó a juicio, sin embargo, la sentencia falló a favor de la mujer, y consideró que cuando un hombre besa a una mujer en contra de su voluntad, ella tiene pleno derecho a morderle la nariz. Pero por favor, aquí hago un poco de corporativismo masculino y me dirijo al sector femenino: si esto ocurre, no creo que haga falta arrancarle a uno la nariz, un simple empujón y unas palabras con las que quede claro que ustedes se muestran ofendidas ya creo que debería ser suficiente castigo y vergüenza el dañado orgullo masculino, que ve frustrada su osadía. Yo por eso siempre suelo pedir permiso para dar un primer beso (sic.). Si ya sé que es un poco triste… lo sé. Pero también da para conversaciones idiotas y unas cuantas risas, y de esas sé un rato.

Volviendo a los italianos, y ahora a los besos protocolarios, no sé si alguna vez les han presentado alguien italiano, pero ocurren confusiones parecidas a cuando uno trabaja en una empresa y le presentan una mujer de otra empresa, y entonces uno duda en si darle un leve apretón de manos, o darle directamente un par de besos en las mejillas. A mi me ha pasado un par de veces, y sospecho que ante mi titubeo inicial debo haber quedado como un idiota, pero como consuelo, siempre queda esa coletilla de decir que de las circunstancias se aprende. A día de hoy, optaría por dar casi siempre la mano, salvo si es de un rango menor y además es joven, en este caso, también creo quedas bien con un par de besos, pero en cambio si es de un rango superior o igual, entonces ¡arrea! un apretón de manos y va que chuta, y te ahorras así complicarte la vida. Pues bien, como iba diciendo, los italianos no son muy dados a los besos protocolarios especialmente cuando no hay confianza, por lo que cuando te presentan una mujer, lo normal para ellas es sencillamente ofrecer la mano, así que imagínense también la cara de idiota que se le pone a uno, cuando después que oír el nombre correspondiente, alargas el cuello para darle un par de besos, y te encuentra por respuesta la cara sorprendida y asustada de la italiana que muestra una mano tímida extendida hacia tí.

¡Y basta ya por hoy! En realidad quería hablar de la tumba de Oscar Wilde y las marcas de carmín que dejan las mujeres en su tumba, ya que han puesto un vidrio para evitar que se manche la lápida, pero me enrollo y me enrollo, y después ya saben, reconducir esto es imposible. Tal vez en el próximo post.

Ahora sólo me despido con un pequeño sorbo de mi querida lola para que ustedes que no la conocen ni saben quién es, sepan que en un rincón de España hay una chica hermosa que a veces me habla de la huella de los besos. Se acercan las navidades, y por estas fechas, siempre me acuerdo de ella:

“Estoy aquí en mi ventana, ya sabe que la ola de frío siberiano nos acecha, así que voy a procurar no salir mucho, no acercarme demasiado a los cristales, no perder tanto el tiempo. Y sin embargo hace una hora que lo pierdo buscando otro poema... Sabe que no podía dejar en el aire esta respuesta, sabe que el olvido no me gusta nada, que no puedo dejar que se escurra la huella de los besos...”

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sábado, noviembre 26, 2011

Vetusta Morla -Maldita dulzura-

Hay muchos discos que tengo por ahí grabados y pueden tardar meses o años sin que los haya apenas escuchado. Ahora me pasa con la música como me ha pasado siempre con los libros, que se acumulan estáticos en las estanterías, esperando su momento, en que un día sean ellos los elegidos.

Hace unos días comencé a escuchar el disco Mapas del grupo madrileño Vetusta Morla que sacaron este mismo año, y bueno, sólo quería decir que suenan muy, muy bien, y tiene esa cualidad no tan abundante, que sus letras me parecen tan intensas como fascinantes. En mi opinión se les ve un grupo compacto, fuera de modas, que saben hacia donde quieren ir y que se les nota que aún jóvenes ya llevan muchos conciertos a cuestas.

Aquí va un pedacito… y a disfrutar. La actuación es un acústico de la canción Maldita dulzura. Hay unos segundos previos con un pequeño anuncio de Heineken, y después ya su actuación en un escenario sin parangón, porque de fondo hay nada más y nada menos que un tanque de agua lleno de tiburones moviéndose de un lado a otro. Una canción y una imagen para recordar.




maldita dulzura la tuya

me hablas de ruina y espina
me clavas el polvo en la herida
me culpas de las alturas
que ves desde tus zapatos
no quieres hablar del tiempo
aunque esté de nuestro lado
y hablas para no oírme
y bebes para no verme
y yo callo y río y bebo
no doy tregua ni consuelo
y no es por maldad lo juro
es que me divierte el juego

maldita dulzura la mía

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viernes, noviembre 25, 2011

La niña-presa

Hoy se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género. Si en el último post decía aquello de que “toda mujer es un templo” se pueden imaginar la opinión que el maltrato femenino me merece. Algo así, como las antípodas al enorme respeto en el creo que como hombre se merece cualquier mujer. Y no hay que olvidar que la a lista de mujeres asesinadas por maltratadores, cada año se añaden más nombres; este año la sangrienta cifra va por cincuenta y cuatro víctimas, y no dudo que antes de que lleguemos al fin de año, este número aumentará.

Son muchos los días en que debatimos entre los amiguetes de siempre el tema de la violencia de género, y siempre salen a la palestra temas polémicos como la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, o sobre las dudas de lo que qué puede denominarse como maltrato psicológico y lo que no, también hablamos de las falsas estadísticas (porque la mayoría de los casos de violencia dentro de las familias sigo pensando que nunca se llegan a denunciar), y como no, también surge el tema de las falsas denuncias, por las que maridos inocentes acaban denunciados por despecho o sencillamente como medio para inclinar el tema sobre la custodia de los niños.

Yo sigo apoyando la ley de género, como un mecanismo de protección necesaria, pero de igual manera creo, que se debería ser muy severo cuando se demostrase que una denuncia es falsa, porque este tipo de denuncias no hacen más que tirar piedras sobre la propia pedagogía de la ley.

Ayer fui a La Papa para asistir al Polifemo, con J., Gloria, y un amigo de Gloria. Venían invitadas Cristina Martín, e Isabela Méndez. Cristina, es la princesa inca que aparece un ratito en una de las tertulias de la cadena Ser, y que pertenece al espacio de Radio Nikosia (emulo de la argentina Colifata) e Isabela hizo un espectáculo mezcla de canto, teatro, y recitación poética, que daba un buen resultado; mezcla de belleza y humor.

Al final le compré el libro La mujer-precipicio a la princesa inca, porque en cierta manera sentía que se lo debía, como un pago por haberla oído durante tanto tiempo por la radio. Además sé qué ese descenso hacia la locura tan habitual en sus poemas, para mí son aguas llenas de fuerza y belleza. Siempre he creído que la poesía más auténtica es la que se hace tanto desde lo más profundo de los infiernos hasta desde lo más hondo de un corazón rasgado.

Copio uno de sus poemas.


La niña-presa

El principio de la tarde
se quiebra en las piedras del parque,

quemando en su temblor va esa chica.

¿Dónde guardas el día aquel
en que no llorabas
y el amor iba y venía?

Muy lentamente irás recuperando la fuerza
a pesar de la medicación que te escupen…
Abre el cielo tus manos como palomas
y deja que la lluvia de la mañana
resbale en esa piel tuya
de blancura y precipicio.

Sobre el asfalto cae gris tu mirada
que odia y se traga lo que gritaría.

Eso, niña…
Grita, grita, grita.

Te escuchará la nada,
pero quizás también
los que vivimos insomnio de viento
cuando la ciudad se calla.

Violencia


La imagen gráfica pertenece a un concurso de publicidad europeo con motivo del día contra la violencia de género
Por cierto hoy también se celebra el día de las librerías, y muchas de ellas a lo largo de la geografía española, estarán abiertas hasta las 10 de la noche (no es mucho, pero menos da una piedra ;D). A ver si un día hacen como algunas librerías de la calle Corrientes porteña, que tengo entendido que aún siendo las doce de la noche hay algunas que aún siguen con la luz iluminando su interior, y que de esta manera consiguen atraer a esos paseantes lectores de carácter noctámbulo, que acuden como lo hacen los insectos arremolinándose sobre los farolillos amarillentos que alumbran la noche.

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domingo, noviembre 20, 2011

Medianeras y el edificio Kavanagh

Cuentan las leyendas que el Palacio del Taj Majal fue construido por un rey indio que lloró por la repentina muerte de su mujer y quiso hacerle el mausoleo más bello jamás construido. La escritora sombrerera Amélie Nothomb dice en su libro Viaje de invierno que el arquitecto francés Gustav Eiffel diseñó su famosa torre como una prueba de amor hacia su amada, y por ello la torre Eiffel tiene esa característica forma de “A” porque simboliza la primera letra de la palabra “amour”.

Hace unos días asistí al preestreno de una película argentina a la que acudía totalmente a ciegas, sin tener ni idea de cual era el título de la película, ni mucho menos su director. Una vez allí me llevé una grata sorpresa al descubrir que la película a la que asistía era Medianeras del argentino Gustavo Taretto (“grata” porque si tienen costumbre de vez en cuando de venir por aquí se habrán dado cuenta que hay por mi parte una cierta admiración hacia el mundo argento).

La película tal vez la comente otro día más detenidamente o de forma tan tangencial como esta, pero sencillamente me conformo ahora con decir que es una gran película que habla de la búsqueda de amor en un mundo de soledades cibernéticas; que sale Pilar López de Ayala –para que retengan el dato- y que es una grandísima película. Es recomendable para todo el mundo, pero me parece especialmente recomendable para el público argentino, por las bellas imágenes que aparecen sobre la arquitectura de Buenos Aires.

En la película se cuenta por ejemplo la curiosa historia del edificio Kavanagh, y es esta relinda historia la que me apetece plasmar en mi blog. Si antes hablaba de amor y edificios, como podría hablar por el contrario de asesinatos en otros edificios como en el americano Hotel Dakota. El rascacielos Kavanagh tiene detrás de su imponente estructura de hormigón una historia de venganza y amor, que me parece tan argentina como lo es el tango, el cual uno no se puede imaginar que no sea de otro lugar que los arrabales de los bajos fondos porteños (es como si los edificios de cada ciudad no fuesen más que un espejo del carácter de sus habitantes).
Kavanagh
Edificio Kavanagh

Cuenta la leyenda del Kavanagh que hubo un enamoramiento entre dos jóvenes que comprometía a las familias Kavanagh y Anchorena, los Kavanagh eran adinerados, pero no tenían la suerte de descender de una estirpe noble como los Anchorena. Así que cuando uno de los hijos de los Kavanagh pidió el visto bueno a su madre para continuar el romance que vivía, la matriarca de los Anchorena, Mercedes Castellanos de Anchorena desaprobó la relación, al no correr por las venas de los Kavanagh sangre patricia. El hijo de los Anchorena acató dócilmente la decisión de la madre, y la hija de los Kavanagh se quedó así, compuesta y sin novio y con el corazón partío.

Pero la matriarca de familia de la enamorada, cuyo sonoro nombre era Corina Kavanagh –me pasa como con lolita al pronunciarlo: Co-ri-na, luz de mi vida, o Co-ra del cuento de Cortázar Querida señorita- decidió no quedarse con los brazos cruzados ante tal insulto al honor familiar y resentida maquinó una original venganza arquitectónica.

Los Anchorena vivían en un palacio familiar en la plaza San Martín, y habían construido al otro lado de la plaza una de las iglesias porteñas más bellas, la Basílica del Santísimo Sacramento, para que les sirviera de sepulcro familiar. Por lo que las vistas desde el palacio eran muy bellas, y los Anchorena no se cansaban de presumír en sus reuniones sociales de este hecho.

Anchorena
Palacio de Anchorena

Pero hubo un detalle que los Anchorena no pudieron controlar, y es que Corina Kavanagh se les adelantó a comprar un solar disponible que quedaba entre ambos edificios por el que querían pujar también los Anchorena. Y sobre ese suelo dio orden de construir un inmenso rascacielos de hormigón de 31 pisos y 120 metros de altura); que superó al Palacio Barolo –del cual Franco Chiaravalloti al que tuve la oportunidad de ver el viernes me habló también un poquito- que hasta entonces era el más alto, convirtiéndose durante unos años en el edificio más alto de sudamérica.

El edificio Kavanagh se construyó en apenas catorce meses, tapando completamente las vistas a la basílica desde el Palacio de Anchorena. De hecho, se da la curiosidad de que al estar el Kavanagh construído tan cerca de la basílica, sólo hay un lugar donde poder verla bien, y este es el llamado Pasaje Corina Kavanagh.

El edificio Kavanagh está actualmente declarado por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Arquitectura, y sus ocupantes se libran de pagar tasas de comunidad, a cambio del compromiso de que deben conservar el edificio en buen estado, y sin la posibilidad de modificaciones que no estén aprobadas antes por la junta correspondiente. Este detalle tal como reflejaba la película Medianeras es especialmente determinante en la sociedad argentina, donde los habitantes trampean tanto normas como impuestos, y si por ejemplo te entra poca luz en el interior de tu casa, no hay problema en coger martillo en mano y picar en la pared adecuada para abrir una nueva ventana, sin ningún tipo de permiso previo de la finca o del ayuntamiento.

Si no me equivoco Medianeras se estrenó primero como corto hace unos años, y estos corrían por internet, pero ahora este documento está bastante suprimido por reclamaciones de derechos y estas cosas, aunque me imagino que se podrá conseguir buscándolo un poco. De todas maneras, yo pongo el trailer de la película, que en el fondo es lo que yo ví, y que me imagino que se debió de hacer con bastantes más medios económicos. Además viendo estas imágenes ya es fácil hacerse una idea de la bella fotografía que tiene toda la película. Y también garantizo algunas risas, no se vayan a equivocar.




Y un último detalle a modo de convencimiento, de la que bautizo ahora como arquitectura emocional (la mía):

Cada mujer es un templo

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jueves, noviembre 17, 2011

Ataque pornográfico al blog

Leo en las noticias que hoy algunos perfiles de usuarios de Facebook aparecieron adornados con unas repentinas imágenes pornográficas. Sin duda este hecho ha sido la consecuencia de algún tipo de ataque de hackers con quizás rasgos de algún tipo de desorden libidinoso. En realidad, la voluntad real de estos graciosos atacantes para cometer este acto delictivo me resulta incomprensible, salvo que sencillamente sea por ganas de hacerse notar y conseguir algo de fama (aunque la naturaleza de ésta te obligue a permanecer en la sombra para no tener que dar cuentas ante la unidad de delitos informáticos). Dudo mucho que esté detrás la plataforma de Anonymous –como algunos han señalado por las amenazas que con anterioridad habían cometido-, ya que me cuesta creer que este colectivo no haya recapacitado en todo este tiempo, y al final termine despreciando a una mayoría de internautas que están contentos con el funcionamiento del facebook, y que han hecho de esa red social una de sus indispensables maneras de comunicarse con sus amigos. Y no hablo por experiencia propia, porque yo por allí solo entro de uvas a peras, pero aún así, sin utilizarlo me doy cuenta de que el listillo de Zuckerberg ha inventado algo realmente útil que beneficia a la mayoría de los mortales informatizados.

Que conste que soy consciente de que armo ahora el post gracias a esta noticia, pero en realidad no me gustan este tipo de bromas. Para justificarme me basta con pensar cómo este tipo de actos supuestamente graciosos puede provocar un cúmulo de malentendidos de imprevisibles consecuencias.

Dicho esto, solo denunciar que nuestro blog también ha sufrido su correspondiente ataque pornográfico, pero afortunadamente tenemos un sistema de seguridad automático versado en la comprensión total del encriptado (web 3.0) y reconvierte los píxeles de las imágenes subidas de tono en otro tipo de imágenes tolerables a la mirada de cualquier severa liga de la decencia.




(El video ya tiene un par de años, pero no por eso deja de ser una genialidad. Y ahora que lo recupero no puedo dejar de sonreír al volverlo a ver) xD

Esto del porno que es, pero que no es, me hace recordar dos historias graciosas que rebusco por el ciberespacio:

1) La de la frase de Woody Allen en Bananas

“Recuerdo que de niño robé un libro pornográfico en Braille y lo desgasté de tanto pasar el dedo.”

2) Y la de aquel ingenioso meme que corría por Internet sobre unas chicas ligeras de ropa que te atracaban a la salida de los supermercados.

“Os aviso de una estafa que están realizando estos días en el Mercadona de Badalona y en la que está cayendo bastante gente. La hacen en los parkings. Así funciona el timo: Dos chicas impresionantes de entre 18 y 20 años se acercan al coche mientras estás colocando en el maletero tus compras en el parking del supermercado. Entonces empiezan a limpiarte el parabrisas con esponjas haciendo salir disimuladamente un pecho de sus apretadas camisas. Cuando al final -para darles las gracias- intentas darles una propina, ellas renuncian amablemente y piden a cambio que las lleves al parking del Lidl (otro supermercado). Si aceptas, suben y se sientan en los asientos posteriores. Mientras conduces empiezan entre ellas a acariciarse y hacer juegos lésbicos. Cuando llegas al parking del Lidl, una de ellas, haciéndose la agradecida, se sube en el asiento delantero y te hace una mamada brutal. Claro, esto te pilla de sorpresa y distrae tu atención, mientras la otra aprovechando esta situación, te roba la bolsa del pan y los yogures.
Con este ingenioso sistema me han robado la compra el martes, el miércoles, el jueves dos veces, (el viernes no pude ir) y otra vez el sábado y probablemente también me roben mañana por la tarde.”

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sábado, noviembre 12, 2011

El dolor por un hijo que fallece

Sergio del Molino es uno de esos escritores de amplia cultura cuyo pensamientos y artículos periodísticos uno se encuentra una y otra vez si se bloguea con cierta asiduidad. En una de mis discontinuas visitas acabo de descubrir que su bebé murió de leucemia hace unos meses. Lo he sabido desde el blog del mismo Sergio, donde él ha colgado un bello artículo escrito por su compañera Cristina Delgado, en el que recuerda a su hijo Pablo, que por estos días hubiera cumplido dos años.

No tengo hijos, y dudo de si alguna vez los tendré, así que igual que no acabo de entender el sentimiento de felicidad que parece que recorre los rostros de unos recién estrenados padres, también me es difícil imaginar el dolor que debe suceder cuando ese hijo que quieres criar y en el que has depositado unos sueños de futuro, te es arrebatado por una mala jugada del destino. Hay un dicho que dice que una de las cosas más duras de esta vida es que los padres sucedan a los hijos, y debe ser cierto cuando hay madres que tras la muerte de un hijo, visten el resto de sus días con el color negro del luto. Me imagino que uno en esos momentos de sufrimiento debe clamar al cielo, y preguntarse aquello de: ¿Por qué mi hijo? No creo que haya respuestas adecuadas. Ni siquiera creo que la religión sepa dar un adecuado consuelo. Pero si que puedo decir que hechos semejantes son ley de vida y todos conocemos a alguien en nuestros círculos de familiares o amistades más cercanas, que han pasado por el mismo hecho traumático. Me imagino que lo mejor que uno puede hacer en estos casos es llorar hasta que no te queden lágrimas, y apoyarse mucho en la pareja. También debe ser bueno compartir el dolor con los amigos, y si uno encuentra otros padres que hayan pasado por algo parecido seguramente hablar con ellos les servirá para reconfortar su pena. No hay demasiados consuelos, salvo el que da el paso del tiempo, que suele acabar limando las heridas; llega un día en el que uno ya no ve a su hijo muerto como una vida que le arrebataron, sino como una pequeña vida que llegó al mundo para dar alegría y que durante el tiempo que estuvo entre los que le quisieron fue una especie de regalo.

Este blog últimamente habla más de ecos de sociedad que de otras cosas: habla de bodas, relaciones, muertes y obituarios, pero es que la actualidad es uno de los habituales resortes que me empuja a escribir, así que no se me enfaden los que visitan mi blog esperando notificaciones de mis últimas lecturas (que la mayoría van pasando sin pena ni gloria por mis manos). Tengo una máxima con el blog -que me da el hecho de estar ya unos cuantos años blogueando- y es que para no cansarme de escribir en él, debo dejarme llevar como las olas.

Volviendo a los hijos muertos. He dejado el siguiente poema en el blog de Sergio del Molino, escrito por Carmen Conde (esposa del también poeta Antonio Oliver) después del nacimiento de su única hija, la cual nació muerta.


Pero, mi niño es tan débil...
Carmen Conde


Le dije a la luz: no quiero
que la noche me persiga.
Y la luz me contestó:
lo imposible, no lo pidas.
Quiero que todos me vean
porque estoy desconsolada;
el amor que era mi vida,
la noche siempre lo apaga.
Ya no vendrá por la noche,
sólo brillará en el día.
Es un amor tan pequeño
que necesita alegría.
Yo puedo quererle siempre,
si hace sol o no lo hace.
Pero, es un amor tan débil
que necesita alumbrarse.


Este es el artículo que ha dejado escrito Cristina Delgado para recordar a su fallecido hijo Pablo, que hubiera cumplido dos años por estas fechas.

El día de Pablo
Termino este post con parte de otro poema que la primera vez que lo leí se me encogió el alma. Lo escribió Gabriela Mistral a la muerte de su sobrino Yin Yin (al que ella cuidaba como si fuera su propio hijo).

Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.
Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido,
Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvoreda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.
Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!


Gabriela Mistral en Los sonetos de la muerte.

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jueves, noviembre 10, 2011

Un cuento feliz sobre un gordo enamorado además de encoñado

Hace días que el blog no se actualiza, y en previsión que no ocurra algún tipo de milagro bloguero y se actualice sólo, aquí dejo constancia del repicar de mis dedos.

Advierto a cualquier posible lector que aborrezca la prensa rosa que igual este post tiene un cierto aire en este sentido, pero es que me apetece comentar un suceso de sociedad: la reciente boda del escritor Juan Manuel de Prada. Quizás, si sólo se tratase de poner la foto de la boda, no me molestaría en escribir esto, pero días previos a la boda hubo una declaración de amor televisiva que mereció toda mi comprensión (sirva señor crítico-lector de atenuante si plantea hacer cargos en contra de este post).

La cuestión es que hace un par de semanas, Juan Manuel de Prada se casó por segundas nupcias con la periodista asturiana María Cárcaba, colaboradora suya en el programa Lágrimas en la lluvia, que se emite en Intereconomía. Y lo más divertido es que unos días antes de la boda desde ese mismo programa, y al más puro estilo Antonio Gasset, Prada soltó un breve speech en defensa de los gordos y su capacidad para enamorar a las mujeres, que francamente cuando lo oí seleccionado en uno de esos populares programas de zapping, no pude evitar quedarme con una sonrisa tonta en la boca. No lo copio entero, pero aquí está parte (el resto en el video de youtube).

“Es la última vez que te llamo señorita, porque los gordos también tenemos nuestras chances, nuestras pequeñas oportunidades, y a mí la vida o Dios me dio la oportunidad extraordinaria de conocer a María Cárcaba, con la que me casaré en unos días. Y hemos querido compartir nuestra alegría con todos nuestros espectadores", declaró en directo.



Eres mi John Wayne.
Y tu mi Marleen O’Hara


La verdad es que Juan Manuel de Prada me cae simpático, para que voy a negarlo, y aunque ideológicamente considero que ya hace mucho tiempo que ha entrado en una deriva hacia un catolicismo "carca" típico de una España de años pretéritos; a la vez que de una España alejada de buena parte de las libertades y los logros que se han conquistado en las últimas décadas (me imagino que todos los años trabajando en la COPE pesan aún más que sus kilos), pero aún así sigo pensando que cuando escribe su prosa, le fluye de una manera muy hermosa. Recomiendo que lean sus libros o sus artículos. En lo que a mí respecta no se me caen los anillos en elogiar su estilo, a base de frases floridas tanto como quizás de frases engoladas.

Sé que tiene muchos detractores; y muchos lo tildan de pedante, pero siempre he entendido la pedantería como un lucimiento de la sabiduría ligado a la falta de educación, y creo que al menos en eso, Juan Manuel de Prada va sobrado.

Luego por su puesto, están las contradicciones típicas de alguien que se escora tanto hacia la derecha cristiana, y que en su juventud fue capaz de escribir un libro tan atrevido como Coños (homenaje al Senos de Ramón Gómez de la Serna) y que ahora desde sus tribunas está siempre haciendo proselitismo de los tan sagrados valores católicos; unos valores que no le impiden estar en contra del divorcio, pero que sí que le permiten obtener la anulación de su anterior matrimonio (después de siete años como casado y una hija de por medio), para poder volverse a casar por la Iglesia. Pero bueno, esta hipocresía creo que es consecuencia inherente de caminar por los extremos.

Prada domina la escenografía, y cuando está delante de la cámara sabe adoptar un tono de gravedad en sus denuncias a los políticos gobernantes, que le da un aspecto solemne a sus disquisiciones, pero que a su vez en cualquier momento puede intercalar algún puyazo sarcástico, que le permite terminar su argumentación con una sonrisa sobre la boca. En el fondo sabe reírse de todo -porque inteligente si que es- y sabe reírse tanto de sus michelines como seguramente también se rie de sus convicciones en la intimidad. En cierta manera me recuerda a esos contables trajeados de porte recto y serio, que un día imprevisiblemente se les cae el maletín que apretujan sobre su cuerpo, y una vez esparcido el contenido que éste llevaba sobre el suelo, dejan al descubierto una embarazosa revista pornográfica entremezclándose entre el resto de papeles.

De todas maneras mi pequeña felicitación a su reciente boda, porque aunque me ha gustado ese alegato al corazón de los gorditos, aún me caía mejor el joven y aún desbarrigado Juan Manuel de Prada que un día comenzó a sentarse en la mesa cinéfila de Jose Luis Garci; aquel que en sus principios era pupilo aventajado de Umbral y del que no se muy bien por qué, se acabó distanciando.

He aquí una muestra de aquella irreverencia con la que un día el escritor sorprendió al mundo lector, al comenzar su carrera literaria:

“Las novias deben vestirse con traje de novia, por supuesto, para que el satén les otorgue a sus facciones una anticipación luctuosa (¿por qué las novias se parecen tanto a las muertas?, me pregunto). Las novias deben acudir al tálamo enfundadas en seda blanca, con mitones blancos y ramo de azucenas, cuajadas de blanco, como envuelta su virginidad (o su falta de virginidad) en una mortaja, para que el novio, después de la misa y el banquete, las vaya desnudando poco a poco, por capas o sustratos, como a una cebolla. El coño de las recién casadas es el corazón que aún le queda a la cebolla una vez apartadas todas las capas de blancura.”

El coño de las recién casadas (Coños de Juan Manuel de Prada)
Boda de Juan Manuel de Prada
Sólo decir que María Cárcaba parece una inteligente guapa rubia, carente de la pátina de pijerío que suelen tener la mayoría de colaboradoras que aparecen por el canal de Intereconomía. Y aunque algo pequeñita para mi gusto, también tiene una muy hermosa sonrisa. Hasta creo que si yo fuera el presentador de "Lágrimas en la lluvia" (¡qué hasta seguramente conservaría el título!) también me acabaría enamorando de ella. :)

PREGUNTA: Hay un pasaje del Quijote o quizás sencillamente en la obra de Cervantes, donde creo que sale una especie de “novia cadáver” tipo la de Tim Burton. Pero el problema es que no recuerdo el nombre al que atiende y aunque ya he buscado un rato por internet, el resultado ha sido infructuoso. Si alguien lee esto, tiene el dato que busco y tiene la amabilidad de dejarme la respuesta… please.

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viernes, octubre 28, 2011

Breves contra los editores

Entiéndase, si en el post anterior repartíamos algo de estopa en contra de los críticos, sería desprestigiar al gremio de los editores si a estos no les diéramos también un poquito de cera –ya saben dar cera, pulir cera-.

Dicen que editar tiene en la raíz etimológica la palabra “parir”, y son los editores los que al final tienen en su mano el “dar a luz” al libro deseado por el escritor y aunque soy consciente de esa labor fundamental, en la que interviene el buen juicio y el esfuerzo -en la mayoría de los casos malpagado- del editor, creo que como gremio satélite de la labor que realiza el sufrido escritor, también se merece algún que otro chiste en su contra. Otras de las patas de la mesa serían tanto el ego de los escritores, como también el capricho de los lectores. Pero hoy toca escribir contra los editores, y si uno achina los ojos un poquito y además tiene un mal día, puede verlos como sanguijuelas mercantilistas que controlan las grandes editoriales y que se dedican a lucrarse del trabajo ajeno. No me malinterpreten, sé que los buenos editores llegan a tener una relación muy especial con los escritores que representan, y hasta casi los acaban cuidando, pero eso no quita que siempre haya una multitud de grandes escritores en la historia de la literatura, que hayan acabado sus días pudriéndose en la más mísera pobreza (por ejemplo en la anterior entrada nombraba a Enrique Jardiel Poncela que recuerdo que pasó sus últimos años intentando esquivar a los acreedores que le acechaban y a una enfermedad que le consumía). Y a esa lista habría que añadir –su número aún sería mucho mayor- los nombres de aquellos escritores que han quedado totalmente olvidados por la historia.

Hay una frase que me encanta sobre los editores que dice aquello de:

“El gran trabajo del editor consiste en separar el trigo de la paja y publicar la paja”

Es fascinante el proceso psicológico que refleja la película Entre Copas en la que el protagonista Miles (una muy buena actuación de Paul Giamatti) le rechazan el libro en el que ha depositado todas las esperanzas de su fracasada vida, una vida que consiste en un trabajo que no le llena como profesor de instituto y un matrimonio que recién se acaba de romper. Es aquí donde se ve la crueldad de la labor del editor, que en sus manos está el dar un sentido a esa vida solitaria en la que vive encerrado Miles. Y a veces es el destino o la suerte, la que decide que el libro sea finalmente publicado por el editor. Luego por supuesto viene la constancia del escritor, los contactos, el llamar a las diferentes puertas y esas cosas de que: “la suerte se la busca uno”. Pero nunca está de más, tener un poquito de suerte en la vida.

Leyendo “Diccionario de Literatura para Esnobs” de Fabrice Gaignauld (Sí, yo leo estas cosas). Me encuentro esta curiosa anécdota:

“Christian Bourgois tiene igualmente en su haber el mérito de haber tomado la decisión kamikaze de publicar Modelo matemático de la morfogénesis, una obra de René Thom, padre de la teoría de las catástrofes, de la que el editor confiesa no haber entendido ni siquiera el título.”

Pues en realidad aquí aplaudo la sinceridad del editor, porque tiene razón el editor Bourgois –que no burgués- ¿Por qué a quién diablos se le ocurre poner en el título la palabra “morfogénesis” Qué ¿qué carajo significará? Aquí Bourgois se limpió las manos tal Pilatos. Con lo sintético que hubiera quedado poner un “Matemáticas” a secas, con una tipografía en grandes letras de oro, o siendo más valientes, poner: “Un nuevo modelo para las matemáticas”. De todas maneras para entender las teorías del caos mi recomendación es leer Caos y Orden de Antonio Escohotado e ir de paso y con la excusa, hasta las cejas de cannabis. Para entender las teorías del caos, lo primero que uno ha de entender es que aunque no lo parezca, todo caos sigue un orden oculto.

También podríamos buscar modelos más sencillos que los de René Thom, como este microcuento que propone mi querida Carmen (con la que me río yendo a todos los saraos literarios que podemos de ciudad condal). Ayer Polifem0s con Gloria y Maria José, y mañana Dios dirá.

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domingo, octubre 23, 2011

Carta de Enrique Jardiel Poncela a Mercedes Salisachs en contra de los críticos

Mercedes Salisachs es la decana de la literatura española, con 95 años que tiene mantiene una lucidez mental absoluta, que le permite seguir publicando a un ritmo de casi un libro por año. Ha ganado numerosos premios literarios y aunque sus libros siempre han tenido una estupenda acogida por el público, la crítica literaria –especialmente la catalana- ha mantenido un silencio prolongado entorno a su obra. La explicación es sencilla: ocurre que aunque Mercedes Salisachs ha nacido en Barcelona, seguro que nunca le darán la Creu de Sant Jordi o semejante, porque el stablish cultural (esas butacas que siempre quedan en poder de los parte más nacionalistas del Parlamento) nunca le perdonará el que se declare como persona solo castellano parlante. Y ella, resentida por este silencio, se ha mostrado guerrera en las entrevistas, y más de una vez ha soltado algunas declaraciones, no demasiado afortunadas en relación con la lengua catalana, con las que sin duda no ayudará a limar asperezas. Me imagino que cuando ya uno pasa ciertas edades ya está de vuelta de todo. Y además, en mi opinión, éste tipo de resquemores lingüísticos, se debe en gran parte a esa actitud mojigata de pretender que toda la cultura catalana se haga en catalán. Entiendo –y ya sé que me meto en camisa de once varas- que por etimología parece que lo contrario es una contradicción, pero creo que cuanto menos nos fijemos en si uno usa el castellano o catalán, más sana será la población catalana (recuerdo que durante unos años TV3 tuvo la política de no traer invitados a los programas que hablasen castellano, afortunadamente algún jefazo se dio cuenta que aquello era un fanatismo absurdo y se revocó la orden). Y por idéntica razón no me gusta que cuando se habla del idioma “castellano” algunos utilicen el término “español” para referirse a esta lengua, buscando –creo- connotaciones imperialistas. Personalmente prefiero un sociedad extremadamente tolerante, donde se pueda llevar la película “Pa negre” como candidata de España para los premios Oscar y nadie se rasgue las vestiduras, o donde pueda aparecer Gerard Quintana en el programa de Albert Om hablando a ratos en castellano con sus hijos y nadie se lleve las manos a la cabeza (cada familia es un mundo, y si alguien no conoce casos que aunque parezcan extraños se dan con bastante asiduidad dentro de las familias catalanas, donde se intercalan conversaciones de familiares que hablan en castellano con otros que hablan en catalán, con otros que son bilingües totales, es que realmente no saben en que país están viviendo). Pero, bueno, salgo de este tema porque me enciendo, y sé que este tipo de declaraciones pueden generar igual número de apoyos como de rechazos, y ésta es una polémica que no me interesa que se focalice desde mi blog. No tengo muy claro a que tipo de target se dirige este blog, pero si que tengo claro que paso de discusiones políticas y si hago ahora esta excepción es porque me siento un poco indignado por las críticas que ha recibido el cantante de Sopa de Cabra por parte de algunos sectores nacionalistas que no se dan cuenta del daño que pueden estar haciendo a la familia de Gerard cuyo “terrible” o “valiente” error ha sido ser generoso con la gente y exponer la realidad de su familia.

Retomando la figura de Mercedes de Salisachs, puedo decir que antes de cumplir los veinte años leí La gangrena (libro con el que ganó el Premio Planeta) y sin recordar ahora ya demasiado el argumento, si que me acuerdo que su lectura me impresionó. Me sorprendió esa soltura para hablar de amores que se hacían y se deshacían con el avance implacable de las agujas del tiempo. No he vuelto a leer ninguno de sus otros libros, y durante estos años al enterarme que cada dos por tres ella seguía publicando, me hacía pensar que siempre tendría un montón de libros que leer escritos por ella, por si alguna vez me decido a profundizar sobre su obra.

Pero como decía ya hace unos cuantos días, Mercedes Salisachs tuvo una incursión dentro del terreno de la dramaturgia, en 1948 se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid su obra “La heroína de Betulia”, que era una representación de la historia de Judit y Holofernes cuya particularidad es que estaba escrita en verso (años después Pilar Miró hizo algo parecido en el cine con el Perro del Hortelano de Lope de Vega y pese a lo arriesgado de su propuesta, le fue bastante bien). Cuando se estrenó su obra de teatro Mercedes Salisachs tenía unos treinta años; estaba casada con el empresario José María Juncadella y ya estaba criando a sus cinco hijos (su otra gran vocación).

Pero lo que ocurrió es que la obra teatral de Mercedes Salisachs no fue un éxito, sino un absoluto fracaso por parte de la crítica, que se ensañaron con ella, quizás porque sólo querían ver en ella a una chica que pertenecía a una burguesía catalana selecta, que se había encaprichado en escribir una obra de teatro. La cuestión es que Mercedes Salisachs pese a su tesón siempre se ha mostrado insegura respecto al miedo al fracaso y aquello le provocó una crisis en su vocación del que le costó salir, pero tal como explica en alguna entrevista fue una carta recibida de uno de los más grandes dramaturgos españoles Enrique Jardiel Poncela la que en cierta manera le devolvió la confianza. En la carta Jardiel Poncela, le dice que ha asistido a la representación y que se ha llevado una gran impresión de la obra, pero sobretodo donde hace el mayor hincapié es en la soledad del artista a la hora de juzgar y creer en la propia obra, un camino lleno de baches, en donde a medida que avance a quién menos debe hacer caso es a los críticos. Personalmente me fascina este tipo de actitudes generosas que se dan con frecuencia en un tipo especial de personas, que no les importa regalar su tiempo y su esfuerzo, para utilizarlo en dar palabras de ánimo a algún desconocido que se intuye que lo necesita.

Carta Salisachs Poncela Mercedes Salisachs siempre guardó esa carta como oro en paño, y yo la he copiado de su página web donde estaba colgada como imagen que se carga, y la he transcrito para pasarla a Word, porque odio esos formatos con los que no se puede trastear. La escritora no volvió a aventurarse en terreno del teatro, pero siguió escribiendo y redireccionó su carrera hacia la novela, terreno donde poco a poco fue ganándose un espacio y un prestigio entre sus lectores.

En cierta manera la carta recuerda una contestación que acuñó Saul Bellow referente a los rechazos editoriales y las malas críticas: “No son malos. Enseñan al escritor a fiarse de su propio juicio y a decir, con el corazón en un puño, ‘¡Iros al infierno!”


Carta de Enrique Jardiel Poncela

Lunes, 3 de mayo de 1948

Sra. Mercedes Salisachs de Juncadella

Mi distinguida y admirada señora:

Ignoro si mi opinión personal y literaria pesará o no en el ánimo de usted, aunque lo cierto es que preferiría –y celebraría- que pesase; pero, de cualquier forma, no quiero que usted abandone Madrid sin trasladarle lo que va a continuación.

Estuve el sábado en la Zarzuela y sí “La heroína de Betulia”, y me pareció excelente; y si es su primera obra, la considero reveladora de una verdad inefable (y sólo oculta para el espectador de mala fe o de poco criterio): la de que usted es un autor teatral a quien espera una larga y brillante carrera en los escenarios, si el desánimo o las adversas opiniones ajenas no inmovilizan su capacidad indudable de creación.

Porque, además de trasladarle mi fallo en este punto, me permito darle mi consejo profesional de que jamás, jamás, jamás haga caso de las opiniones ajenas y mucho menos si esa opinión es la de las llamadas “críticas oficiales”. Por dios!! Sobre todo, ningún caso, absolutamente ningún caso de la crítica periodística! Un crítico es siempre la persona que menos sabe del arte de hacer comedias. Si supieran ellos algo de eso, escribirían comedias en vez de criticarlas, pues escribir comedias produce muchos más ingresos –por pocos que produzca- que redactar críticas: por mucho que ese fácil esfuerzo se remunere. Sobre “La heroína de Betulia” se han escrito en los periódicos de Madrid todas las majaderías y falsedades que se escriben cada vez que se trata de afrontar y juzgar un real valor nuevo. Casi esa es la “piedra de toque” que revela la realidad de un valor verdaderamente nuevo.

Hasta Marquerie, que suele proceder inteligentemente, ha olvidado este vez su inteligencia en el guardarropa del teatro de la Zarzuela. No tengo tiempo aquí de analizar la crítica de él en “ABC”, aunque con gusto lo haría, pero si le diré a él cuando le vea que no se puede acusar a un autor de usar vocablos modernos (valga la expresión) en una tragedia de la época y ambiente históricos y citar a Girandoux y a Cocteau, especializados en la modernización, precisamente, de la tragedia histórica. Y quizá le diga otras cosas más cuando hable con él acerca de la obra de usted, señora.

Resumo: ante todo y sobre todo, siga.

Y siga sin hacer caso de nadie, excepto de sí misma. Todo es susceptible de ser mejorado en el propio arte, pero ha de mejorarlo uno solo y sin ayuda de nadie: porque en arte un artista no tiene más que una luz, la que lleva él dentro; y únicamente dispone de “una guía de carreteras”: su propio juicio, su propio gusto, su propia sensibilidad, su propia voluntad y, -en fin- su propio y solo albedrío artístico y espiritual. Aíslese para trabajar. No lea lo que escriba a nadie. No pida opinión a nadie. Escriba; escriba y estrene. Y aguarde. Los elogios sin reserva llegarán indefectiblemente: incluso los propinados a esta obra, tratada hoy por la crítica con tanta reserva y picajosería.

En cuanto al “público de estreno” tampoco es “el público”. Y menos en Madrid, ciudad que quita y da artísticamente, y que, por lo tanto, está saturada en todos sus ambientes artísticos de la mala fe propia de la gente del oficio y de los familiares y amigos de esa gente del oficio, que no pierden estreno…

Podría hacerle a usted una larga historia de las veces que, desde mi primera obra, hace, ay! ya 21 años, tuve que decirme a mí mismo, para no caer a un lado del camino –desanimado y apático-, eso mismo que hoy, felizmente, usted tiene quien le oiga con toda sinceridad y humano compañerismo y buen deseo. Pero me limito a asegurarle que provocando esas reacciones que ha provocado usted es como iniciamos nuestra carrera literaria todos los que pasaremos a las antologías del género que cultivamos. Aforismo base: principio fácil, mal final.

La besa los pies su aferro compañero,

Enrique Jardiel Poncela



PD. Sirva este pequeño homenaje a Mercedes también para a su sobrina Bibis Salisachs (¡y para mi nuevo sobrino Asier: 3Kg 300gr!), que tanto recordaba en gestos a los de su tía, y que fue la fiel compañera de Juan Antonio Samaranch, el que fuera uno de los grandes instigadores del movimiento olímpico español (estos días se cumplía el 25 aniversario de la designación de Barcelona como escenario de aquellas inolvidables Olimpiadas que vivimos en el 92). Y es que encima, el mundo es un pañuelo, porque los vecinos del apartamento de mis padres en Calafell fueron grandes amigos del matrimonio Samaranch.

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miércoles, octubre 12, 2011

Judith, la heroína de Betulia

La historia de Judith en la Biblia, quizás no es de las más conocidas por la gente de la calle, pero sí históricamente ha tenido una continua presencia dentro del mundo artístico, seguramente debido tanto a su carácter violento, como a que la protagonista activa de la escena es una bella mujer, lo que tampoco se da con demasiada frecuencia en los pasajes bíblicos.

He revisitado esta historia, porque estaba investigando sobre la única obra que Mercedes Salisachs ha hecho para el teatro: La heroína de Betulia, que según parece no tuvo demasiado éxito entre la crítica, y que la apartó de la dramaturgia para dedicarse de lleno a la literatura (pero este hecho me parece bastante curioso por varias razones y como narrarlo merecía un espacio que aquí se hubiera hecho extremadamente largo, he decidido dejarlo para el siguiente post, y colocar éste antes, en el que hablo de Judith y Holofernes, a modo de presentación).

El libro de Judith es uno de los libros que componen la Biblia católica, la historia que se cuenta allí es como el pueblo judío estaba siendo cercado por el ejército asirio que mandaba el general Holofernes (en realidad el pasaje cuenta con varios errores históricos y los estudiosos dicen que en realidad el ejercito de Holofernes debió ser babilónico). Holofernes sitia la ciudad de Bethulia, cortando el suministro de agua -¡qué curioso precisamente ahora son los palestinos a los que los judíos les niegan los pozos de agua!, y cuando el pueblo está agotado y a punto de rendirse, entra en escena Judith.

Judith, era una viuda muy bella y con una alta educación, y con su criada se acercó al ejército enemigo haciéndoles creer que estaba de parte de los invasores, diciéndoles que el pueblo judío estaba siendo castigado por alejarse de las leyes de Dios y que se merecía tal asedio. Tras varias conversaciones con el general Holofernes este no sólo dejó de desconfiar de ella, sino que también cayó rendido a los encantos de la viuda y decidió invitarla a su tienda de campaña para cenar. Judith aprovechó la noche para emborracharlo, y después de que éste cayera dormido bajo los efectos del alcohol, Judith aprovechó entonces para cortarle la cabeza.

Avanzó, después, hasta la columna del lecho que estaba junto a la cabeza de Holofernes, tomó de allí su cimitarra, y acercándose al lecho, agarró la cabeza de Holofernes por los cabellos y dijo: "¡Dame fortaleza, Dios de Israel, en este momento!". Y, con todas sus fuerzas, le descargó dos golpes sobre el cuello y le cortó la cabeza (Judit 13,6-8)

La fuerza visual de esta escena, ha hecho que la decapitación haya sido pintada por múltiples pintores, al igual que ha llenado multitud de páginas literarias o ensayísticas (los psicoanalistas se frotaban las manos al ver en este suceso el simbolismo de una especie de castración masculina por parte de una viuda negra).

Hay tantísimos artistas que han pintado a Judith con la cabeza de Holofernes que hacer una lista sería casi interminable, por lo que para no perderme en decenas de links prefiero poner un par de lugares de sitios que ya se han encargado de recopilarlos y me han parecido bastante correctos 1 y 2 (y aún así podría añadir cuadros que me salen de otras listas y que en estas no están, pero como ya digo ponerme en el brete de hacer una lista completa ya he comprobado al ver cuadros y cuadros sobre el tema que era una absoluta locura). Así que únicamente coloco tres de los cuadros que más me gustan, y entre medias los versos de Lope de Vega de un poema titulado Al triunfo de Judit.

El del tenebrista Caravaggio (Milán, 1571-1610).
Caravaggio Judith y Holofernes
Cuelga sangriento de la cama al suelo
el hombro diestro del feroz tirano,
que opuesto al muro de Betulia en vano,
despidió contra sí rayos al cielo.


El de Cristofano Allori (Florencia, 1577-1621)
Allori Judith y Holofernes
Revuelto con el ansia el rojo velo
del pabellón a la siniestra mano,
descubre el espectáculo inhumano
del tronco horrible, convertido en hielo.


Y el de Artemisia Gentileschi (Roma, 1597 –1652). También de la escuela tenebrista y reivindicada en las últimas décadas como una de las primeras pintoras de las que se tiene conocimiento.
Gentileschi Judith y Holofernes
Vertido Baco, el fuerte arnés afea
los vasos y la mesa derribada,
duermen las guardas, que tan mal emplea;
y sobre la muralla coronada
del pueblo de Israel, la casta hebrea
con la cabeza resplandece armada


Recuerdo que una revista literaria online -tendría que buscarla para saber el nombre y no sé por donde comenzar- cogía temas clásicos antiguos e intentaba que fueran versionados desde un punto de vista actual por múltiples artistas que creaban multitud de manifestaciones nuevas, que iban desde: poemas, pinturas, relatos, microrelatos, etc). Los resultados eran francamente divertidos e innovadores. Tal vez sería interesante también pararse unos minutos a reinventar el mito de Judith y Holofernes. Por ejemplo, recuerdo que hace unos días me reía con estas versiones que están saliendo de de serie Z (con zombis). Ya me estoy imaginando un Judith, Holofernes y Zombis.

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domingo, octubre 09, 2011

Poema Naufragios de Julio Cortázar

Estamos a Dimange. Quería postear algo, y aunque tengo varios textos a medio escribir, se me hace cansino ahora terminar de elaborarlos o comenzar algo nuevo –habrán tiempos mejores-. Así que al final he optado por recurrir al omnipotente Cortázar. Además, algo sensual y femenino siempre le da un poquito de color al blog. ¡Y qué no os engañen! Esto es buena poesía y lo demás son tonterías.

Naufragios
Julio Cortázar

Dibujo de tu voz en la orilla del sueño,
arrecifes de almohada con ese olor a costa próxima
cuando los animales echados en la cala, las criaturas de sentina
huelen la hierba y por los puentes trepa un temblor de piel y de gozosa furia.

Entonces me sucede no conocerte, abrir el ojo de esa lámpara
que rechazas cubriéndote la cara con el pelo,
te miro y ya no se
si una vez más asomas de la noche
con el dibujo exacto de esa otra noche de tu piel,
con el vientre alentando suavemente,
abandonada apenas en nuestra playa tibia
por un liviano golpe de resaca.

Te reconozco, subo por el perfume de tu pelo
hasta esa voz que nuevamente solicita, contemplamos
al mismo tiempo la doble isla en la que somos
náufragos y paisaje, pie y arena,
también tu me levantas de la nada
con el errar de la mirada por mi pecho y mi sexo,
la caricia que inventa en mi cintura su galope de potros.

En la luz eres sombra y yo soy luz, soy la luz de tu sombra
y tu echada en las algas finges la sombra de mi cuerpo,
repetimos nocturnos la aventura del sol
cuando su angosta frente hiere los pedernales y proyecta
como un fragor de hueco al otro lado, un territorio
que inútilmente embiste y ambiciona.
Oh sombra de mi luz, cómo alcanzarte,
como envainar este relámpago en tu noche!

Entonces hay un sigiloso instante
en que los ojos buscan en los ojos un vuelo de gaviotas,
algo que es suelo y señuelo, una consagración y un laberinto de murciélagos,
lo que en la oscuridad surgía como un plañer tanteando,
una piel que se enfriaba y descendía, un ritmo roto,
se vuelve convivencia, santo y seña, arranque
del viento que se estrella contra la vela blanca,
el grito del vigía nos exalta,
corremos juntos hasta que la cresta
de la ola cenital nos arrebata
en una interminable ceremonia de espumas,

y recomienzan los naufragios, la lenta natación hacia las playas,
el sueño boca abajo entre medusas muertas y cristales de sal donde arde el mundo.

De "Ultimo Round"
Hoelck
Fotografía de Patrick Hoelck

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lunes, octubre 03, 2011

La lista de Sílvia (XI)

Ale, con estas dos películas ya termino esta serie cinéfila. (Y que sepas Sílvia que me debes un cuento, aunque sea chiquitito -como el barquito-).

El intendente Sansho (1953)
DIRECTOR Kenji Mizoguchi
Creo que la manera más fácil de resumirla es decir que es una especie de Ben-Hur a la japonesa. Sólo que los japoneses son más trágicos, y aunque tiene final feliz, durante el camino ya ha habido varias bajas “amigas”.
Aquí vemos por fin los dos tipos de Japón: el de los pobres esclavos y el de los nobles. El japón de los que se mueren de hambre, y el de los que viven inmersos en un entramado de rituales ceremoniosos.
La película plantea varios dilemas morales: la caridad hacia los demás, la abolición de la esclavitud, la anteposición de los principios morales frente a la obtención de la propia riqueza, y la capacidad también de redención.
También me hace gracia el hecho de que se toque el tema del abandono de ancianos en el monte (en este film parece que ya no es tan buena idea ja,ja)
Los encuadres son muy buenos, y los paisajes de algunos planos son realmente bellos. La iluminación también es destacable.
También me llama la atención los flashbacks del principio, que me imagino que serían todo un avance para la época. Quizás este punto sea en general el mayor mérito de la película, el estar avanzada a su época por muchos motivos: por el cuidado de la imagen y por la bella banda sonora que la acompaña en casi todo el film; por plantear unos dilemas morales que dejan a juicio del espectador su resolución, por no ser una película en el que todo salga bien e incluso mueran algunos de los “buenos”.
El título no creo que sea excesivamente afortunado, porque como decía al principio es como si a “Ben-Hur” la hubiéramos titulado “Mesala”.
Quizá yo le hubiera quitado un poquito de metraje. Porque más de dos horas de melodrama se me hacen un poco largas.
NOTA: 7
El intendente Sansho


Cuentos de Tokio (1953)
DIRECTOR Yasujiro Ozu
Una historia cotidiana rodada con gran sensibilidad. Es en global correcta y seguramente, presenta una portentosa técnica para la época. Me gusta especialmente cuando hace planos exteriores y pone algo material cerca de la cámara para darle un mayor efecto de perspectiva.
Pero la historia no deja de ser algo de lo más común. Unos padres ya viejos viajan a Tokio para visitar a los hijos que se mudaron a vivir allí. Al principio los acogen con cierta alegría, pero poco a poco se va viendo que su situación se va convirtiendo en un problema para los hijos aquejados por su ritmo laboral y sus quehaceres familiares.
En mi humilde opinión, el problema de la película es que es muy lenta y muy laaaaarga. Y en el fondo no me está contando nada que no sepa, cualquiera seguramente ha vivido más de una vez situaciones parecidas con familiares ya mayores que quedan al cargo de las familias, por lo que en cierta manera me aburre el que plasme una historia que en el fondo es tan común. Creo que todos tenemos un punto de egoísmo, y no me gusta juzgar a los demás, porque creo cuando no hay mala fe no se tiene derecho. En ese caso, al único que tenemos derecho a juzgar es a nosotros mismos. Y hacerse viejo ya sabemos que nunca es bonito (esto lo he escrito poco antes de ver el final de la película y resulta que al final ha habido un diálogo en el que parece que Yasujiro Ozu “me ha copiado casi todo lo que yo estaba escribiendo” (técnicamente hablando o temporalmente al menos igual sería mejor hablar de que yo soy el plagiario).
PD. Creo que he visto alguna película de Paco Martínez Soria con un argumento parecido y que me ha gustado más (al menos las de Paco Martinez Soria tienen un final feliz). ¡Estos japoneses sonríen mucho, pero en el fondo son unos tristes!
NOTA: 6,5
Cuentos de Tokio

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sábado, octubre 01, 2011

En memòria del poeta Salvador Iborra

El jueves asistí a un recital poético en la Barceloneta -lo que llamaban Pycho Jam Poética- cuyo tema central era la muerte. Horas después, a no demasiada distancia, ocurría la muerte de un poeta en mi querida ciudad. Asesinado cobardemente a navajazos por el barrio Gótico, según noticias el desencadenante podría haber sido el robo de una bicicleta. Triste a la vez que absurda muerte. Cuando uno piensa en un poeta asesinado siempre recuerda el nombre de Federico García Lorca, a mi ahora me viene a la mente el poema sobre La muerte de Antoñito el Camborio (… pero eran cuatro puñales/ y tuvo que sucumbir/ Cuando las estrellas clavas/ rejones al agua gris…). Y también me viene a la mente esa canción de Gossos En un instant que compusieron para recordar el asesinato Josep Maria Isanta en la Patum de Berga.

Salvador Iborra Mallol un joven poeta de origen valenciano, licenciado en Filologia Catalana en la Universitat de València, y que actualmente estudiaba un máster en la UPF (Universitat Pompeu Fabra). Salvador Iborra deja como legado tres poemarios publicados: Un llençol per embrutar, Les entranyes del foc y Els cossos oblidats.

En la actualidad es raro el poeta joven que no sea bloguero, así que me he ido directo a echar un vistazo a ver si Salvador tenía blog, y efectivamente lo tenía: La ruta desconeguda.

Las casualidades de este post continúan, porque en el último post que Salvador había colocado en su blog un video con la representación bailada de la muerte de un cisne, lo cual tiene aires de trágico epitafio. La poética habla de que el cisne cuando muere, hace su canto más bello (son como los pétalos del cerezo japonés), y es por eso que cuando un artista muere, se suele decir que su última obra ha sido su canto del cisne. El post de Salvador parece predestinado a una muerte que parecía ir a buscarle. El cisne negro –la suerte maldita- parecía estar acechándole a Salvador (algo parecido contaba Iván Humanes en la Psycho Jam Poética recordando el cuento del Jardinero y la Muerte recogido entre otros por Cocteau). Dejo el mismo video que colocó Salvador Iborra en su blog (¿son los blogs los algo así como los testamentos de los poetas actuales?).

La mort du cygne Maude Sabourin


También dejo un par de textos recogidos también de sus últimas entradas (el mejor homenaje que puedo hacerle, creo que son sus propias palabras) y otro video que también él había colocado de una canción del músico Quique González y que a mí me ha gustado bastante (en otra ocasión ya puse Salitre del mismo autor).

“Las azañagas del lenguaje ni resuelven ni engañan. Triquiñuelas venenosas atrapadas en el papel, que todos los textos fallan, nos dijeron los que dijeron lo que tenían que decir desde la parte sucia. Tu boca sabe a adrenalina, sudor y circunstancia. Muerde, zorra, hasta que hagas sangrar y luego vete. Aquí no hallarás más literatura que la desprecias. No hay sitio para nadie, a pesar de que te pareces a quien te pareces y por eso te pudiste acercar tanto sin que te matara. Carga de caballería, peste, muerte y el cine de Bergman, de aquí no se sale virgen, niña, estás demasiado cerca de todos lugares lejanos. Hunde los restos en en las aguas negras mientras llueve, aquí no se nace y no estás a salvo. Lo desconocido es el pasado, más que el presente, eterno retorno a la nada. No hallarás la salida. Pero hay algo dulce en todo esto, algo dulce, yo estuve en todos los lugares, yo soy lo otro de ti, lo que no eres, tú otro-mismo en tensión, tú heterogéneo, tu disperso, y en mi te reconoces y te desdibujas. Donde ya no se puede pensar nada hay quien puede sentir y llora. Llora, pues, aquí está permitido. Te dejo que lo hagas. Lo sabes bien, a veces no todas la lágrimas son malas.”
Salvador Iborra Mallol


“D'aquella vesprada de parlar en públic, amb eixa alegria de celebració de la lectura, de riure's una mica d'un mateix, de compartir almenys això amb aquella gent que no conec ni coneixeré mai, recorde una mirada. Ella seia al mig d'aquella classe d'universitat. Recorde, no he pogut oblidar, l'ardor en aquella manera de mirar. El que els seus ulls deien o no, és cosa que em quedaré per a mi. Fou un regal, i els regals no es comparteixen. En acabar aquella conferència no es va quedar. Ni signar el llibre, ni un cafè. La realitat desmesurada de sense ser destí inscriure's com si fos destí. Quan em mirava em vaig sentir d'una certa manera, després, com quasi sempre que hom fa aquestes coses, em vaig sentir ridícul. Ara sent una certa nostàlgia d'aquells ulls, em vaig quedar sense poder dir-li la paraula que més sentit hagués tingut. Em vaig quedar sense haver-li pogut dir "gràcies".”
Salvador Iborra Mallol


Quique Gonzalez “De haberlo sabido”


De haberlo sabido... a mi me hubiera gustado compartir un par de cervezas contigo Salvador.

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